martes, 21 de noviembre de 2023

Himiko

-Entonces así es como te ves, mami, ahora entiendo porque a papá le gustaba tanto estar contigo, eres muy sexy-
Me decía a mi mismo frente al espejo viendo el hermoso y sensual cuerpo de mi madrastra que ahora me pertenecía: era de estatura baja, delgada, con el cabello teñido de rubio y escondía una tremenda figura debajo de su holgada ropa. En cuanto me apodere de su cuerpo, corrí al baño para quitarme la ropa y verme semi desnuda; tiene un buen culo, con una lencería demasiado erótica a mi parecer, sus pechos no estaban nada mal pero lo que me volvía completamente loco era lo delgado de sus caderas, tenía una increíble silueta de reloj de arena que era imposible de ignorar, ya moría de ganas porque alguien pusiera las manos ahí y me estrujara por que no tengo duda de que es de lo más destacado de su cuerpo, y lo que más satisfacción me podrá dar.
Pero vayamos por partes, mi nombre hasta hace unos momentos era Allen y tenía 17 años. Mi madre murió cuando era niño, y mi papá se volvió a casar con quien se volvió mi madrastra y con quien no me llevaba nada bien. Tiempo después, mi padre también murió y quedé al cuidado de mi madrastra, quien también se volvió a casar con otro hombre que se volvió mi padrastro. En otras palabras, podía decir que este par de padres eran adoptivos, ya que no había ningún lazo sanguíneo que nos uniera, mucho menos un cariño o afecto.
Dicho eso, mi madrastra Himiko, se las arregló para deshacerse de mí lo más rápido posible, enviándome a un internado el cual una vez concluyera yo sería mayor de edad y con estudios por lo que no tendría motivo para volver con ellos.
La idea no era tan mala, debo admitir que hasta cierto punto me gustaba pues así tendría los medios para hacer mi vida y no volvería a ver a mi madrastra, sin embargo, mis deseos de venganza eran mayores a los de querer avanzar y por ello fue que planee todo esto.
Usando un viejo ritual de hechicería junto a unos cuantos cabellos míos y otros que robé de mi madrastra, fue que tenía todos los preparativos listos, solo faltaba el momento de hacerlo. Para ello, elegí el primer día de mi internado, desde ese día nunca volvería a ir a esa casa en la que estaba con mis padrastros por lo que era la oportunidad perfecta para realizar el intercambio. 
Una vez llegué a mi habitación en el internado, saque mi libro de hechicería y usando los materiales que había reunido, prepare el hechizo de cambio de cuerpo, no sin antes desaparecer ese libro para que no volviera a ser utilizado, especialmente por mi madrastra.
Fue cuestión de segundos para que mi castigo se hiciera realidad, nublando mi vista, volviendo a la normalidad una vez estaba en el cuerpo de Himiko y por ende ella en el mío.
Himiko estaba acostada en la cama en la habitación que alguna vez fue de mis padres, así que bajar la mirada y ver sus pechos junto a sus rubios cabellos fue lo que de inmediato me hizo saber que el intercambio había sido todo un éxito.
Pero no podía quedarme solo con eso, por ello corrí hasta el baño donde me quité la falda y la blusa para quedar en esa seductora lencería violeta con flores, bordados, joyas y lazos, no pude evitar excitarme un poco con solo verme así, mi madrastra podrá haber sido pésima conmigo pero que su cuerpo es joven y jodidamente sexy es algo que no puedo negar.
Me di un par de nalgadas por la creciente emoción, levante el culo y estruje mis pechos para sentirme más caliente de lo que ya estaba y corriendo hasta la habitación por mi nuevo teléfono comencé a tomarme un montón de fotos para el recuerdo de este día.
Podría parecer una estupidez volverme la mujer que más detesto, pero no lo era en bastante sentidos: 
1-Después de tanto tiempo pude conseguir vengarme de mi madrastra robándome su cuerpo y su vida. 
2-No puedo evitar excitarme un poco al verme de esta forma. 
3-Las fotos no solo son para mi, también son para mi nuevo esposo; conmigo siempre en la casa y lo obstinada de Himiko, mi querido esposo Alfred debe estar un poco frustrado, es tan alto, guapo, fuerte, sería un desperdicio no caer rendida a sus brazos, además de que si lo mantengo contento nunca sospechara del intercambio entre la vieja Himiko y yo.
Pero no creo que a Alfred le importe, después de todo voy a ser una mejor Himiko que la Himiko original, estoy segura de que con seducirlo un poco bastará para que no se preocupe por nada más, y sobre el resto de cosas ya las iré solucionando, disfrutando mucho de este cuerpo en el proceso.
Pero todo eso será con el tiempo, tengo toda una vida con este hermoso cuerpo por delante mientras que la antigua Himiko le deseo tenga suerte estudiando en el internado que ella misma eligió para volverse una adulto de provecho que espero nunca jamás encontrar nuevamente en mi camino.
"Cariño, te extraño, ven pronto o la cena se habrá enfriado"
Decía el mensaje de texto junto a unas cuantas fotos que mande al teléfono de Alfred, quien de inmediato las vio y supongo viene en camino. Si llega pronto podrá enseñarme los placeres femeninos al acostarme con un hombre por primera vez, pero si tarda demasiado, yo misma examinare a fondo este precioso cuerpo mío, disfrutando a detalle de mi cuerpo y mi vida como Himiko. 
Créditos a quien correspondan.

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