Llevaba varios años de casada con mi apuesto marido, él era perfecto ante mis ojos; atento, amable, confiaba plenamente en mí y muchas maravillas más, por eso cuando me dijo que él se sentía insatisfecho quería hacerlo sentir mejor. Probé miles de cosas como detalles románticos de cuando éramos más jóvenes hasta formas de hacer el amor que nunca antes había imaginado, todo en nombre de mi amor. Sin embargo nada era suficiente, me daba las gracias por todo pero sabía que aún se sentía insatisfecho hasta que un día escuche que le interesaría tener relaciones de mujer a mujer, algo que creía imposible por razones evidentes pero tras buscar en línea encontré que en el extranjero diseñaron una pastilla que convertía a una persona en alguien de su sexo opuesto por algunos días. Fue algo caro y tardaron días en llegar pero en cuanto llegaron fui al cuarto con mi marido para hablar con él y explicarle como funcionaba aquella píldora.
-Cielo... sé que no la has pasado bien últimamente y que tenías curiosidad sobre...bueno ser mujer y tener sexo con otra, yo estoy dispuesta ha hacerlo contigo y aquí esta lo que necesitas para ser mujer por algunos días, así que la decisión es tuya-
Dicho eso le entregue la medicina y le di un suave beso en los labios. En respuesta, él me abrazo tras algunos segundos de incredulidad, me dio las gracias y tomo la medicina. En poco tiempo vimos como su cuerpo cambiaba; su cuerpo bien desarrollado empezó a hacerse más suave y con unos pechos muy grandes, incluso mayores que los míos como para dar envidia, el cabello castaño corto que tenía se volvió muy largo y lo más sorprendente de todo fue que su pene que tanto placer me había dado se había convertido en una vagina como la de cualquier otra mujer.
-¡De verdad funcionó! Cariño no sé como agradecértelo-
Le robé un beso, tomando el primero de sus nuevos labios para llevarlo hasta la cama y colocar sus manos en mis pechos que todo el rato juntos se habían mantenido sumamente pegados unos contra los otros.
-Puedes agradecérmelo disfrutándolo, soy toda tuya querida-
Parecía que era todo lo que necesitaba oír para poder empezar con nuestra noche de pasión. Fue muy larga, ella conoció todos los placeres de ser una mujer y como de bien se sentía el sexo siendo una; siendo la activa tal como cuando era hombre o incluso tomando yo la iniciativa y usando mi experiencia como mujer para poder hacer de gemir de placer a mi pareja hasta venirse. Así pasaron las horas de la noche hasta que el sol comenzaba a salir y ambas estábamos totalmente exhaustas, tan solo en el primer día de varios en su gran cambio que ambas disfrutamos demasiado.
En los días posteriores le enseñe todo lo que debía saber sobre como ser una mujer, saliendo y pareciendo buenas amigas o porque no una pareja lesbiana mientras que por las noches teníamos sexo incontrolable, cambiando de posiciones, entre pasiva o activa e incluso juguetes sexuales para que fuera aún mejor para ambas, todas experiencias que ella y yo disfrutamos como nunca. Pero llegando al último día, por la mañana me hizo una pregunta que sin duda me dejo con la boca abierta.
-Querida, sé que esto es demasiado pero hoy es mi último día como mujer así que ¿Podemos tener sexo con un hombre?-
-Oye...¿Estas seguro?-
-Sé que puede traer muchos problemas, creo que en especial a ti, pero de verdad lo deseo así que ¿Podemos?-
-Ok...si eso te hace feliz puedes conseguir a alguien para esto-
Sin duda fue lo más extraño de todo, no negaba que el sexo de mujer a mujer era exquisito pero también extrañaba un poco el pene que tanto placer me había dado y al que me había mantenido fiel pero igual que lo que empezó esto, fue el amor lo que me dio fuerzas para intentarlo.
Pude ver su rostro lleno de felicidad cuando accedí y no pude evitar sonreír cuando lo vi así pero nunca imaginé que por la noche llegarían a la casa 3 hombre que se veían musculosos. No imaginé tampoco que llevará tantos para tener sexo pero cuando me tomó de la mano para acercarme y presentarme ante ellos comprendí que no solo serían para ella, sino eran para ambas.
En un inició trate de oponerme pero ante tantos hombres e incluso él que era mi hombre fue inútil resistirme ante ellos y ella.
Igual que con mi pareja, ahora tuvimos sexo con esos hombres, para buena o mala fortuna solo uno se encargaba de mi pero de mi marido lo habían hecho los otros dos o por momentos los tres a la vez. Era increíble ver que el hombre que tanto amaba estaba cubierto de semen por su vagina, pechos, boca, ano y cualquier parte de su cuerpo con la cara mostrando todo el placer que sentía aunque yo no estaba mejor. Al menos solo era mi vagina y boca lo que fue usado pero también estaba repleta de semen, contra el suelo y sosteniendo con fuerza la mano de mi pareja que estaba a mi lado mucho gimiendo y mucho más perdida en el placer.
-Cielo...¿Cómo te sientes?-
-¡AAAHHH! Totalmente satisfecha-
-Me alegro de oírlo....entonces yo también lo estoy-
Era cuestión de horas para que el efecto de la medicina terminará pero también era cuestión de horas para que los hombres dejarán de cogernos como tanto tiempo ya llevaban. Aún así me voy satisfecha y no solo sexualmente sino sentimentalmente porque mi marido también se irá satisfecho por mucho tiempo.
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