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lunes, 31 de marzo de 2025

Guardiana lunar

    Era una hermosa noche de luna llena, el cielo estaba despejado por lo que fácilmente se podía ver la luna en todo su esplendor cerca de la media noche. No suelo hacer este tipo de cosas tan raras como simplemente salir de mi cama para admirar a la luna en el momento más profundo de la noche, pero algo llamaba mi atención en aquella luna, lo que me hizo quedarme un buen rato conteplandola junto a su cielo estrellado.
    Tras un buen rato, justo cuando termine de verla y estaba por entrar a mi habitación de nuevo, algo me lo impidió, no sabía que ocurría pero no podía avanzar, por mucho que me moviera o lo intentará, simplemente no me movía de ese lugar y cuando una vez más mis ojos se enfocaron en la luna, algo sin precedentes ocurrió.
    Mi cuerpo comenzó a brillar haciendo imposible que lo pudiera ver, pero eso era solo el comienzo ya que, aún sin poder moverme, podía sentir todo lo que estaba pasando.
    Mis piernas y trasero crecieron de golpe, cambiando mi pijama por unos altos tacones con botas largas junto a unas calcetas hasta los muslos, y justo por debajo de una muy corta mini falda, aparecía una tanga que apretaba toda mi piel. 
    Mi cintura y brazos se redujeron por completo mientras dos enormes pechos aparecían en segundos en mi cuerpo, luego cambió la parte superior de mi ropa por unos guantes que cubrían todo el antebrazo y un ajustado vestido de marinera o algo así; la falda era azul y corta, con todo el torso blanco hasta los pechos donde sobresalía un rojo listos y cambiaba el patrón de la prenda por uno azul con dorado, adorando mi cuello con un collar rojo y un adorno dorado.
    No podía verlo pero podía sentir como mi rostro había cambiado y como mi cabello crecía tanto que incluso con coletas altas podía sentir los mechones hasta mi trasero, más allá de unos lazos rojos que ataban mi cabello rubio, también sentía unos aretes y una especie de diadema o corona cuyos adornos sobresalían en mi frente.
    Al final de la presentación y transformación me di cuenta que estaba posando de una forma bastante llamativa y vergonzosa para cualquiera que lo viera, dándome cuenta así de que toda la transformación estuve posando como si de una modelo se tratará: moví suavemente las piernas cuando estas cambiaban, sacudía las caderas para preparar mi falda, extendí los brazos mientras el atuendo y los pechos aparecían, levante la cara para que apareciera el collar y este largo cabello, terminando todo con una enorme sonrisa en el rostro mientras posaba con mi nuevo y femenino look.
    No solo mi ropa se había convertido en la ropa de una chica muy extraña, yo también era una chica ahora, con solo tocar mi cuerpo podía darme cuenta de que todo lo que había cambiado, había cambiado en verdad, dejándome atrapado con este aspecto de una guardiana lunar o algo así.
    Digo, todo comenzó porque estuve viendo la luna, ¿No es verdad? Quizás la luna sea la causante de todo esto y de mi aspecto actual pero ¿Como seria eso posible? ¿Y porque lo haría? Aún si tengo razón señalando a la luna como culpable, no tengo idea de porque lo hizo ni como revertirlo.
    De cualquier forma no tengo de otras más que acostumbrarme a este cuerpo, a la ropa rara y poses extrañas que hace antes de notarlo, hasta que pueda hallar la forma de volver a la normalidad, para recuperar mi vida como cualquier otro chico normal y no ser una guardiana lunar o princesa estelar o lo que sea en que me haya convertido, además de una hermosa chica con un atuendo extravagante...me preguntó si podré cambiarme o tendré que usar esto todo el tiempo, ya lo averiguare en mi habitación.
    Juro por la luna que hallare como solucionarlo. 
Créditos a quien correspondan.

martes, 26 de marzo de 2024

Modales de una niña

-Maldición, esto es tan ridículo como humillante, ni yo puedo tomarme en serio con este cuerpo y esta voz. Yo, el patriarca de la familia, fui reducido a una simple y torpe niñita, solo porque mi mujer está loca e histérica-
La pobre e ingenua niña de cabello rosado se quejaba sin parar como era costumbre en ella, sobre todo cuando le ponían a hacer las labores del hogar, tareas que ella hacía sola y en ausencia de su esposa o como le debe decir ahora "mamá".
Marcelo, un hombre machista de 45 años había fastidiado mucho a su mujer y su hija en los últimos meses. Él siempre tuvo ideas anticuadas para la época moderna pero siempre se mantenía al margen para evitarse problemas, al menos hasta que en sus últimas vacaciones familiares, Marcelo se dedicó a críticar todo lo que hacían o no hacían su esposa e hija sin parar; todo el tiempo molestaba exigiendo que le dieran de comer, regañandolas por la ropa que ellas decidían usar, eligiendo que hacen en las vacaciones sin importar la opinión de su familia, y a la más mínima queja de la misma, Marcelo argumentaba que él era el hombre de la casa y por ende tenía la razón, además del control tanto de su esposa como de su hija. Por desgracia para el complicado macho alfa, su familia se había cansado de ese comportamiento tan primitivo y ambas estaban listas para darle una lección al engañarlo y hacerle beber una pastilla feminizadora que convirtió al hombre en una dulce, frágil y pequeña nenita en cuestión de minutos.
Al darse cuenta de lo que había pasado y como su cuerpo cambió completamente, el hombre comenzó a gritar improperios, exigiendo a gritos ser devuelto a la normalidad, algo que ni su esposa ni su hija obedecieron. De hecho, disfrutaron de castigar a Marcelo con su propia lógica, y como él ya no era el hombre de la casa, ahora era la niña de mamá y de su hermana, por lo que tendría que obedecer a ambas y aprender todos los buenos modales que una niña debe cumplir.
Como no podía ser de otra manera, el testarudo hombre se negó a todo lo que dijo su familia, diciendo que él no haría las cosas que le tocaban hacer a una mujer. La respuesta de su madre y su hermana mayor, fue decir que si algún día quería volver a la normalidad, tendría que comenzar a ser una niña buena o atenerse a las consecuencias y castigos de ser una niña malcriada.
Los primeros días fueron horribles para toda la familia; las dos mujeres tenían que someter a Marceline para vestirla, bañarla o que hiciera los deberes que le corresponden; cada día tenían que ir tras de ella una vez que se sacaba la ropa vieja que antes pertenecía a la ahora hermana mayor o también tenían que sacarla de sus escondites para llevarla a la cocina y que prepare algo sencillo de comer o ayude a limpiar la mesa; las mujeres en cada ocasión aprovechaban para golpear el orgullo de Marcelo al burlarse de su situación con diferentes comentarios entre los cuales él hombre destacaba "Para ser el hombre de la casa y quien pone las reglas, te puedo jurar que luces adorable cada que te portas como una niña pequeña haciendo berrinches".
Desde entonces ha pasado una semana, y aunque Marcelo todavía se queja del cambio que le hicieron durante sus vacaciones, la nueva niña del hogar ha mejorado considerablemente su conducta tras varios intentos, acuerdos y castigos. 
Afortunadamente para Marceline, se salvó de ser inscrita en la escuela primaria y puede estar sola en casa mientras su hermana estudia y su mamá trabaja. No obstante, por esos mismos motivos Marceline como la niña grande que es, debe limpiar de arriba abajo su hogar, además de vestirse apropiadamente y lavar la ropa o hacer la comida, adaptándose a todas las tareas diarias que le puedan asignar, porque de lo contrario, su castigo de ser una niña pequeña seguirá extendiéndose indefinidamente.
Con esas reglas fue la única manera en que Marceline comenzó a mejorar su comportamiento, aunque su comportamiento en los primeros días fue motivo suficiente para quedarse con ese cuerpo femenino por un mes; perdiendo el derecho a usar su teléfono celular y teniendo como único entretenimiento unas muñecas con las cuales jugar, o un par de horas limitadas para ver la televisión en canales infantiles, todo bajo la supervisión de su hermana mayor con quien ahora comparte habitación.
-Muy bien, este piso ya está listo, ahora solo falta limpiar mi cuarto, digo el de mamá, y el cuarto que comparto con mi hermana. Pero antes ¡Pure! ¡Pure atack! ¡De la princesa mágica ciber estelar!-
Tras un leve suspiro, la menor gritó esa frase con fuerzas, rompiendo su actitud sería por una completamente infantil al dar saltos y giros que hacían volar por las aires su falda dejando a la vista su ropa interior mientras jugaba con el trapeador como si fuera una espada pero no cualquiera espada, era la mejor espada mágica elegida únicamente por la princesa ciber estelar Marceline.
Marcelo recién empezaba a notarlo, pero después de negarse tanto los primeros días, no volvió a tener problemas o vergüenza de ponerse a ver películas de chicas mágicas o de princesas, de jugar con las muñecas o de intentar ponerse bonito el cabello, comportándose cada vez más como una niña pequeña digna del cuerpo que ahora tiene, divirtiéndose y disfrutando como no hacía en años con cosas tan triviales y creativas que solo alguien tan joven podría imaginar. 
La adorable niña pequeña siguió corriendo, gritando y jugando hasta que tras dar varios saltos, se resbaló cayendo de cabeza al suelo y con los pies hacia arriba al chocar con una pared, la cual detuvo su impacto y que siguiera rodando.
Con vergüenza y total silencio, Marcelo se dio cuenta de lo que había hecho, girando como tortuga para ponerse de pie y acomodarse la falda, podría tener bonitas piernas para ser una niña pero eso no era motivo para andarlas exhibiendo junto a sus sencillas bragas blancas que ya se había acostumbrado a utilizar.
-Menos mal estoy a solas, no sé qué diría si mamá o mi hermana me ven jugando de esta forma, no podría volver a reprocharles nada en toda su vida después de caerme así y dejar a la vista mis calzones, me perderían todo el respeto como hombre-
Se decía así mismo tratando de engrosar la voz, logrando que sonara más tierna que imponente, al mismo tiempo que intentaba mantener su compostura tal como haría el más recto de los hombres, y no una niña emocionada por jugar.
-Como sea, esto no se volverá a repetir y dejaré de jugar a la princesa mágica ciber estelar, mejor jugaré a ser una bailarina ¡Digo! Mejor solo veré caricaturas una vez que termine mis deberes, si no he hecho mis tareas mi mujer, digo, Mamá se pondrá furiosa y aumentará los días de mi castigo y lo último que quiero es seguir jugando a la casita con este cuerpo lo que restan de mis días.... aunque ahora que tengo este cuerpo supongo tendré mucha más vida por delante... ya no sé si eso es bueno o malo-
Recobrando la compostura de patriarca de la familia, la pequeña niña pelirosa suspiro y dejó los juegos para apurarse con sus tareas.
Al final, aunque se estaba acostumbrando a su pequeño cuerpo, no lo hacía por gusto ni porque comenzará a disfrutarlo, Marceline solo era una buena niña para que Marcelo volviera cuanto antes, además que si Marceline obedecía, tenía nuevos juguetes, ropas y golosinas, quién sabe, si se porta muy bien puede que hasta la lleven al show de las princesas mágicas ciber estelares que tanto le gustan y que aunque oculta, tanto su madre como su hermana son conscientes que Marceline las ama. 
Pase lo que pase, todo dependerá de que tan bien se porte la niña pequeña de la familia.
Créditos a quien correspondan.