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jueves, 2 de enero de 2025

Hermana mayor Diane

-Ara ara~ veo que la señorita Diane se ha acostumbrado muy fácil y rápido a esto ¿Cómo te sientes?-
    Me pregunto la maestra Sofía, una mujer en sus 40 años y con un atuendo de gimnasia similar al mío, aunque creo que el mío resulta un poco más apretado o al menos así se ve por los grandes atributos que me dio este cuerpo y que ahora quedaban suspendidos por la postura que tome; extendiendo mi pie y brazos al aire, lo más alto posible manteniendo el equilibrio con la punta de mi otro pie en el suelo.
-A decir verdad me sorprende poder hacer esto, como chico no podría hacer está postura ni mantener el equilibrio-
    Le confesé a la maestra al mantenerme en una posición de gimnasia tan complicada sin perder el equilibrio de mi cuerpo ni la calma y confianza.
-Yo diría que sí puedes hacerlo, pero necesitas mucho esfuerzo y práctica para ser tan flexible. Te hice un pequeño favor y tu cuerpo es tan flexible como el de una bailarina experimentada, aunque claro, a ti te falta ganar esa experiencia. Mantente así un poco más, 30 segundos-
-Sí, de acuerdo-
    Respondí estirando aún más mis extremidades y con la mirada en alto pensando en cuán rápido habían cambiado las cosas.
    Hace unas horas era un chico que solo pasaba por su hermana menor a su clase de gimnasia, pero al llegar a la academia de gimnasia por mi hermana, su maestra me comentó que debían quedarse un poco más de tiempo a practicar debido a una próxima competencia en la que mi hermana y varias de sus compañeras iban a participar.
    A veces pasaba eso, yo no estaba tan al pendiente del horario de mi hermana y solo obedecía lo que decía mamá, por lo que mis opciones eran ir a casa y volver más tarde por mi hermana ó quedarme en la sala de espera el tiempo que fuera necesario para que terminen las lecciones extras de mi hermanita. En está ocasión pensé que podría volver a casa para terminar unos deberes y volver más tarde por mi hermana pequeña. Sin embargo, la maestra Sofía, encargada de enseñar a mi hermana y otras chicas, de forma amable me sugirió que también podía unirme a la práctica extra con ellas para pasar el rato.
-No, es ridículo-
    Le dije de inmediato con una pequeña sonrisa, rechazando por completo hacer algo nuevo que seguramente no era para mí, lo cual fue respondido con amabilidad y curiosidad por parte de la docente.
-¿Eh? ¿La gimnasia no tiene nada de malo aun si eres un chico? Yo no lo llamaría ridículo-
-Perdón, maestra. No lo decía con mala intención. Es solo que no soy tan buen deportista y jamás podría seguirles el ritmo ni a usted ni a las chicas, por no decir que sería vergonzoso usar esos atuendos-
-¿Ara~ ara~? ¿No te gustan los atuendos de gimnasia? Son muy cómodos y ligeros para practicar, insisto en que deberías intentarlo, Dante~ Aunque sea por una vez~
    La hermosa mujer se inclinó un poco sobre mi, dejándome más de cerca sus pechos a lo que desvíe la mirada pensando en cómo rechazar su curiosa propuesta de unirme a la clase de gimnasia.
-No dudo que sean cómodos, maestra Sofía, pero no creo poder hacerlo-
-¿Apostamos~? Estoy segura de que puedes hacerlo, solo tienes que ponerte esto y verás que tienes lugar en mi aula. Estaré ansiosa de recibirte cuando lo hagas~
    Sin darme una oportunidad de responder, la maestra me entregó un leotardo violeta justo como el de ella y el de todas sus alumnas de la academia de gimnasia. En cuanto me lo entregó, señaló un vestidor donde cambiarme y con una linda e intrigante sonrisa se alejó para volver a la lección de sus alumnas.
    En el momento de que la maestra Sofía se alejó, pensé que era buena oportunidad de guardar el leotardo o dejarlo en algún sitio para irme a casa y volver más tarde a por mi hermana. Sin embargo, una emoción creció en mi, tenía más curiosidad a cada segundo, sus palabras eran difíciles de ignorar, la textura del traje sobre mi mano y muchas ideas sobre pasar más tiempo con esa hermosa maestra, cada vez era más mi curiosidad, y aunque sentía mucha vergüenza de solo pensarlo, al final terminé por rendirme a esos deseos, yendo hacía el vestidor que me señaló para cambiarme el atuendo. 
    Revisé varias veces los pasillos para confirmar que no había nadie más ni que nadie me estaba mirando, y después de asegurarme que no había nadie en aquel vestidor individual, aprovechando que todas estaban concentradas en la clase, yo me metí al probador para cambiarme mi ropa de chico por aquel atuendo violeta y femenino ideal para practicar gimnasia.
    Comencé vistiéndome con unas medias que para mi sorpresa se ajustaron a la perfección a mi cuerpo al ponérmelas, la sensación de usar medias de chica era raro, eran muy suaves y livianas, pero seguía siendo ropa de mujer que hasta ese momento no había utilizado. 
    Después de las medias venía lo más complicado, ponerme el leotardo morado que de solo mirarlo sabía que iba ser apretado, a pesar de sentirse muy suave y ligero, el material era similar al látex o a la licra, por lo que tenía más que seguro que todo eso se ajustaría mucho contra mi cuerpo. Y aún con esa humillante idea en mente, no me detuve de quitarme mi ropa normal para empezar a vestirme con ese atuendo de mujer, deslizándolo por mis piernas hasta llegar a mi cintura, metiendo mis brazos por los respectivos espacios, y ajustando lo más posible tirantes del atuendo para que se quedaran firmes en mi cuerpo.
    Tal como anticipaba, el traje era muy apretado, se me ajustaba de una forma que era nueva para mí; era extraño sentir el encaje en mi espalda, la tela contra mi pecho era un poco incómoda, pero no tan incómoda o invasiva como lo era la parte del traje que se hundía en mi entrepierna y en mi trasero. 
    Al ponerme el leotardo y bajar la mirada me sonroje todavía más, negándome a ver mi reflejo en el espejo del probador y descubrir realmente lo mal que se me podía ver un traje como estos en mi cuerpo de chico. Me sentí como un pervertido al ponerme ropa de mujer que quizás era ropa de la maestra o de alguna alumna, algo que hasta ese momento no me había detenido a pensar. Fue "divertido" fantasear sobre muchas cosas al ponerme el atuendo, pero ahora que lo estaba utilizando, la aplastante realidad me avergonzaba y humillaba como nunca antes había experimentado.
-No puedo creer que de verdad me haya puesto esto... ¿Qué tal si ni siquiera es de la maestra? Q-quiero decir, no lo utilice porque fuera de ella... es solo que... que... ¿Qué le pasa a mi voz?... Esa voz... ¿Es mi voz?-
    Mientras la realidad me golpeaba al estar vestido de mujer y me preocupaba más y más por las acciones que tomé, me di cuenta de algo tan raro como sorprendente, y es que mi voz poco a poco se fue transformando en algo diferente, pasando de ser una nerviosa voz de un adolescente avergonzando, a la dulce y suave voz de una chica que se sentía sorprendida de escucharse a si misma.
    Todavía no comprendía lo que estaba pasando con mi voz, cuando me di cuenta de que mi cabello comenzó a crecer, volviéndose en largos mechones suaves y oscuros que cubrían mi cara y llegaban hasta la mitad de mi espalda. Al mismo tiempo que mi cabello crecía, sentía mi cara rara, como si alguien me diera un masaje por todo el rostro y al mirarme en el espejo del probador, pude ver como mi rostro se transformaba en uno más femenino y con un toque elegante que me recordaba mucho a la maestra de mi hermana.
    En cuanto mi rostro terminó de volverse el de una chica, mi cara se volvió a teñir de roja al ver y sentir como mis pechos se inflaban, apretando cada vez más en mi leotardo debido al enorme tamaño que habían adquirido, pasando del pecho plano y humilde de un chico poco atlético a un par de pechos de buen tamaño dignos de una hermosa mujer. 
    Por un segundo pensé en tocar mis pechos nuevos, solo para comprobar que eran reales y lo que me estaba pasando de verdad estaba sucediendo, quería comprobar que no me estaba volviendo loco, y al final si que pude comprobarlo, solo que no de la manera que hubiera querido.
    Antes de poder tocar mis pechos, sentí como mi estatura disminuía un poco y como mis caderas cambiaban, tomaron una figura mucho más femenina que al mismo tiempo que me hacía ver más delgada, también hacía lucir aún más mis piernas y trasero que también estaban cambiando. Todo mi cuerpo se tensó al sentir como mi trasero crecía y en consecuencia, el traje de gimnasia se me metía justo por donde no debería. No fue mi momento de mayor orgullo, pero tiré de esa parte del traje para acomodarlo, algo que funcionó un poco ya que mi trasero estaba más cómodo pero seguía siendo viéndose enorme con el ajustado leotardo.
    Mientras intentaba acostumbrarme al reflejo femenino de mi cuerpo y lo ajustado que estaba el leotardo, mis muslos crecieron otro poco, haciendo que las medias se reajustaran con firmeza a mis nuevos y carnosos muslos.
    Cuando la transformación se completo, no pude hacer nada más que contemplar en el reflejo del espejo mi aspecto feminizado, el cual era una mezcla de los rasgos de mi madre cuando era joven y de varios lindos detalles de la maestra Sofía, me veía como una versión más joven de ellas dos, y aunque la realidad estaba frente a mi y podía tocarla, aún me costaba creer como es que todo esto me sucedió.
-¿En serio... Soy yo?
-Por supuesto~ te volviste una hermosa chica ¿No es así? Ahora no tendrás problemas en unirte a mi lección~
    De un sobresalto miré hacía la puerta del probador que fue abierto por la maestra Sofía, quien sonreía con orgullo al verme y dejarme en claro que ella sabía algo sobre mi "repentino" cambio físico.
-No te preocupes, Dante~ Tu lindura es sólo temporal~ una vez te quites el leotardo volverás a la normalidad. Te recomiendo tengas tu ropa a la mano, sería toda una tragedia que descubran este secreto al verte con el traje-
-¿Secreto?-
-Sí~ No creo que te gustaría explicar esto a tu hermana, ¿Verdad~? No creo que sea muy bien visto que un chico se ponga un atuendo tan parecido al de su hermana menor~ Incluso con las libertades actuales, sería un poco raro, ¿No lo crees~?
    No tenía respuesta para eso, puesto que la maestra tenía razón; aunque era curiosidad, hice mal al ponerme este atuendo en la academia de mi hermanita, quedaría como un pervertido o un loco si alguien me descubría, por lo que no tenía armas para contraatacar en está situación. En especial al seguir con ese aspecto de mujer.
-Así que, Dante. Ya que mi traje te convirtió en una hermosa señorita, ¿Por que no te unes a la clase~? Falta poco para terminar, y ni tú género ni tú físico deberían ser un problema ahora. Confía en mi~ con ese traje serás capaz de seguirnos el ritmo~
-Es que yo....-
-Ara~ Ara~ Que terca eres, Diane~ Ya te pusiste el traje así que es claro que querías hacerlo~ ¿Por que no dejas de resistirte y disfrutar del rato con el resto de las chicas~?
    La maestra sonreía victoriosa al saber que me había atrapado, y negándose a dejarme escapar, ella se acercó para atar mi cabello en un par de coletas mientras me explicaba su punto de vista y su motivación para cambiarme mi cuerpo.
-Verás, Diane~ Yo creo que no tiene nada de malo practicar gimnasia, es para chicos y chicas tal como cualquier otra actividad o deporte. Aunque claro, los jóvenes son muy tercos y penosos para entenderlo~ Por lo que está es mi forma de dar ayuda~ Este traje fue una gran adquisición que como puedes notar vuelven a un chico en chica, así que puedes unirte sin vergüenza alguna a la clase. De hecho por lo alta que eres ahora y la linda y elegante cara que tienes estoy segura que las más pequeñas de la clase te seguirán el paso~ Al menos lo intentarán~
-...Pero-
-Sin peros jovencita~ Yo hice lo que creí correcto, nadie te obligó a usar el traje ni nadie te está deteniendo. Si de verdad quieres puedes quitarte el traje y haremos como que esto nunca pasó, pero si tienes curiosidad, lo mejor será no perder más tiempo y que te unas a la lección~ Una vez más, la última palabra es tuya~
    Tan pronto como Sofía entró al probador para verme y arreglar el cabello, ella sonrió y salió, cerrando la puerta tras de si para darme un poco más de tiempo y pensará mi decisión al mirarme en el espejo.
    Al ver mi reflejo pensaba que yo de verdad me veía como una chica linda y elegante, además que esa "curiosidad" que sentía no había desaparecido. La vergüenza tampoco se había ido, pero tal como antes de probarme el traje, incluso con vergüenza, la "curiosidad" se sobreponía en mi, y al darme cuenta de esos sentimientos la respuesta se había vuelto bastante obvia.
    Después de unos minutos salí del probador, camine lentamente al salón de práctica y la maestra Sofía presentó a su "alumna estrella" Diane ante todas las otras alumnas asombradas por mi presencia. Era raro pero lindo ser el centro de atención, recibí muchos cumplidos por mi belleza y casi de inmediato todas las estudiantes comenzaron a llamarme "Señorita Diane" y a tratarme con respeto como si fuera una segunda maestra o alguien admirable.
    Sentirme tan incluida y valorada me ayudó a relajarme un poco, y con la tutela de la maestra Sofía en pocos minutos terminé uniéndome de lleno en la práctica con las verdaderas alumnas quienes seguían mi ejemplo y trataban de imitar las posturas que yo hacía bajo las instrucciones de la maestra.
-Por último, la señorita Diane pondrá el ejemplo de como hacer un split~ Vamos, no sea modesta, sé que puede hacerlo, señorita~
    Aunque inicie la clase como una alumna más en el grupo, mi habilidad y aspecto "prestados" por el atuendo de la maestra me hicieron destacar, haciendo así que la maestra Sofía me utilizará como un ejemplo a seguir para el resto de chicas de la clase. Pensé que sería difícil, pero tal como la maestra explicó, mi cuerpo tenía todas las habilidades necesarias para cumplir las altas exigencias de la clase, por lo que solo necesitaba de las instrucciones correctas para que mi cuerpo actuará en consecuencia. De esa manera, algo tan imposible para muchos como lo es hacer un split, pude hacerlo en cuestión de segundos con la guía de mi maestra.
-Cielos, debemos esforzarnos un montón si queremos ser como la señorita Diane-
-No seas tonta, Eliza. La señorita Diane debe ser de otra liga, ella es mucho mejor que nosotras-
-Es alta, hermosa y muy buena, seguramente ha ganado muchas competencias ¿No es así, señorita Diane?-
    Aún sorprendida por poder hacer un split y manteniendo esa compleja posición, pude escuchar como algunas de las estudiantes más pequeñas hablaban sobre mi y se acercaban para conocer más sobre mis logros como atleta. Miré a la maestra Sofía para buscar ayuda pero ella solo sonrió y levantó el pulgar, lo cual me hizo saber que yo estaba por mi cuenta.
-En realidad, señoritas. Es mi primera vez haciendo esto... tuve curiosidad de practicar gimnasia durante mucho tiempo, pero me daba vergüenza intentarlo. No obstante, la maestra Sofía me motivo a intentarlo, y me siento feliz de haberlo hecho-
    Al escuchar mis palabras las alumnas pequeñas y no tan pequeñas reaccionaron de inmediato, cada una de forma diferente e intensa sobre mi confesión.
-¡Imposible!, ¡Es imposible que sea tan buena si nunca antes lo había intentado!-
-Eliza tonta, ¿Estas sugiriendo que la señorita Diane nos miente? Ella no haría eso-
-Cristie, no quise decir eso... solo que es muy asombrosa-
-Debe ser una genio o algo así, incluso yo tengo problemas para seguirle el ritmo-
-No te pongas triste, Marie. Tú también eres asombrosa-
    En un abrir y cerrar de ojos las alumnas más pequeñas hablaban sobre mi, incluso algunas estudiantes adolescentes suspiraban al darse cuenta de la diferencia de nivel entre "nosotras" y lejos de intentar controlar la situación, la maestra Sofía sonreía y disfrutaba de todo lo que había provocado mi presencia en su clase.
-Disculpe... disculpe, señorita Diane-
    Entre todo el alboroto, una pequeña mano se levantó. La pequeña bailarina de forma educada llamó mi atención para hablarme mientras se me acercaba.
-Señorita Diane, ¿Usted se quedará con nosotras en la clase?-
    Aquella bailarina pequeña y adorable me lanzó una pregunta difícil de esquivar, la cual aumentó los ánimos entre las estudiantes y que una vez más, lejos de controlar la situación, la maestra Sofía lanzó más leña al fuego.
-Esa es una pregunta muy interesante~ Hasta yo tengo curiosidad de saber su respuesta, señorita Diane~ No solo por mi, tal parece que todas mis alumnas le darán una cálida bienvenida si se decide a seguir con las clases~
    Con una encantadora sonrisa, la maestra Sofía me dejó a mi la última palabra, pero está vez tenía que decidir delante de todas las alumnas, destacando a una muy en especial que parecía ansiosa por saber mi respuesta.
-¡Señorita Diane!, ¡Señorita Diane!, ¿Qué dice?, ¿Usted se quedará en la clase?-
    Muchos murmullos más se extendieron pidiendo que me quedara en las clases de gimnasia, haciendo latir mi corazón como un loco antes de que me pusiera nerviosa y roja, respondiendo de la única forma que podía y quería hacer en esos momentos.
-Por supuesto que me quedaré en la clase, hermanita-
    Le respondí con una pequeña sonrisa a mi hermana menor mientras acariciaba su cabello tal como siempre hacía antes de consentirla. Está vez no fue la excepción.
-¿Hermanita?-
    Al oír la pregunta cargada de confusión por parte de mi hermana menor, casi me golpeó a mi mismo por olvidar que justo ahora no soy su hermano mayor, justo ahora soy una estudiante más que se sintió cómoda al jugar con su cabello y llamar "hermanita" a una de sus compañeras más pequeñas. 
    La maestra Sofía se dio cuenta de mi error e intentó no reírse demasiado, mientras yo me esforzaba por seguir sonriendo y buscaba la mejor excusa para salvar mi fallo.
-Yo lo siento...es una mala costumbre mía de llamar "hermanita" a las niñas más lindas y adorables que conozco, pero te prometo que no volverá a ocurrir, Diana-
-¡No! Por favor llámeme "hermanita" señorita Diane ¿O yo podría llamarla hermana mayor? ¡Sería como una hermana mayor de quien aprender en la clase-
    Por fortuna mi hermana estaba tan emocionada que no se dio cuenta de que la llame por su nombre sin que ella se presentará, y a esa emoción de tener una "hermana mayor" en la clase, se le unieron más niñas que apoyaban su sentir.
-Señorita Diane, ¿Yo puedo llamarla "hermana Diane"?-
-A mi me gusta mas one-san-
-Tú y tus ideas raras, pero si hablamos de cosas raras, ¡Mejor llamarla Diane one-sama!-
    Una vez más, las niñas y no tan niñas hacían un alboroto mientras la profesora me extendía la mano para ayudarme a levantar y dejar la complicada posición de split en la que había estado durante gran parte de la conversación.
-Ara~ Ara~ señoritas~ Muestren sus modales~ la señorita Diane apenas está amando la gimnasia y si son tan groseras la asustarán y se irá~
    El silencio se hizo presente ante tal gentil amenaza de la maestra, incluso parecía que era uno de los peores castigos que pudo poner a toda su tierna clase que no querían perder a su nueva hermana mayor.
-¿Tanto desean que me quede en la clase?-
    Se me escapó preguntar a las chicas, haciendo que todas y cada una de las estudiantes dijera que sí con palabras o moviendo su cabeza.
-Maestra Sofía, si me lo permite, ¿Podría inscribirme a su clase? Me esforzaré un montón y seré un buen ejemplo para mis hermanitas-
    Hice una reverencia ante quien quería que fuera mi nueva maestra, teniendo como respuesta suya un par de palmaditas en mi cabeza.
-Por supuesto~¿Cómo podría negarme a la petición de una adorable alumna?~
    Mi corazón se alegró y una sonrisa se escapó de mis labios mientras las niñas celebraban tener una "hermana mayor", luciendo aún más emocionadas de lo que yo misma me sentía.
-Solo tengo una petición para usted, señorita Diane~ Como hermana mayor de la clase tendrá que ayudarme a limpiar el aula mientras el resto se dirigen a los vestidores, no le tomará más de unos minutos y en cuanto terminé de ayudarme, tendrá el vestidor para usted sola~
    A pesar de su actitud relajada y despreocupada, la maestra Sofía era muy astuta al demostrarme que cuidaría de mi, puesto que su petición de ayudarme a limpiar, no era más que un pretexto o un favor para que las niñas no compartieran vestidor conmigo, y así cuidarlas a ellas y cuidar de mi secreto, nuestro secreto. Después de todo creo que la maestra Sofía sí es un poco maravillosa.
-Por supuesto. Seré un buen ejemplo de hermana mayor y le ayudaré con lo que necesite, maestra-
-Ara~ Ara~ muchas gracias por ayudarme, y lo mejor sería empezar ahora que la clase ha finalizado. Señoritas~ por favor dense prisa en cambiarse mientras su hermana mayor y yo limpiamos ¿De acuerdo~? Y tengan cuidado al volver a casa o esperen tranquilas mientras vienen por ustedes~
    Todas las niñas comenzaron a salir del salón de práctica, dejándonos atrás a la maestra Sofía y a mi para limpiar y contener la risa al oír un poco de la conversación de las estudiantes más pequeñas.
-¿No había llegado por mi hermano mayor?...Estaba segura de haberlo visto antes...-
    Oí pregunta a mi hermana mientras caminaba hacia el vestidor, haciendo que la maestra y yo cruzáramos miradas antes de reír y limpiar, puesto que como la nueva hermana mayor de gimnasia debía dar buen ejemplo en la clase, y como hermano mayor de mi querida hermana también tenía que darme prisa y cuidarla. Así que a partir de ahora pondría mi mejor esfuerzo para cumplir ambos roles que tanto disfrutaba. 
Créditos a quien correspondan.

lunes, 11 de noviembre de 2024

El castigo de gimnasia

-Muy bien, Manuela. Sube al escenario para mostrar a todos como se hacen los ejercicios de forma adecuada-
    El maestro con su ronca voz de inmediato llamó la atención de todos en la clase y en especial la mía cuando me pidió subir con mi nuevo cuerpo al frente de mis compañeros, todos hombres en realidad ya que todas las chicas tomaban otra clase fuera del gimnasio. Sin embargo, tuve la brillante idea de espiar un poco a las chicas saltándome yo mi clase.
    Las vistas eran espectaculares, todas las chicas usaban una camiseta ajustada que me dejaba ver un poco de sus sostenes o incluso de sus pechos, además vestían calzoncillos rojos deportivos que me permitían disfrutar de sus largas piernas, buenos traseros y hasta de ver un poco de los borde de su ropa interior. Era un placer asombroso por donde mirará, con algunas chicas presumiendo sus grandes pechos, otras sus excelentes piernas que se distinguían por sus medias cortas que dejaban todas sus piernas a la vista, o algunas chicas que usaban medias más largas para disfrutar solo del emocionante espacio de piel entre las medias y los bloomers.
    Estar ahí era todo un deleite para cualquier chico, y yo iba a presumir de todo lo que pude disfrutar con mis amigos, de no ser porque de un momento a otro, sentí una enorme mano sobre mi hombro, intenté correr pero fue inútil, antes de que pudiera notarlo el entrenador me había encontrado, y antes de que pudiera escapar, él ya me había atrapado para darme un castigo.
    Supongo que lo único bueno de este castigo y por lo que debo dar gracias al entrenador, es que no me expuso ante la maestra o mis compañeras, quienes nunca me perdonarían por haber estado espiando. Por un momento pensé que el entrenador era de los míos y que también estaba ahí para disfrutar de las vistas, o al menos dejarme ir con una advertencia, por desgracia para que él hiciera la vista gorda de mi conducta, tenía que cumplir un castigo frente a nuestra clase.
    En realidad su castigo no me parecía tan malo cuando lo mencionó, solo me dijo que yo tendría que entrenar más duro que de costumbre y sería su asistente personal durante la clase, por lo que yo tendría que estar al frente haciendo los ejercicios, algo que con mi excelente condición física no me preocupo en lo más mínimo.
    Desafortunadamente aquella confianza que tenía se esfumó por completo cuando mi entrenador me entregó una bolsa con ropa de gimnasia, la misma ropa de gimnasia que usaban las chicas del salón ahí afuera en su clase.
-Póntelo-
-¿Es una broma, entrenador?-
    Le pregunté con sorpresa y preocupación a mi entrenador mientras yo sostenía uno de los atuendos por los que antes estaba babeando al ver a mis compañeras, un cambio completo en mi reacción comparada hace algunos minutos, algo que notó mi profesor y no se tentó la mano en presionar.
-Para nada, mocoso. Estabas disfrutando de ver a tus compañeras con eso, lo menos que puedes hacer como castigo es usar lo mismo o ya sabes, también puedo entregarte con la maestra y directora para que se encarguen de ti-
-Pero se va ver horrible en mí, yo no soy una chica para usar estas cosas, en especial la parte de abajo-
    En el momento que protesté diciendo eso, el entrenador esbozó una pequeña sonrisa que parecía ocultar algo más. Definitivamente ocultaba algo más, solo que era muy pronto para que yo lo averiguará.
-Solo úsalo y todo se solucionará-
    Con esa vaga respuesta de mi maestro, creí que él no estaba interesado en oír mis quejas, así que no tuve más remedio que obedecerlo, cambiando mi ropa detrás de un árbol antes de poder entrar a la clase de gimnasia., 
    Mientras me ponía el uniforme femenino, sentí que los bloomers deportivos se ajustaba demasiado a mi cintura y mi trasero, que la blusa era algo ajustada y que tenía un poco de peso extra alrededor del pecho, además que todo se veía más grande de lo que recordaba. Supongo que fui un idiota por no notarlo de inmediato, eran tantas cosas que pase inadvertidas que ahora me siento un poco culpable de lo ingenuo que fui hasta el momento en que el profesor me hizo notar lo que me había sucedido.
-¿Ves como sí te queda perfecto a tu talla? Ahora eres Manuela y me ayudaras con tus compañeros durante toda la clase-
-¿Manuela? Espera ¿Qué significa esto? ¿Por qué mi voz suena como la de una niña? ¿¡Y porque me veo igual que una!?-
    Me pregunté lleno de sorpresa al oírme hablar como chica por primera vez, para luego bajar la mirada y notar los dos bultos que sobresalen de mi pecho, tratando de verme tanto de frente como por detrás sin creer lo que me había pasado.
-Porque esa ropa te transformó en una chica y ahora tienes que ayudarme a dar la clase de esa forma-
    El entrenador ni siquiera me dejó dudar de mi situación y me hizo entrar con este nuevo cuerpo para sorpresa de todos mis compañeros que no ocultaron sus miradas pervertidas al verme con este atuendo, siendo lo peor de todo que no puedo quejarme o decir algo malo porque si lo hago todos descubrirán que en realidad soy su amigo Manuel. 
-Muy bien chicos como vieron tenemos una invitada que nos ayudará con las actividades de clase, lo primero que tiene que hacer es sostener la postura modificada de tablón durante 10 minutos, luego hará 100 sentadillas, después 100 saltos con cuerda y finalmente 10 minutos corriendo, ¡Adelante!-
    Las actividades eran una locura, aunque podía hacerlas, estaba seguro de que sudaría un montón y terminarían si aliento en más de una ocasión, dando imágenes tan vergonzosas para mi, y muy emocionantes para todos mis compañeros que no van a perder la oportunidad de mirar a una chica en una posición tan comprometedora.
    A pesar de todas esas claras incomodidades, humillaciones y desventajas, estaba listo para intentar hacer todo lo que el maestro me pedía, pasando al frente de la clase, flexionando las piernas y mis codos para estar en la posición que se me pidió, dando un ángulo precioso para mis compañeros; mi trasero estaba frente a ellos, las piernas también, y si alguno se agachaba, podía ver mis grandes pechos colgando de mi, dejándome a mi con la impotencia de soportar está exigente posición mientras escuchaba todo tipo de comentarios sobre mi cuerpo por parte de mis amigos y compañeros; la peor parte para mi, fue cuando comenzaron a preguntar sobre la clase a la que asisto, porque yo era la chica más sexy que habían visto en toda la escuela; algo que muy lejos de halagarme, solo me hundió aún más en la humillación que sentía.
    Como si toda la vergüenza fuera poco castigo para mi, apenas habían pasado 3 minutos desde que mi cuerpo se quedó en está posición y ya se sentía al límite, llenándose cada vez más de tensión y sudor al forzarme a cumplir el tiempo dado por mi entrenador. Tal parecer que mi forma femenina no tiene ni la mitad de fuerza o resistencia que cuando era chico, por lo que el entrenamiento de la clase sería todavía más difícil de lo que me imagine.
    Sin embargo, no importa lo difícil que sea seguir esta rutina y cumplir con el castigo, debo cumplir con todo lo que me pida el entrenador sin importarme nada más o de lo contrario estaré en serios problemas. Puede que sea humillante estar en está posición y haberme convertido en mujer, pero estoy seguro de que será mucho peor que se informé sobre lo que hice durante la clase de gimnasia, por lo que no tengo más remedio que forzar a mi cuerpo de chica a cumplir con el entrenamiento mientras intento soportar la humillación provocada por todos los comentarios lascivos que dicen mis amigos.
    Maldición, ahora que lo pienso y que estoy en está posición, yo soy igual de pervertido que ellos, incluso mucho peor, y si no hubiera estado de fisgón, no tendría que soportar toda está humillación.
Créditos a quien correspondan.

viernes, 30 de agosto de 2024

La roomie

-No puede ser, no importa cuantas veces se lo diga, a Víctor no parece importarle lo mucho que odio que deje su ropa tirada por todos lados-
    Un largo suspiro salió de los labios de la joven con cabello oscuro al apenas salir de su habitación y encontrar un desastre habitual por el pasillo hasta la habitación de su compañero de cuartos.
-Él debería comportarse más como un caballero, está compartiendo departamento con una chica después de todo, soy una dama, y a él poco parece importarle-
    La joven decepcionada y acostumbrada a está situación tomó el cesto de la ropa sucia para poner ahí toda la ropa de su compañero Víctor, un chico tranquilo y decente en la mayoría de cosas, siendo su enorme excepción los malos hábitos que tiene para su ropa sucia. Puede que fuera un cliché, pero tal como en las caricaturas, Víctor era el tipo de chico que dejaba su ropa sucia en el suelo o tirada en cualquier lugar para distinguirla de la ropa sucia que todavía podía utilizar con algo de desodorante extra, y una vez que no quede nada "limpio" para utilizar, meter todo de golpe a la lavadora.
    Valeria, su joven compañera de cuartos odiaba ese mal hábito de Víctor, pero al darse cuenta que él no lo dejaría de hacer, hay ocasiones donde Valeria simplemente recoge todo el desorden para hacer algo al respecto; a veces lavando toda la ropa como acto de buena voluntad, en otras ocasiones lanzando todo a la habitación del chico, y solo cuando está furiosa con él, Valeria lanza toda su ropa por la ventana o el cesto de basura que tenga más cercano para que el chico tenga que recogerlo y disculparse con ella; para la buena suerte de Víctor, Valeria estaba de buen humor, y solo recogió su ropa para meterla en la lavadora.
-No puedo creer que tenga costumbres tan desagradables, ¿No se siente sucio o no le da asco? Entiendo que lavar puede ser un fastidio, pero me parece mucho peor estar sucio o con mal olor... y usar mucho perfume o desodorante no me parece la mejor opción-
    Murmuraba para si misma la chica al recoger toda clase de ropa de su compañero, caminando con calma hasta el cuarto de lavado sin dejar de cuestionar los comportamientos de su amigo.
-¿Valdrá la pena volver a hablar con él? Con algo de suerte al ver su ropa limpia al menos me de la razón, no es mi intención chantajearlo... solo que sería muy lindo de su parte tener más consideración, algo que podría suceder al ver que limpie toda su ropa. Y si no funciona, volverá a dejarla en la basura-
    Pasando de opciones amables y cariñosas, a algunas ideas un tanto cuestionables, Valeria pensaba como abordar la situación con su compañero de piso, metiendo camisetas y pantalones a la lavadora hasta que tomó algo distinto que la hizo sonrojar.
-Vamos, no me digas que incluso reciclas esto-
    En las delicadas manos de Valeria, había unos calzoncillos de Víctor que antes habrá recogido de uno de los tantos montones de ropa, y que ahora al separar por colores y prendas, pudo sostener en sus manos por primera vez una prenda más íntima de su compañero de piso.
-En serio... no puede hacer algo tan anti higiénico como repetir esta ropa; es tan vulgar y sucio; definitivamente tengo que tener una conversación con él, no me gustaría tener que cambiar acuerdos sobre nuestro departamento pero si debo de hacerlo...-
    La joven de largo cabello estaba realmente en conflicto, disgustaba y preocupada por la situación, al mismo tiempo que se daba cuenta de una extraña inquietud dentro de ella, que no desaparecía, por no decir que iba en aumento con cada segundo.
-Sí... sí, supongo que debo de hacer eso, yo intenté ser amable, él fue quien me dejó sin ninguna otra opción... yo... yo tendré que rebajarme a su nivel para solucionar nuestro problema con su ropa-
    Valeria se esforzaba por mantenerse tranquila, concentrada en buscar una solución al problema para mejorar las cosas con su compañero. Sin embargo, una creciente ansiedad se empezaba a apoderar de ella, comenzaba a sudar y a ponerse más roja, sin dejar de sostener la ropa interior de su compañero que en poco tiempo, no solo estaría sosteniendo.
-¿Por qué?, ¿Por qué estoy pensando en hacer eso? Sería humillante, sería degradante, yo soy una chica y definitivamente moriría de vergüenza si Víctor o cualquiera me viera hacer eso-
    Sus palabras estaba cargadas de intensas emociones, en las cuales la humillación cada vez era más superada por la emoción y deseo de utilizar esa ropa de su compañero de cuartos.
    Valeria se repetía una y otra vez en la cabeza que no debía de hacerlo, lo inapropiado que sería, lo humillada que se sentiría y que sin importar cuanto se bañará, no dejaría de sentirse sucia si hacía eso de vestirse con la ropa de su amigo. Dentro de ella había un enorme conflicto acerca de esos calzoncillos, los cuales sin entender muy bien la razón, quería utilizar con una enorme desesperación que al final la venció.
-Me siento tan sucia... tendré que bañarme por horas después de esto-
    Se decía con la voz temblorosa por tantos nervios y vergüenza la chica, quien quitándose su linda lencería rosa, se colocó en su lugar una camiseta de tirantes blanca de su amigo junto a sus boxers de color azul, provocando en ella un cambio aún mayor del que imaginó.
-¡Joder! Supongo que no puedo culpar del todo a ese idiota, está ropa es mucho mejor que esas estúpidas braguitas de encaje-
    Hablando con una emoción desconocida, una voz más dura y áspera, junto a palabras que ella nunca utilizaría, Valeria se mostraba muy diferente a si misma, dejando sus modales de lado para reemplazarlos con una actitud cuestionable incluso entre hombres.
-Yo... yo me siento mejor que nunca, lavar la estúpida ropa puede esperar, ¡Eso es trabajo de una mujer!, tengo mejores cosas que hacer que jugar a ser una jodida sirvienta-
    El cambio de actitud en Valeria era tan radical que cualquiera podría darse cuenta de ello, pues en solo unos segundos, ella comenzó a hablar, comportarse y actuar de una forma tan distinta, y de la cual parece no darse cuenta, o en su defecto, no encontrar ningún problema en verse como un hombre digno de otra época.
-Hablando de perras-
    La joven que actuaba peor que muchos hombres, notó algo interesante en el suelo; su propia ropa interior que se quitó para ponerse la ropa de Víctor, sonriendo de forma retorcida mientras olfateaba sus bragas y sostén.
-Creo que ya sé que haré hasta que esa perra llegué a lavar la ropa y me ayude a estar más tranquilo, con lo buena que está, es una lástima que todavía no me la haya cogido. Con algo de suerte la llevaré a mi cama esta misma noche, y si no, dentro de algunos días ella encontrará sus braguitas con un recuerdo-
    Con una sonrisa sádica y burlona, la joven hacía un gesto muy distintivo de los hombres al mover su mano entre sus piernas mientras que la otra mano estrujaba, jugaba y acercaba para olfatear la ropa interior de la chica, su antigua ropa interior. 
    Entre risas y comentarios cuestionables, la refinada Valeria había dejado por completo esa actitud de lado para encerrarse en la habitación de Víctor y hacer las mismas cosas que hacía el chico cuando cerraba con llave su habitación.
Créditos a quien correspondan.

sábado, 17 de agosto de 2024

La futura suegra 3 Atardecer

    Tal como podía imaginar, el paseo en auto rumbo al centro comercial fue horrible.
    Decir que la situación era incomoda parecía un halago; por alguna razón había un silencio abismal, con torpes y lentas conversaciones que no llevaban a ningún lado; no solo de mi parte hacía "mi hija y su novio", también Giselle parecía esforzarse en hablar conmigo o con "Mathius"; y ya que Mathius no podía burlarse de mi, también se había quedado callado gran parte del camino que a pesar de ser de unos 40 minutos, se sintió como si pasaran varias horas en el automóvil donde soló se escuchaba la radio y el tráfico de está ciudad desconocida para mí.
    Después de ese largo e incomodo viaje, Mathius se estacionó, invitándonos a bajar del auto para comenzar el recorrido en el centro comercial, Mathius bajó del auto para abrirle la puerta a su novia, a mi novia, mientras yo me veía obligado a salir del auto por mi cuenta y percatarme de algo que había pasado por alto.
-Es raro que no utilices tacones, mamá. Además, ¿Dónde está tu bolso?-
    La pregunta de Giselle me hizo abrir los ojos como platos y pensar en una respuesta, que no fue otra más que maldecirme.
-Que idiota...-
    Susurré y de inmediato me disculpe, pensando en que Lauren no diría groserías ante el mínimo problema.
-Lo siento, no quise decir eso....es solo que-
-Aquí está-
    Antes de poder inventar una excusa, Mathius sacó consigo una bolsa roja de cuero que me entregó.
-Cuando salíamos de casa, tu mamá se veía muy emocionada y la dejó junto a la entrada. Una disculpa, señora Lauren, olvide decirle que la tomé, espero no haya problema-
    Una gran sonrisa apareció en mi rostro, al ver que Lauren me había salvado de un gran problema, no solo de levantar sospechas con Giselle, también me salvó de no tener teléfono, dinero o algo tan simple como las llaves para entrar a casa una vez que tuviera que regresar. De cierta forma me sentí contento, listo para agradecer de forma honesta a mi futura suegra, aunque Lauren parecía tener otros planes.
 -Muchas gra....-
    Estaba a punto de darle las gracias de manera sincera a la señora Lauren, pensé que me había ayudado como un simple acto de buena fe, pero en cuanto levante la mirada del bolso en mis manos pude ver como Giselle le sonreía y besaba a mi cuerpo de chico.
-Muchas gracias por ayudar a mi madre, Mathius. Suele emocionarse cuando puede salir de compras, aunque si tiene sus tarjetas, puede que no salgamos de aquí hasta anochecer-
    Giselle habló con su tono bromista que tanto amaba y bromeaba conmigo como siempre hacía, solo que la persona con quien se reía, se abrazaba y se besaba, era su propia madre que había robado mi cuerpo, haciéndome presenciar esa humillante escena justo frente a mi.
    Al ver que la señora Lauren ponía las manos en la cintura de mi novia, le susurraba y le daba otro beso, quería gritar y tumbarle los dientes, ella me estaba humillando e insultado de forma descarada, casi como si me invitará a dar una reacción inapropiada para que nunca más pudiera volver a mi cuerpo, algo que era especialmente tentador en estos momentos siempre y cuando la hiciera sufrir.
    Apreté los puños llena de rabia contra mi bolso, desquitando con el objeto lo que esa bruja me hacía sentir y que no tuve mejor idea que interrumpir al toser un par de ocasiones mientras daba la sonrisa más forzada que nunca hice, haciendo avergonzar un poco a mi inocente novia.
-Oh, lo sentimos, mamá-
    Fueron las tímidas palabras de mi reservada novia que se alejaba de Mathius, quien tal como era su costumbre, sonreía de forma burlona y maliciosa en cuanto Giselle no nos veía.
-No te preocupes...hija, solo tenía un poco seca la garganta-
    Mi risa era falsa, apenas podía disimular mi incomodidad en esa situación, algo que por fortuna entendió Giselle y decidió seguir como si nada hubiera pasado. Eso no me hacía feliz exactamente, pero que quizás era lo mejor en estos momentos. Por mucho que me hundiera, tendría que acostumbrarme a "ver a los novios" actuar como novios por el resto del día, si no es que el resto de la semana, siendo obligando a quedarme al margen como cualquier madre normal tendría que hacer.
Créditos a quien correspondan
    Por si ver a mi novia besándose con otro no era motivo suficiente para odiar esta visita al centro comercial, Mathius tomó la mano de mi pareja y comenzaron a caminar tomados de la mano mientras yo me veía obligado a seguirles el paso desde atrás en silencio.
    Ambos se pusieron cómodos muy fácilmente, poco les importó que estuviera yo, y eso me hacía sentir herido. ¿Cómo soy la maldita tercer rueda de mi relación? Esto es ridículo.
    Lo entiendo por una parte, mi novia no tiene ni idea de que intercambie de lugares con su madre, es imposible que Giselle lo sepa pues a sus ojos yo sigo siendo yo y su madre sigue siendo su madre. Sin embargo, no puedo dejar de pensar que la señora Lauren se está aprovechando descaradamente de la inocencia de su propia hija al engañarla, mientras que a mi me humilla al obligarme a observar la romántica situación de la linda pareja sin poder hacer nada al respecto.
    También me siento un poco herido por mi novia, sé que ella no tiene forma humana de saber sobre el intercambio de su madre conmigo, pero me hace pensar que ella no me conoce tan bien, o que algo raro está pasando para no darse cuenta de un cambio en su novio y futuro esposo. Saber que mi novia no me conoce tan bien me aterra un poco, algo que intento no pensar al recordarme lo que estamos viviendo, y que si de alguna forma Giselle se entera de todo esto, solo haría la situación peor para mí.
    Al pensar en ello, me doy cuenta que Giselle y su madre apenas llevan 2 días juntas donde creo que no ha habido sospecha alguna de mi novia por alguna situación extraña, por mucho que odie admitirlo parece que la están pasando bien como una pareja, mi novia está feliz "conmigo", lo cual solo me hace sentir peor sobre que me gustaría que sucediera: que Giselle se de cuenta del cambio y yo me quede atrapado con el cuerpo de su madre, o por el contrario Giselle no se da cuenta del intercambio, lo cual demostraría que mi prometida no me conoce tan a fondo como para no notar que ha pasado una semana con una persona completamente diferente a su futuro esposo.
-Si Giselle no ha notado la diferencia, quizás estoy haciendo algo mal, ¿Verdad?-
    Fueron las palabras que murmure mientras la "feliz pareja" caminaba frente a mi, mirando lo suficiente a mi novia como para que ella lo sintiera y se diera vuelta para mirarme.
-Mamá, ¿Segura que estás bien?-
    Las gentiles palabras de mi novia, a quien me esforcé por no llamar "amor", me hicieron volver a la realidad y alejar esos pensamientos negativos y odiosos sobre mi situación.
-L-lo siento otra vez, hija. Solo estaba perdida en mis pensamientos, ¿Qué sucede?-
    Su respuesta fue señalar una tienda elegante para mujeres, llena de joyería y ropa de diseñador, a lo que di una de las peores respuestas que pude dar.
-Ah.... ¿Qué hay con eso?-
-¿Qué hay con eso? Sí es tu tienda favorita, mamá. Acaba de comenzar la nueva colección, pensé que querías venir de compras a esta tienda antes que a cualquier otra-
    Una vez más, la confusión en el rostro de Giselle era aún mayor que mi expresión de preocupación al darme cuenta de mi error, algo de lo que una vez más me salvó la verdadera Lauren.
-Un error le pasa a cualquiera, ¿No? Lo importante es que ya estamos aquí, ¿Qué tal si las chicas se divierten mientras yo compro una sorpresa?-
-¿Una sorpresa?-
    Preguntamos a la par Giselle y yo, haciendo sonreír a la señora Lauren dentro de mi cuerpo que asintió.
-Claro, vi algo interesante y me gustaría comprarlo, pero será una sorpresa. En lo que yo miro eso, ustedes pueden divertirse como madre e hija, tómense el tiempo que quieran, las estaré esperando para cargar sus bolsas cuando terminen-
    Lauren hizo gala de mis músculos al mostrar los bíceps, una broma tonta que hizo reír a Giselle y que a mi me hizo enojar, aún más cuando llamó a mi tiempo con Giselle, tiempo "madre e hija". 
    Quería quejarme y decirle que no hacía falta su ayuda, solo que con mi rol actual de madre, tuve que obligarme a sonreír y darle las gracias al mismo tiempo que se despedía esa problemática mujer que robó mi cuerpo.
    En cuanto Mathius se alejó lo suficiente, una mirada y silencio incomodo con "mi hija" nos invadió tal como la primera vez, con la diferencia de que está ocasión yo tomaría la iniciativa mucho mejor para entablar una conversación.
    Lo haría de forma inteligente para que ella no sospechará nada, al menos no sin estar seguro de que Giselle me apoyaría.
-¿Te parece si entramos, hija?-
    Giselle asintió y comenzó a caminar dentro de la elegante tienda, la cual no era para nada mi estilo, sin embargo, tuve que esforzarme al máximo en mirar cada artículo posible mientras pedía la opinión de mi hija para decidir que comprar y que no. Por lo que Giselle y Mathius dijeron, Lauren en una mujer que gasta mucho dinero en compras, así que elegía más cosas de las que prefería dejar, invitando a mi hija a comprar más cosas que ella quisiera con la promesa de que yo pagaría por todo. Ese gesto era genuino, después de todo quería ver a mi novia siempre con las mejores cosas y gastar más de lo necesario en la tarjeta de está mujer es lo menos que puedo hacer como venganza.
-Hace mucho tiempo no salíamos de compras, ¿verdad, mamá?-
    La voz baja de Giselle apenas se oía, ya estaba más que acostumbrado a eso, y no dude en sonreír para ella y responderle.
-Sí, supongo que ha pasado un tiempo, ¿Desde que te mudaste con tu novio?-
    Pregunté algo a lo que ya sabía la respuesta, pues antes de que Giselle y yo comenzáramos a vivir juntos, ella vivía con su madre, así que soy consciente que Giselle dejó de ir de compras con su madre en fechas similares a las que empezó a vivir conmigo.
-Así es, ha pasado un tiempo desde eso y las cosas, se han puesto serías, ¿Sabes?-
    Giselle sonrió ante mi respuesta pero casi de inmediato soltó un suspiro y con un tono más serio me pregunto.
-Mamá, ¿Qué piensas de mi novio?-
    La pregunta era muy complicada de responder en estos momentos; hablar demasiado podría ser perjudicial, evitar el tema podría ser mal visto, y por mucho que deseará decir cosas malas "de su novio" eso podría terminar por perjudicarme a mi cuando vuelva a mi cuerpo.
    Ante tantas malas opciones, tuve que meditar en mi cabeza una buena respuesta, cerrando los ojos un momento para concentrarme y finalmente decir algo que podría beneficiarme si Giselle estaba de acuerdo.
-Supongo que es un buen chico, tú siempre me hablas maravillas de él y pareces feliz a su lado. No tengo el gusto de conocerlo demasiado o saber como van las cosas entre ustedes dos. Pensé que con la cena del otro día podríamos conocernos mejor, así que me sorprendió un poco que salieran temprano, ¿Esta todo bien?-
    Confiaba en que mi respuesta fuera buena, yo sabía como hablar con Giselle y lo mejor que podía hacer era darle mi opinión, una que "como mamá" todavía está confundida por lo que ocurrió entre su hija y su novio el día que se conocieron.
    Giselle dejó de mirar un hermoso vestido blanco cuando hice esa pregunta, tal parece que ella también se detuvo a meditar una respuesta bien elaborada antes de hablar.
-No lo sé, lamento mucho habernos ido antes ese día... es solo que ocurrió algo y lo teníamos que resolver-
    Al ver la preocupación en la cara de mi novia, me acerque y le quite el vestido de las manos, para que con cariño y cuidado mis dos manos se entrelazaran con las de ella, era algo que ella amaba que yo hiciera, y aunque no sabía cual podía ser su reacción con su madre, lo intenté.
-¿Hay algo en lo que pueda ayudar? Sé que no soy perfecta pero soy tu madre, Giselle-
    La audacia de mis propias palabras me dejó sorprendido, yo soy el primero en negar ser "la madre" de Giselle, y ahora, eso que tanto niego y evito decir, eran el mejor argumento posible para que Giselle pudiera confiar en mi y revelar algo de que ha sucedido entre ella y su madre ladrona de cuerpos una vez que me dejaron atrás.
-Muchas gracias, mami.... a veces eres un desastre pero me alegra saber que puedo contar contigo-
    Su tímida y avergonzada sonrisa me volvió a enamorar tal como cuando la vi por primera vez, y al verla no se me ocurría nada más que darle un beso y confesarle todo lo que me había sucedido, que en realidad yo era su novio y que su madre robó mi cuerpo, pero por mucho que me doliera, todavía no era el momento de decir eso.
-Lamento no ser la madre perfecta pero no dudes en que me esfuerzo, cariño. Aunque ya seas una adulta, siempre serás mi hija, ¿Entendido?-
    Giselle sonrió una vez más, haciéndome sonreír y estremecer una vez más.
-Esta bien, siendo honesta hay algo que me gustaría hablar, ¿Puedo ir a casa mañana?-
    Esa respuesta me dejó con emociones mixtas, pues me alegraba mucho tener un poco de la confianza de mi novia para que me diga lo que piensa, pero por otra parte, tener que esperar hasta el día de mañana para hablarlo era una completa desilusión. Una parte dentro de mi quería quejarse de inmediato y presionar a Giselle, pero hacer eso echaría a perder todo el progreso que he conseguido el día de hoy.
-¿Mañana? Sería un placer tenerte en casa, hija, ¿Pero no prefieres hablarlo ahora?-
    Con un tono amable y maternal que ni yo mismo sabía de donde provenía, hice mi único intento de convencer a Giselle de hablar, algo que tras pensarlo un poco rechazó.
-Será mejor mañana, mamá. Tiene que ver con Mathius, con mi novio, y preferiría que no esté él cuando hablemos-
    Una vez más esas palabras me dejaron con emociones mixtas, pues la ilusión de que Giselle había notado algo raro y que podría ayudarme a volver a la normalidad casi que me hacen saltar de alegría, sin embargo, tener que esperar a mañana para hablar de lo que sea que tenga en mente mi novia, sigue sin hacerme ninguna ilusión.
-Ya veo, ¿Puedo saber si es algo malo?-
    Probando mi suerte decidí hacer esa última pregunta, la cual Giselle respondió con un suspiro y luego una sonrisa, forzándose a hacer esa sonrisa de "todo está bien" cuando ella no sabe como resolver un problema.
-No es nada serio, mami. Solo me gustaría hablarlo en privado. Por ahora, ¿Podemos concentrarnos en vestirnos? Me gustaría comprar ropa como en los viejos tiempos-
    Giselle volvió a sonreír, está vez con su angelical sonrisa llena de emoción, la cual me hacía aceptar todo lo que ella quisiera, y por muy rara y humillante que fuera está ocasión, tampoco podía rechazar su petición de comprar ropa y vestirse con "su madre".
-Por supuesto, hija. Hay que comprar todo-
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-Giselle, amor. Te ves preciosa-
    Fueron las primeras palabras que escuchamos una vez que salimos de la tienda "mi hija" y yo, ambas llenas de bolsas con ropa, y mi Giselle con un hermoso nuevo vestido que empezó a utilizar de inmediato.
    Se trataba de un vestido blanco con flores rojas de estampado, colección de verano y muchas otras cosas que nos explicó la encargada, a lo que yo fingía entender un poco de todo lo que estaba hablando. De lo único que estaba seguro era de que ese vestido le encanto a mi novia, y que ahora que lo utilizaba, se veía aún más hermosa que de costumbre. Por desgracia para mi, el gusto por ver a mi novia tan bonita solo me duro hasta que salimos de la tienda, pues tal como había prometido, "Mathius" nos estaba esperando y no se esforzó en disimular lo linda que se veía Giselle con su nuevo vestido.
-Gracias, Mathius. Mamá me lo compró junto a muchas otras cosas lindas, ella también se compró un montón como es costumbre-
    Contaba con alegría Giselle a "su pareja", haciendo desaparecer mi molestia en cuestión de segundos. La sonrisa burlona de la señora Lauren en mi rostro me hacía enojar, pero oír lo feliz que estaba Giselle hablando del tiempo que pasó a solas conmigo me hacía relajarme y pensar, que aún en el cuerpo de su madre, soy capaz de hacer feliz a mi pareja.
-Ya veo, ¿Y por que te cambiaste?, ¿Fue para estar más linda para mí?-
    Pregunto con un tono juguetón la señora Lauren, aunque yo no me tragaba nada de ese cuento, a diferencia de mi rubia favorita que de forma sincera respondió.
-Algo así, pensé que sería bonito combinar con mamá como antes, así que me puse este vestido de los mismos colores que el vestido de mamá-
    Explicó con tranquilidad Giselle, algo que pareció despertar una mezquina curiosidad en la señora Lauren que siguió preguntando.
-Ya veo, ¿Y por que no fue tu madre quien se cambió el vestido por uno parecido al tuyo?-
-Ella me pidió cambiarme a mí-
-Ya veo... me alegra que hagas feliz a tu madre amor-
    La simple y honesta respuesta de Giselle fue mejor de lo que esperaba, pues tras el inocente acto de mi novia, la señora Lauren y yo sabíamos que había algo más, y por primera vez, pude ganarle a la odiosa mujer en su asqueroso juego.
    Sí, solo era un vestido, pero que Giselle usará ese vestido por mí, era una clara muestra del buen rato que pase con mi novia, y que sin importar que estaba atrapado en el cuerpo de su propia madre, fui capaz de hacerla feliz y cumplir algo que yo quisiera. En otras palabras, aún en el viejo cuerpo de la señora Lauren, le acababa de demostrar que seguía siendo un excelente novio para su hija.
    La señora Lauren abrazo a Giselle, y con Giselle quedando de espaldas de su madre y de mí, la señora Lauren me mostró el dedo medio con disgusto y moviendo sus labios, estoy casi seguro de que dijo "Púdrete", pero sea lo que sea que ella haya dicho, solo hace más grande mi victoria que disfrutaba con los brazos cruzados e imitando la burlona sonrisa que tanto tiempo he visto en esa mujer durante los últimos días.
    Sin que mi chica lo sospechará, su madre y yo nos insultábamos durante su abrazo, para seguir fingiendo nuestros nuevos roles tal como hemos hecho durante toda esta salida al centro comercial.
Créditos a quien correspondan.
    Por un rato las cosas continuaron bien, supongo. Después de que la señora Lauren fue derrotada tras el tiempo "madre e hija", estuvo bastante más tranquila, cargando todas nuestras bolsas en silencio mientras Giselle y yo charlábamos del día a día. Era un momento maravilloso, apenas habían sido un par de días, pero volver a conversar con mi novia como si nada de este problema fuera real, era algo que apreciaba bastante.
    Charlando y visitando un par más de tiendas, finalmente llegamos a la zona de comida del centro comercial, donde tristemente no podría comer lo que yo quería; moría de ganas por devorar yo solo una pizza llena de queso y pepperoni junto a mi gaseosa favorita; por desgracia como "la dama refinada" que ahora soy, me vi obligado a pedir el mismo tipo de ensalada que Giselle junto a una botella de agua; intentando no ponerme a babear cuando Mathius no solo pidió la pizza que yo quería, también pidió papas fritas, una hamburguesa y helado. Estoy seguro que hizo eso solo para molestarme y vengarse de lo bien que la estoy pasando con Giselle, la señora Lauren ni siquiera pudo terminarse toda la comida que pidió, pero se aseguro de probar cada cosa frente a mi mientras yo me tragaba la insípida ensalada. 
-Estuvo delicioso, señoritas. Aunque no pude terminarlo, creo que lo guardaré para la cena-
    A estas alturas era obvio decir que las palabras de la señora Lauren dentro de mi cuerpo no eran ni la mitad de sinceras de lo que deberían, solo intentaba molestarme, algo de lo que intenté no darle la satisfacción al ignorarla.
-¿Ya estás pensando en cenar, amor? Recién terminamos de comer... creo que yo me saltaré la cena, segura que sigo satisfecha para la hora de cenar-
    A diferencia de mi, Giselle no ignoró a Mathius, teniendo una pequeña conversación sobre que es lo que cenarían y que harían una vez que volvieran al hotel, cada vez el momento de irnos estaba más cerca, lo cual me hizo recordar que yo mismo dejé para el final lo más importante, y uno de los motivos por el cual acepte venir en primer lugar.
-Que lindos se ven planeando su noche, yo vuelvo en un momento. No tardo-
    Supongo que una más de las ventajas de ser mujer y ser la mayor en la mesa, fue que no hicieron preguntas acerca de donde iba, quiero creer que asumieron iba ir al baño de forma discreta, e incluso si la señora Lauren sospechaba de lo que tenía entre manos, no dijo nada, dándome la oportunidad idónea de buscar los libros por los que vine a este lugar.
    Por fortuna mientras comprábamos vestidos, joyas y cosas preciosas, pude dar un buen vistazo a cada piso de la tienda, por lo que en cuestión de minutos pude llegar hasta la librería.
-Buenas tardes, estaba buscando unos libros que olvidé hace unos días-
    Fue la mentira que dije al joven vendedor, que por alguna razón me hizo sonrojar. No, no por alguna razón, pues era evidente que desde que me acerque al mostrador, este chico comenzó a babear, la parte humillante, es que babeaba por mi.
-B-buena tarde...señorita L-Lauren-
    Los torpes tartamudeos del chico me sorprendieron, y aunque hacían más fácil mi camino, también despertaron la curiosidad en mi.
-¿Disculpa?-
    Pregunté tratando de parecer molesta, algo que funcionó en el chico que de inmediato se disculpo y comenzó a hablar, hablar demasiado en mi opinión.
-¡L-lo siento mucho! N-no quería hacerla enojar como la última vez-
-¿La última vez?-
    El joven asintió a mi pregunta, ahorrándome la molestia de preguntar al explicar.
-Sí.... lamento mucho haberla llamado señora la última vez, ¿Viene por los libros que encargo?-
-....Sí, sí así es, así que date prisa... Matt-
    El chico sonrió cuando dije el nombre en la etiqueta de su camisa, alejándose del mostrador para buscar los libros que está mujer ya había dejado encargados; por desgracia no me puedo poner exigente, tendré que conformarme con los libros que me de el empleado y quizás buscar algunos libros útiles por mi cuenta, recordando que no debo tardar más de unos minutos en resolver todo esto para volver con Giselle y la verdadera Lauren.
-M-me alegra volver a verla... usted es hermosa, ¿Sabe?-
    Las palabras del chico me tomaron por sorpresa, él parecía tan tímido y torpe que simplemente me costaba creer que tuvo el valor de hacerme un cumplido. Ni siquiera pude sentirme molesto o avergonzado por sus palabras, estaba realmente sorprendido de que un chico tan tímido y promedio, tuviera lo necesario para lanzarle un cumplido a una mujer bastante mayor que él.
-Me lo dicen seguido-
    Respondí con frialdad, intentando hacer que el chico se rindiera de su causa perdida sin excederme, algo que pensé conseguir pues no hubo más palabras de su parte, limitándose a darme una pila de libros dentro de un par de bolsas.
-¿Necesita ayuda? Podría usar mi descanso para cargar sus bolsas, señorita Lauren-
    Sus amables intentos solo me hicieron poner los ojos en blanco y suspirar, esforzándome por no destrozar física o verbalmente a este pobre e iluso chico que estaba interesado en la mujer equivocada.
-No necesito tu ayuda con las bolsas pero sí para otra cosa, ¿Hay alguna sección de libros con temas como estos?-
    Pregunte al señalar las bolsas con libros, consiguiendo una respuesta inmediata del chico que señaló el final del pasillo.
-Al fondo se encuentra el pasillo de cosas mágicas y paranormales, tal vez encuentre algo interesante-
    Antes de que el chico pudiera decir o intentar cualquier otra cosa, yo comencé a caminar el largo pasillo, o pasillos mejor dicho, no es exagerado decir que más que una pequeña librería, este lugar parecía una enorme biblioteca, por la cual tuve que caminar unos minutos hasta llegar al pasillo indicado y que estaba lleno de cosas fantasiosas tal como esperaba.
-Hay tantas opciones... ahora me pregunto si de verdad fue buena idea venir a revisar-
    Tal como había hecho en la mansión de la señora Lauren, elegí el librero que más llamó mi atención para revisar los libros por los títulos, y luego hojear un poco los que me parecían interesantes para decidir si llevarlos o no. No podía darme el lujo de revisar toda la sección en poco tiempo, pero nada me detenía de intentarlo y revisar lo más que se pudiera.
-Debo darme prisa, de lo contrario estaré en problemas-
    Me susurraba al leer algunas páginas de un libro que termine por devolver a su lugar, concentrándome más y más en hacer bien esto, tratando de añadir a mis nuevos libros, cualquier otro que pudiera darme algo útil para volver a la normalidad. Sin embargo, una insolente sorpresa me hizo volver a mi cruda realidad.
-¿¡Qué carajos!?-
    Grité con vergüenza y el rostro completamente sonrojado, cuando de mi ansiosa lectura, fui obligado a volver al mundo real con una fuerte nalgada en mi trasero. Por mucho que lo había intentado, no pude fingir ser una mujer en estos momentos y solté un insulto en cuanto la enorme mano golpeó mi trasero, reclamándole de inmediato al responsable.
-¿¡Qué demonios te pasa, imbécil!?-
    La molestia en mi voz y forma de actuar era más que evidente, incluso el idiota que se atrevió a nalguearme parecía sorprendido, pero eso no lo detuvo de seguir siendo un imbécil.
-Oye, relájate. Las mujeres hermosas no deberían usar palabras tan feas-
-Y los adefesios horrendos no deberían creerse la gran cosa-
    Contesté de inmediato ante las típicas y vacías palabras cliché del sujeto promedio que se sentía la gran cosa, algo que pareció golpear de lleno en su orgullo, porque su idiota sonrisa desapareció por completo.
-No es para tanto, fue una muestra de cariño por ser tan hermosa-
-¿Y qué te hace creer que necesito el cariño de un idiota como tú?-
    Supongo que había perdido, por culpa de este idiota genérico no podría seguir buscando libros que me fueran útiles, tendría que conformarme con los que la señora Lauren había guardado e irme lo antes posible, ya que la situación tenía todos los ingredientes posibles para empeorar.
-Si un hombre te hace un cumplido, deberías agradecerlo-
    Dijo el sujeto cortándome el paso, haciéndome sentir cada vez más furiosa y frustrada de tener que lidiar con él.
-Cuando un verdadero hombre me haga un cumplido, ya me lo pensaré. Tú solo eres un pobre idiota que no sabe con quien se está metiendo-
    Una vez más intente salir de ese pasillo por un costado del sujeto, quien nuevamente se movió para cortarme el camino.
-Más te vale que te disculpes ahora, o lo lamentarás, zorra-
    El hombre me tocó, intento ser intimidante conmigo, empujándome con uno solo de sus dedos que hundió en uno de mis pechos. Odiaba admitirlo pero logró moverme, la diferencia de fuerza, peso y tamaño, por no mencionar la edad, eran factores obvios que me hicieron dar un paso atrás cuando el idiota tocó mi pecho para molestarme.
    Supongo que muy en el fondo, él seguía esperando que me viera débil, que suplicará, que tuviera miedo o cualquiera de esas mierdas para sacar ventaja de mi. Por desgracia, yo no era una mujer común y corriente, tomando por sorpresa al tipo para darle una fuerte bofetada y darle un rodillazo donde más le duele a cualquier hombre, incluso a los hombres patéticos como él.
-Joder, sí que lo necesitaba-
    Dije soltando un gran suspiro lleno de alivio, con la mano ardiendo y viendo como el imbécil caía de rodillas ante mi golpe. Supongo que de algo sirvió este perdedor, y con él pude liberar todos mis sentimientos y frustración que había acumulado, actuando como todo un hombre por primera vez desde que me convertí en mujer.
-Ya he perdido mucho tiempo, debo volver cuanto antes-
    Mi bolso comenzó a vibrar, sacando un momento mi móvil para ver los mensajes de mi hija y de la señora Lauren preguntando por mi paradero, lo cual era un motivo más para volver de inmediato con ellos.
-Yo también perdí mucho tiempo, perra. Y ahora, me pagarás por todo lo que hiciste-
    Un pequeño y sumiso gritó femenino escapó de mis labios al sentir como mis pechos quedaban al aire y mi vestido bajaba hasta llegar a mis caderas. Estar medio desnuda me hizo sonrojar por completo, y por mucho que intentaba acomodar mi vestido, aquel idiota aún de rodillas sujetaba con fuerzas la parte más baja de mi ropa, apenas eran unos centímetros, pero por esos centímetros de mi vestido que se estaban arrastrando por no usar tacones, ese hombre problemático me dejó en una situación complicada y veronzosa.
-Esa bofetada.... y ese golpe ahí abajo, espero que hayan válido la pena, maldita. Porque no te dejaré ir hasta que supliques de rodillas-
    El hombre poco a poco recobraba el aliento y se ponía de pie tras de mi, mientras que yo me sentía cada vez más nerviosa y preocupada, ¿Dónde había quedado mi valentía de hace un momento para golpearlo? No lo sé y no lo entiendo, pero al estar medio desnuda con este sujeto, no podía controlar lo que sentía, enfocándome solamente en jalar mi vestido para huir sin meterme en más problemas, algo que parecía cada vez menos realista, por no decir imposible.
-Ya suéltalo, imbécil. No quiero nada que ver contigo, tú empezaste al darme una nalgada-
-Y créeme, no será la única nalgada que te de está noche, zorra. Vas a terminar suplicando por más, y te arrepentirás de todo lo que dijiste, te prometo que voy a darte tan duro, que nunca más cuestionarás si soy o no un hombre, puta-
    Este sujeto hablaba en serio, él quería lastimarme, él iba a lastimarme y sin importar cuanto forcejará o incluso tratará de quitarme mi vestido, no podía escapar por mi cuenta del cruel destino que este hombre tenía preparado para mi, que tal como una vieja mujer, ahora yo no me podía defender ante la fuerza bruta de un malicioso hombre ansioso de venganza y placer a costa de mi cuerpo.
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