Carlos era un hombre normal cuyo placer máximo era que su esposa le practicará sexo oral. Ella odiaba hacerlo, decía que era algo muy asqueroso para ella pero eso no le impedía a Carlos disfrutarlo, abusando de su fuerza u otra cosa para obligarla a satisfacer sus necesidades más carnales.
Un día su esposa se cansó de esos malos tratos y usando una maldición que encontró en un antiguo libro de hechizos, convirtió a su esposo en una sensual mujer de grandes pechos y espectacular figura.
Como el hombre que era Carlos, odiaba totalmente estar así, fue de inmediato a suplicarle a su esposa que lo volviera a la normalidad. Sin embargo, ella le dijo que lo único que le volvería su polla sería chupar una de un hombre de verdad. Para volver a ser hombre tendría que hacerle sexo oral a un hombre, así sabría de primera mano que se siente ponerse de rodillas para dar una mamada en lugar de recibirla.
Claramente no quería hacerlo, seria muy humillante pero aún menos quería permanecer siendo mujer, por lo que uso ropa sensual que su mujer casi ni usaba para ir a un bar y cumplir su castigo con el primer hombre que se encontrará después de algunos tragos. No sería muy difícil, con su cuerpo tendría bastantes oportunidades para bien o mal.
Así fue tal como sucedió, un apuesto hombre se le acercó para invitarle un trago y tragándose su orgullo masculino, tuvo que actuar de forma refinada y gentil como lo haría una dama, o al menos eso pensaba por como era su esposa, hasta que el hombre le preguntó si quería ir a un lugar más privado que de nuevo se vio obligado a aceptar para volver a la normalidad.
No obstante, no creyó que fuera tan difícil y nunca imagino que ese hombre tenía una verga tan enorme e hinchada que con los segundos solo aumentaba su tamaño, inclusive superaba con facilidad el pene que antes tenía Carlos pero no había marcha atrás por mucho que lo quisiera, ya había cruzado una línea de la cual no podría regresar al momento de llegar a la cama del hombre, desnudarse y ponerse de rodillas frente a su verga.
"Dios mío, su verga es enorme, ni siquiera creo que pueda entrar todo eso en mi boca"
Pensaba con asombro y algo de excitación "Karla" al tener esa polla frente a su rostro, sus hormonas femeninas no era de gran ayuda en ese momento o quizás sí. Sin ellas quien sabe si hubiera hecho todo eso. De una u otra manera tendría que entrar en su boca ya que si no lo hacía pronto aquel hombre la haría entrar ahí y por sus demás orificios de formas no tan amigables.
Tomó mucho valor para abrir lo más que podía su boca para que apenas pudiera entrar una parte de la enorme verga, la cara del sujeto era de placer a diferencia de la de Karla que estaba asqueada en un comienzo. Una expresión que poco a poco disminuía, al igual que su disgusto que cambiaba por deseo hasta volverse en una más placentera que intentaba tomar más velocidad y profundidad para disfrutar del pene que llenaba su boca. Su mujer odiaba hacer eso pero al menos él no, al contrario, lo estaba disfrutando dejándole un gran sabor de boca que apenas sería el comienzo de su gran velada para volver a la normalidad.
Créditos a quien correspondan. |
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