Mostrando las entradas con la etiqueta El otro lado. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta El otro lado. Mostrar todas las entradas

martes, 13 de agosto de 2024

El otro lado

-¿Le gusta su bebida, mi señorita?-
    Preguntaba con su reconfortante y amorosa calma Mukuro en cuanto probé el té que ella me preparó a la hora habitual.
-Perfecto como siempre, no podría esperar menos de ti-
    Dije de forma pensativa un elogio que ella respondió con una sonrisa y una reverencia, permitiéndome dar otro sorbo a mi té antes de armarme de valor y añadir.
-Mukuro, es una orden: siéntate a tomar el té conmigo-
    Si lo pedía por favor o amablemente ella declinaría mi invitación, ya lo había intentado, así que cuando lo ordene ella pareció pensarlo solo un momento antes de asentir, tomando asiento frente a mi y sirviéndose un poco de té para acompañarme a la mesa.
-Con su permiso, señorita-
    Mukuro levantó la tetera, sirviendo en su propia taza un poco de té y ofreciéndome más té a mi, algo que acepté.
    Por un momento el silencio invadió la sala de estar donde frente a frente, ninguna decía palabra alguna, al menos hasta que mi sirvienta dio el primer paso.
-Disculpará mis pensamientos, pero me atrevería a pensar que su invitación a la hora del té no es tan inocente, ¿No es así, señorita Petra?-
    Pregunto con total calma mi sirvienta tras dar un sorbo más a su bebida, yo también bebí un poco más, y a diferencia de los elegantes gestos de Mukuro, yo tomé la taza con un poco de fuerzas y bebí hasta terminar todo el té antes de hablar.
-Correcto, no es una invitación tan noble como te gustaría, Mukuro-
    A pesar de esa advertencia, Mukuro no dejó de sonreír. De hecho, intento servirme un poco más de té, algo que acepté una vez más, como si el té fuera capaz de hacer más sencilla la conversación que estaba por comenzar.
-Muy bien, mi maid. Tenemos que hablar, tú quieres que sea una chica pero eso jamás pasará. Yo estaba bien como hombre, y con todo respeto, no necesito de una maid, solo quiero seguir mi vida tal y como era antes: siendo un hombre, empezando a trabajar en el lugar de mis sueños, viviendo solo por primera vez y afrontando todo lo que venga por mi cuenta, no con una sirvienta que resuelva mis problemas-
    No gritaba, no era grosero, de cierta forma no quería lastimar a esta sirvienta delante mía que ha cuidado de mi con dedicación las últimas semanas, al punto que ser mimado o dependiente de ella es un temor con el que a veces llegó a soñar. No quería desquitarme con Mukuro por todos los problemas que comenzaron en cuanto comencé a vivir solo, sin embargo, ella está muy relacionada con todos esos problemas, por no decir que no sé nada de ella y quizás hasta ella misma podría ser la responsable de que yo me haya convertido en mujer.
-Estoy muy agradecido por todo lo que has hecho. Debo admitir que me dabas algo de miedo cuando te conocí, y pensar que no me puedo deshacer de ti a veces me preocupa, pero creo que si quisieras lastimarme ya lo hubieras hecho. Eres una sirvienta leal y atenta, recuerdas todo lo que digo, me ayudas demasiado y simplemente no puedo estar molesto contigo. Al menos no del todo-
    Me queje abiertamente sobre mi cambio de cuerpo, también compartí mis preocupaciones con Mukuro, y aún con ello, mi doncella implacable permanecía tranquila, dando elegantes y cuidadosos sorbos a su taza de té mientras me escuchaba.
-¿No te das cuenta de que yo estaba bien como hombre? Sí, quizás era algo preocupante vivir solo pero estaba listo para afrontarlo, quería vivir mi vida como quisiera, podía hacer lo que yo quisiera y superar esas consecuencias. Tú estás bien como estás, y yo estaba bien como estaba, esa es la realidad-
    Por un momento me detuve a pensar para organizar mis ideas, notando que Mukuro me servía un poco más de té al que di un trago más antes de volver a hablar.
-Lo siento, pero en conclusión: Muchas gracias por todo, pero no es lo que yo deseo. Creo que no puedes darte cuenta de que yo estaba bien con mi vida antes de ti, no necesitaba ver el otro lado de la moneda para saberlo, y ahora que estoy del otro lado, mantengo mi decisión de que no es lo mejor para mí. No estaba atrapado, ni necesitaba ayuda o algo por el estilo, estaba muy bien con mi vida que me arrebataste, y me gustaría recuperar eso que perdí cuando llegaste aquí-
    Mukuro no dejaba de mirarme en silencio, lo cual solo me dio la oportunidad de terminar con todo lo que quería decir.
-Con todo respeto, ser una chica bonita te lo dejó a ti, pero ese otro lado, no es algo que me interese seguir explorando a mi-
    No estoy seguro de en que momento me puse de pie, una vez más sin gritar, sin insultar o ser grosero de forma intencional, tratando de mostrarle mi punto de vista, el lado que yo conocía y quería para mi vida a está sirvienta de cabello azabache que solo me veía con su mirada serena e implacable en cada situación, incluso en está donde se dio una confrontación directa de mi parte.
    Con todo lo que dije esperaba una respuesta, ver aunque sea un poco emocional a mi doncella, quien sin borrar su hermosa y tranquila sonrisa de su rostro, me veía mientras seguía con su bebida. Yo quería hablar de mi problema, quizás hallar una solución o cuando menos tener una reacción más sentimental de mi maid, que al no conseguir, pensé en llevar más lejos, siendo interrumpido por ella justo en el momento perfecto, rompiendo el incomodo silencio con el sonido de su taza de té descansando sobre su plato de porcelana.
-Santo cielo, ya veo que la hora del té no sería tan hermosa como esperaba... disculpe usted, mi señorita, ¿Ya ha terminado con su diatriba?
    Tal como lo imaginaba, no era grosera, no levantó la voz, no se veía furiosa, ni triste ni de alguna forma incómoda con la situación que con su amable sonrisa parecía lista para abordar después de tanto tiempo evadiendo el tema. Incluso en está situación, ella sabía como comportarse y hacerme sentir peor a mi por como yo me comportaba.
-De ser así, me preguntaba, ¿Usted me permitiría hablar?-
    Era obvio que la dejaría hablar, en mi opinión ni siquiera debía de pedirme permiso, pero Mukuro pregunto eso con amabilidad al mismo tiempo que servía más té en lo que esperaba mi respuesta.
-S-Sí... la idea era que hablaras así que no tengo problema, puedo soportar lo que sea que me tengas que decir-
    Mi respuesta fue algo temblorosa, sin creer que esta conversación finalmente había llegado, preparándome física, emocional y mentalmente para lo que sea que de aquí pudiera surgir.
-Puedo comprender un poco de como es que se siente, al igual que puedo comprender un poco sobre porque miente-
    La declaración de Mukuro me tomó por sorpresa, y aunque moría por preguntar sobre a que se refería ella, permanecí en silencio para que pudiera continuar hablando tal como ella me permitió a mí.
-¿Sabe, señorita? Han pasado algunas semanas desde que estoy a su servicio, y a pesar de ello, usted todavía es incapaz de responder a mi pregunta habitual, ¿La recuerda?-
    Sin tener ánimos de interrumpir a Mukuro, solo asentí con la cabeza, algo que hizo sonreír a mi doncella.
-Permítame ser directa y decir lo que pienso: Considero que usted ya sabe cual es la respuesta a mi pregunta habitual, sin embargo, aún no está lista para aceptarlo. Si no es mucha molestia, me gustaría saber ¿Qué le impide ser honesta con lo que realmente desea? No tiene nada de malo admitir que disfruta de su nueva vida digna de una princesa bajo mi cuidado-
    Mukuro hablaba con confianza, como si estuviera dando catedra a un niño, explicando de forma sencilla algo que todavía no termina de comprender, lo cual lejos de ayudarme me hizo sentir más avergonzado. Está vez estaba listo para interrumpir, pero mi maid de cabello oscuro no lo permitió al seguir hablando.
-Además de por su orgullo, ¿Por que quiere tanto volver a ser un hombre? Quiero decir, nadie en su vida recuerda que usted haya sido un chico, y aún así lo tratan como siempre, ¿O acaso me equivoco y alguien más que yo lo trata de una forma especial? Hasta donde yo tengo entendido: su familia, sus amigos y sus compañeros de trabaja tratan a mi señorita Petra, tal y como trataban a Pete-
    En cuanto ella dijo esas palabras, intente desviar la atención a mi taza de té, una que de nuevo estaba vacía, y que de nuevo mi atenta maid lleno para mi sin descuidar en lo más mínimo nuestra conversación.
-Por si eso fuera poca cosa, responda por favor. Señorita, ¿Usted no se siente más libre de está manera?-
    Su pregunta realmente me sorprendió, tomándome más tiempo del que imaginé para pensar una respuesta, momento que Mukuro aprovecho para ponerse de pie y recorrer con confianza y tranquilidad toda la habitación.
-Ya veo. Entonces, si mi señorita no pudo responder esa pregunta, me parece que está pregunta tampoco la podrá responder: ¿Por que le da miedo tener libertad? Es normal tener miedo a lo desconocido, pero usted ha estado conociendo cada vez más el otro lado, y aún con ello, le tiene miedo. No, una vez más no es eso, a usted le da miedo comenzar a disfrutar estar del otro lado, le da miedo y pavor disfrutar de haber sido convertido en una señorita, ¿O me equivoco?-
    Toda la piel se me erizo ante la conclusión de Mukuro, quien sin dejar de ir a un lado a otro al hablar, seguía con su discurso que desarmaba por completo al mío.
-¿Usted de verdad quiere ser chico o solo es su zona de confort, señorita? No es bueno quedarse en una zona de confort, eso destruye por completo los sueños, riesgos y fantasías que una persona pueda llegar a tener. Si usted de verdad lo quiere, puede volver a ser hombre, será el rey de lo convencional, aburrido y tradicional una vez más, o si lo prefiere, puede tomar un riesgo por una vez en su vida y aceptar el otro lado con una vida hermosa, colorida y llena de libertad como una chica. En ambos casos, solo tiene que decirlo-
    Mukuro con su hermosa sonrisa me extendió la mano, ella parecía hablar en serio y sin ninguna clase de malicia, sin embargo, esas palabras dichas de verdad me irritaron, lo suficiente como para no estrechar su mano e interrumpir el discurso de ella después de dudar tanto.
-¿Y qué te hace creer que no puedo tener todo eso como hombre, con mi vida tal y como era, y sobre todo, sin tu presencia, sirvienta?-
    Lejos de molestarse, ser vulgar o levantar la voz tal como me sucedió, mi doncella solo sonrió como siempre hace, usando unas palabras precisas que se sintieron peor que una bofetada.
-No se ofenda, señorita. Si de verdad pudiera hacerlo, ni siquiera estaríamos hablando. Si usted tuviera algo de valor y determinación, seguiría siendo hombre y no nos hubiéramos conocido. Lleva toda su vida como un hombre, ¿y que decisión importante ha tomado? Ni siquiera vivir por su cuenta pudo hacerlo, y ahora que lo hace, depende de mi ayuda-
    Intenté ocultar una mueca de disgusto y dolor, sus palabras fueron directas en contra de mi sin detenerse en absoluto.
-Después de todo, señorita. Dígame, ¿Quién lava su ropa?, ¿Quién cocina todas sus comidas?, ¿Quién le ayuda a relajarse, ir por las compras, cuidar de la casa y todo lo relacionado a su día a día? Como le dije, no es arrogante llamarme la sirvienta definitiva, y contar conmigo en su día a día no solo le ha dado la oportunidad de concentrase plenamente en su trabajo, también le da la oportunidad de conocer más sobre su nuevo cuerpo de chica, le apoyo plenamente en sus decisiones, y en especial, soy la persona que evita que usted se sienta solo para que pueda disfrutar plenamente de su libertad-
    Al darse cuenta de que yo no tomaría su mano, Mukuro llevo esa misma mano hasta su mejilla, suspirando y tomando asiento como si estuviera agotada, algo fingido en mi opinión porque ella nunca parece estar cansada.
-Actúas como una sabelotodo, Mukuro-
    Reprendí con problemas cada vez más obvios para ocultar mis emociones, caso contrario de Mukuro que contesto.
-No lo sé todo, solo sé lo que sé, y para resumir: estoy bastante segura de que disfruta estar de este otro lado, sin embargo, todavía le da vergüenza admitirlo. No es problema para mi, como su doncella puedo esperar pacientemente hasta que usted este lista, señorita-
-Señorita, ¿A donde va?-
    No respondí al largo, bello y destructor punto de vista de Mukuro, solo le di la espalda para dejar la mesa. Ya estaba decidido, y si ella no se iba, yo me iba; solo renunciaría al trabajo, volvería a casa y con el tiempo buscaría la forma de volver a ser hombre; sí, ese era un plan perfecto para mi donde no necesitaba de la presencia de mi sirvienta, quien no se levantó de su lugar al verme marchar; todo lo que Mukuro hizo fue suspirar una vez más y dar otro sorbo a su té.
-Así que esa es su decisión: vivir en la miseria de la monotonía, el miedo y las expectativas que tienen los demás sobre usted, mi querida señorita. Siento pena por usted-
-¿No crees que ya has llegado demasiado lejos, Mukuro?, ¿Quién te dio el derecho de decir cosas como esas?-
    Pregunte lleno de frustración volviendo a mirar a mi sirvienta, quien sin dudar respondió.
-Usted por supuesto, lleva semanas buscando tener esta conversación y ahora que la tenemos, no puede responder a mis preguntas, huyendo de la realidad y negándose a aceptar, no mis palabras, negándose a aceptar sus verdaderos sentimientos-
-Si acepto ser una chica, seré un hazmerreír, sería humillante, sería una vergüenza, me sentiría débil y me convertiría en un payaso por el resto de mi vida-
-Quizás, pero también podría disfrutarlo, podría vivir un poco, podría ser feliz un poco, podrías tener la libertad y cumplir con todo lo que siempre ha querido, de una manera mucho mejor de lo que jamás hubiera imaginado. Está decisión, señorita, no se basa en lo que pensarán los demás de usted, se basa en lo que le haga sentir mejor a usted, y una vez más, después de un tiempo conociendo el otro lado, usted ya sabe cual es la respuesta a todas mis preguntas. Puede intentar mentirme todo lo que quiera, pero no le puede mentir a su propio corazón. Con todo respeto, no tengo mucho más que decir, ya he dicho todo lo que tenía que para está conversación, señorita Petra. Y lo que sea que usted decida, apoyaré por completo su decisión. Después de todo, usted siempre ha tenido la última palabra-
    Tras eso, Mukuro siguió bebiendo su té sin mirarme más, sin hablarme y sin tener la mínima intención de detenerme. Entonces, si llegamos a este punto, ¿Por qué estoy titubeando?
    Los segundos parecían eternos, mirando de reojo a la doncella que no se movía de su lugar mientras que yo daba pasos temblorosos hacía la puerta, solo para quedarme quieta unos instantes y volver a intentarlo. No tengo idea de cuantas veces lo intente, pero no salía del departamento, no podía dar ese paso, las palabras de Mukuro no dejaban de resonar en mi cabeza y entre más pensaba acerca de su discurso, más dudas y miedo tenía de salir por esa puerta.
-Debo confesar que tus palabras son buenas, pero quiero algo más a cambio de seguir siendo tu princesa-
-Es natural que busque una mejor oferta, ¿Qué es lo que usted quiere a cambio de seguir siendo su doncella?-
    Tras pensarlo un poco, caminando lentamente de regreso a la mesa donde Mukuro ya se ponía de pie, exigí.
-Un mes, acepto un mes siendo tu princesa. Después de eso, si lo ordeno, me dices todo de ti y me regresas mi vida como la conocía-
    Mukuro negó con la cabeza y respondió.
-¿Un mes? Lo considero poco tiempo, sea mi princesa un año y después vamos hablando-
-Mejor pídeme renunciar a mi vida, ¿No crees, Mukuro? Eso es demasiado, ofrezco dos meses-
-Si de verdad quiere todo lo que pide, un año no debería ser problema, señorita. No sé preocupe, seré amable y lo bajaré a diez meses-
-¡Para nada! Que sean cuatro y ya me estoy arriesgando-
-¿No piensa que el número ocho es hermoso? Me parece que ocho meses como chica será lo apropiado-
-Quizás seis meses cuando mucho-
    No sé en que momento lo hice, supongo que mi cuerpo reaccionó solo y cada vez estaba más cerca de Mukuro con quien negociaba un trato bastante inesperado para mi vida, el cual ella parecía lista para aceptar con su bella sonrisa en el rostro, sirviendo ambas tazas de té una vez más, tomando la suya con una mano y extendiéndome la mía con la otra.
-Seis meses y quince días. Sea lo que sea que usted quiera, señorita, le garantizo que tras ese tiempo, lo tendrá, ¿acepta?-
    A estas alturas, creo que la respuesta era bastante, bebiendo nuestra última taza de té y dándole la mano a mi doncella para formalizar nuestra promesa.
-Muéstrame ese otro lado del que tanto te sientes orgullosa, sirvienta-
-Será todo un placer, señorita-

lunes, 5 de agosto de 2024

Mi vida como... una princesa

-Ha~....ah..uh...Mukuro-
    Intenté decir sin que mi voz se oyera débil ni temblorosa, con poco éxito por la situación.
-Sí, mi ama-
-Huh...¿Podrías dejar de hacerme esto cada mañana?-
    Pregunte aún con la voz temblorosa, refiriéndome a lo que mi "nueva" maid me hacía estando encima de mi. Todos los días cada mañana ella me despierta y desnuda, para ponerme boca abajo y sentarse encima de mí, regalándome una hora de los masajes más eróticos y relajantes que jamás imagine experimentar. Cada día que despierto y gracias a las manos hábiles de mi sirvienta, Mukuro me hace sudar, me hace estremecer y también jadear por lo extremadamente bien que se siente "una simple manera de darme los buenos días", según sus propias palabras. Sin embargo, y por mucho que disfrute de está situación, también me siento culpable de lo que estoy viviendo, debido a que yo no soy la verdadera ama o señorita de Mukuro.
    Mi nombre es, o al menos era, Peter. Yo era un estudiante en mi último año en la universidad, algo realmente agotador pero que disfrutaba, en especial porque en cuanto saliera de la escuela, podría comenzar a trabajar en el sitio donde hice mis pasantías. Honestamente era como un sueño, tener un trabajo bien remunerado apenas terminar la escuela era una fantasía hoy en día, incluso tenía la posibilidad de mudarme a un apartamento cercano a mi nuevo trabajo. Solo que tenía una ligera preocupación.
    Supongo que no soy tan bueno estando solo, puedo hacer lo que sea necesario, pero al pensar en que mudarme me alejaría bastante de mi familia y amigos, era algo que me asustaba bastante. No era que no los volviera a ver nunca, solo que estar todo el tiempo en una casa sola, tener que tomar todavía más responsabilidades o tener que hacer viajes más largos para estar con quienes siempre han estado cerca de mí, no era algo que me emocionará bastante.
    "Si tuviera algo de compañía, sería mucho más fácil" recuerdo pensar más de una vez previo a tomar mi decisión, lo cual solo era un pensamiento, pues por mucho que me gustaría algo de compañía en un nuevo capítulo de mi vida, no podía arrastrar conmigo a mi madre o mi hermano, tampoco a mis amigos ni a nadie más. A pesar de como me sentía, no quería ser egoísta.
    "Sería mucho más sencillo si comenzará de 0" fue otra idea extravagante que tuve y rápidamente descarté pues por muy sencillo que pudiera sonar empezar como una persona nueva, tampoco estaba dispuesto a abandonar todo lo importante que tenía detrás.
    "Para prácticamente ser un adulto, quiero todo como un niño" un pensamiento más que recurrente cada que tenía una idea como las dos anteriores, y que siempre sucedían sin falta y en el mismo orden cuando intentaba aclarar mis ideas al caminar por el parque cerca de casa.
    El parque era enorme, con varios espacios para practicar distintos deportes, relacionarte, o tal y como yo hacía, simplemente caminar por una de las enormes zonas verdes por deporte o despejar tu cabeza. En mi caso pertenezco a ambos grupos dependiendo el día.
   Durante uno de mis habituales recorridos entre el pasto y los árboles, una pequeña flor llamó mi atención; era morada con rosa y azul, además tenía espinas, por no mencionar que era la única en su estilo cerca de ese lugar. Me atrevería a decir que conocía muy bien el parque, y después de tantos años visitándolo, podía estar seguro de lo exclusiva que era esa flor.
   Recuerdo pensar que era hermosa y totalmente fuera de lugar, por lo que intenté llevarla a mi propio jardín en casa; evite sin problemas sus espinas, quitando cuidadosamente la tierra para ver sus raíces y una vez que la separé, levanté cuidadosamente la peculiar planta con satisfacción.
   Ese día decidí mudarme al departamento cerca de mi inminente trabajo al otro lado de la ciudad, llevando conmigo todo lo que pude incluyendo mi maravillosa adquisición floral para comenzar un nuevo capítulo de mi vida, uno el cual descubrí venía con muchas letras pequeñas que nadie podría anticipar desde el primer momento en que desperté.
    Si tuviera que destacar el cambio más importante que he sufrido no sabría cual poner por encima del otro: no sé si es más impactante haberme convertido en mujer, o si es más impactante haber conseguido una leal sirvienta de alguna forma. Todo lo que puedo decir con seguridad, es que tras haber despertado el primer día en mi nuevo apartamento, lo hice como una hermosa mujer albina que tenía sobre de ella una poco expresiva sirvienta pelinegra que me masajeaba tal como ahora.
-Negativo, ama Petra. Usted necesita despertar todos los días en óptimas condiciones y sin ningún estrés, por lo que un masaje y un baño son la manera idea de comenzar "con el pie derecho" sus mañanas-
    A pesar del pánico o mis protestas, tal como hace ahora, Mukuro permaneció tranquila al explicarme como "nunca dejaría de cuidar de mí".
    El primer día fue el más sorpresivo y por mucho, dejando de lado que desperté con un cuerpo distinto a mi cuerpo de hombre, está chica de edad similar a la mía simplemente entró a mi habitación, me desnudó, me masajeó y comenzó a cuidar de mí tal como haría una sirvienta... una bastante intensa podría decir. Por mi parte, intenté echarla, insultarla, negociar o cualquier cosa que pudiera darme información de ella o de mi situación, a lo que no deja de repetir "Esto fue lo que se te concedió por tu deseo de la vida anterior".
   Desde entonces ha pasado una semana "normal", donde nadie salvo está sirvienta, es capaz de recordar quien era yo en realidad. Para todo mundo yo siempre he sido Petra, siempre he sido una chica y todos mis recuerdos o fotos o lo que sea durante toda mi vida, son exactamente los mismos con la diferencia de que ahora soy mujer. 
    Por un momento llegué a pensar que quizás fue un sueño o una rara alucinación, pero Mukuro sabe que yo era hombre, ella me lo dijo sin más explicación desde que la conocí, y tras una semana viviendo con ella, no he podido sacarle más información. Por supuesto que yo tengo mis propias teorías, pero quizás Mukuro sea la única persona en el mundo capaz de darme la verdad sobre que fue lo que me sucedió.
-Mukuro... apenas es lunes... el fin de semana hiciste todo por mí...ah.... además todavía no empiezo a trabajar. Aunque valoro mucho tu dedicación, no necesito de esto... por el momento...-
    Una vez más intente detener a Mukuro con palabras, pero tal como ha ocurrido toda la semana, ella sigue con su labor pulcra y sistemática, casi como una máquina.
-Negativo otra vez, ama. Mantenerla en un estado óptimo y relajado implicar no cambiar la rutina, por ende, seguir cuidando de usted tal como he hecho, es la solución ideal-
    Hablar con Mukuro era extraño, era lógica a más no poder, aunque sus acciones fueran irreales, no dejaba de sorprenderme lo contradictoria que puede ser ella, pero si le preguntas a ella: "No es ilógica o irracional, y no entender eso, denota una falta de comprensión en sus acciones", en otras palabras, lo que ella hace y dice es lógico a pesar de que no pueda parecerlo para otras personas.
-¿Al menos podrías decirme cómo llegaste aquí?-
-Por la puerta, naturalmente-
    Su directa y decepcionante respuesta solo me hizo suspirar para intentar reformular mi pregunta.
-Me refiero... ah... me refiero a ¿Cómo llegaste a mi departamento?-
-De la misma manera, ama. Usando la puerta-
    Las manos suaves, pequeñas y maravillosas de Mukuro sobre mi espalda me hacían estremecer, y casi que no podía enojarme con ella en estos momentos, pero en un esfuerzo de romper con este ciclo de preguntas donde ella responde sin decírmelo lo que quiero oír, se me ocurrió.
-M-Mukuro... te ordeno que me respondas de forma detallada y precisa ¿Cuál es el motivo por el cual te convertiste en mi sirvienta y vives conmigo?-
    La pregunta era un poco más formulada que de costumbre, y aunque no me gustaba darle órdenes a la sirvienta, muchas veces eso la obligaba a responder de una forma distinta. Puede que no cambie mucho su comportamiento, pero al menos me permite hablar un poco más con ella.
   Mukuro no respondió de inmediato, como pocas veces desde que la conocí, parecía estar pensando seriamente una respuesta que la hizo esbozar una ligera sonrisa.
-Porque usted me tomó y me lo ordenó, señorita Petra-
  Al escuchar esas palabras intenté levantarme para mirar a Mukuro, buscar más explicaciones, pensando en que era lo siguiente que podía preguntar para llegar a mi ansiada respuesta. Un plan que falló antes de comenzar pues con la fuerza necesaria, Mukuro me hizo volver a recostarme mientras sus manos tocaban puntos tan sensibles de mi cuerpo, que no podía oponerme a ella.
-Señorita Petra, usted sabe que no se puede levantar durante los "buenos días", y notó que está preocupada. Recomiendo encarecidamente dejar ese tema para después, de lo contrario, tendré que comenzar de nuevo con su masaje y retrasaremos todo su día-
    Toda esa palabrería elegante de Mukuro era su forma de decirme "no", ella puede negarse a todo tipo de cosas pero nunca utiliza la palabra "no" ante alguna de mis ordenes.
-Mukuro... si te obedezco y me relajo en el masaje, ¿aceptarías responder mis preguntas sobre el tema en otro momento? Responde, es una orden-
-Por supuesto, ama. Si usted colabora, lo menos que puedo hacer yo es apoyarla y obedecer todas sus solicitudes-
    Me respondió sin ninguna duda en su voz, ni mucho menos en sus manos que paseaban por lo alto de mi espalda hasta llegar a mis hombros, una zona especialmente tensa como mujer gracias... a mis nuevas medidas.
-Entonces es una orden: voy a colaborar contigo y relajarme para que tú respondas de forma coherente y apropiada para mi todas las preguntas que tenga sobre tu llegada a mi vida, y sobre mi cambió de sexo, ¿alguna objeción a lo que dice tu ama?-
   Pude ver de reojo como Mukuro negaba con la cabeza sin descuidar su delicada labor sobre mi espalda.
-Estoy a su completa disposición, ama Petra. Si es una orden debo cumplirla, y si usted pone de su parte, será todo un placer tener esa conversación más adelante. Por ahora y para cumplir esa orden posterior, me tomaré la libertad de enfocarme en hacer mi primera labor del día. Apreciaría dejar las palabras para después. Brazos arriba.
    Conteniendo un jadeo obedecí a Mukuro, quien daba más ordenes que yo sin importar quien era la que realmente estaba a cargo. Algo de lo que no me puedo quejar realmente, ya que ella aceptó hablar de lo sucedido una vez que termine con sus deberes diarias inamovibles.
-Señorita Petra, ¿Puedo hacer una recomendación?-
-Si quieres usar sobre mi ese ungüento extraño yo me rehusó-
    Mi sirvienta negó con la cabeza antes de responder.
-No me refería a eso, mi ama. Es una recomendación para nuestra futura conversación-
    Oír eso me hizo intentar mirar a Mukuro y cambiar de posición, lo cual ella de nuevo no me permitió.
-Si falla en su labor de relajarse y estar quieta. Me temo que yo fallaré en responder sus preguntas-
    Me reprendió con tranquilidad.
-Lo siento... por moverme y por interrumpirte, Mukuro. Adelante, me gustaría escuchar tu recomendación-
    Pensaba en que clase de idea o sugerencia podría tener ella, todos mis pensamientos giraban en torno al masaje, el baño o las actividades del día de hoy, por lo que oír la verdadera recomendación de Mukuro me tomó por sorpresa.
-Responder ahora sería sesgado y erróneo, por lo que aconsejo reflexionar y responder de forma apropiada más tarde. Con eso dicho, me gustaría recomendar que piense como responder a la siguiente pregunta: ¿Usted no está disfrutando su vida como una princesa?- 
    La pregunta de Mukuro fue algo que no había pensado, que me hizo preocupar y tensarme un poco, lo cual intenté controlar sin mucho éxito ya que ella siguió hablando.
-Presumir me parece inapropiado, sin embargo no es una exageración llamar a mis servicios "los mejores" o palabras más triviales como "dignos de la realeza". Prácticamente soy la sirvienta definitiva, y usted lo está disfrutando. Por lo tanto, no entiendo esa necesidad de preocuparse innecesariamente por su cuerpo pasada, por su vida como Pete, y esos pequeños cambios que tuvo que pasar para que eventos prometedores aparecieran en su vida. Tal como sucedió conmigo-
    Las palabras de Mukuro escondían algo detrás, ella definitivamente sabía algo más de todo lo que me sucedió, y quizás me estoy equivocando pero no parece negarse a ese conocimiento. No del todo.
-Mukuro... acaso tú...-
    Estaba por hacerle una pregunta más, estaba por pregunta si ella no entendía como me sentía, o que parte no comprendía. Si yo suponía lo que Mukuro creía, me atrevería a decir que mi sirvienta no comprende porque quiero recuperar mi antiguo cuerpo. Ella se estaba perdiendo de algo, y al intentar comprenderlo quería que yo pudiera explicarlo para ella.
    Al menos eso era la idea que tuve y que buscaba confirmar con ella, algo que no podría suceder hoy debido a mi fallo.
-Ama, usted está más tensa que el día que la conocí. Por desgracia, cuidar de su cuerpo es un evento más importante que la conversación que tiene en mente. Le aconsejó pensar en ello después, ya que en estos momentos, habrá otras prioridades que atender-
    Explicó de forma compasiva mi sirvienta, de quien no podía confirmar ni negar, que me había hecho preocupar a propósito para posponer la conversación.
-Mukuro.... ah... ah... lo prometiste-
    Intenté protestar sin controlar del todo mi cuerpo cuando Mukuro se concentró en hacerme relajar nuevamente.
-Y usted prometió relajarse, algo que falló, y que por ende rompe nuestra promesa por el día de hoy. Sin embargo, mantengo mi palabra de responder a esa conversación, el día que usted pueda cumplir su parte y me permita ayudar a que se relaje, mi señorita Petra-
    La explicación de Mukuro era sencilla, tan sencilla y honesta que hasta un niño lo podría entender, y que siendo completamente justos, ella tiene razón en que yo fallé el día de hoy, dejándome la oportunidad de volver a intentarlo el día de mañana.
-M-Mukuro... tú eres una-
-Señorita Petra, le recomiendo encarecidamente que se relaje y se mantenga en silencio. A menos claro, que desee comenzar con sus "buenos días" por tercera vez está mañana-
   Mukuro es tan buena a la vez que complicada, todavía no puedo lidiar bien con ella pero estoy seguro, o segura, de que algún día del mañana lograré sacarle la verdad a mi sirvienta para que yo pueda volver a la normalidad y le diga adiós a este cuerpo y está vida como de princesa.
Créditos en la imagen