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lunes, 12 de mayo de 2025

Mi vida como... Kassy

-Ahí estás. Supongo que ya es un hecho ¿No? Aceptaste que este es tu cuerpo, Kassy-
    Me dijo mi mejor amiga Catalina al verme después de las clases, sonriendo y dando por hecho una situación, que para ser honesto, era complicado refutar.
    Hace varios días desperté con este lindo cuerpo de chica que no pedí y con el cual no quería estar, empeorando la situación aún más cuando mi amiga y compañera de piso Catalina me descubrió con mi nuevo aspecto.
    Ella al principio no me creyó cuando le dije que yo era su amigo Kassius, pero entre más hablábamos se hacía más evidente para ella que yo decía la verdad, por lo que en su buena voluntad, mi amiga trataría de ayudarme a resolver el problema en el que termine metido.
    Catalina me manoseo un poco de abajo hacia arriba mientras yo me retorcía por la sensación que mi nuevo y sensible cuerpo tenía. Pensé que lo hacía con algún propósito que más tarde descubrí era solamente su curiosidad y diversión ante mi nuevo cuerpo. Una vez que se divirtió y su curiosidad estaba satisfecha, Catalina salió de mi cuarto para ir al suyo y entregarme un montón de ropa suya: faldas, blusas, calcetas, incluso zapatos y tacones pero lo que más me sorprendió fue cuando me dejó algo de su propia lencería.
    Obviamente reclamé con vergüenza sobre qué tipo de ayuda me estaba dando mi amiga pero me explicó que lo menos que podía hacer era darme algo de su ropa para que mi nuevo cuerpo no lo resintiera y estuviera cómodo.
    El primer día fue toda una batalla porque básicamente, a pesar de mi negación, Catarina me sometió, me desnudo, me puso unas bragas y con trabajos el sostén para luego ponerme una de sus cortas faldas y una blusa, incluso me sentó y me sujeto del rostro para peinarme y maquillarme un poco. Le costó mucho trabajo hacerme ese dichoso cambio de imagen, el cual cuando terminó no pude evitar verme y sentirme como toda una muñeca de porcelana frente al espejo, oyendo de fondo como Catarina me nombraba Kassandra y me advertía que no me quitara la ropa o el maquillaje, cosas que acepte por el asombroso esfuerzo que ella puso para hacerme ver aún más como una mujer.
    Después del primer día por mucho que buscábamos en libros o Internet no había una solución sobre lo que me había sucedido, ni siquiera teníamos una pista o alguna idea para que yo pudiera volver a la normalidad, lo que me desanimo y me hizo tomar la decisión de no salir del departamento por un tiempo.
    Catalina no estaba conforme con esa actitud pero la respeto, cuidando mis espaldas en la escuela y soportando mi actitud pesimista todo el tiempo.
-Cuando te dejes de quejar podrás darle una oportunidad a esta vida, segura que no puede ser tan mala-
    Ella me decía una y otra vez cuando hablaba conmigo y la conversación no llegaba a nada, aunque al final creo que sí tenía razón, estar encerrado tanto tiempo no era sano y puede que fuera el momento de hacer un cambio así que en cuanto mi amiga se fue a la escuela entre rápido a su habitación para tomarle su repuesto del uniforme escolar, me quedaba un poco apretado la parte de arriba pero no es nada que no pudiera soportar. Tras vestirme me puse algo de maquillaje y me peine con dos coletas bajas en mi largo cabello castaño, algunas cosas me las enseñó Catalina, pero debo decir que ella es mucho más atrevida y a diferencia de ella, yo opte por un estilo más femenino y formal, la típica niña linda muy educada o formal vendría siendo mi arquetipo para este cuerpo. O al menos esa era mi intención al vestirme lo mejor que pude con el uniforme de Catalina.
    Una vez cómoda y perfectamente arreglada, salí del departamento a la escuela, valorando casi todo de lo que me había perdido en el encierro.
    Los árboles son lindos y dan sombras por la calle, el sol apenas sale por lo que no es agobiante y el escándalo de los autos en la avenida me hacía permanecer atenta mientras me acercaba a la escuela pasando casi desapercibida pues pude oír tanto cumplidos de chicos como de chicas preguntando quién era ese hermosa chica que no habían visto en la escuela. Sin darme cuenta, esas palabras le daban más confianza a mi yo de mujer y me dieron el valor necesario para abrir la puerta de la clase y ver de nuevo a todo lo salón que sin contar a mi amiga, nadie me reconocía.
    Hablé con la profesora y le dije que estaba de intercambio por un tiempo pidiéndole que me recibiera en su aula, elogiándola tanto como podía de manera sutil, logrando así mi objetivo y siendo inscrita en la clase como Kasandra.
    En toda la clase di una buena presentación, había estudiado bastante por mi cuenta así que no tuve problemas en ponerme al corriente con lo que me decían. No fue hasta que terminó la clase mientras alzaba mis cosas que Catalina se acercó, sentándose en mi escritorio frente a mí haciéndome desviar la mirada cuando vi sus bragas azules por la manera indiscreta en la que ella se sentó.
-No seas tan atrevida, Caty. No me gustaría que los chicos te vean mostrando tus pantys a las personas-
-No te preocupes, no hay nadie cerca, ¿O si? Además, ahora eres una chica y llevas algo similar ¿Verdad?-
    Sin darme tiempo de contestar a sus burlonas palabras, ella alzó mi falda hasta mis pechos para poder ver las braguitas rosas de encaje que me había obsequiado.
-Oh, que lindas, son rosas y puras tal como tú has actuado-
-Suenas como una pervertida.... y no me gusta tener la falda tan arriba... ya viste que uso, así que ¿Podrías soltar mi falda?-
    Pedí con rubor en la cara por la vergüenza de que me hiciera eso en público, por fortuna no había nadie más que nosotros, pero moriría de vergüenza si alguien más las veía.
-Es una broma, y más importante, ahora que te has animado a salir y ser Kassandra, ¿No quieres tener tu propia ropa? No tengo problemas en que uses la mía pero mi sostén te aprieta, la chaqueta parece que la cerraste a la fuerza y destacan mucho tus senos, además supongo que también hay cosas que te gustaría probar así que ¿Porqué no vamos de compras?-
-¿Tan obvio es que me aprieta un poco la ropa? Es algo penoso admitirlo, pero sí, de camino aquí vi muchas tiendas de ropa y seria lindo tener algo mío en realidad. Si ahora este es mi cuerpo, quizás podría vestirlo con lo que me sienta cómoda o llame mi atención-
-Entonces está decidido Kassy, es hora que vayamos de compras, había ahorrado un dinero para esta oportunidad así que no dudes en pedirme lo que quieras, te ayudaré con las tallas y a elegir lo que más te guste-
-¿De verdad? Pero si tú pagas la ropa deja que te invite algo de comer, hace mucho no como fuera y será lindo estar contigo para esto-
-Entonces tenemos que darnos prisa, amiga. Hay mucho que hacer, así que andando-
    Con muchos ánimos Catarina dio un salto para ponerse de pie y salir del aula, siendo un foco de atención por su uniforme desarreglado y aspecto llamativo, el cual contrastaba aún más con el mío.
    Detrás de ella salí yo, con una tímida sonrisa después de asegurarme que mi uniforme estuviera en impecables condiciones, dándome cuenta que yo también llamaba la atención. Supongo muchas personas me veían por estar cerca de mi amiga, aunque en el fondo sentía un poco de emoción al pensar que yo también era tan linda y llamativa como mi amiga, aún si era de una manera distinta. Podría decirse que cada una es linda a su manera, y que juntas destacamos todavía, y a pesar de ser un pensamiento vergonzoso y arrogante de mi parte, también lo encuentro algo emocionante, ¿Será que así es como se siente una chica o solo son imaginaciones mías? Sea cual sea la respuesta, creo que la averiguaré por mi propia cuenta, al comenzar mi nueva vida como Kassy en compañía de su querida amiga Catalina.
Créditos a quien correspondan.

martes, 3 de diciembre de 2024

Mi vida como... maestra sustituta

    Cuando mi hermana enfermó gravemente y me pidió que tomara su lugar dando clases en su universidad me pareció una locura, sobre todo la parte donde yo me convertiría en ella usando una especie de pendientes que al ponerme cambiarían mi sexo y me transformarían en una copia idéntica de ella. En el momento que ella me dijo su idea no creí en absoluto en ella, parecía una tontería, no había forma de que eso fuera posible, pero después de mirarme al espejo tras ponerme los pendientes, no había parte de mi cuerpo que no fuera completamente idéntico al cuerpo de mi hermana; ahora tenía el mismo largo cabello negro azabache, con las mismas facciones que ella, igualando su altura y hasta me pude percatar que tengo el mismo lunar que ella tiene en el trasero; me veía como una copia viviente de mi hermana, por no mencionar que también tenía muchas de sus habilidades; caminar en tacones, maquillarme y sus dotes como maestra eran algunas de las cosas que noté al poco tiempo de haberme convertido de pies a cabeza en mi hermana.
    A pesar de todos estos asombrosos beneficios, había una extraña sensación en mi cuerpo, como si hubiera algo malo o no me diera cuenta de algo importante después de convertirme en mi hermana. Sin embargo, pensé que solo eran imaginaciones mías que no podía controlar, y que lo mejor en ese caso sería ignorar esos pensamientos para no afectar mi "trabajo" como maestra en la universidad.
    Así que una vez acepté que los pendientes me transformaron en una copia idéntica de mi hermana, me puse la ropa que ella eligió; ropa interior sencilla pero vergonzosas, pantimedias negras, una falda ajustada y un saco del mismo color, junto con una blusa blanca, tacones oscuros y un repuesto de sus anteojos que ahora necesito para ver a la perfección. Incluso una desventaja como la mala visión de mi hermana fue copiada por los pendientes, y en consecuencia debía usar los lentes con la misma graduación que utiliza mi hermana.
    Después de vestirme y tener el visto bueno de mi hermana con mi apariencia, estaba listo para ir a la escuela e impartir las clases del día, notando una vez más lo natural que parecía todo esto para mí. Aunque al entrar a la universidad me sentí nervioso de que alguien descubriera que soy un impostor, eso nunca sucedió, pasando inadvertida por muchos estudiantes y recibiendo saludos de mis alumnos y otros profesores mientras caminaba hacía mi salón de clases. Mi cuerpo actuaba natural, casi por si solo, así que todo lo que tuve que hacer yo era seguir la corriente lo mejor posible para dar clases a unos jóvenes universitarios que son mucho más tranquilos de lo que podía haber imaginado, la mayoría prestaba atención a la clase y aunque podía escuchar a algunos hablar entre ellos o hablar sobre mí, preferí dejarlo pasar para evitar algún escándalo durante la lección.
    No es que me hiciera feliz, pero sé lo bella que es mi hermana y no me sorprendió que algunos de sus estudiantes murmuraran sobre ella y como desearían tener una oportunidad con ella. Sin embargo, lo que realmente me sorprendió es que estas intenciones no venían solo de los estudiantes masculinos, también había una joven en los primeros lugares del salón de clases quien en silencio no paraba de mirarme, en más de un momento parecía que estaba fantaseando y su mirada no era tan discreta como ella imaginaba, cada que yo me daba la espalda para escribir algo o pasaba de un lado a otro en el salón, podía sentir su intensa mirada sobre mi hasta volver a girar, momento donde ella se agachaba y fingía escribir algo en su libreta.
    Sabía que no debía hacer una escena, no tenía que montar un escandalo ni avergonzarla frente a la clase, pero a pesar de todos esos pensamientos, no me pude resistir a pedirle un momento a solas cuando terminó la última clase.
-Señorita Aiko Haruki-san ¿Podría explicarme a qué se debe su atención en mí, señorita? Si tiene un consejo para que pueda mejorar mi clase mejore estoy dispuesta a escucharlo. En especial si su consejo evita que este tan distraída como hoy lo estuvo usted durante todo el día-
    Mis palabras firmes pero amables sonaban como un sermón típico de mi hermana, cruzándome de brazos a una corta distancia de la estudiante que parecía cada vez más nerviosa y sonrojada por mi sola presencia.
-Lo siento mucho, Akeno-sensei. Tal vez estaba un poco distraída, pero intentaba prestar atención a la clase-
    Al escuchar esas palabras negué con la cabeza, viendo por completo a través de la mentira de ella y llamando de forma cuidadosa su atención una vez más.
-Disculpe, señorita. Considero que usted no estaba prestando atención a mi clase, me estaba prestando atención a mí, ¿Estoy en lo cierto?-
    Cuando dije esa pregunta, Aiko se sonrojó todavía más, agachando la cabeza y evadiendo mi mirada como si su vida dependiera de ello.
-De verdad lo siento, Akeno-sensei...¿Es que que?-
    Su voz temblaba, sujetaba sus manos como si estuviera rezando y evitaba aún más hacer un contacto visual. La chica se veía linda, pero sin duda se veía muy avergonzada, mucho más de lo que podía esperar, pensé que solo estaba nerviosa como cualquier alumno con temor a ser reprendido por su maestro, pero la reacción de Aiko era difícil de ignorar, parecía que saldría corriendo o se pondría a llorar en cualquier momento lo cual me preocupó.
-Esta bien, Haruki-san. No estoy molesta con usted, solo intente prestar más atención en la próxima clase, ¿de acuerdo? Es todo lo que quería decir, ya se puede retirar-
    Solo quería saber que sucedía con ella, no quería hacerla pasar un mal rato y mucho menos meter en problemas a mi hermana con una de sus alumnas. Lo mejor que pude pensar fue en una retirada para evadir el conflicto y ahora sí hacer como si nada hubiera pasado, yo estaba lista para retirarme, dándole la espalda a la chica para salir del salón de clases, cuando un fuerte agarre en mi muñeca me detuvo y me hizo girar para ver la cara de la estudiante.
-¡Lo siento mucho, maestra Akeno! Y-yo... y-yo no puedo dejar de prestarle atención a usted, p-porque... p-porque... ¡porque yo estoy enamorada de usted, Akeno-sensei!-
    El cambio tan repentino en la chica me dejó sin palabras, hasta hace unos momentos parecía al borde de las lágrimas, tan pequeña e indefensa como una niña pequeña. Y a pesar de eso, ahora estaba de pie, sujetando mi mano y mirándome a la cara mientras se confesaba a mi, o mejor dicho, se confesaba a mi hermana.
    ¿Cómo había pasado esto? Mi hermana es una persona muy seria y profesional, ella nunca intentaría algo con uno de sus estudiantes, incluso si ellos coqueteaban o se confesaban, ella rechazaría a cada chico en su camino, mi hermana nunca ha tenido problemas en rechazar los sentimientos de los hombre... oh, ya veo. Eso tiene sentido.
    Mientras yo procesaba el descubrimiento que acaba de hacer sobre mi hermana, mi cuerpo ya había tomado la iniciativa, tomando por sorpresa a la estudiante y a mi que no podía controlar del todo mi cuerpo transformado.
    Mi cuerpo puso una sonrisa, acarició la mejilla de la estudiante y de forma cuidadosa pero dominante la arrastró de vuelto a su asiento de clases en frente del resto del salón. La joven parecía muy sorprendida y no sé resistían a nada de lo que estaba sucediendo, mientras que yo estaba más que sorprendido pero no podía hacer algo para detener a mi cuerpo, pues tal como había estado sucediendo durante gran parte del día, mi cuerpo se movía de una forma tan natural e instintiva, que intentar hacer algo diferente era completamente rechazado por mi cuerpo, dejándome atrapado como un espectador de lo que estaba sucediendo.
-Akeno-sensei que esta-
-No digas ni una palabra, señorita Aiko, ¿Entendido? No interrumpas a tu maestra cuando está dando clases-
    La muchacha detuvo por completo sus palabras ante la forma segura y dominante de hablar que ahora usaba mi cuerpo, el cual sujetó el apuntador de madera para el pizarrón y lo colocó cuidadosamente sobre los labios de la joven Aiko, quien con una mirada llena de sumisión, estaba nerviosa pero lista de aceptar lo que sea que pudiera pasar con su docente.
-Por desgracia, Aiko-San. No puedo corresponder tus sentimientos, no mientras seas mi alumna. Aunque tu confesión fue encantadora, tengo que decir que no... de momento-
    Yo estaba sorprendido por las palabras que salían de mi boca, la estudiante también parecía muy sorprendida y lista para responder, algo que mi cuerpo evitó al seguir sosteniendo la vara sobre sus labios y acortar la distancia entre nosotras cuando una de mis piernas se colocó sobre la silla donde Aiko estaba sentada, moviendo de forma juguetona la falda de la universitaria en completo estado de sumisión.
-Ciertamente te tengo un cariño muy especial, ¿Cómo no voy a adorar a mi estudiante estrella? Sin embargo, voy a rechazar tus sentimientos hasta que te gradúes de esta escuela, y más te vale ser de las mejores en tu generación, no quieres decepcionarme, ¿o si?
    Podía sentir el aroma de Aiko mientras mi pierna se divertía al jugar con el borde de la falda ajena de una tímida chica que aceptaba todo lo que se le hiciera.
-No solo eres inteligente, eres toda una belleza que sabe ser discreta con su cuerpo, y espero puedas ser igual discreta que tú maestra si de verdad esto es lo que quieres. Ya no eres una niña, Aiko, pero estaremos en problemas si alguien nos descubre, así que tendrás que saber guardar muy bien tus sentimientos, y este secreto, ¿Estas dispuesta a ello, Aiko-chan?-
    Después de un montón de insinuaciones de lo más directas, finalmente retiré el apuntador de madera de los labios de la chica, una que estaba aún más roja que nunca, su rubor era exagerado en estos momentos e incluso al taparse la cara no podía ocultar lo apenada que se sentía, y que aún sintiéndose de esa manera, pudo dar una respuesta inmediata a lo que mi cuerpo preguntaba.
-Lo aceptó, maestra…. sea lo que sea que usted quiera, yo lo aceptaré, maestra. Y-yo... yo de verdad la amo Akeno-sensei, no solo por ser una mujer fuerte y hermosa, también estoy muy agradecida por todas las veces que me ha ayudado y ha sido amable conmigo. Me costó mucho aceptarlo, pero una vez que me di cuenta, no puedo evitar está emoción y estoy muy feliz de finalmente decirle como me siento, Akeno-sensei. Si es lo que debo hacer para estar con usted, ¡Me esforzaré en ser la mejor de mi generación! Y una vez que terminé la universidad, volveré a confesarme y pedirle que sea mi novia para siempre, Akeno-sensei-
    Esa declaración fue aún más asombrosa y sentimental que la anterior, mi cuerpo controlado por los deseos de mi hermana también se vio sorprendido por un momento, pero solo fue por un breve momento antes de volver a sonreír y mostrarse con la misma confianza dominante que tanto encantaba a la joven Aiko.
-Y-y-yo s-seré discreta, maestra, ¡Se lo prometo! Guardaré bien mis sentimientos hasta que los pueda corresponder... y guardaré con cariño para siempre todo lo que usted quiera darme, Akeno-sensei. Soy suya, amada profesora-
    Con una mirada suplicante en su rostro, la estudiante aceptaba con amor guardar todos los secretos que su maestra tuviera para ella, lo cual hizo que mi cuerpo reaccionará una vez más para poder otorgar un momento que la estudiante pudiera recordar firmemente hasta el lejano día en que ella completará sus estudios universitarios. Si antes no podía moverme o controlar mi cuerpo, la sensación ahora era mucho peor, incluso ser un espectador era difícil puesto que de forma instintiva mi cuerpo que copiaba a mi hermana, actuó.
Créditos a quien correspondan.
    Un mes ha pasado desde que empecé mi vida como maestra sustituta y puedo decir que no he tenido ni un solo momento descanso; mi hermana ha mejorado mucho su salud pero sigue necesitando cuidados que le doy y daré alrededor de otros 6 meses más, ella prácticamente se ha perdido el año escolar por culpa de su enfermedad, pero estará mejor el próximo ciclo escolar. Hasta entonces, yo soy la maestra Akeno y no encuentro momento para descansar entre los cuidados que doy a mi hermana, la preparación de mis clases, las evaluaciones parciales y por supuesto, la entrega de calificaciones finales. Puede que estoy haya comenzado como un cambio temporal, cosa de apenas unos días, pero mi transformación se ha prolongado por mucho más tiempo y eso ha traído muchos cambios en mi vida fingida como Akeno-sensei.
    Recuerdo que los primeros días tan pronto como llegaba a casa me quitaba los pendientes y la ropa de mi hermana para volver a la normalidad, volver a ser hombre y sentirme cómodo en mi cuerpo verdadero. Sin embargo con el pasar de los días comencé a dejarme los pendientes en casa, incluso he dormido con ellos puestos, por lo que cada día me acostumbro más y más al cuerpo de mi hermana, y por ende a sus deseos. Mi hermana ha comentado algunas veces que ya parecemos gemelas viviendo en la misma casa y compartiendo la ropa, pero intento no prestarle mucho atención a esos comentarios que son más que verdaderos, desde hace días es como si solo vivieran dos mujeres en este lugar, algo que realmente no me desagrada.
    Mi día a día como maestra universitaria puede ser realmente agotador, y en casa lejos de relajarme, tengo más trabajo al cuidar de mi necesitada hermana, hay días que en cuanto llegó a la cama, caigo dormida hasta el siguiente día. Por fortuna, cuando no estoy tan agotada, tengo una forma muy buena de aliviar el estrés y relajarme en mi apretado día a día, en compañía de una persona que se ha vuelto cada vez más especial para mi.
-Me sorprende que compraras un uniforme de mi talla para usarlo después de la clase, mi adorable Aiko-chan tiene gustos peculiares, ¿no te avergüenza ser tan descarada con tu maestra?-
    Pregunté de forma juguetona para meterme un poco con ella mientras le modelaba el uniforme de la universidad que ella había comprado para mi. No pensé que a mi edad volvería a usar un uniforme escolar, menos uno de mujer, pero por tener contenta a mi linda estudiante, haría lo que fuera.
-No se burle de mi, maestra... S-solo pensé que sería muy lindo verla con el uniforme: usted es hermosa, y estoy segura de que muchos estudiantes pensarían que usted es una alumna más por lo joven y bella que es, Akeno-sensei.
-¿En serio? Yo diría que todos se darían cuenta, o al menos pensarían que me he quedado algunos años extra en la universidad-
    Respondí al tirar de su cabello para provocarla, dejándome ver como todo su cuerpo se estremecía, su rostro se sonrojaba y su mirada mostraba lo ansiosa que se sentía por compartir este momento donde la hice sentarse sobre mi regazo; sentir su piel desnuda contra la mía, nuestros muslos rozando de forma directa y nuestros pechos tan cerca los unos de los otros; todo era tan emocionante con ella, tenerla tan de cerca me encantaba, en especial cuando Aiko ponía esa expresión tan sumisa y suplicante de más del amor que yo le pudiera brindar; a su manera Aiko se volvió irresistible para mi, y aunque intento mantenerme fiel a nuestra promesa, en ocasiones es difícil que ambas podamos controlarnos.
    Aiko-chan, mi pequeña alumna estrella ha sido mi compañera leal todo este tiempo, ha cumplido su palabra y nadie sospecha nada de lo nuestro, ha vuelto a concentrarse en mi clase y sus ya buenas calificaciones están cerca de la perfección. Aiko ya era una de las mejores alumnas de la universidad, pero desde nuestro primer encuentro, no hay quien pueda competir con Aiko-chan, quien se ha coronado como la mejor estudiante de la universidad. Y como recompensa a sus arduos esfuerzos, muy de vez en cuando, tengo asesorías extras con ella donde "refuerzo" y "recompenso" toda su dedicación con cariño, con abrazos, con besos, con regalos e incluso pasando el tiempo juntas. A pesar de los deseos intensos que tenemos la una por la otra, hacemos lo posible para controlarnos en la escuela, rozando peligrosamente con romper nuestra promesa en más de una ocasión.
    Aiko es una chica buena, de corazón puro y que siempre intenta dar lo mejor, en todo este mes con ella me ha dejado claro que sus sentimientos son sinceros y que no dejará de esforzarse hasta el día en que podamos ser una pareja de manera oficial. Esa determinación me encanto, pasar el tiempo con ella es agradable, y aunque ahora soy capaz de controlar un poco mejor los deseos de mi cuerpo convertido, muchas veces decido seguir la corriente para pasar el rato con mi querida Aiko.
    Además de eso, aprendí que no debía dejarme engañar por ella, su cara es linda como muy pocas, es tímida y reservada, hacerla sonrojar es muy sencillo y claramente disfruta de ser dominada en cada ocasión. Sin embargo, su lado sumiso puede ser algo sorprendente a veces; la primera vez que le jale el cabello fue un accidente tonto de mi parte pero ella respondió con un gemido y una mirada suplicante en vez de enojarse o pedir que pare. Desde entonces me di cuenta que hay muchas cosas un poco subidas de tono que ella disfruta demasiado, por no decir que sus peticiones son apasionadas y no pueden ocultar en absoluto lo que ella desea, como ahora que me hizo vestirme de colegiala y acariciar su cuerpo mientras ella esta sobre mi regazo, provocando que me abrace con fuerzas mientras mueve sus caderas para restregar su cuerpo contra el mío, suplicando porque le hable de una manera dura para que ella ponga una expresión aún más sumisa en su cara y sea todavía más obediente de lo que ya es. Aiko es muy intensa, y eso me encanta de ella.
    Sin duda he comenzado a tener sentimientos reales por ella, ya no solo mi cuerpo la desea, yo también la quiero, y aunque tengo medio año para encontrar una solución a esto, probablemente me quede como mi hermana para hacer mi vida con Aiko. 
    Los detalles sobre el futuro no me parecen tan importantes por ahora, en estos momentos solo puedo pensar en mi linda Aiko, lo feliz que ella se ve por haber cumplido su capricho, lo emociona que esta al frotarse contra mi sentada en mi regazo y una creciente tentación de cumplir nuestra promesa un poco antes de lo previsto.
-Akeno-sensei... ¿No he sido una buena chica? Si quiere que le ruegue eso haré, pero dese prisa, por favor. No me haga esperar mucho tiempo-
    Maldición, estaba tan concentrada en mis pensamientos que Aiko ya casi llegaba a su límite, y por muy sumisa que ella sea, también dice lo que quiere, y en estos momentos me quiere a mí, pero incluso al morirse de ganar por estar conmigo, ella sabe que la maestra soy yo y quien pone las reglas soy yo. 
    Seré buena con ella, la mimaré un poco más que de costumbre, la dejaré de disfrutar verme con un uniforme idéntico al suyo y le daré una pequeña muestra del amor que siento por ella al corresponder sus deseos, dejándole en claro una vez más que todo lo que hacemos ahora no se podrá comparar al día que yo deje de ser su profesora para finalmente ser una amorosa pareja libre de restricción. Pero hasta que ese día llegué, ella tiene que dar las gracias a su maestra por todo lo que le puede dar.
Créditos a quien correspondan.

martes, 13 de agosto de 2024

El otro lado

-¿Le gusta su bebida, mi señorita?-
    Preguntaba con su reconfortante y amorosa calma Mukuro en cuanto probé el té que ella me preparó a la hora habitual.
-Perfecto como siempre, no podría esperar menos de ti-
    Dije de forma pensativa un elogio que ella respondió con una sonrisa y una reverencia, permitiéndome dar otro sorbo a mi té antes de armarme de valor y añadir.
-Mukuro, es una orden: siéntate a tomar el té conmigo-
    Si lo pedía por favor o amablemente ella declinaría mi invitación, ya lo había intentado, así que cuando lo ordene ella pareció pensarlo solo un momento antes de asentir, tomando asiento frente a mi y sirviéndose un poco de té para acompañarme a la mesa.
-Con su permiso, señorita-
    Mukuro levantó la tetera, sirviendo en su propia taza un poco de té y ofreciéndome más té a mi, algo que acepté.
    Por un momento el silencio invadió la sala de estar donde frente a frente, ninguna decía palabra alguna, al menos hasta que mi sirvienta dio el primer paso.
-Disculpará mis pensamientos, pero me atrevería a pensar que su invitación a la hora del té no es tan inocente, ¿No es así, señorita Petra?-
    Pregunto con total calma mi sirvienta tras dar un sorbo más a su bebida, yo también bebí un poco más, y a diferencia de los elegantes gestos de Mukuro, yo tomé la taza con un poco de fuerzas y bebí hasta terminar todo el té antes de hablar.
-Correcto, no es una invitación tan noble como te gustaría, Mukuro-
    A pesar de esa advertencia, Mukuro no dejó de sonreír. De hecho, intento servirme un poco más de té, algo que acepté una vez más, como si el té fuera capaz de hacer más sencilla la conversación que estaba por comenzar.
-Muy bien, mi maid. Tenemos que hablar, tú quieres que sea una chica pero eso jamás pasará. Yo estaba bien como hombre, y con todo respeto, no necesito de una maid, solo quiero seguir mi vida tal y como era antes: siendo un hombre, empezando a trabajar en el lugar de mis sueños, viviendo solo por primera vez y afrontando todo lo que venga por mi cuenta, no con una sirvienta que resuelva mis problemas-
    No gritaba, no era grosero, de cierta forma no quería lastimar a esta sirvienta delante mía que ha cuidado de mi con dedicación las últimas semanas, al punto que ser mimado o dependiente de ella es un temor con el que a veces llegó a soñar. No quería desquitarme con Mukuro por todos los problemas que comenzaron en cuanto comencé a vivir solo, sin embargo, ella está muy relacionada con todos esos problemas, por no decir que no sé nada de ella y quizás hasta ella misma podría ser la responsable de que yo me haya convertido en mujer.
-Estoy muy agradecido por todo lo que has hecho. Debo admitir que me dabas algo de miedo cuando te conocí, y pensar que no me puedo deshacer de ti a veces me preocupa, pero creo que si quisieras lastimarme ya lo hubieras hecho. Eres una sirvienta leal y atenta, recuerdas todo lo que digo, me ayudas demasiado y simplemente no puedo estar molesto contigo. Al menos no del todo-
    Me queje abiertamente sobre mi cambio de cuerpo, también compartí mis preocupaciones con Mukuro, y aún con ello, mi doncella implacable permanecía tranquila, dando elegantes y cuidadosos sorbos a su taza de té mientras me escuchaba.
-¿No te das cuenta de que yo estaba bien como hombre? Sí, quizás era algo preocupante vivir solo pero estaba listo para afrontarlo, quería vivir mi vida como quisiera, podía hacer lo que yo quisiera y superar esas consecuencias. Tú estás bien como estás, y yo estaba bien como estaba, esa es la realidad-
    Por un momento me detuve a pensar para organizar mis ideas, notando que Mukuro me servía un poco más de té al que di un trago más antes de volver a hablar.
-Lo siento, pero en conclusión: Muchas gracias por todo, pero no es lo que yo deseo. Creo que no puedes darte cuenta de que yo estaba bien con mi vida antes de ti, no necesitaba ver el otro lado de la moneda para saberlo, y ahora que estoy del otro lado, mantengo mi decisión de que no es lo mejor para mí. No estaba atrapado, ni necesitaba ayuda o algo por el estilo, estaba muy bien con mi vida que me arrebataste, y me gustaría recuperar eso que perdí cuando llegaste aquí-
    Mukuro no dejaba de mirarme en silencio, lo cual solo me dio la oportunidad de terminar con todo lo que quería decir.
-Con todo respeto, ser una chica bonita te lo dejó a ti, pero ese otro lado, no es algo que me interese seguir explorando a mi-
    No estoy seguro de en que momento me puse de pie, una vez más sin gritar, sin insultar o ser grosero de forma intencional, tratando de mostrarle mi punto de vista, el lado que yo conocía y quería para mi vida a está sirvienta de cabello azabache que solo me veía con su mirada serena e implacable en cada situación, incluso en está donde se dio una confrontación directa de mi parte.
    Con todo lo que dije esperaba una respuesta, ver aunque sea un poco emocional a mi doncella, quien sin borrar su hermosa y tranquila sonrisa de su rostro, me veía mientras seguía con su bebida. Yo quería hablar de mi problema, quizás hallar una solución o cuando menos tener una reacción más sentimental de mi maid, que al no conseguir, pensé en llevar más lejos, siendo interrumpido por ella justo en el momento perfecto, rompiendo el incomodo silencio con el sonido de su taza de té descansando sobre su plato de porcelana.
-Santo cielo, ya veo que la hora del té no sería tan hermosa como esperaba... disculpe usted, mi señorita, ¿Ya ha terminado con su diatriba?
    Tal como lo imaginaba, no era grosera, no levantó la voz, no se veía furiosa, ni triste ni de alguna forma incómoda con la situación que con su amable sonrisa parecía lista para abordar después de tanto tiempo evadiendo el tema. Incluso en está situación, ella sabía como comportarse y hacerme sentir peor a mi por como yo me comportaba.
-De ser así, me preguntaba, ¿Usted me permitiría hablar?-
    Era obvio que la dejaría hablar, en mi opinión ni siquiera debía de pedirme permiso, pero Mukuro pregunto eso con amabilidad al mismo tiempo que servía más té en lo que esperaba mi respuesta.
-S-Sí... la idea era que hablaras así que no tengo problema, puedo soportar lo que sea que me tengas que decir-
    Mi respuesta fue algo temblorosa, sin creer que esta conversación finalmente había llegado, preparándome física, emocional y mentalmente para lo que sea que de aquí pudiera surgir.
-Puedo comprender un poco de como es que se siente, al igual que puedo comprender un poco sobre porque miente-
    La declaración de Mukuro me tomó por sorpresa, y aunque moría por preguntar sobre a que se refería ella, permanecí en silencio para que pudiera continuar hablando tal como ella me permitió a mí.
-¿Sabe, señorita? Han pasado algunas semanas desde que estoy a su servicio, y a pesar de ello, usted todavía es incapaz de responder a mi pregunta habitual, ¿La recuerda?-
    Sin tener ánimos de interrumpir a Mukuro, solo asentí con la cabeza, algo que hizo sonreír a mi doncella.
-Permítame ser directa y decir lo que pienso: Considero que usted ya sabe cual es la respuesta a mi pregunta habitual, sin embargo, aún no está lista para aceptarlo. Si no es mucha molestia, me gustaría saber ¿Qué le impide ser honesta con lo que realmente desea? No tiene nada de malo admitir que disfruta de su nueva vida digna de una princesa bajo mi cuidado-
    Mukuro hablaba con confianza, como si estuviera dando catedra a un niño, explicando de forma sencilla algo que todavía no termina de comprender, lo cual lejos de ayudarme me hizo sentir más avergonzado. Está vez estaba listo para interrumpir, pero mi maid de cabello oscuro no lo permitió al seguir hablando.
-Además de por su orgullo, ¿Por que quiere tanto volver a ser un hombre? Quiero decir, nadie en su vida recuerda que usted haya sido un chico, y aún así lo tratan como siempre, ¿O acaso me equivoco y alguien más que yo lo trata de una forma especial? Hasta donde yo tengo entendido: su familia, sus amigos y sus compañeros de trabaja tratan a mi señorita Petra, tal y como trataban a Pete-
    En cuanto ella dijo esas palabras, intente desviar la atención a mi taza de té, una que de nuevo estaba vacía, y que de nuevo mi atenta maid lleno para mi sin descuidar en lo más mínimo nuestra conversación.
-Por si eso fuera poca cosa, responda por favor. Señorita, ¿Usted no se siente más libre de está manera?-
    Su pregunta realmente me sorprendió, tomándome más tiempo del que imaginé para pensar una respuesta, momento que Mukuro aprovecho para ponerse de pie y recorrer con confianza y tranquilidad toda la habitación.
-Ya veo. Entonces, si mi señorita no pudo responder esa pregunta, me parece que está pregunta tampoco la podrá responder: ¿Por que le da miedo tener libertad? Es normal tener miedo a lo desconocido, pero usted ha estado conociendo cada vez más el otro lado, y aún con ello, le tiene miedo. No, una vez más no es eso, a usted le da miedo comenzar a disfrutar estar del otro lado, le da miedo y pavor disfrutar de haber sido convertido en una señorita, ¿O me equivoco?-
    Toda la piel se me erizo ante la conclusión de Mukuro, quien sin dejar de ir a un lado a otro al hablar, seguía con su discurso que desarmaba por completo al mío.
-¿Usted de verdad quiere ser chico o solo es su zona de confort, señorita? No es bueno quedarse en una zona de confort, eso destruye por completo los sueños, riesgos y fantasías que una persona pueda llegar a tener. Si usted de verdad lo quiere, puede volver a ser hombre, será el rey de lo convencional, aburrido y tradicional una vez más, o si lo prefiere, puede tomar un riesgo por una vez en su vida y aceptar el otro lado con una vida hermosa, colorida y llena de libertad como una chica. En ambos casos, solo tiene que decirlo-
    Mukuro con su hermosa sonrisa me extendió la mano, ella parecía hablar en serio y sin ninguna clase de malicia, sin embargo, esas palabras dichas de verdad me irritaron, lo suficiente como para no estrechar su mano e interrumpir el discurso de ella después de dudar tanto.
-¿Y qué te hace creer que no puedo tener todo eso como hombre, con mi vida tal y como era, y sobre todo, sin tu presencia, sirvienta?-
    Lejos de molestarse, ser vulgar o levantar la voz tal como me sucedió, mi doncella solo sonrió como siempre hace, usando unas palabras precisas que se sintieron peor que una bofetada.
-No se ofenda, señorita. Si de verdad pudiera hacerlo, ni siquiera estaríamos hablando. Si usted tuviera algo de valor y determinación, seguiría siendo hombre y no nos hubiéramos conocido. Lleva toda su vida como un hombre, ¿y que decisión importante ha tomado? Ni siquiera vivir por su cuenta pudo hacerlo, y ahora que lo hace, depende de mi ayuda-
    Intenté ocultar una mueca de disgusto y dolor, sus palabras fueron directas en contra de mi sin detenerse en absoluto.
-Después de todo, señorita. Dígame, ¿Quién lava su ropa?, ¿Quién cocina todas sus comidas?, ¿Quién le ayuda a relajarse, ir por las compras, cuidar de la casa y todo lo relacionado a su día a día? Como le dije, no es arrogante llamarme la sirvienta definitiva, y contar conmigo en su día a día no solo le ha dado la oportunidad de concentrase plenamente en su trabajo, también le da la oportunidad de conocer más sobre su nuevo cuerpo de chica, le apoyo plenamente en sus decisiones, y en especial, soy la persona que evita que usted se sienta solo para que pueda disfrutar plenamente de su libertad-
    Al darse cuenta de que yo no tomaría su mano, Mukuro llevo esa misma mano hasta su mejilla, suspirando y tomando asiento como si estuviera agotada, algo fingido en mi opinión porque ella nunca parece estar cansada.
-Actúas como una sabelotodo, Mukuro-
    Reprendí con problemas cada vez más obvios para ocultar mis emociones, caso contrario de Mukuro que contesto.
-No lo sé todo, solo sé lo que sé, y para resumir: estoy bastante segura de que disfruta estar de este otro lado, sin embargo, todavía le da vergüenza admitirlo. No es problema para mi, como su doncella puedo esperar pacientemente hasta que usted este lista, señorita-
-Señorita, ¿A donde va?-
    No respondí al largo, bello y destructor punto de vista de Mukuro, solo le di la espalda para dejar la mesa. Ya estaba decidido, y si ella no se iba, yo me iba; solo renunciaría al trabajo, volvería a casa y con el tiempo buscaría la forma de volver a ser hombre; sí, ese era un plan perfecto para mi donde no necesitaba de la presencia de mi sirvienta, quien no se levantó de su lugar al verme marchar; todo lo que Mukuro hizo fue suspirar una vez más y dar otro sorbo a su té.
-Así que esa es su decisión: vivir en la miseria de la monotonía, el miedo y las expectativas que tienen los demás sobre usted, mi querida señorita. Siento pena por usted-
-¿No crees que ya has llegado demasiado lejos, Mukuro?, ¿Quién te dio el derecho de decir cosas como esas?-
    Pregunte lleno de frustración volviendo a mirar a mi sirvienta, quien sin dudar respondió.
-Usted por supuesto, lleva semanas buscando tener esta conversación y ahora que la tenemos, no puede responder a mis preguntas, huyendo de la realidad y negándose a aceptar, no mis palabras, negándose a aceptar sus verdaderos sentimientos-
-Si acepto ser una chica, seré un hazmerreír, sería humillante, sería una vergüenza, me sentiría débil y me convertiría en un payaso por el resto de mi vida-
-Quizás, pero también podría disfrutarlo, podría vivir un poco, podría ser feliz un poco, podrías tener la libertad y cumplir con todo lo que siempre ha querido, de una manera mucho mejor de lo que jamás hubiera imaginado. Está decisión, señorita, no se basa en lo que pensarán los demás de usted, se basa en lo que le haga sentir mejor a usted, y una vez más, después de un tiempo conociendo el otro lado, usted ya sabe cual es la respuesta a todas mis preguntas. Puede intentar mentirme todo lo que quiera, pero no le puede mentir a su propio corazón. Con todo respeto, no tengo mucho más que decir, ya he dicho todo lo que tenía que para está conversación, señorita Petra. Y lo que sea que usted decida, apoyaré por completo su decisión. Después de todo, usted siempre ha tenido la última palabra-
    Tras eso, Mukuro siguió bebiendo su té sin mirarme más, sin hablarme y sin tener la mínima intención de detenerme. Entonces, si llegamos a este punto, ¿Por qué estoy titubeando?
    Los segundos parecían eternos, mirando de reojo a la doncella que no se movía de su lugar mientras que yo daba pasos temblorosos hacía la puerta, solo para quedarme quieta unos instantes y volver a intentarlo. No tengo idea de cuantas veces lo intente, pero no salía del departamento, no podía dar ese paso, las palabras de Mukuro no dejaban de resonar en mi cabeza y entre más pensaba acerca de su discurso, más dudas y miedo tenía de salir por esa puerta.
-Debo confesar que tus palabras son buenas, pero quiero algo más a cambio de seguir siendo tu princesa-
-Es natural que busque una mejor oferta, ¿Qué es lo que usted quiere a cambio de seguir siendo su doncella?-
    Tras pensarlo un poco, caminando lentamente de regreso a la mesa donde Mukuro ya se ponía de pie, exigí.
-Un mes, acepto un mes siendo tu princesa. Después de eso, si lo ordeno, me dices todo de ti y me regresas mi vida como la conocía-
    Mukuro negó con la cabeza y respondió.
-¿Un mes? Lo considero poco tiempo, sea mi princesa un año y después vamos hablando-
-Mejor pídeme renunciar a mi vida, ¿No crees, Mukuro? Eso es demasiado, ofrezco dos meses-
-Si de verdad quiere todo lo que pide, un año no debería ser problema, señorita. No sé preocupe, seré amable y lo bajaré a diez meses-
-¡Para nada! Que sean cuatro y ya me estoy arriesgando-
-¿No piensa que el número ocho es hermoso? Me parece que ocho meses como chica será lo apropiado-
-Quizás seis meses cuando mucho-
    No sé en que momento lo hice, supongo que mi cuerpo reaccionó solo y cada vez estaba más cerca de Mukuro con quien negociaba un trato bastante inesperado para mi vida, el cual ella parecía lista para aceptar con su bella sonrisa en el rostro, sirviendo ambas tazas de té una vez más, tomando la suya con una mano y extendiéndome la mía con la otra.
-Seis meses y quince días. Sea lo que sea que usted quiera, señorita, le garantizo que tras ese tiempo, lo tendrá, ¿acepta?-
    A estas alturas, creo que la respuesta era bastante, bebiendo nuestra última taza de té y dándole la mano a mi doncella para formalizar nuestra promesa.
-Muéstrame ese otro lado del que tanto te sientes orgullosa, sirvienta-
-Será todo un placer, señorita-

lunes, 5 de agosto de 2024

Mi vida como... una princesa

-Ha~....ah..uh...Mukuro-
    Intenté decir sin que mi voz se oyera débil ni temblorosa, con poco éxito por la situación.
-Sí, mi ama-
-Huh...¿Podrías dejar de hacerme esto cada mañana?-
    Pregunte aún con la voz temblorosa, refiriéndome a lo que mi "nueva" maid me hacía estando encima de mi. Todos los días cada mañana ella me despierta y desnuda, para ponerme boca abajo y sentarse encima de mí, regalándome una hora de los masajes más eróticos y relajantes que jamás imagine experimentar. Cada día que despierto y gracias a las manos hábiles de mi sirvienta, Mukuro me hace sudar, me hace estremecer y también jadear por lo extremadamente bien que se siente "una simple manera de darme los buenos días", según sus propias palabras. Sin embargo, y por mucho que disfrute de está situación, también me siento culpable de lo que estoy viviendo, debido a que yo no soy la verdadera ama o señorita de Mukuro.
    Mi nombre es, o al menos era, Peter. Yo era un estudiante en mi último año en la universidad, algo realmente agotador pero que disfrutaba, en especial porque en cuanto saliera de la escuela, podría comenzar a trabajar en el sitio donde hice mis pasantías. Honestamente era como un sueño, tener un trabajo bien remunerado apenas terminar la escuela era una fantasía hoy en día, incluso tenía la posibilidad de mudarme a un apartamento cercano a mi nuevo trabajo. Solo que tenía una ligera preocupación.
    Supongo que no soy tan bueno estando solo, puedo hacer lo que sea necesario, pero al pensar en que mudarme me alejaría bastante de mi familia y amigos, era algo que me asustaba bastante. No era que no los volviera a ver nunca, solo que estar todo el tiempo en una casa sola, tener que tomar todavía más responsabilidades o tener que hacer viajes más largos para estar con quienes siempre han estado cerca de mí, no era algo que me emocionará bastante.
    "Si tuviera algo de compañía, sería mucho más fácil" recuerdo pensar más de una vez previo a tomar mi decisión, lo cual solo era un pensamiento, pues por mucho que me gustaría algo de compañía en un nuevo capítulo de mi vida, no podía arrastrar conmigo a mi madre o mi hermano, tampoco a mis amigos ni a nadie más. A pesar de como me sentía, no quería ser egoísta.
    "Sería mucho más sencillo si comenzará de 0" fue otra idea extravagante que tuve y rápidamente descarté pues por muy sencillo que pudiera sonar empezar como una persona nueva, tampoco estaba dispuesto a abandonar todo lo importante que tenía detrás.
    "Para prácticamente ser un adulto, quiero todo como un niño" un pensamiento más que recurrente cada que tenía una idea como las dos anteriores, y que siempre sucedían sin falta y en el mismo orden cuando intentaba aclarar mis ideas al caminar por el parque cerca de casa.
    El parque era enorme, con varios espacios para practicar distintos deportes, relacionarte, o tal y como yo hacía, simplemente caminar por una de las enormes zonas verdes por deporte o despejar tu cabeza. En mi caso pertenezco a ambos grupos dependiendo el día.
   Durante uno de mis habituales recorridos entre el pasto y los árboles, una pequeña flor llamó mi atención; era morada con rosa y azul, además tenía espinas, por no mencionar que era la única en su estilo cerca de ese lugar. Me atrevería a decir que conocía muy bien el parque, y después de tantos años visitándolo, podía estar seguro de lo exclusiva que era esa flor.
   Recuerdo pensar que era hermosa y totalmente fuera de lugar, por lo que intenté llevarla a mi propio jardín en casa; evite sin problemas sus espinas, quitando cuidadosamente la tierra para ver sus raíces y una vez que la separé, levanté cuidadosamente la peculiar planta con satisfacción.
   Ese día decidí mudarme al departamento cerca de mi inminente trabajo al otro lado de la ciudad, llevando conmigo todo lo que pude incluyendo mi maravillosa adquisición floral para comenzar un nuevo capítulo de mi vida, uno el cual descubrí venía con muchas letras pequeñas que nadie podría anticipar desde el primer momento en que desperté.
    Si tuviera que destacar el cambio más importante que he sufrido no sabría cual poner por encima del otro: no sé si es más impactante haberme convertido en mujer, o si es más impactante haber conseguido una leal sirvienta de alguna forma. Todo lo que puedo decir con seguridad, es que tras haber despertado el primer día en mi nuevo apartamento, lo hice como una hermosa mujer albina que tenía sobre de ella una poco expresiva sirvienta pelinegra que me masajeaba tal como ahora.
-Negativo, ama Petra. Usted necesita despertar todos los días en óptimas condiciones y sin ningún estrés, por lo que un masaje y un baño son la manera idea de comenzar "con el pie derecho" sus mañanas-
    A pesar del pánico o mis protestas, tal como hace ahora, Mukuro permaneció tranquila al explicarme como "nunca dejaría de cuidar de mí".
    El primer día fue el más sorpresivo y por mucho, dejando de lado que desperté con un cuerpo distinto a mi cuerpo de hombre, está chica de edad similar a la mía simplemente entró a mi habitación, me desnudó, me masajeó y comenzó a cuidar de mí tal como haría una sirvienta... una bastante intensa podría decir. Por mi parte, intenté echarla, insultarla, negociar o cualquier cosa que pudiera darme información de ella o de mi situación, a lo que no deja de repetir "Esto fue lo que se te concedió por tu deseo de la vida anterior".
   Desde entonces ha pasado una semana "normal", donde nadie salvo está sirvienta, es capaz de recordar quien era yo en realidad. Para todo mundo yo siempre he sido Petra, siempre he sido una chica y todos mis recuerdos o fotos o lo que sea durante toda mi vida, son exactamente los mismos con la diferencia de que ahora soy mujer. 
    Por un momento llegué a pensar que quizás fue un sueño o una rara alucinación, pero Mukuro sabe que yo era hombre, ella me lo dijo sin más explicación desde que la conocí, y tras una semana viviendo con ella, no he podido sacarle más información. Por supuesto que yo tengo mis propias teorías, pero quizás Mukuro sea la única persona en el mundo capaz de darme la verdad sobre que fue lo que me sucedió.
-Mukuro... apenas es lunes... el fin de semana hiciste todo por mí...ah.... además todavía no empiezo a trabajar. Aunque valoro mucho tu dedicación, no necesito de esto... por el momento...-
    Una vez más intente detener a Mukuro con palabras, pero tal como ha ocurrido toda la semana, ella sigue con su labor pulcra y sistemática, casi como una máquina.
-Negativo otra vez, ama. Mantenerla en un estado óptimo y relajado implicar no cambiar la rutina, por ende, seguir cuidando de usted tal como he hecho, es la solución ideal-
    Hablar con Mukuro era extraño, era lógica a más no poder, aunque sus acciones fueran irreales, no dejaba de sorprenderme lo contradictoria que puede ser ella, pero si le preguntas a ella: "No es ilógica o irracional, y no entender eso, denota una falta de comprensión en sus acciones", en otras palabras, lo que ella hace y dice es lógico a pesar de que no pueda parecerlo para otras personas.
-¿Al menos podrías decirme cómo llegaste aquí?-
-Por la puerta, naturalmente-
    Su directa y decepcionante respuesta solo me hizo suspirar para intentar reformular mi pregunta.
-Me refiero... ah... me refiero a ¿Cómo llegaste a mi departamento?-
-De la misma manera, ama. Usando la puerta-
    Las manos suaves, pequeñas y maravillosas de Mukuro sobre mi espalda me hacían estremecer, y casi que no podía enojarme con ella en estos momentos, pero en un esfuerzo de romper con este ciclo de preguntas donde ella responde sin decírmelo lo que quiero oír, se me ocurrió.
-M-Mukuro... te ordeno que me respondas de forma detallada y precisa ¿Cuál es el motivo por el cual te convertiste en mi sirvienta y vives conmigo?-
    La pregunta era un poco más formulada que de costumbre, y aunque no me gustaba darle órdenes a la sirvienta, muchas veces eso la obligaba a responder de una forma distinta. Puede que no cambie mucho su comportamiento, pero al menos me permite hablar un poco más con ella.
   Mukuro no respondió de inmediato, como pocas veces desde que la conocí, parecía estar pensando seriamente una respuesta que la hizo esbozar una ligera sonrisa.
-Porque usted me tomó y me lo ordenó, señorita Petra-
  Al escuchar esas palabras intenté levantarme para mirar a Mukuro, buscar más explicaciones, pensando en que era lo siguiente que podía preguntar para llegar a mi ansiada respuesta. Un plan que falló antes de comenzar pues con la fuerza necesaria, Mukuro me hizo volver a recostarme mientras sus manos tocaban puntos tan sensibles de mi cuerpo, que no podía oponerme a ella.
-Señorita Petra, usted sabe que no se puede levantar durante los "buenos días", y notó que está preocupada. Recomiendo encarecidamente dejar ese tema para después, de lo contrario, tendré que comenzar de nuevo con su masaje y retrasaremos todo su día-
    Toda esa palabrería elegante de Mukuro era su forma de decirme "no", ella puede negarse a todo tipo de cosas pero nunca utiliza la palabra "no" ante alguna de mis ordenes.
-Mukuro... si te obedezco y me relajo en el masaje, ¿aceptarías responder mis preguntas sobre el tema en otro momento? Responde, es una orden-
-Por supuesto, ama. Si usted colabora, lo menos que puedo hacer yo es apoyarla y obedecer todas sus solicitudes-
    Me respondió sin ninguna duda en su voz, ni mucho menos en sus manos que paseaban por lo alto de mi espalda hasta llegar a mis hombros, una zona especialmente tensa como mujer gracias... a mis nuevas medidas.
-Entonces es una orden: voy a colaborar contigo y relajarme para que tú respondas de forma coherente y apropiada para mi todas las preguntas que tenga sobre tu llegada a mi vida, y sobre mi cambió de sexo, ¿alguna objeción a lo que dice tu ama?-
   Pude ver de reojo como Mukuro negaba con la cabeza sin descuidar su delicada labor sobre mi espalda.
-Estoy a su completa disposición, ama Petra. Si es una orden debo cumplirla, y si usted pone de su parte, será todo un placer tener esa conversación más adelante. Por ahora y para cumplir esa orden posterior, me tomaré la libertad de enfocarme en hacer mi primera labor del día. Apreciaría dejar las palabras para después. Brazos arriba.
    Conteniendo un jadeo obedecí a Mukuro, quien daba más ordenes que yo sin importar quien era la que realmente estaba a cargo. Algo de lo que no me puedo quejar realmente, ya que ella aceptó hablar de lo sucedido una vez que termine con sus deberes diarias inamovibles.
-Señorita Petra, ¿Puedo hacer una recomendación?-
-Si quieres usar sobre mi ese ungüento extraño yo me rehusó-
    Mi sirvienta negó con la cabeza antes de responder.
-No me refería a eso, mi ama. Es una recomendación para nuestra futura conversación-
    Oír eso me hizo intentar mirar a Mukuro y cambiar de posición, lo cual ella de nuevo no me permitió.
-Si falla en su labor de relajarse y estar quieta. Me temo que yo fallaré en responder sus preguntas-
    Me reprendió con tranquilidad.
-Lo siento... por moverme y por interrumpirte, Mukuro. Adelante, me gustaría escuchar tu recomendación-
    Pensaba en que clase de idea o sugerencia podría tener ella, todos mis pensamientos giraban en torno al masaje, el baño o las actividades del día de hoy, por lo que oír la verdadera recomendación de Mukuro me tomó por sorpresa.
-Responder ahora sería sesgado y erróneo, por lo que aconsejo reflexionar y responder de forma apropiada más tarde. Con eso dicho, me gustaría recomendar que piense como responder a la siguiente pregunta: ¿Usted no está disfrutando su vida como una princesa?- 
    La pregunta de Mukuro fue algo que no había pensado, que me hizo preocupar y tensarme un poco, lo cual intenté controlar sin mucho éxito ya que ella siguió hablando.
-Presumir me parece inapropiado, sin embargo no es una exageración llamar a mis servicios "los mejores" o palabras más triviales como "dignos de la realeza". Prácticamente soy la sirvienta definitiva, y usted lo está disfrutando. Por lo tanto, no entiendo esa necesidad de preocuparse innecesariamente por su cuerpo pasada, por su vida como Pete, y esos pequeños cambios que tuvo que pasar para que eventos prometedores aparecieran en su vida. Tal como sucedió conmigo-
    Las palabras de Mukuro escondían algo detrás, ella definitivamente sabía algo más de todo lo que me sucedió, y quizás me estoy equivocando pero no parece negarse a ese conocimiento. No del todo.
-Mukuro... acaso tú...-
    Estaba por hacerle una pregunta más, estaba por pregunta si ella no entendía como me sentía, o que parte no comprendía. Si yo suponía lo que Mukuro creía, me atrevería a decir que mi sirvienta no comprende porque quiero recuperar mi antiguo cuerpo. Ella se estaba perdiendo de algo, y al intentar comprenderlo quería que yo pudiera explicarlo para ella.
    Al menos eso era la idea que tuve y que buscaba confirmar con ella, algo que no podría suceder hoy debido a mi fallo.
-Ama, usted está más tensa que el día que la conocí. Por desgracia, cuidar de su cuerpo es un evento más importante que la conversación que tiene en mente. Le aconsejó pensar en ello después, ya que en estos momentos, habrá otras prioridades que atender-
    Explicó de forma compasiva mi sirvienta, de quien no podía confirmar ni negar, que me había hecho preocupar a propósito para posponer la conversación.
-Mukuro.... ah... ah... lo prometiste-
    Intenté protestar sin controlar del todo mi cuerpo cuando Mukuro se concentró en hacerme relajar nuevamente.
-Y usted prometió relajarse, algo que falló, y que por ende rompe nuestra promesa por el día de hoy. Sin embargo, mantengo mi palabra de responder a esa conversación, el día que usted pueda cumplir su parte y me permita ayudar a que se relaje, mi señorita Petra-
    La explicación de Mukuro era sencilla, tan sencilla y honesta que hasta un niño lo podría entender, y que siendo completamente justos, ella tiene razón en que yo fallé el día de hoy, dejándome la oportunidad de volver a intentarlo el día de mañana.
-M-Mukuro... tú eres una-
-Señorita Petra, le recomiendo encarecidamente que se relaje y se mantenga en silencio. A menos claro, que desee comenzar con sus "buenos días" por tercera vez está mañana-
   Mukuro es tan buena a la vez que complicada, todavía no puedo lidiar bien con ella pero estoy seguro, o segura, de que algún día del mañana lograré sacarle la verdad a mi sirvienta para que yo pueda volver a la normalidad y le diga adiós a este cuerpo y está vida como de princesa.
Créditos en la imagen

sábado, 6 de julio de 2024

Mi vida como... oficinista

-Rayos este cuerpo es tan pequeño que es molesto-
Me decía a mí mismo estirando el brazo lo más alto que podía, dando algunos saltitos y tratando de estar en puntillas a pesar de tambalearme por mis tacones, haciendo todos esos esfuerzos que eran inútiles ya que no podía alcanzar la parte más alta de los estantes y anaqueles, obligándome a admitir que lo mejor sería usar una escalera como el resto de mujeres aquí en la oficina para llegar a lo más alto de esos muebles.
-Solo debo no caerme con los tacones... todavía no estoy acostumbrado...-
Un suspiro lleno de frustración salió de mis labios al mirar mis zapatillas oscuras, las cuales no domino por completo todavía y que ya me han hecho caer en más de una ocasión mientras intento caminar. 
-Aunque ahora que lo pienso, todavía no me he acostumbrado a nada de lo que estoy viviendo-
Un suspiro más pesado que el anterior se me escapó al pensar en la nueva vida que he estado viviendo, pasando de ser el jefe de la empresa a convertirme en una simple secretaria más de la oficina.
No puedo quejarme por lo que estoy viviendo, al menos no del todo, ya que verme como una mujer y tener un empleo tan básico en la empresa de mi familia, es algo que yo mismo me provoque.
Mi familia construyó esta empresa por varias generaciones, haciéndola crecer cada vez más y dejando los puestos importantes para los familiares con mejores habilidades, estudios, ideas e iniciativas para que el negocio siga creciendo. Sin embargo, aún teniendo las mismas oportunidades que el resto de mi familia, yo no tenía ni una pizca de sus posibilidades.
Honestamente siempre he sido torpe, muy torpe, además que los estudios no son mi mejor cualidad; mientras unos familiares tienen maestrías, doctorados o múltiples carreras universitarias, yo apenas terminé la preparatoria con calificaciones no muy buenas; durante mucho tiempo oculté eso e incluso mentí sobre tener una carrera en contaduría, algo que mi familia nunca cuestionó y me dejó el mejor puesto de la empresa para cuidar sus finanzas.
El trabajo era sencillo, cualquiera con conocimientos básicos de la carrera podría hacerlo, además que me asignaron un grupo de secretarias para asistirme en lo que necesitará, todo era como un sueño para cualquiera, menos para mí que cada día rezaba por no llevar a la quiebra a la empresa de mi familia.
Para soportar este puesto, me apoyaba mucho en mis secretarias, a quienes les dejaba a cargo de todas mis labores importantes mientas yo salía a divertirme o distraerme de cualquier asunto problemático en la empresa. 
Al comienzo me sentía como un genio al hacer que mis empleadas hicieran mi trabajo, pero con el pasar de las semanas mis secretarias comenzaron a renunciar. Pensé que no habría problema, así que contraté a más empleadas, solo para ver que ellas también renunciaban por la excesiva carga de trabajo que no era bien remunerada. 
Aún con todo eso, yo mantuve mi posición, dejando a mis empleadas a cargo de mis tareas hasta que fue demasiado tarde. Un día cuando entré a mi oficina, mi bisabuelo, el jefe actual de la empresa, ya me estaba esperando sentado en mi propia silla de jefe.
El abuelo fue muy directo conmigo, diciendo que mis antiguas empleadas fueron a quejarse con él por lo que yo estaba haciendo como su jefe, lo cual le hizo revisar mis documentos y títulos académicos para comprobar que yo no estaba ni cerca de estar capacitado para ser el jefe de las finanzas.
Mi bisabuelo había confiado en mi por ser familia, no dudó de lo que yo había dicho, y ahora que él estaba lleno de quejas y vio mi mediocre trabajo, no lo podía seguir ignorando. Incluso me dijo que no tenía problemas con una o dos quejas de antiguas empleadas, pero cuando no podía contar las quejas con los dedos de las manos, sabía que no podía seguir haciendo la vista gorda conmigo y lo desconsiderado que había sido con las empleadas. Resulta que mis secretarias no solo eran bonitas, también eran mujeres más que capacitadas para las labores de la empresa, y que al ellas decir que era un infierno trabajar para mi, mi bisabuelo estaba más que dispuesto a darme un castigo ejemplar por todas las idioteces que hice en tan poco tiempo.
Mi jefe me dio la oportunidad de hablar y desmentir alguna posible acusación de las empleadas, algo que ni siquiera intenté, aceptando plenamente la responsabilidad por mis tontas acciones.
El castigo obvio por lo que hice, fue perder mi empleo de forma inmediata. Lo que ni imaginé es que yo no sería despedido, más bien, fue degradado de jefe de finanzas, a secretaria.
Prefiero ahorrarme los detalles de que fue lo que me hicieron, solo diré que no le tomó mucho tiempo cambiar cada detalle de mi cuerpo y en una semana mis "vacaciones" ya habían terminado, dejándome lista para comenzar a trabajar en mi nuevo empleo.
Era vergonzoso y muy drástico el cambio que había vivido, la última vez en la empresa yo era el jefe de finanzas que vestía trajes lujosos y accesorios caros, coqueteaba con empleadas y era bien parecido, por no mencionar que era uno de los orgullosos miembros de la familia que la harían crecer en el futuro, o al menos eso es lo que se esperaba. 
En cambio, ahora que regresé a la empresa, lo hacía como una joven chica recién salida de la universidad, incluso me siento como una niña al tener un cuerpo tan joven; viéndome como una adolescente más que como una mujer, de estatura pequeña aún usando tacones, con un cabello largo que debo peinar cada mañana, además de un traje de oficinista ajustado y de una marca genérica que nunca imaginé tener que utilizar. Eso solo fue el inicio de muchos cambios que habría en mi nueva vida.
Mi nuevo cuerpo tenía pechos enormes que me estorbaban para hacer mis actividades diarias, estorbando todo el tiempo cuando quería escribir algo en la computadora, además que si acerco mucho los documentos contra mis pechos, en lugar de cuidarlos, los dejó ovalados e inútiles para muchos trámites por su mala presentación. 
Hablando de presentación, también debo cuidar mucho más mi imagen personal vistiendo como toda una señorita formal; mis piernas deben estar bien depiladas con cera para lucir bien con la falda ajustada, que aún si es linda de ver, no es para nada lindo tener que tirar de ella o tener problemas para agacharme en cada ocasión, siento que tarde o temprano voy a romper la falda al agacharme y estoy segura que en más de una ocasión algún compañero de trabajo estaba viendo demasiado cuando le daba la espalda, escuchando algún que otro murmuro de que la silueta de mi ropa interior podía verse cuando me agachaba por culpa de la falda; ese día sentí que moriría de la vergüenza, pero tristemente es algo a lo que me he tenido que acostumbrar y me volví un poco más cuidadosa con mis movimientos para no mostrar demasiado, y mucho menos tener romper la falda para dejar a la vista mi infantil ropa interior con estampados animados.
Ya me queje de los pechos enormes que no me dejan trabajar bien, lo incómodo que me resulta ser vista con estas faldas, lo problemático que es tener que usar tacones, y aún así, creo que lo más vergonzoso para mí es tener un rostro y actitudes tan infantiles dentro de la oficina, donde compañeros y jefes, están encantados de tratarme como a una niña dentro de la empresa. Odio tener que admitirlo, pero si tomamos en cuenta la experiencia o las edades, en definitiva soy la más pequeña dentro de este lugar.
Después de lo que viví en mis "vacaciones", me convirtieron en está mujer que apenas es mayor de edad, con un rostro lindo e infantil y que también era torpe, en serio muy torpe, haciéndome ganar la reputación de ser "la secretaria linda y tonta", "la niña que trabaja con nosotros", "la becaria patosa", "la chica torpe que muestra demasiado" y muchas cosas más que no puedo negar ni por mi aspecto, ni por la absurda cantidad de errores y descuidos que puedo cometer en mi día a día.
Hace poco hablaba con algunas de mis compañeras, quienes me tratan como a una hija más que como a una compañera, y todas ellas coinciden en que me convertí en alguien muy querida en la empresa sin la necesidad de ser una buena empleada. En otras palabras, no me reconocen por mi buen trabajo, más bien me reconoce por ser algo así como la linda mascota de la compañía en todos los pisos de la empresa. Por lo regular una o dos empleadas trabajan en un piso distinto para cada departamento, sin embargo, yo tengo que correr por los nueve pisos de la empresa llevando los documentos y apoyando en lo que sea que necesiten ayuda las empleadas más competentes, quienes terminan por ayudarme a mi en lugar de ayudarles yo a ellas.
Entre mis nuevas labores están escribir oficios para llevarlos de un lado a otro y que los firmes los jefes, llevar juegos de copias a todos los encargados correspondientes, enviar mensajes y recordatorios por todos lados, adivinar quien envió algún documento a imprimir y buscar al dueño para entregarlo, además de llevar los cafés y todo lo que quieran comer antes de una junta entre muchas cosas más que mi abuelo me pueda pedir para ganarme un salario de lo más básico.
Cuando vi mi nuevo cheque por primera vez, fui directo con el jefe para quejarme de un salario en contra de los derechos laborales, algo que hizo estallar en risa a mi bisabuelo que rápidamente me bajó los humos al decir que ese era un salario básico para mí, y que si quería ganar más dinero, tendría que mejorar en mi puesto. Quise protestar una vez más pero al oír que mi abuelo no está descontando de mi salario todo lo que rompo en la oficina, supe que lo mejor para mí sería quedarme callado sobre ese asunto y dar las gracias a mi familiar.
Con un salario tan bajo no podía sobrevivir como me gustaría, así que no había más opciones que trabajar arduamente como secretaria mientras también intentaba capacitarme de alguna forma; ya sea estudiando una carrera, con cursos o cualquier cosa que pudiera hacer en mis tiempos libres para elevar mis próximos cheques lo antes posible.
-Oye, Cinthia ten cuidado, baja de ahí yo busco lo que quieras-
Oí decir a uno de mis compañeros, haciendo que sus palabras me hicieran volver a la realidad y recordad que intentaba alcanzar una caja de la parte más elevada del mueble.
-No...yo puedo hacerlo...-
Le respondí a ese chico amable que siempre era atento conmigo, rechazando su gentil ayuda y aferrándome a la idea de que si me ponía de puntillas en la escalera, podría alcanzar esos documentos.
-No quiero molestarte, Cinthia pero no creo que sea buena idea. Por favor, deja que te ayude-
Insistió el chico diciendo mi nuevo nombre, pues para mi nueva vida como secretaria, también necesitaba una nueva identidad acorde a quien soy ahora, algo de lo cual se encargó mi abuelo mientras yo estaba de vacaciones.
-En serio... te digo que puedo hacerlo-
Decía con una voz temblorosa aún esforzándome por llegar a los documentos.
-¿Segura?-
-....completamente....-
Tras decir esas palabras, la escalera se tambaleó con fuerzas y yo cerré los ojos, estaba lista para caer contra el suelo pero en su lugar una fuerte mano rodeó mi cintura para mantenerme en mi lugar.
Ese chico actuó sin dudar, sujetando con una mano la escalera y con la otra mi cintura para que yo no me lastimará.
-¿Lo ves? Te dije que podía ayudarte, ¿estas bien?-
Me preguntó de una forma que me hizo sentir avergonzada, tal como una niña siendo regañada por no obedecer. En realidad, eso fue lo que sucedió, por lo que fue aún más vergonzoso.
-Sí... estoy bien... muchas gracias-
Respondí bajando de la escalera y agachando la cabeza, viendo frente a mis ojos los documentos que necesitaba.
-Toma, no hace falta que vuelvas a intentarlo. No me gustaría que salgas lastimada-
Su voz era amable, él sin duda se estaba preocupando por mí y darme cuenta de eso, me hizo quedar en blanco un momento como para responder.
-Entiendo... gracias otra vez-
Dije con un tono más tímido y una sensación por todo mi cuerpo que no pude describir.
-No agradezcas, es lo menos que puedo hacer por mi empleada novata. En cuanto termines con esos documentos, te necesito en mi oficina, quiero que saques unas copias y las repartas en toda la empresa, además de algunas otras cosas, pero no te preocupes-
Yo asentí con un poco más de decisión, dispuesta a cumplir con mis tareas, en especial con las de uno de mis tantos jefes que ya se iba de la habitación, no sin antes romper está mágica y nueva sensación en mí con una horrible realidad.
-Casi lo olvidaba, el jefe quiere verte-
Oír que mi abuelo quería verme me hizo poner una mala cara, que de inmediato hizo reír a mi guapo compañero y a mí me hizo estar más avergonzada.
-Lo siento, no fue-
-No te preocupes, no conozco a nadie que sea feliz de ser llamado por su jefe, pero no creo que sea algo malo.  Incluso si trata de despedirte, yo haría lo posible para que te quedes un poco más. Buena suerte-
Con una sonrisa tonta y un leve gesto de mi mano, despedí a mi compañero de trabajo que de nuevo me hizo sentir algo que no conocía y que tenía miedo de conocer.
Todo mi cuerpo temblaba y mi corazón se aceleró, tenía la mente hecha un lío del cual intente recomponerme dando palmaditas en mis mejillas para volver a enfocarme en mi labor. Ahora no soy el jefe y no estoy en posición de perder el tiempo, tengo muchas cosas que hacer y poco tiempo como para desperdiciarlo, en especial por las tareas nuevas que me dejó uno de mis jefes, y sobre todo, el pendiente de ir a ver a mi abuelo a su oficina para saber que es lo que quiere.
-Trabajo mucho para lo poco que me pagan, pero debo darme prisa antes de que me castiguen destacando mi salario-
Con ese temor en mente, sujeté los documentos por los que venía y estaba más decidida en seguir con mi adura y agobiante vida como oficinista, la cual por alguna razón, creo que no es tan mala como imaginaba.
Créditos a quien correspondan.