Me levantaba de mi cama por la mañana, aún cansada y un poco adolorida por la noche anterior, mis hombres habían jugado un poco rudo conmigo pero estaba bien, me dieron una noche maravillosa después de todo.
Sonreí al pensar en todo lo que hicimos, poniéndome una blusa que cubría hasta mi cintura y atando un poco mi cabello rubio ya algo descolorido por el pasar del tiempo.
-Ya han pasado algunos meses, otra vez, es momento de pedir dinero para ir a la estética por un retoque, tal vez también podría pedir para que me hagan las uñas-
Llegando al balcón del departamento para tomar un poco de aire fresco, también tomé uno de mis descolorido mechones rubios, seguido de mis uñas acrílicas que ya estaban perdiendo algo de color y decoración.
-Esta vida es tan simple y bella-
Me decías tras sonreír y dispuesta a disfrutar de la vista, hasta que sentí una dura nalgada que me haría sonreír aún más, volteando a mi derecha para ver quién era, aunque eso ya lo sabía.
Esa mano era de Jackson, de quien estoy perdidamente enamorada y con quien empezaba a hablar.
-Pensé que seguías dormido, no quise hacer mucho ruido-
-No te preocupes, ya estaba despertando cuando vi que venías hasta el balcón, ¿Qué tanto decías?-
Reí al pensar en todo lo que dije antes y que no dude en compartir con mi pareja, mientras me acercaba a él hundiendo mi rostro en sus bien trabajados pectorales.
-Qué necesito dinero para verme bonita~ quiero uñas nuevas y pintarme el cabello, ¿Puedo~?-
Jackson comenzó a reír y a dar suaves nalgadas en mi trasero, algo que era un buen presagio que yo bien conocía.
-Vale, lo que sea por mi princesa. Te daré dinero para que vayas por la tarde-
Sonreí nuevamente y le di un beso en sus labios, disfrutando de que mi capricho se iba a cumplir y del silencio que había, hasta que Jackson volvió a decir algo.
-¿No te hace falta nada más?-
-Creo que no, tengo comida para hacer u ordenar, también tengo mis productos de belleza y aunque tengo mucha ropa, sabes que nunca me molesta tener más~
-Bien, en ese caso-
-Hermano, ya basta de cumplir todos sus caprichos y tú, Alicia, deja de pedir todo lo que quieres-
Dee nueva cuenta sonríe, está vez al ser descubierta por Adam, quien al igual que su hermano, llegó dándome una nalgada en mi otra mejilla. A lo que respondí alejándome del pecho de su hermano para ponerme firme entre los dos, podía ser todo lo cariñosa que quisiera cuando estaba sola con uno de ellos pero si estaban los dos, debía ser imparcial.
-Buenos días, Adam, ¿Qué tal estas?-
Pregunté al mayor de los hermanos, que también es más alto, y que tiene un control mayor que Jackson.
-Estoy seguro que no te hace falta nada; tienes ropa, comida, entretenimiento y todo lo que consigues sacarle a ese tonto, no te hace falta nada-
-Solo me hace falta verlos más a ustedes~
Pedí sumisamente al hermano mayor que no dudó en ser tan estricto como siempre.
-¿Y eso a mi que? No es cuando tú quieras, se supone que todo esto es parte de tu castigo, ¿O acaso ya olvidaste lo que le hiciste a mi hermana?-
Por un momento mi sonrisa desapareció, recordando levemente lo que hace ya varios meses ocurrió.
Alberto estaba con una preciosa chica llamada Dulce, ella era atenta, lista, amable y mucho más, perdidamente enamorada de Alberto al punto de querer casarse.
Sin embargo, Alberto sólo la veía como una relación pasajera que acabaría cuando encontrará algo mejor, y tan pronto como encontró a una hermosa mujer, de cabello rubio y cuerpo bien dotado, Alberto abandono a Dulce para irse con aquella rubia sin siquiera dudarlo o pensarlo. Algo que fue apoyado por la amante para arruinar la débil relación de Dulce y Alberto.
Fue entonces que a los hermanos mayores de Dulce, no les hizo ninguna gracia lo que hizo Alberto, de quien se vengaron lo antes posible.
Tuvieron la fortuna de encontrarlo justo cuando estaba en una cita con su nueva pareja, por lo que al par de hermanos se les ocurrió un castigo como ninguno otro.
Y así, sin entender que había pasado tras su cita, Alberto despertó en un cuerpo de mujer, una rubia de grandes pechos y cadera, que por alguna razón le dolía la cabeza tan solo de pensar en cómo terminó así o cosas complejas, lo único sencillo en qué podía pensar era en verse bonita y tener felices a sus hombres; Adam y Jackson, quienes le prohíben salir de aquel departamento en donde vive, donde tiene todo lo necesario para su día a día, y donde cada tanto los hermanos iban a verla y satisfacerse con su cuerpo.
Eso ocurrió hace ya un tiempo y de alguna u otra forma, los tres se han acostumbrado a todo eso, me he acostumbrado a eso, y por eso mismo, fue que mi sonrisa volvió para responder a Adam.
-Adam, pensé que serias más listo que yo~ después de todo, fue el tonto y pervertido de Alberto quien le hizo esas cosas horribles a tu hermanita. Yo soy Alicia~ y me atrevería a decir que nunca les he dado problemas: obedezco todo lo que me digan, hago todo lo que me piden, nunca he intentado escapar o averiguar que le paso a Alberto. Perdón si arruine sus planes pero me gusta tener una vida simple y bella con ustedes dos, ustedes me hacen feliz-
Después de mis palabras di un beso y abrazo al buen Jackson para luego dar vuelta y hacer lo mismo con Adam, en quien me quedaría abrazando y dejando mi cabeza en su pecho durante algunos segundos donde reino el silencio, silencio que el mismo Adam rompió con sus palabras y una nueva nalgada.
-Nunca pensé en darte la razón en algo, pero creo que esta vez tienes un punto, esta vida contigo no es tan mala-
-¿Verdad que Alicia no es tan mala~?
Diría dándole mi mejor sonrisa y restregando mis pechos ante su desnudo cuerpo, algo que lo hizo reír, y que hizo a Jackson hablar y tomarme por la cintura.
-Sí, Alicia es una buena mujer-
-Y seré una buena mujer para siempre y solo para ustedes~
Los hermanos sonreían satisfechos y yo también lo estaba al dejar las cosas claras con ambos; Alberto fue un completo idiota, y yo Alicia no...al menos no de la misma forma.
Yo soy feliz con esta vida, y me esforzaré en ella para que Adam, Jackson y yo, seamos felices mucho más tiempo.
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