-Odio usar falda, tengo que estar al pendiente de que no se levante pero con la más mínima brisa se levanta, sin mencionar que siento como el viento pasa por debajo ¡Es horrible!-
Se quejaba Jean de usar su falda frente al espejo, levantándola dejando ver su tanga negra y su enorme y firme trasero tras darse media vuelta. Ver eso y tocarlo era lo único capaz de calmarla en los días fríos y ventosos donde tenía que usar falda, los cuales se habían vuelto más frecuentes por la recién iniciada temporada fría en su ciudad.
Apenas llevaba un par de días en su nuevo cuerpo de mujer, el deseo de ser alguien exitoso se volvió realidad pero no como creía, para ello tuvo que abandonar su antiguo y joven cuerpo masculino para tener el de una mujer dueña de su propia empresa exitosa pero que no tenía nada más que faldas, vestidos y lencería sumamente atrevida como la mujer elegante que ahora iba a ser.
Su trabajo resultaba ser tan ocupado que apenas y se tiene tiempo de llegar a casa a dormir y aprender un poco de como ser mujer por su cuenta; desde la ropa y maquillarse hasta cosas muy básicas como caminar, vestirme y actuar. Lo más seguro es que en unos días aprenda a ser toda una mujer que guste de usar faldas y cosas así, al menos usar brasier y estas atrevidas tangas no parecían ser molestia en absoluto pero sería un escándalo que algún empleado las vea por un descuido o que el viento le hiciera una mala jugada. Ante todo ahora debía mantener esa imagen de mujer fuerte e independiente que parecía haber llevado la antigua dueña de ese cuerpo.
-Sea como sea no me rendiré, llevaré esta vida éxito al máximo en todo sentido una vez que aprenda a soportar esto-
Ya más tranquila y decidida soltó los bordes de su falda para que cayera y cubriera sus piernas y muslos. La jefa se había vestido correctamente para dar su buena imagen de siempre y poder ir sin problemas al trabajo una vez más.
Créditos a quien correspondan. |
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