Hasta hace poco yo era un chico común que asistía a la escuela secundaria, pero mi vida tuvo un giro inesperado cuando desperté en el cuerpo de una chica de mi edad lo que me asustó mucho y de inmediato me hizo querer pedir ayuda. No obstante, mi madre pensaba que estaba loca, diciéndome que yo siempre he sido una chica y que dejará de actuar tan rara.
Quise buscar alguna especie de prueba de que se equivocaba pero en fotos, retratos e incluso todo mi cuarto no había ni un rastro de hombría, siempre había sido una chica rubia según todo alrededor mío. No había nada fuera de lo usual, solo una chica de secundaria como cientos de otras, algo que en mi estado actual no podía negar.
Para que no me tacharán de loco, no tuve de otra que empezar a fingir ser una chica de secundaria más pero no fue tan fácil, tuve que aprender un montón de cosas pero lo más vergonzoso y destacado para mi, es que me vi obligado a usar bragas y sostenes para mis grandes pechos. La ropa interior era vergonzosa pero algo cómoda por mucho que lo odie de admitir pero había algo esencia que era como mi talón de Aquiles: las faldas. No me gustaban para nada y debía usarlas todos los días. Son muy molestas porque siento que no me cubren nada y muchas veces así es, intente usar faldas largas pero solo conseguí burlas de mis compañeras de clases por lo que volví con las cortas que son especialmente fastidiosas en estos días donde el viento no deja de soplar, basta con la más mínima brisa inesperada para que la falda se levante y se vean mis bragas y ni se diga con los vientos fuertes, por esos hay días enteros que no puedo soltar mi falda para no exhibirme.
-Estúpido viento, odio que soples todo el día-
Dije con un leve sonrojo para volver a acomodar mi falda y bajar de la terraza, obviamente era un mal lugar para estar en estos días pero mejor que solo yo vea como se levanta mi falda a que lo vean los chicos y chicas en el patio escolar, odiaría que empezaran a decir cosas de ese tipo burlándose de mis bragas y mi trasero o peor aún y que sea todo lo contrario y llame la atención de algunos tipos pervertidos, ya tengo suficiente con el clima como para tener que lidiar con chicos.
Mientras pensaba en eso el viento volvió a soplar haciendo que yo soltará un ligero grito a la par que veía como se levantaba mi falda.
-Definitivamente odio al estúpido viento-
Dije como si se tratase de un puchero mientras intentaba mantener mi falda abajo de nuevo con el rostro todo enrojecido de la vergüenza y tras acomodarla una vez más disponerme a bajar para tomar el resto de clases que había hoy.
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