Por fin, después de tantas semanas de pensarlo y dudarlo, por fin me declararé a la chica nueva que tanto me gusta.
Ella es una chica nueva que vino de intercambio de otra región y que apenas llegar se integró al club de porristas de la escuela, destacando rápidamente por su buen pero pequeño cuerpo, además del enorme esfuerzo que ponía a su labor como porrista en cada momento.
Ella se llama Ana y es un poco pequeña en comparación del resto de chicas, pero incluso cuando las demás están agotadas y se van a casa, Ana sigue entrenando con pasión. Verla me deja hipnotizado; sus grandes pechos para alguien de su pequeño tamaño, buenas piernas y trasero que siempre resaltan cada que hace algún salto o acrobacia, su precioso cabello morado que le da un toque de pureza e inocencia, que contrasta de inmediato con su cuerpo brillante y a perlado por rastros de sudor por todo su esfuerzo en las prácticas, cada parte de ella me enamora.
Su personalidad no se queda nada atrás ya que también es bastante linda y amable, es muy considerada, siempre ayuda con una sonrisa a todo quien lo necesita, nunca dice groserías y sencillamente es tan perfecta por dentro y por fuera que me enamore al instante, y me enamoro cada vez más cuanto más la veo.
Ella es mi chica perfecta y como muestra de mi amor, prepare una enorme declaración de amor que estoy seguro no fallará.
Todo empieza al atardecer cuando solo queda ella en el campo de entrenamiento por lo que no se sentirá presionada o incómoda por un tercero.
Así, al ver que terminaba una de sus tantas rutinas y trataba de recuperar el aliento, me acerque a ella para hablarle, aunque fue ella quien tomó la palabra.
-¿Qué sucede, Jeff?-
-¿Sabes mi nombre?-
Pregunté lleno de sorpresa al oír mi nombre, era la primera vez que me atrevía a dirigirle la palabra y aun así ella me conocía, por lo que me lleno de curiosidad por saber a que se debía, algo que con torpeza y tras pensarlo unos momentos me respondió.
-¿EH? Sí...sí...he visto que te quedas a ver nuestros entrenamientos así que tuve curiosidad. Es raro que las animadoras sean animadas pero gracias, mis preciadas compañeras y yo estamos muy agradecidas-
Ana incluso hizo una pequeña reverencia que alboroto tanto su cabello como sus pompones, enderezadose unos segundos después, y que a pesar del tiempo que me había regalado para pensar una buena respuesta, los nervios me ganaban y no se me ocurría nada. Fue tras varios segundos de un silencio y risas incómodas que pude continuar.
-Jajajaja...ja...no te preocupes, d-de hecho me encanta lo mucho que te esfuerzas, incluso quedándote hasta tarde para practicar, así que te traje esto-
De una pequeña bolsa que llevaba en mi mano saque una bebida muy especial de una tienda cercana, a todas las chicas les encantaba el sabor y la decoración; chocolate de todo tipo, un sabor dulce, lleno de flores y colores suaves, en serio que no había chica en la escuela que se resista a este regalo así que lo hacía perfecto...o eso es lo que pensé hasta que vi la cara llena de asco por parte de Ana, una expresión que nunca había visto, podría jurar que hasta se quejó de tan sólo verlo pero tras unos segundos se dio cuenta de lo que hizo y esa personalidad tan perfecta y amable se estaba por disculpar.
-¡Lo siento mucho! En verdad...solo que...solo que soy alérgica al chocolate y ya sabes, las calorías son el peor enemigo de una chica, apenas estoy mejorando un poquito mi figura como para subir de peso, ¿No lo crees?-
Ella movía sus piernas con nervios y desvío la mirada, dándome una pose que dejaba resaltar sus pechos y su esbelta figura por la que tanto había trabajo y que en verdad sería una pena ver cambiar por tantas calorías, haciéndome creer que mi regalo perfecto, no era tan perfecto después de todo.
-Ya veo jaja...aunque para mi seguirías siendo igual de hermosa sin importar que...-
Ella se vio sorprendida por mi respuesta, y al darme cuenta de lo que dije yo lo estaba aun más, así que pase al siguiente regalo para intentar declararme, mostrando así una enorme y exclusiva paleta de maquillaje de las cuales apenas se podía conseguir un par por región. La mía la conseguí cuando ayude a un amigo, él necesitaba una para su hermana mayor y me hizo acompañarlo durante días, tras tanto tiempo haciendo fila pensé que sería un desperdicio no comprar una y vaya que valió la pena, pues tan exclusivo artículo seguro emociona a Ana...o no.
-No la quiero, en realidad ya tengo una de esas-
-¿En serio? ¿Dónde la conseguiste? Son bastante raras de encontrar...-
Pregunté algo desanimado, escuchando la respuesta de Ana, quien señalaba en una dirección hasta darse cuenta de algo y volver a tener un notorio cambio entre su habla y su actuar de momentos a momentos.
-La compre en una tienda al norteeee...de mi cuidad, has de saber que soy estudiante de intercambio así que la conseguí para mi hermana m...menor, mi hermana menor y para mí en mi ciudad natal. Aprecio mucho el detalle pero deberías guardarlo para alguien especial-
Aunque sus palabras eran amables dolían de cierta forma, pues con dos regalos tan perfectos siendo rechazados, sentía más y más cerca que mi declaración sería todo un fracaso sin importar cual fuera mi próximo movimiento.
¡Pero no podía rendirme! Mi mejor amigo me molería a golpes si no continuaba hasta el final, incluso si Ana me rechaza, no estaré conforme hasta declararme y oír si respuesta, que sea cual sea, me dejara más satisfecho de lo que me siento ahora.
Ya no tenía más regalos pero aún me quedaba mi confesión y un as bajo la manga, por lo que pondría todo en este último intento.
-Ana, me gustas demasiado, ¿Te gustaría salir conmigo? Hay un lugar perfecto para ver las estrellas y estar a solas un rato, creo que-
-¿Te refieres al mirador que encontramos?-
Dijo interrumpiendo mis palabras y llevando ambas manos con todo y pompones hasta su boca, tratando de arreglar la situación rápidamente con su linda actitud de antes.
-Sí, sí, las chicas del club me enseñaron un camino por ahí que lleva hasta un mirador...da un poquito de miedo pero fue lindo visitarlo y-
Ana seguía hablando pero realmente no le estaba poniendo atención, también se inclinó un poco hacia mí dejando bastante a la vista sus pechos pero ni siquiera ese adorado atractivo de ella podía distraerme en estos momentos donde unía todas las ideas y cosas que había dicho además de un hecho sumamente importante que no había cruzado mi cabeza por lo irreal que suena pero llegados este punto no puedo evitar pensar que: Ana, a diferencia de toda la parte femenina de la escuela odia el chocolate y flores de esa elegante tienda, también tiene un maquillaje bastante exclusivo por casualidad de una tienda en la misma dirección de donde yo conseguí el mío, también conoce aquel oculto mirador que ninguna de las porristas debe conocer, ninguna ni por asomo se acercan a esa zona, y por ende sólo yo y una persona más conocen ese lugar. Dicha persona que también conoce ese lugar, se fue de vacaciones un largo tiempo, casi que al mismo tiempo que mi mejor amigo se fue, Ana llegó a la escuela, dando unas aterradoras coincidencias que al ser consciente de ellas no pude evitar abrir los ojos como platos e intentar decir algo.
-Muchas gracias por tu declaración, Jeff pero estoy tan concentrada en el club de porristas que-
-Ana, tú en realidad eres-
-¡AAAAAANAAAAAAAA!-
Interrumpí a Ana para hablar, y a su vez una de sus compañeras porristas me interrumpió a mí llamando la atención de ambos al gritar y acercarse poco a poco hacia nosotros.
Dónde antes de darme cuenta, Ana ya me había sujetado por el cuello de la ropa, forzándome a agacharme hasta su altura para oír lo que tenía que decir.
-¡Cállate! Solo Cállate, ¿Okey? Tengo mis razones para estoy y no voy explicarlas, así que si quieres seguir hablando conmigo cuando "yo vuelva", trátame como a una chica, como a una porrista cualquiera como el resto. O fingimos que nada de esto pasó y me sigues tratando como una porrista, o estarás en graves problemas, ¿Entendido? Menudo idiota, de toda la escuela te enamoras de la única chica que no es chica-
Ese regaño sin duda confirmó todo lo que ya me sospechaba y que aún con la verdad delante de mis ojos en una forma femenina vestida de porrista no podía creer.
Antes de poder decir algo, Ana me arrebató los regalos que antes rechazó y los alzó al aire, gritando de vuelta a su compañera porrista.
-¡Holaaaa!¡Mira lo que este chico nos trajo! ¿¡No es genial!?-
Ana corrió hacia la otra porrista, y la otra porrista hacia Ana, tomándose de las manos, dando vueltas y gritando de la emoción por "los regalos para el club" que yo había dado.
Una vez más, Ana volvía a ser esa chica hermosa en un diminuto traje de porrista que la hacía ver tan perversa como adorable, con una personalidad de ensueño y siendo una vez más mi tipo de chica perfecta pero que lastimosamente tenía poco de una chica, podía verse tal cual como una y actuarlo mucho mejor pero ahora que sabía la verdad, no podía creerlo.
-Oye, ya vete, y te dije que ni una palabra de esto o te las verás muy caras conmigo...además, si ayudas a tu amigo a guardar este secreto, quizás Ana te recompense mostrando más de lo debido para una porrista. Puede que no sea una chica de verdad pero mi cuerpo lo es, y si solo te gusta el físico...pues te llevaras una recompensa por este secreto-
Con eso dicho a escasos centímetros de mi rostro, Ana salió corriendo para irse con su amiga porrista dejándome más líos en la cabeza de los que ya traía pero sin duda destacó algo.
Cuando me hablaba a solas en verdad era duro y salía a relucir la parte de mi amigo, sin duda decía la verdad y era él pero, ¿Entonces por qué se sonrojó al ofrecerse a cambio de su secreto? No tienen ningún sentido que sintiera vergüenza y actuará como una chica en ese momento...a menos claro que él sienta....no, no puede ser....¿Verdad?
De cualquier forma, mi confesión se quedará como un secreto por varias razones, sentimientos tan secretos y privados como la verdadera identidad de aquella porrista hermosa cuyo nombre sé, pero que todos conocemos como Ana, la preciosa estudiante de intercambio de la cual me enamoré.
Créditos a quien correspondan. |
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