-Este... ¿Este es mi reflejo?... ¿Qué me paso? ¿Cuándo sucedió?...-
Se decía a si mismo Enrique, un joven chico que en el espejo de la habitación de su abuela, se veía como una mujer de la tercera edad idéntica a su abuela.
Enrique era un chico que vivía con su abuela, y que tenía la extraña afición de vestirse como mujer. Era su pasatiempo favorito, para el cual usaba la ropa de la única mujer en casa, la de abuela.
El chico cada vez que encontraba una buena oportunidad, corría a la habitación de su abuela Martha y husmeaba en sus cajones de ropa hasta elegir un atuendo entre su anticuada ropa interior, sus largos vestidos, elegantes y sencillos atuendo junto a rebozos, bufandas y todo tipo de abrigos para verse tan femenina y madura como una adulta mayor.
Una vez que el chico se vestía como su abuela, también actuaba como ella; se ponía a ver telenovelas, limpiaba muy lenta y torpemente la casa, se acostaba a dormir la siesta o usaba su mecedora por horas.
Enrique hizo esto por mucho tiempo, por años hasta que finalmente la abuela lo descubrió y se dio cuenta que todo el desorden en su ropa no lo había hecho ella para luego olvidarlo, lo había hecho su nieto y le hacía creer que se estaba volviendo loca o perdiendo la memoria por la edad. Esa acción y el mero hecho de que su nieto se ponga ropa de mujer y actúe como una, era algo inadmisible para una mujer de la tercera edad que creció con otra mentalidad, una con la cual le daría un castigo ejemplar.
-Mi vista esta borrosa... Mi voz se escucha cansada... Me duele un montón los pies y la espalda... Solo me puse la ropa de mi abuela Martha... No debería verme de esta forma...-
Como era costumbre, en cuanto la abuela salió de la casa, el nieto fue a su habitación para usar su ropa y actuar como ella. Sin embargo, la abuela le había tendido una trampa con magia, y a cada segundo que Enrique usará la ropa de Martha, el chico se empezarían convertir más y más en una mujer muy parecida a su abuela.
Cuando Enrique había terminado de jugar y se disponía a devolver la ropa de su abuela, vio su borroso reflejo en espejo; un rostro bello pero con arrugas, grandes pechos qué estaban algo caídos, un cabello cuidado pero ya completamente blanco por la edad y muchos cambios más acordes a una mujer de avanzada edad. Por donde se le viera, Enrique se había convertido en una mujer de la tercera edad, qué por muy bien que se pudiera conservar, los achaques y cansancio de un cuerpo anciano los estaba resintiendo. La ropa lo había convertido en una auténtica mujer a la cual le queda de maravilla el encaje de su abuela, pero como era de esperar, el chico no podía creer que se viera así.
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-Una explicación... Debe haber una explicación...pero me siento tan cansada... Cansado... Quiero dormir una siesta... pero quiero volver a la normalidad...-
Enrique se quitó el vestido que llevaba, quedando en un camisón azul qué hace tiempo no usaba su abuela al dormir pero que era de los favoritos del chico, qué ahora como una adulta mayor, le quedaba de maravilla.
-¿Quién podría ayudarme?-
Se preguntaba el chico cuando la puerta del cuarto de su abuela se abrió, sus oídos también estaban cansados y detalles como el sonido de la puerta abrirse o los pasos de su abuela habían pasado inadvertidos para el chico que sentía vergüenza pero alegría de tener a su abuela Martha frente a él.
-¡Abuela! Qué bueno que estas en casa... Soy Enrique y necesito tu ayuda-
Pedía la mujer de cabello corto ante su abuela, quien se veía bastante confundida.
-¿Enrique?-
Preguntaba la mujer de gran parecido a la otra abuela; solo que ella llevaba un sutil maquillaje qué le ayudaba a disimular la edad, un cabello largo y un vestido gris con joyas y accesorios qué la hacían lucir más joven que muchas personas de su edad, incluso más joven que Enrique como mujer.
-Sí, soy tu nieto. Estaba usando tu ropa cuando te fuiste... Y de repente me vi así en el espejo.... Y no se que me sucedió, abuela-
Decía el chico bastante nervioso y confundido, ante la mirada de confusión e incredulidad de Martha que simplemente suspiró y preguntó.
-¿Otra vez olvidaste tus pastillas? Sabes que no debes dejar de tomarlas, las puse a lado de tu cama está mañana, Esther-
La respuesta de Martha dejó sin palabras a Enrique, qué no entendía porque su abuela le hablaba de esa forma y le llamaba por ese nombre femenino.
-¿Esther? ¿Me estas hablando a mi, abuela? Soy Enrique-
El chico estaba cada vez más nervioso y preocupado, pues la persona que más confianza la tenía y que podía ayudarle, simple y sencillamente le estaba tratando como a una anciana.
-Primero vamos a ponerte algo de ropa, ya te dije que este es mi cuarto y no debes usar mi ropa... Aunque algunas te queden muy lindas-
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Con eso dicho, Martha levanto uno de sus vestidos; era un vestido blanco, con la falda hasta los tobillos, con cinturilla de color azul y un escote prolongado. Enrique no se lo quería poner pero la confianza y calma abrumadora de su abuela le hizo no poner resistencia, acabando con ese lindo vestido puesto en cuestión de minutos, haciéndola ver y sentir aún más femenina.
-Bien, ahora toma esto-
Martha le entregó una pequeña pastilla blanca y un vaso de agua a Esther, quien sin saber negarse, se trago la pastilla con ayuda del agua.
Así una vez vestida y con su medicina tomada, Martha sonrió y explicó a la otra adulta mayor la situación.
-Esther, soy tu hermana Martha, hemos vivido juntas desde que nuestros maridos fallecieron. Esa pastilla que tomaste te ayuda con la memoria, ¿te acuerdas?-
Enrique estaba confundido, no podía creer lo que Martha decía pero ciertamente no tenía forma de explicar que era un chico.
-¿Qué estuviste viendo? ¿De donde sacaste eso de que eres mi nieto? Nosotras no tenemos nietos-
Explico con tranquilidad Martha a su hermana menor que aun se veía confundida.
-No...sí tenemos... Soy yo... Me llamo Enrique, abuela-
Dijo con timidez la mujer, a quien su hermana mayor le dio un espejo y sus anteojos.
-No, mírate en el espejo. Eres una mujer, eres mi hermana menor y te llamas Esther, no Enrique-
Martha se detuvo a pensar un momento y sugirió.
-¿Qué tal si me ayudas a limpiar este desorden y aclaramos las dudas? Apuesto que en un rato olvidarás eso de que eras mi nieto, hermana menor-
Las dudas en Enrique eran cada vez más claras, ante el espejo y con ayuda de los anteojos veía una mujer mayor muy parecida a Martha... ¿En serio era una anciana llamada Esther y Martha es su hermana mayor? ¿O era un chico llamado Enrique qué se volvió una mujer? ¿De ser así porque su abuela no lo recuerda? Había tantas preguntas en su cabeza que no tenían una respuesta, y que dejaban al chico sin razón de ser y sin tener más apoyo que confiar en su abuela o hermana.
-Es... Esta bien....-
Respondió con timidez, aun muy confundido de quien es, una respuesta muy diferente a la tranquila y confiada hermana mayor.
-Muy bien, cuando terminemos podemos ver la novela, quizás de ahí sacaste esa extraña idea, hermana. No te preocupes, siempre que tengas esas ideas erróneas, tu hermana mayor estará aquí para recordarte siempre quien eres, Esther-
Y mientras Esther comenzaba una batalla interna por saber quien es y que vida es verdad, si la de Esther o la de Enrique. Martha sonreía triunfadora de lo que sucedió.
Su plan de volver una anciana a su problemático nieto había funcionado, y la forma en que lo trababa estaba ayudando para sembrar dudas de su identidad, la abuela incluso se tomó la molestia de darle unos placebos sin efectos y hacerle creer que con sus medicamentos para que Enrique acepte su nueva identidad como Esther con mayor velocidad y facilidad; Esther es la hermana menor de una anciana qué buscaba quitarse la responsabilidad de cuidar de su nieto, a cambio de disfrutar sus días en compañía de su nueva hermana menor, a la cual con un poco más de tiempo convencerá de que siempre han estado juntas las dos hermanas y abuelas, disfrutando y acompañándose la una a la otra en sus largas vidas de ahora en adelante.
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Me encanto aunque me hubiera gustado que lo convirtiera en una mujer más joven y fueran madre e hija
ResponderBorrarGracias por comentar, anónimo. Sin embargo, esta es una petición y por ello la escribí de está forma.
BorrarXmarilix
ResponderBorrarDemasiado fascinante la historia me encantó de principio a fin
La verdad hace días quería pedirte algo parecido
Es que me encanta la idea de que un niño se travista con la ropa de una mujer mayor mejor dicho una anciana
Y que por alguna razón mientras usa la ropa algo lo transforme en una mujer madura o vieja
Y ya que la transformación fue causada por su madrastra o abuela es siempre divertido ver cómo estás personas engañan al pobre chico para hacerle creer que siempre a Sido una anciana
Verle tomar medicamento acordé a su nueva edad acompañado de los lentes gruesos para mejorar su vista es esquisito
Y ya que siente los efectos de cansancio de su nuevo cuerpo por su nueva edad
Me encanta cuando es tratado como una abuela por todos
Gracias pero como ya comente, las peticiones están cerradas y cuando las haga serán bajo mis posibilidades. Así que, lo lamento pero espero disfrute su petición.
Borrar-Nero.