martes, 21 de mayo de 2024

Reformas de señorita

-H-Hermana, ¡Hermana! ¡Por favor, no! No tienes porque hacerlo-
Suplicaba Sam, un joven feminizado temporalmente por su hermana menor, una monja implacable, quien furiosa por la conducta inapropiada de su hermano mayor, estaba tomando su decisión al atraparla y castigarla por cuenta propia por sus depravados actos.
-Nada de "Por favor, Hermana", te advertí que no lo hicieras; te feminice para evitar tus malas conductas como chico y en lugar de portarte bien, hiciste cosas peores como una señorita, simplemente eres de lo peor-
Sentenció Cecilia, jalando del cabello a su hermana para ponerla contra la mesa y acariciar su cuerpo; de un hábil movimiento le separó las piernas y empezó a acariciar su entrepierna que de inmediato se humedeció ante la sorprendente destreza que mostraba la monja. Sam intentó huir de ahí pero Cecilia tenía un firme agarre y con una excitación que debilitó todo su cuerpo era imposible oponerse a su hermana menor.
-Aaah~ah~Ceciliaaa~no lo hagas~
-¿Tú hiciste lo que te pedí? No. Nunca me gustó que metieras chicas a casa pero lo respete, al menos hasta el momento en que empezaste a regalar mis cosas a esas chicas problemáticas, no pensé que fueras capaz de hacer eso y como castigo te convertí en chica. Sin embargo, parece que lejos de ser un castigo, fue algo que disfrutaste bastante, tal como ahora-
-Ah~pero Cecilia~ no se supone que toques ahí~
Los gemidos de Sam eran cada vez más sonoros y su entrepierna estaba cada vez más húmeda ante las hábiles caricias que su hermanita le brindaba por encima de las bragas, haciendo de lado su vestido de noche con el cual había salido a escondidas a disfrutar de manera pecaminosa de su temporal cuerpo femenino.
-No se supone que fueras a disfrutar este castigo, todos los días te he educado y entrenado para reformarte en una mejor persona, reformarte en una buena señorita, pero no has hecho más que decepcionarme; te di mi ropa de iglesia y nunca la usas, usas la ropa atrevida de las chicas que traías o que compraste para ellas; no se supone que no uses ropa interior ya que se pueden observar tus intimidades y tu aspecto en general es bastante inapropiado; en especial esas uñas largas y pintadas al igual que tu cabello teñido. Básicamente has hecho todo lo contrario a lo que deberías, siendo el colmo para mi paciencia que escaparas esta noche para irte de fiesta-
-Ay~
Un fuerte tirón del cabello de Sam la hizo soltar un quejido que se combinó con un gemido, seguido de un par de nalgadas, quitando el vestido de noche poco a poco de una Sam que no sabía que hacer para detener a su hermana menor.
-Perdón, me arrepiento mucho de ello, así que perdóname, Cecilia-
-Nada de perdón, no es la primera vez que me fallas. L a diferencia de está vez, es que trataré de que sea la última vez que me decepcionas, con un castigo bastante más duro y grande de lo que puedas imaginar-
Con sus pezones cada vez más duros y con las bragas hechas de lado para dejar expuesta su húmeda intimidad, Sam pudo sentir como algo duro y caliente empezaba a aproximarse dentro de ella; los ojos se volvieron llorosos y sintió miedo real, al ver como su hermanita hacía de lado su ropa para tratar de meter un juguete oscuro dentro de Sam.
-¡Cecilia! ¿Qué quieres hacer? No me digas que-
-Sí, haré permanente tu transformación en una señorita al quitarte la virginidad, te volverás una chica para siempre y para enseñarte modales, te volverás una monja como yo-
El vestido estaba cada vez más de adorno, y aunque Sam trató de huir, con un poco de fuerza Cecilia la volvió a poner contra la mesa, cada vez más cerca de meter su gran juguete en su futura hermanita permanente que no podía contener las lágrimas y la preocupación que por primera vez en su vida estaba experimentando.
-Cecilia, se supone que eres una monja, no puedes hacerme esto, por favor. No quiero ser una chica para siempre-
-Ciertamente no debería, es un pecado hacerlo pero tú también has pecado demasiado, y Dios nos juzgará a ambas por ello, estoy segura que nos perdonará, porque a diferencia de mí, nuestra alabada deidad es generosa-
El juguete finalmente había entrado, haciendo llegar al clímax de inmediato a Sam, quien se despedía de su antigua vida como chico con cada dolorosa y placentera embestida que su hermana le daba.
--Ah~Cecilia~Cecilia~
-Hermana Cecilia, tendrás que empezar a llamarme así dentro y fuera de la iglesia. Mañana mismo confesare mis pecados y trabajaré duro en búsqueda del perdón. Tú también lo harás; confesaras tus pecados, te arrepentirás de ellos volviéndote una monja más para siempre: donaras tu ropa y distracciones a caridad, tus uñas y cabello deben volver a la normalidad, usaras la ropa de iglesia igual que yo y por último un cinturón de castidad para mantenerte pura, una vez tengas la presentación adecuada para la iglesia harás tareas hasta ganarte el perdón, ¿Quedo claro?-
A pesar de las duras embestidas que hacían babear de placer a la futura monja, su hermana Cecilia hablaba con total calma acerca de cómo será su vida desde ahora, eso era lo necesario para reformarla como una buena señorita y a falta de voluntad en Sam, todo parecía que así sería.
-Ah~ lo entiendo~ entiendo~ seré una monja desde ahora pero por favor sácalo~
-No, me detendré cuando lo crea correcto y tú estés lo suficientemente agotada como para no intentar escapar, estarás un buen rato inclinada y de rodillas pero te tendrás que acostumbrar, lo harás muy a menudo en la iglesia-
Con embestidas más duras, azotando el trasero y tirando de su cabello, la hermana Cecilia castigaba con placer duramente a su hermana Sam, quien con cada azote en su trasero y embestida recibida, se arrepentía más y más de haberse aprovechado tanto de su hermana.
Por desgracia para ella ya era tarde, su cambio era permanente y Cecilia había tomado una decisión, a partir de ahora Sam daría un nuevo inicio a su nueva vida, volviéndose una devota monja que paga sus pecados ayudado en la iglesia, mismo lugar donde nunca más volvería a experimentar el placer que su hermana le estaba otorgando, ese era el último pecado de ambas señoritas que buscan reformarse para ser dignas señoritas entregadas a la iglesia.
Créditos a quien correspondan.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias, Fans Tg. Hace un tiempo no podía leerle, así que me alegra hacerlo de nuevo y saber que disfruto de la historia.
      -Nero.

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