Desde siempre, toda la vida, había soñado con tener un par de hermosas hijas a quienes criar y mimar tanto como me fuera posible.
No obstante, la suerte nunca me sonrió y hace 17 años tuve a Carlos, mi primer hijo. Luego, hace 15 años tuve a Uriel, mi último hijo y el más pequeño, fallando dos veces en dos intentos sobre mi sueño que quería realizar, negándome rotundamente a tener un tercer fracaso.
De cualquier forma los amo, y les di todo el cariño que pude en mis posibilidades, después de todo no se puede tratar de la misma forma a un hijo que una hija, y tampoco es lo mismo una relación madre e hija que madre e hijos.
Cuando casi toda mi esperanza de tener hijas había muerto, una peculiar oportunidad llegó hasta mis oídos y fue así como salí de vacaciones con mis dos precioso hijos para ir hasta la playa mujeres.
Claro, no le dije el lugar exacto que íbamos a visitar, ellos solo sabían que íbamos a la playa pero el sitio era una sorpresa que fue de su completo agrado, me atrevería a decir que era un paraíso literal para ellos, al ser los únicos chicos en una playa llena de hermosas mujeres jóvenes o algunas con un par de años más pero que se mantienen hermosas tal como yo.
Encantados por la preciosa playa, y aún más preciosas mujeres, mis chicos salieron corriendo a la playa mientras yo me bronceaba y los vigilaba para averiguar si era cierto o no el rumor de este lugar.
No podía expresar mi alegría al describir la verdad, dejando de lado la idea de broncearme en cuanto observé que mis hijos poco a poco y sin que lo notarán, comenzaban a transformarse en lo que siempre soñé.
Para el momento en que llegué con ellos, ya no eran ellos, eran ellas; mis dos bellas hijas que siempre quise tener; puede que no heredarán mi cabello rubio o mis bellos ojos, pero esos cuerpos de modelos me recuerdan a mi durante mi juventud, además que con solo el hecho de ser unas niñas preciosas era más que suficiente para tener la felicidad que una madre solo puede tener con sus hijas.
Por último y lo mejor, fue que ambas me reconocían como su madre, hablando con las dos, todo era exactamente igual en sus memorias con el ligero detalle de pensar que toda la vida han sido chicas que adoran pasar el rato con su mamá. Al pensar en esto, ahora esa es la realidad, así que no voy a discutir con sus bellos recuerdos, ellas son y siempre fueron mis dos preciosas hijas con quienes por fin pude ir de vacaciones madre e hijas a la mítica playa mujeres.
Créditos en la imagen. |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario