domingo, 3 de marzo de 2024

Un sueño hecho realidad

¿Alguna vez has escuchado que un buen jugador destaca en cualquier equipo? No es por presumir, pero mi vida es una muestra de eso. 
Yo me llamaba Daniel, aunque hace dos años me volví Daniela, lo sé, no es el nombre más original pero fue lo primero que se me ocurrió después de una desagradable transformación. 
Cuando cumplí 19 años, estaba listo para hacer una gran fiesta y hacerme un tatuaje de calavera con el cual siempre soñé, todo para celebrar qué fui aceptado en la universidad de mis sueños y en el equipo de Rugby de mi futura escuela. 
Todo era una maravilla, estaba por cumplir mis metas más grandes; el primer paso era entrar en el equipo de mi universidad, después llegar a un buen equipo profesional, dedicar mi vida al deporte qué amo y retirarme tras haber ganado todos los trofeos qué me fueran posibles. 
Por desgracia, todo mi plan de vida cambió el día después de mi fiesta de cumpleaños. 
A la fecha no tengo idea de que me habrá pasado; si lo hice estando ebrio, si fue una broma o un castigo, simplemente no tengo idea de que sucedió; por mucho que lo intente, no obtuve ninguna respuesta; lo único incuestionable es que al despertar de mi fiesta, había despertado con un tatuaje ridículo en mi trasero y viéndome como una mujer de largo cabello rizado, piel bronceada, un poco más alta del promedio que favorecía a mi nueva apariencia. 
Todos mis intento por volver a ser un hombre habían fracasado, nadie sabía que me paso, y por mucho que me dolió, me hice muy rápido a la idea de que no volvería a ser un varón sin importar lo mucho que lo quisiera. 
Mi único consuelo, es que no todo estaba perdido, y a pesar que me tomó muchos meses convencerlos, logré hacerle cree a la escuela que hubo un error con mis documentos y que yo no era Daniel, era Daniela, y que no soy un jugador de Rugby, más bien una gran aspirante a serlo, no estaba feliz con negar mi vida anterior pero era más fácil decir eso a explicar que me convertí en mujer sin terminar en un manicomio. 
Tuvieron que hacerse muchos cambios a última hora, y de alguna manera conseguí hacerme con una identidad femenina la cual fue aceptada en mi universidad soñada. El único problema fue que perdí mi lugar en el equipo de Rugby masculino, algo que era de esperarse dada mi situación.
Sin embargo, perder mi lugar no me hizo perder mi deseo de dedicarme a este deporte, por lo que tan pronto como entre a la universidad, ya estaba inscrita en la liga femenina de rugby de mi colegio.
No voy a negarlo, fue raro para mi volver a ser una principiante, por no mencionar que la forma de jugar es algo distinta a cuando era chico, y que obviamente usar el uniforme femenino me mataba de vergüenza al comienzo, pero poco a poco me fui acostumbrando a todo, tanto a la forma de jugar, como a mi nuevo cuerpo y lo bien que me sentía al usar un uniforme mucho más corto y ajustado.
Ahora, a dos años del incidente ocurrido, puedo decir que me siento bastante feliz con ser Daniela, y con lo bien entrenado qué tengo mi cuerpo, el cual es producto del deseo en más de un chico y chica de la universidad.
Tal vez no era como lo esperaba, pero una vez más estoy muy cerca de volver mi sueño realidad; ahora como una chica en una liga femenina y con 21 años, a punto de comenzar las visorias anuales en mi universidad.
Estoy segura de que todo saldrá bien, sé muy bien que lo voy a lograr, y que poco me importa si es como un chico llamado Daniel o como una chica llamada Daniela, nada podrá evitar, qué vuelva mi sueño realidad.
Créditos a quien correspondan.

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