Yo era un joven profesor que si por algo era conocido, era por ser sumamente bueno en mi trabajo, aunque la realidad es que todo eso solo era una fachada.
Ser un profesor amable, atento con sus alumnas, con el cual se puede bromear y conversar, un amigo de la estudiante, un profesor destacado incluso entre los demás docentes, una persona que siempre estaba dispuesta a ayudar, entre cientos de cosas genéricas de "chico bueno" y más, son lo que fingía diariamente para llegar con facilidad a mi objetivo: aprovecharme de las alumnas más tontas y fáciles para tener un poco de placer a costa de ellas, para irme de la ciudad y volver a hacer este procedimiento en la próxima escuela que tuviera buenas chicas a las cuales utilizar como si nada hubiera pasado.
Este había sido mi modus operandi por años, tal vez eso me hizo sentir confiado y descuidado, tentando a mi suerte al elegir como presa a una hija de un importante científico en la comunidad.
Antes de poder aprovecharme de su hija, él me descubrió, me entregó a las autoridades y por una razón que no podía entender, sin juicio previo ni nada por el estilo, se me dio la condena de muerte.
Aquel hombre no se andaba con tonterías y tuvo unos permisos para ser quien me diera la dosis letal, suplicándole que no lo hiciera mientras sentía un líquido entrar en mi cuerpo y poco a poco perdía la consciencia.
Pensé que ese era mi final, que mi muerte sería tranquila por muy repentina que fuera, pero todo el asunto cambió totalmente cuando desperté en un laboratorio, el que más tarde me entere era el laboratorio privado de aquel hombre.
Lleve mi mano hasta mi cabeza solo para darme cuenta que mis dedos eran muy suaves y que mi cabello había crecido, lo cual solo fue el inicio de mi castigo.
Delante de mí tenía un espejo que me mostraba a una linda chica de preparatoria con cabello negro, modesta figura de pechos y culo pequeños, parecía que todavía estaba en desarrolló pero lo más notorio era mi nueva hendidura en la entrepierna. Al tocarla me estremecí totalmente mientras soltaba un gemido que reprimí de inmediato, sin duda era un cuerpo muy sensible, mi cuerpo se había convertido en el de una mujer.
Aquel científico no tardó en entrar, inconscientemente cubrí mis partes privadas con las manos mientras veía como se acercaba a mí mientras me volteaba para que no me viera, no entendía porque actuaba así pero lo hacía.
-Tranquila cielo, soy papá, no tienes de que avergonzarte así que párate y date la vuelta-
Yo no quería hacerlo pero mi cuerpo obedeció sin rechistar, no lo entendía en ese momento pero mi papá tenía el control de mi cuerpo, no podía desobedecerlo por mucho que quisiera.
-¿Qué significa esto?-
Pregunte con una aguda y tímida voz sin poder verlo de frente, solo veía el reflejo de él y de mi desnudo cuerpo ante el espejo.
-Es lo único que le diré al hombre que intentó aprovecharse de mi hija: te inyecte un virus que te dio el cuerpo que tienes ¿Muy lindo, no? Es el cuerpo de una chica un año menor que mi hija y sumamente obediente, así vivirás de ahora en adelante, ahora quita las manos-
No pude decir nada para protestar, mi cuerpo de nuevo solo asintió con la cabeza y dio las gracias a papi por darme un hogar, ya que era eso o dejarme en la calle.
Ya las cosas eran muy malas y apenas empezaban, de detrás de él sacó un traje que eran correas rojas con candados o enganches, que poco a poco me fue poniendo y ajustando al máximo. Mi cuerpo resultaba muy sensible, hacía presión en todos lados, sobre todo en mis partes intimas, lo que hacia que diera leves jadeos que fueron fácilmente callados con una pregunta.
-Te gusta tu traje ¿No es así?-
-Sí, lo adoro papi, muchas gracias-
-Ahora la última parte, abre las piernas-
De nuevo obedecí sin poner resistencia aunque solté un sonrojo moderado, era sorprendente que no podía oponerme e incluso que mis pensamientos se iban revolviendo con los de una chica de preparatoria.
Esperando con las piernas abierta vi como sacaba un vibrador de su bata de laboratorio, yo quería llorar, era demasiado claro lo que haría pero mi cuerpo simplemente no reaccionaba. Introdujo el vibrador de un empuje que rompió la nueva inocencia que tenía; eso me hizo soltar un par de lagrimas de dolor pero poco a poco se disminuía el dolor por placer mientras que él aseguraba aquel aparato dentro de mí con el último enganche en mi entrepierna.
-Es tu castigo por ser mala, si te portas bien te lo quitaré en un mes-
-Claro, me lo merezco por ser una niña mala-
No lo podía creer, mi cuerpo incluso sonreír cálidamente a pesar de estar conociendo lo que era el placer y excitación en el cuerpo de una chica de 16 años, mi entrepierna comenzaba a humedecerse y todo mi cuerpo sentía un calor que no podía quitarme con nada al igual que ese traje que estaba asegurado con candados por todos lados.
Después de ponerme "mi ropa interior", el hombre saco un uniforme escolar igual al que usaban las chicas en la escuela que yo daba clases hasta antes del incidente. Ver esa ropa me hizo sentir humillado, al recordar lo que había sucedido, incrementando la humillación aún más cuando mi nuevo padre me ayudó a ponerme el uniforme escolar, sin preocuparse de que mi vibrador fuera más profundo dentro de mí.
Mi nuevo padre no pudo terminar de vestirme, antes de que él pudiera ponerme la falda, caí de rodillas y sentí un orgasmo como mujer por primera vez.
Como castigo por ello, tendría que usar una semana más el vibrador en todo momento, sobre todo en la escuela donde papi me prohibió disfrutar de eso.
Saco otro uniforme limpio y me lo puso sin problemas está vez, además de amarrar mi cabello en una coleta para después llevarnos a mi nueva hermana y a mi a la escuela.
Todo era insoportable, mi cuerpo actuaba con cierta normalidad pero por dentro yo ni siquiera podía pensar o hablar con alguna chica, ya que mi voz siempre se oía temblorosa y decían que me veía muy roja. Hablar con los chicos no era una opción, papi me prohibió tener novio o siquiera hablar con un chico volviéndome algo reservada, dependiendo todas mis interacciones de mi nueva hermana mayor con quien tengo una relación cuando menos complicada.
Llevo más de un mes siendo mujer, el hombre que había sido una vez esta en el olvido, ahora era una hija muy obediente, algunas chicas se animaron a hablar conmigo ya que soy muy linda y adorable según las demás, en cuanto a los chicos he tenido que rechazar a algunos ya que nunca desobedecería a papi o a mi hermana mayor...sin embargo soy muy torpe y olvidadiza por el vibrador que llevo, siempre me cuesta concentrarme entonces tengo malas notas. El castigo por no tener buenas notas como mi hermana es tener que usar un vibrador aún más grande y que mi traje sea mucho más ajustado.
Ahora mismo es mi primer día con la nueva medida de vibrador y de traje que simplemente me vuelven loca, normalmente tocaría mis pechos y dejaría que el vibrador hiciera su trabajo pero ahora tengo estrictamente prohibido tocarme. Eso me vuelve aún más loca pero aunque quiera no puedo desobedecer, tengo que sacar buenas notas y no disfrutar de esto hasta que papi lo decida...pero es muy difícil, ahora estoy en mis clases de regularización pensando en lo bien que se sentiría masturbarme y no poder hacerlo es una tortura, lo más que podía hacer era seguir escribiendo las oraciones que me dictaba la profesora, si seguía sus ordenes en uno o dos meses más me quitaría el castigo...aunque quien sabe si para ese entonces quiera que me lo quite, aunque no pueda llegar al clímax es sumamente placentero, cientos como mis líquidos van por todas mis piernas con ansias de llegar al final...un mes...si soy buena niña...en un mes podré ser libre al placer....
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