-Cielos, en verdad meterte en tantos líos sólo por mí. Yo no te merezco, Lucy. De verdad que no te merezco y sin embargo, diste todo de ti por mantenerme a salvo, supongo que ya es un poco tarde como para decir "te amo"-
Hablaba la joven elfa en la habitación, destrozada por la ardua batalla contra el rey demonio que ahí se vivió y que trajo consigo un montón de consecuencias por todos lados, pero que dejó con un montón de dudas y sentimientos a la única mujer en pie y la única persona "ilesa" de aquella batalla.
A unos metros de ella, en el suelo había un bebé dormido, que desde ahora iba a cuidar y que casi le costaba ponerse a llorar en el momento de tenerlo en sus brazos.
-¿Por qué lo hiciste, Lucy? No era necesario, no era necesario pero siempre fuiste esa clase de persona que se deja guiar por su corazón, yo también lo soy y por eso entre a la batalla pero nunca esperé terminar de este raro modo-
La elfa acarició la cabeza del bebé humano que ahora estaba a su cuidado, deseando que sus recuerdos permanecieran a pesar de haber cambiado de edad y de cuerpo.
Isaías, el místico guerrero de un mundo perdido nació con un único propósito, terminar con la conquista del tirano emperador demonio que gobernaba el mundo.
El hombre era el elegido, y como tal desde que era un niño, mostró talento con las armas y grandes aptitudes con la magia, el tiempo solo lo hizo mejorar y consolidarse como la enorme leyenda que debía ser para acabar con la mayor amenaza que jamás había sido derrotada.
Sus logros le valieron para ganar respeto y ayuda de todos para acabar con el demonio pero una ayuda resultó especial y esencial para él; una pobre elfa llamada Lucy a la cual salvó de unos orcos, ella tenía grandes capacidades mágicas y un poder que rozaba en lo absurdo en cuanto a la energía que podía usar para grandes hechizos, además de seguir aprendiendo y mejorando para llegar a niveles nunca antes vistos por los de su raza.
La joven fue la única que se unió a la travesía del guerrero puesto que era la única capaz de seguirle el ritmo y quien simpatizaba fuertemente con él, nunca fueron amantes o algo por el estilo, ya que los sentimientos de ambos se enfocaban en lograr primero su cometido, dejando sus emociones para después. Tal vez, para cuando fuera muy tarde.
Con el tiempo, la meta de acabar con el tirano rey demonio cada vez estaba más cerca hasta que estuvieron a solas con el rey demonio en su propio castillo.
Los héroes estaban agitados por las incontables hordas de enemigos que batieron para llegar a ese punto, y sin embargo, aún faltaba el mayor desafío que enfrentaron sin miedo y con la mayor dedicación que los héroes podían albergar dentro de sus corazones.
Isaías atacaba de frente causando gran daño al demonio que devolvía los golpes e intentaba hacer algo contra Lucy, ella estaba a la distancia atacando con su magia y curando las heridas de su compañero tan pronto como eran hechas, asfixiando como nunca antes al poderoso ser maligno.
El rey demonio estaba cada vez más perdido y en su desesperación usó una magia prohibida que acabó con su vida al instante a cambio de dar un ataque fulminante al corazón de su oponente.
La elfa estaba por sonreír al ver caer sin vida al maligno soberano, pero tan pronto como el demonio cayó, la persona que más amaba en el mundo le siguió al suelo. Ella se acercó corriendo con lágrimas en los ojos, usó su magia para sanarlo pero no tenía resultados, el héroe agonizante cada vez veía más cerca la hora de su muerte teniendo a su compañera llorando desesperada por buscar cómo salvarlo.
-Tranquila…puedo morir en paz, el mundo está a salvo y tú podrás tener una buena vida-
Dijo sonriendo el héroe, a lo que una mirada furiosa nunca antes vista y con lágrimas en sus ojos respondió la chica.
-¡Eres un idiota!, ¿¡Cómo quieres que viva cuando tú te estás muriendo!? ¡No voy a permitirlo!, ¡No dejaré que la persona que amo muera de esta forma!-
El héroe estaba muy débil para responder a esas sorpresivas palabras y con la mirada cada vez más perdida, lamentándose haber sido tan descuidado de no notar los sentimientos de su compañera, misma que comenzó con un ritual nuevo para el veterano aventurero.
La visión del héroe era cada vez más oscura, no podía detener a la elfa y tampoco podía comprender que es lo que hacía, lo único de lo que estaba completamente seguro era de las últimas palabras que le dijo su compañera.
-"Mi vida entregaré" -
Isaías recordó sus últimos momentos al sostener al bebé en sus brazos, empezando a comprender cual fue la última carta que jugó su amada compañera.
Lucy hizo un conjunto de nuevos hechizos, que para ser improvisados por la elfa, cumplieron con su función lo mejor que pudo; al no poder curar al héroe desde fuera, Lucy intercambio de cuerpos con él para usar su magia ilimitada desde dentro, al intentarlo se dio cuenta que no había forma de salvar la vida del héroe en ese estado, por lo que rejuveneció su cuerpo hasta un momento donde ninguna herida fuera peligrosa, con el enorme sacrifico de no ser capaz de detener su hechizo en el momento que ella quisiera; el resultado fue un héroe vivo y sin heridas pero con una edad que rozaba a la de un recién nacido.
-¿Fuiste capaz de crear esos hechizos tan poderosos y usarlos para salvarnos?... No, para salvarme; nos cambiaste de cuerpos porque no estabas segura de si mi cuerpo iba a sobrevivir, con el intercambio te aseguraste de salvarme la vida y al reducir la edad de mi cuerpo buscabas curar la herida dejando a la suerte tu destino; si tú vivías o no te daba igual, pero en todos tus escenarios yo seguía con vida-
El antiguo héroe hablaba alto pero con la voz quebrada al intentar contener las lágrimas, pensando en todo lo que su amada compañera había hecho porque lo amaba, dejándole un un nudo en la garganta al no poder corresponder a esos bellos sentimientos en el momento correcto.
Su llanto y sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el bebé en sus brazos se despertó, sintiendo como movía sus pequeñas manos cerca de los pechos del cuerpo de Lucy, o más bien, el nuevo cuerpo del héroe.
-Apuesto a que ni te imaginabas terminar así…mi cuerpo aun es muy pequeño y estoy seguro que no puedes ni hablar, mucho menos usar tu magia. Me pregunto ¿Qué tan bien salió tu último hechizo?-
Besó su frente gentilmente al momento de verlo despertar y dándose cuenta de una peculiaridad que lo hizo sonreír.
-Mis orejas...no son de humano, son las orejas puntiagudas de un elfo. ¿Significa que estás viva? Voy a creer plenamente en ti y en qué lo estás, solo tengo que esperar un poco para que puedas hablar. Espera, los elfos envejecen más lento que los humanos y creo que un año elfo son como 10 o 20 años humanos ¿Cuánto tiempo tendré que esperar para que puedas hablar?-
Un montón de dudas brotaron de la cabeza de Isaías pero una vez más, todo se despejó por el bebé en sus manos que apretaba uno de sus nuevos senos buscando alimento en un lugar único de las mujeres.
-Oh, así que tienes hambre… No estoy seguro de poder darte leche pero vale intentar-
Con cuidado Isaías abrió la blusa que ahora vestía para sacar uno de sus senos y acercarlo a la boca del menor quien no dudó en comenzar a morder y succionar sacando energía del cuerpo nuevo de Isaías.
-Oh, así que ella en verdad puede hacerlo, no estoy seguro de porqué pero me alegra poder hacerlo, así el niño tendrá una buena fuente de alimento mágico-
Una sonrisa apareció en sus labios intentando adaptarse a esa sensación de estar dando alimento al mitad elfo mitad humano, pensando con más tranquilo que es lo que haría a partir de ahora.
-No conozco todo tu poder mágico y no tengo tus recuerdos pero ya que derrotamos al ser oscuro, podemos hacer un viaje de regreso donde aprenda todo lo que ya sabías y encuentre la forma de revertir esto. Tendré que aprender a controlar toda la magia de tu cuerpo, aprender de tu raza para cuidar tu cuerpo y cuidarte a ti también, será todo un reto ¿Sabes? Pero no te preocupes ya que ahora yo daré mi vida por protegerte, es mi forma de agradecerte-
La mujer caminó despacio a donde yacían su antigua espada y la espada del rey demonio, ambas únicas en su clase y que servirían como un amuleto para alejar a las amenazas de su portador, por lo que las enfundó con cuidado y colocó en su cinturón.
-Ahora son más pesadas pero no importa, tenerlas nos ayudará a tener ayuda de todos los lugares que cuidamos antes de llegar a este sitio, todos nos agradecerán por lo que hicimos así que nadie se interpondrá en nuestro camino, mi pequeña Lucy, ¿O debería decirte guerrero Isaías?-
El bebé no prestó atención a la broma del antiguo Isaías que ahora camina y usa el cuerpo de su compañera con un nuevo propósito en su vida: ser capaz de volver a la normalidad a su compañera, traer a Lucy de vuelta a su cuerpo y él regresar al suyo para darle las gracias por todo en su aventura, por salvarle la vida, mostrarle lo maravilloso que será el mundo una vez derrotado el rey demonio y finalmente poder corresponder sus sentimientos diciendo "Te amo" y uniéndose en matrimonio con ella si así lo quería.
El bebé, finalmente terminó de comer y se quedó quieto en los brazos de la mujer que avanzaba para salir del castillo con total seguridad tras haber logrado su objetivo, decidida a pasar los días con la persona que más amaba en el mundo, esperando el momento correcto para darle las gracias por todo lo que Lucy hizo por él y deseando con impaciencia el momento en que ambos volvieran a la normalidad para corresponder sus sentimientos como es debido y vivir miles de aventuras más, una vez más.
Créditos a quien correspondan. |
Muy tierna la historia, me gusto!
ResponderBorrarEstá historia recuerdo escribirla con mucho cariño, me tomó algo de tiempo pero estaba muy contenta con el resultado, sentía que era algo diferente a lo habitual y eso me gustó mucho.
BorrarGracias por comentar, 222.
-Nero.