Hoy, hace ya 3 años, es el aniversario del mejor regalo que la vida me pudo dar, un castigo tan justo y necesarios que aún después de tanto tiempo transcurrido, no me he arrepentido ni un segundo de haber hecho. De hecho, yo ni siquiera lo provoque ni tengo idea de qué fue lo que lo hizo, pero si sé que puedo decir lo mucho que disfruto y me hizo feliz que Vickie se volviera mi perrita Bibi.
La pobre y tonta Vickie se comportaba tal como una perra, así que empezar a actuar como una fue como anillo al dedo.
Soy muy consciente de que una mascota nueva no es un juguete que remplace a otra, pero que Bibi llegará justo cuando sufría la pérdida de mi pequeña perrita, sin duda hizo mucho más fácil de soportar la pérdida, puesto que no había día en que Bibi no hiciera algo para llamar mi atención.
Al principio, cuando Vickie cayó de rodillas ante mi al discutir como me sentía por la muerte de mi mascota, creí que solo se burlaba pero no. Desde ese día ella nunca volvió a ponerse de pie ni a hablar, a menos que yo se lo diga y recompense por ello.
También desde ese día comenzó un duro entrenamiento, al tener que aprender a cuidar a Bibi como la perra que es, y enseñarle a Bibi como comportarse tal como la perra que es. Aunque esto último terminó por ser algo fácil, ya que la propia Bibi día con día se volvía más una pequeña perrita.
Dejar de hablar y andar a dos patas fue el comienzo, luego empezó a dormir en el suelo, jugar en el patio, andar desnuda y un largo etcétera de cosas que hacía tal como un animal, y que yo como su amo solo le enseñé poco, algo de disciplina que siempre es agradecida para ella con juegos, mimos o juguetes.
Debo reconocer que lo más sorprendente para mi fue su temporada de celo. La primera vez, literalmente se me subió encima y no se quedó tranquila hasta varias horas de sexo después, una verdadera locura que disfrute como nunca, pues la odiosa de Vickie siempre le dolía la cabeza como para hacerlo pero no para exigir que le comprara todo lo que quería.
Pero ya que Bibi era tan buena niña, los juguetes y recompensas que alguna vez quiso Vickie le llegaron a ella, aunque estoy seguro de que ni siquiera es consciente de ello. Y hablando de ello, su más reciente regalo acaba de llegar.
-Bibi, ven-
Diría tras soltar un silbido, viendo con alegría como mi rubia mascota se acercaba hacia mí, subiendo al sofá donde estaba sentado y con su correa de paseo en la boca.
-No, no vamos a salir ahora, haremos algo más, te compré algo de ropa así que te voy a vestir-
Ella sacudía el culo con alegría como siempre, dejando que le quitara la correa para empezar a vestirla. Ahora estaba desnuda, le gusta estar así en el jardín; eso nos trajo problemas en nuestro antiguo hogar pero desde hace un tiempo vivimos en este lugar tan apartado como para meternos en problemas con las personas del vecindario.
Sin embargo hay días como hoy donde me gusta vestirla, y como hoy es una fecha tan especial decidí darle un regalo.
Primero solté las coletas de su cabello, para que el largo cabello rubio le cubriera toda la espalda una vez que le cepille, algo que le encanta debo decir. Luego le pondría un conjunto de lencería transparente, con flores y lazos rosas que me fascinó, en cuanto lo vi supe que era perfecto para ella y al ponérselo no me decepcionó, se veía hermosa.
-Que bonita estas hoy, Bibi. Ahora sube all tu sofá-
Con eso dicho, la bien peinada y arreglada Bibi camino rápido hasta su sofá, un sofá lleno de historia y nostalgia para mí por buenas razones.
Antes, mi pequeña perrita Sabrina amaba estar en este sofá, básicamente era su cama y sitio preferido, por lo que tomarle hermosas fotos sentada o echada ahí no era ningún problema ni para ella ni para mi. Vickie odiaba eso y cada que podía me lo decía pero nunca deje que me molestara.
¿Quien diría que, después de tantos años, Vickie sería mi nueva perrita a quien me gusta fotografiar en ese sofá? Vickie nunca se sentaría ahí ni aunque le pagarán, de hecho nunca lo hizo y prefería estar parada o en el suelo a sentarse ahí. No obstante, Vickie se fue hace muchísimo tiempo y en su lugar llegó mi perrita Bibi, quien tal como mi anterior mascota, apenas ver el sofá se quedó fascinada con el; lo tuve guardado mucho tiempo para conservar el recuerda de mi primer mascota y compañera pero, con la mudanza, pensé que sería algo mejor dejarle ese sofá a mi nueva mascota, a quien igual que la anterior, me encanta fotografíar así de sexy y de linda cuando se sienta o se echa en el sofá.
-Muy bien, Bibi, quedate quieta. Si lo haces más tarde usaremos tu juguete favorito-
Oír esas palabras solo la motivo, y como si entendiera todo por completo, puso su trasero frente a la cámara mientras me veía con alegría, dándome un montón de fotos fantásticas para enmarcar con las demás.
Se muy bien que Bibi no es un remplazo de Sabrina, pero también debo decir que le tengo las cariño a Bibi que a Vickie, y por ello todos estos años he disfrutado tanto de ser su dueño, y por lo feliz que veo a mi pequeña perra, estoy seguro de que ella también está feliz. Y nuestra feliz vida de amo y mascota seguirá igual por muchos años más, después de todo, mi amor por Bibi nunca se irá.
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