Anteriormente Sofia tenía problemas con sus dos hijos, un par de caóticos hermanos que no se toleraban entre ellos en lo más mínimo y que cansada de esto, tomó la decisión de cambiarles el sexo por medio de un hechizo el cual sorprendentemente funcionaba a su manera.
Al principio ninguna lo notó pero genuinamente había un poco de magia que les daba pensamientos o actitudes más femeninas a los chicos que seguían cambiando a versiones más femeninas de si mismos día con día.
Tan solo el primer día se dieron cuenta que podían caminar con tacones como si fuera algo cotidiano para ellos, al igual que su conducta más agresiva se calmó un poco, viéndose más tolerancia y cariño entre los hermanos y con su madre, la cual no podía dejar de sonreír cada que salía de paseo con sus hijas.
Con el paso de días su conducta femenina aumentaba, cosa que preocupó a Sofia puesto que cada vez más en verdad parecía tener dos hijas en lugar de hijos, lo que muy en el fondo sabían pero que cada día parecía importarle menos a los chicos.
Sin embargo, el clímax de la situación llegó cuando el periodo de Flavio en su cuerpo de chica empezó, pidiendo ayuda a su madre al ver la sangre. Su madre le explicaba como cuidarse pues era algo normal en chicas pero muy poco duro la explicación, ya que vio como la rubia empezaba a sobarse la cabeza hasta caer desplomada.
Intentó levantarla sin éxito pero apenas pasaron unos segundos, la joven abrió los ojos y se levantó por su cuenta.
-¡Flavio!¿Estas bien?-
-Eh, creo que sí, mamá, seguro solo fue un dolor por los cólicos pero estaré bien-
-¿Seguro, hijo?-
-¿Por qué me dices "hijo"? Soy tu hija Fabiola, mamá-
-¿En verdad?¿No recuerdas nada?-
-Que rara estas mamá, parece que no me reconoces, déjame ir por una de mis pastillas para que te sientas mejor, seguro que tú te sientes mal también y por eso estás tan confundida-
Sofia quedo asombrada, su hijo de 21 años creía firmemente que siempre había sido una mujer, tal vez como consecuencia de pasar tanto tiempo como una chica y con la llegada de su periodo eso ocurrió.
No estaba del todo segura pero la mejor forma de asegurarlo sería con su otro hijo quien acababa de entrar al cuarto moviéndose un poco raro.
-Mamá ¿Me ayudas?-
-Claro, David ¿Qué te ocurre?-
-¿David?.. Mamá, soy Diana y realmente no es buen momento para una broma...verás acabo de empezar mi regla...es algo vergonzoso pero ¿Me ayudarías?-
-Por supuesto, amor, vamos a mi cuarto-
Con lo que decía su otro hijo estaba segura, ahora por culpa de dejar mucho tiempo el hechizo, sus dos hijos se habían ido, quedando como un par de hermosas hijas que la obedecían, se cuidaban entre ellas y actuaban de buena manera, era triste pensar que no volvería a ver a sus hijos pero ese par de hijas no estaba nada mal, incluso tenían los recuerdos importantes con ella con algunos cambios por su sexo pero nada con lo que ninguna no pudiera vivir.
Han pasado unos días desde que Flavio y David se volvieron Fabiola y Diana, en estos días fueron capaces de mejorar su salud con la regla y ahora toda la familia esta lista para celebrar. Es una noche de chicas donde las 3 se ponen sus mejores vestidos para salir a comer, comprar y quien sabe, tal vez ir a una discoteca, hace tiempo que las niñas no consiguen un novio y a mamá tampoco le vendría mal un hombre con quien pasar el rato.
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