-Te encontré-
Decía mi amado esposo al abrazarme por detrás tomando mis caderas, algo que correspondí con una sonrisa y tomando sus manos para juntarlas con las mías.
-Te extrañé tanto durante tu viaje de negocios, que apenas puedo contenerme, cariño-
-Lo mismo te digo, llevo días deseando verte, tenerte y arrancarte toda la ropa pero parece que tú misma me ayudaste con eso-
-Lo siento, cariño. Cuando escuche la puerta abrirse antes de lo previsto no pude terminar mi sorpresa a tiempo, pero si quieres puedo volver a vestirme con tu ropa favorita para que me arranques todo-
Sacudía mis caderas hacia su pelvis, dejándome sentir en el trasero como un bulto se iba formando en su entrepierna cada vez más grande y duro, al mismo tiempo que veía de reojo como mi marido se quitaba la camiseta, dejándome ver su bien formado cuerpo en el proceso, algo que sin duda me haría estremecer tal como siempre me ocurre desde que acepte ser su mujer, hace ya algunos años.
Antes, en mi vida pasada, yo me llamaba Javier. En ese entonces era un hombre blanco y racista, que siempre intentaba enviar a la cárcel a su vecino negro Patrick, él mucho tiempo supe que lo odiaba pero en ningún momento hizo nada para vengarse, e incluso me ayudó, aún si no sabe que lo hizo.
Un día, sin más, desperté siendo una mujer madura; cabello negro, buenos pechos, culo enorme y un bolso con mis cosas mas básicas de mujer.
No tenía idea de que hacer o porque me ocurrió, simplemente todo parecía acabado, pues mi empleo, mi renta, cientos de mis cosas ya no estaba para mi.
Y en mi peor momento apareció mi amado, aunque no lo sabía en ese entonces. De hecho, seguía desconfiando de él por el color de su piel pero entre recibir su ayuda y estar en la calle, no tuve más remedio que tragarme mi orgullo y aceptar su compañía.
Me dejó dormir unos días en su casa, al igual que darme comida, e incluso me llevó por un poco de ropa para no usar la misma ropa todos los días. Algo que sin notarlo hacia feliz a mi cuerpo, me hacía feliz a mi, y hacía que agradeciera de formas cariñosas.
El desprecio que ciegamente le tenía, de repente se fue transformando en nervios y deseos de estar a su lado, por dios, me estaba enamorando de Patrick y lo único que se me ocurrió hacer, era aceptar esos sentimientos.
Nunca entendí porque me volví una mujer madura, ni tampoco pude encontrar una cura o forma de volver a la normalidad pero no me arrepiento o pienso en eso, mi vida como Janet es de lo mejor; Patrick me propuso ser novios después de unas semanas viviendo con él, y después de varios meses me propuso matrimonio, algo que sin dudar acepté.
Desde entonces soy una ama de casa, bueno, en realidad lo fui desde que llegué a vivir con él, lo único que podía hacer como agradecimiento era limpiar y cocinar en la casa, algo que a Patrick siempre le gustó y me agradeció. Por ello cuando nos casamos, me dijo que no tenía que preocuparme por el dinero o por trabajar, que solamente siguiera cuidando de la casa y de él, mientras él traía el dinero a la casa para cuidarme y comprarme todo lo que quisiera.
Diría que el mayor cambio entre nosotros fue en la habitación, yo dormía en su cuarto y el en su sofá, pero una vez empezamos a ser novios, también compartimos la cama y habitación, la cual en poco tiempo se empezó a llenar de maquillajes, vestidos, faldas y lencería, que esta última me gustaba dejarla tirada por todos lados para provocarlo. Después de todo, desde que nos hicimos novios es normal divertirnos el uno con el otro durante las noches, algo que no habíamos podido hacer debido a su viaje de negocios, y hoy día que ha regresado no pensamos perder ni un minuto más.
-Ahora que lo mencionas, sí me gustaría. Voy a salir y volver a entrar, te daré unos minutos para que te pongas esa lencería rosa que me encanta junto a tus tacones, te prometo que nos vamos a divertir tanto hasta compensar los días que estuve fuera-
-Aw, eres todo un hombre, cariño-
-Y tú la mejor mujer que pude tener, te amo-
-Y yo a ti-
-¿Nos damos prisa para la acción?-
El momento romántico se interrumpió con una nalgada en mi trasero que me hizo estremecer, eso me encanta y me hizo recordar del porque amaba a mi hombre: tan fuerte y masculino, dominante, todo un caballero conmigo que me compra todo lo que quiero, además que esta muy bien dotado de allí abajo, por donde se le viera era un auténtico hombre que sabía como tratar a una auténtica mujer, y por eso fue que me enamore.
-Ya voy, cariño. En unos minutos nos vemos-
Diría para separarme del abrazo e ir a la habitación, pensando en lo mucho que lo amaba, y aún más en lo mucho que lo deseaba, estaba feliz de estar con él, de tener esa vida y de volverme su obediente esposa, todo ello son cosas que no hubieran pasado, si yo no me hubiera enamorado. Pero ya que me he enamorado, todo lo que me resta por hacer, es ser una excelente esposa.
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