Recién volvía del trabajo hacia mi casa, agotado como siempre por el largo y cansado trabajo, pero cuyo cansancio podía olvidar por una única persona en casa, donde me estaría esperando mi única hija cuyo sueño frustrado es tener una hermana menor. Muchas veces me lo ha dicho pero desde que murió su madre se me ha vuelto muy difícil darme tiempo como para encontrar una persona especial en ese aspecto, y todavía sería más difícil tener una bebé.
De cualquier forma, como siempre al entrar en casa y anunciar mi llegada ella apareció para preguntarme como me fue en el día y que ya estaba lista la cena, por lo que fuimos a cenar juntos preguntando como estuvo nuestro día y cosas muy comunes. Todo estaba bien, era un día como cualquier otro, pero después de un rato todo se volvió borroso, no recuerdo que sucedió pero al despertar no estaba bien, me sentía muy distinto y con una mirada entendí el porque me sentía así.
Mi cuerpo era diferente, era el de una niña pequeña como de 10 años o poco más, usando solamente unas bragas y un pequeño sostén, ambos de franjas blancas con rosa. Verme así me hizo soltar un grito muy agudo correspondiente a la voz de una chica de esta edad que hizo que mi hija llegará a verme y yo sin pensarlo la abrace, era mucho más alta que yo, mi cabeza apenas y podía llegar a sus pechos que igual que yo solo los cubrían su brasier y sus pantis rosadas. Por muy raro que fuera no me sentía incomodo viendo a mi hija así, verla me reconfortaba y sentía que me cuidaría por alguna razón que no comprendía.
-Cielos, parece que la pequeña Ruby tuvo una pesadilla-
Decía mientras acariciaba mi cabeza, sin duda era reconfortante pero oír como me llamaba Ruby solo me alteraba más todavía, lo que me hizo soltarla para intentar explicar que pasaba.
-¿Ruby? Soy papá, Linda-
-¿Que cosas dices? Papá se fue al trabajo hace poco y si no te apresuras nosotras llegaremos tarde a la escuela, así que date prisa y cámbiate-
Ella me tomó de los hombros y me guío hasta la cama haciendo caso nulo de lo que decía mientras caminaba por el cuarto tomando uniformes escolares que solo hacían más extraño todo, su cuarto era similar al que tenía desde siempre pero había más cosas que por las apariencias eran mías o mejor dicho de este cuerpo infantil como ropa, juguetes y peluches.
-Parece que mi hermanita quiere que la vista de nuevo, ok, tú ganas así que quédate quieta-
No me dio tiempo de hacer nada, antes de decir algo ella ya se había acercado a mi para recostarme en la cama y ponerme la falda donde toco mi pequeño trasero haciéndome dar un sobresalto.
-¡Ah! Linda-
-Lo siento, quería asegurarme porque parece que creciste un poco, aquí también debo revisar-
Al decir eso tocó mis pechos que recién empezaban a crecer haciendo que me sonrojará aún más a lo que ella respondió con una dulce sonrisa.
-Hoy estas más roja que de costumbre, ya te dije que no tiene nada de malo, después de todo somos hermanas-
Cuando dijo eso tomó mis manos para que junto con las suyas exploráramos su cuerpo, por muy raro que fuera de nuevo no sentí algún placer sino admiración por la buena figura que tenía mi hija, aunque me duro poco ese sentimiento ya que de nuevo me sujetó, esta vez para tomar mis piernas y ponerme unas medias de colores seguido de la parte superior del uniforme; la blusa, chaleco y moño y por último peinándome con dos coletas.
Dando por terminado su trabajo me volteó hacía el gran espejo de su habitación para verme. No podía ver más al hombre que fui, en su lugar estaba una pequeña y adorable niña pelirroja cuidada por su hermana mayor.
-Atuendo completo, mi linda Ruby esta lista para ir a la escuela-
Comentó mientras se daba la vuelta y ella empezaba a vestirse mientras yo aún intentaba creer que esa niña era yo, un hombre adulto que no podía salirse de ese asunto.
-No quiero...es muy vergonzoso...-
Apenas y podía susurrar eso pero no paso desapercibido por mi hermana mayor quien de nuevo comenzó a recorrer mi pequeño cuerpo con su mano sobre el uniforme haciéndome totalmente débil.
-¿Vergonzoso? Si es como te ves siempre, aunque bueno, sí que es vergonzoso como te sientas, es como si yo anduviera así-
Desabrocho su blusa para sacar sus grandes pechos que eran sostenidos por su brasier rosa con encajes rojos, no me quedo dudas del color porque restregó mi rostro en ambos senos por un rato para después pasar su mano hasta llegar casi a mi entrepierna que de nuevo me hizo estar tan roja como mi cabello.
-¿Ves a que me refiero? Una dama no se sienta con las piernas abiertas, se te ve todo y recuerda que solo yo tengo esos privilegios ¿Quedo claro?-
Asentí como pude para que no llegará más lejos y por fortuna fue así sin embargo ¿Qué será de mí? No llevo ni una hora en este cuerpo y he tenido que pasar tanto, quiero ser el padre de mi hija, no su hermana pequeña de la cual tenga todo control y que haga de mí lo que ella quiera.
Créditos a quien correspondan. |
Continúa con la historia :)
ResponderBorrarGracias por comentar, anónimo. Pensaré sobre su petición a futuro.
Borrar-Nero.
Hola soy nuevo buena historia. Me interesaría continuación
ResponderBorrarMuchas gracias por comentar, pero, ¿En serio es nuevo por este blog? Hace años había un usuario con el mismo nombre, lo recuerdo bien.
BorrarCon respecto a la historia, es una historia de hace años que edite hace poco y prefiero dejarla así como está de momento.
-Nero.