domingo, 6 de agosto de 2023

La leal vampiresa

Hasta hace poco, apenas unas horas, Mario era un chico que al deambular por la ciudad qué visitaba, una fuerte lluvia lo obligó a refugiarse en el primer lugar que encontró.
Se trataba de una casa enorme y de aspecto abandonado, su idea era entrar y quedarse cerca de la salida por si algo ocurría en aquel desconocido lugar; como salir corriendo lo más pronto posible si era necesario o por si sencillamente terminaba de llover.
Su plan cambio por completo al darse cuenta que aquella vieja y abandonada vivienda que se veía desde afuera, era hermosa por dentro, como si de una mansión o lugar de eventos importante se tratara.
Al momento de entrar, también encontró al residente de ese lugar, un hombre mayor de piel pálida, cabello oscuro, vistiendo un elegante traje oscuro y con una presencia enigmática.
Mario se apresuró en disculparse y explicar que solo buscaba refugio de la lluvia, algo que aquel hombre entendió y dejó a Mario estar en la casa el tiempo que fuera necesario.
La lluvia siguió por horas, toda la tarde estuvo lloviendo al punto que parecía una tormenta, y por mucho que el joven se quisiera ir, sabía que era una idea terrible salir en esas condiciones. El dueño de la casa, el sr. Daimon, también sabía lo riesgoso qué podía ser, así que invitó al chico a cenar como agradecimiento por hacerle compañía.
Mientras el tiempo pasaba, Mario se iba relajando, charlando con el sr. Daimon y viendo las antigüedades de su casa hasta que cerca de la media noche, la lluvia cesó.
Era el momento perfecto para irse, no quería seguía abusando de la amabilidad de su anfitrión, qué tras pedir al chico quedarse a pasar la noche para evitar los peligros de la ciudad y ser rechazado, finalmente se mostró como es en realidad.
El misterioso sr. Daimon, resultó ser un vampiro, cuya amabilidad solo era para conocer al chico y ver si era un buen candidato para volverlo su pertenecía, algo que aprobó Mario para su mala suerte, y que ahora le costará el volver a su hogar.
De un momento a otro, el sr. Daimon se abalanzó sobre el chico, mordiendo su cuello para chupar algo de su deliciosa sangre, y todavía más importante, empezar con la transformación.
A los pocos instantes qué el vampiro se separó de su víctima, Mario comenzó a sentir un extraño dolor que recorría todo su cuerpo, el cual a cada momento comenzaba a cambiar; su estatura se redujo, al mismo tiempo que caderas, pechos y trasero femeninos se comenzaban a formar, incluso su ropa estaba cambiando hasta volverse un traje rojo y azul bastante erótico y ajustado a su cuerpo. Por si esos cambios fueran poco, su entrepierna también se volvió la de una mujer, misma mujer que de su espalda salían unas delgadas alas de murciélago.
Su rostro también cambio un montón, se volvió más femenino y pequeño, con finos rasgos, un cabello corto y despeinado, además de tener los rasgos más importantes para una vampiresa: ojos rojos y penetrantes, unos buenos colmillos para chupar sangre, junto a una sed insaciable qué no sólo buscaba sangre, buscaba la semilla y complacer a su amo, el sr. Daimon.
Fueron largos y dolorosos minutos para Mario, quien ya no se reconocía ni física ni mentalmente. Todo lo que había ahora en su cabeza, era el deseo de Mary por complacer al generoso vampiro qué la transformó, dotándole de un precioso cuerpo con el cual buscará hacerle feliz siempre que quiera, por toda su larga inmortalidad.
La vampiresa se puso de cuclillas, abriendo las piernas y la boca con deseo a los pies de su amo, quien acarició su mejilla como si de una mascota se tratara, estando más que satisfecho por la transformación de su sirvienta, la cual nunca más sentirá la luz del sol. Todo lo que sentirá y todo lo que vivirá, será bajo el techo qué alguna vez dio cobijo a Mario, y que ahora dará felicidad y placer para el inmortal sr. Daimon y su leal vampiresa Mary.
Créditos a quien correspondan.


4 comentarios:

  1. Gracias por la historia, fuí yo el que hizo la petición, en verdad gracias:D

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    1. No fue nada, anónimo. Muchas gracias por comentar y hacerme saber que te gusto la petición, eso me hace muy feliz.
      -Nero.

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  2. Hola, me encantan mucho tus historias, me harías muy feliz si pudieras aceptarme una petición,

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    1. Hola, anónimo. Me alegra mucho leer que le gusten las historias.
      Y yo encantada de aceptar su petición, pero no ahora. Hace poco más de un mes hice una publicación donde aceptaba sus peticiones, y ahí hay una larga lista de espera, que estimo me tomará al menos otro mes estar terminando.
      Si gusta, puede dejar su petición en la última publicación de peticiones, o estar atento a la próxima vez que habrá sus pedidos para tenerlo en mente. Lamento que sea así, pero hay que ser justos con los lectores y lectoras que hicieron sus pedidos hace tiempo. Espero su comprensión.
      -Nero.

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