Me sorprende como terminaron las cosas, hace poco más de un año yo era un hombre que vivía sus días a lado de su increíble novia. Hasta que una rara enfermedad me hizo cambiar completamente y cuando digo completamente es literal, pues con el pasar de los meses mi cuerpo masculino se feminizaba más y más, dotándome de una figura de ensueño para los hombres pero que para mí era una pesadilla; tantos cambios físicos, emocionales e incluso hormonales me volvían loca, incluso quise rendirme varías veces con todo esto pero Hanna, mi asombrosa novia era quien siempre me animaba a continuar y sobre todo me ayudaba a aprender a ser una mujer; con como vestir, actuar y cuidar mi nueva intimidad, sin duda ella es lo mejor que me ha pasado al punto que no tengo palabras para agradecer que me acompañará durante este complicado proceso.
Sin embargo, y con todo esto que vivía mi cuerpo, me costaba expresarle mi amor como antes, las hormonas me hacían querer estar en la cama con ella toda la noche pero sin mi antiguo miembro no podía hacerlo. Hanna con el tiempo incluso insistía en hacerlo así pero yo sabía bien que ella no sentía atracción por las mujeres.
O al menos eso creía hasta el día en que me hizo suya, sin previo aviso empezó a acariciar mis pechos y a jugar con mis pezones, aunque trate de resistirme ella parecía una bestia y en esos momentos yo era su dulce víctima a la cual se cogió una y otra vez toda la noche. Tras todo el juego previo que me hizo mojarme, Hanna me dio sexo oral varias veces y logrando que me corriera varias veces, después con un par de sus dedos casi me hace desmayar y finalmente al juntar su vagina con la mía me hizo quedar inconsciente un rato por todo el mar de sensaciones que mi pequeña novia me hizo experimentar.
Desde entonces tenemos sexo pero yo ya no domino más, al contrario, soy a quienes dicen "muerde almohadas" o la pasiva en nuestra relación, cosa que tuve que admitir desde entonces hasta ahora para mí mismo y aprendiendo a disfrutar de lo dominante que es Hanna conmigo.
Hoy de nuevo tuvimos sexo, ella llegó muy emocionada y a pesar de que yo soy más grande que ella en todo aspecto, sin ningún problema me llevó hasta la cama donde me desnudo para luego hacerlo ella y darme uno de los mejores sexos que he tenido como chica.
Ahora Hanna se quedo dormida tras tanta acción, yo no, tal vez porque aguanto más que al inicio o sencillamente ella estaba más cansada que de costumbre. Aún así no tuve problema en acercarla a mis pechos para abrazar su cabeza y que pudiera descansar un rato sobre mi.
-Te ves tan adorable así, quien diría que tras una carita tan linda eres quien me hace gemir jijiji, tengo que admitirlo, amo cada cosa que me haces, sobre todo en la cama pero es un secreto que nunca te diré mientras estés despierta-
Empecé a acariciar su cabeza, cosa que parecía disfrutar pues vi salir una mueca de sonrisa ¿Será que estaba despierta? No creo, de estarlo ya hubiera empezado a besar o mordisquear mi pecho pero por ahora solo lo usa como su almohada mientras se acerca más a mí.
Quizá yo también deba dormir, lo haré para descansar con ella como antes y de paso, reponerme por si despierta con ánimos de otra ronda, pues aunque ella no lo admita, descubrió lo placentero de ser lesbiana y dominante usándome para todo lo que se le antoje mientras que yo descubrí lo maravilloso que se siente estar del otro lado de la cama. Pensé que mi cambio arruinaría nuestra relación pero desde entonces, hemos estado más unidas que nunca, y no podría estar más feliz por ello.
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