sábado, 24 de agosto de 2024

La futura suegra 3 Anochecer

    Aunque mi orgullo me dolía, tras varios intentos de escapar por mi cuenta sin éxito, decidí comenzar a gritar por ayuda, algo que hizo reír al malicioso hombre.
-Ni te molestes, perra. Estamos muy lejos como para que alguien te oiga, nadie vendrá a tu rescate, con algo de suerte alguien te encontrará una vez que terminé de complacerme contigo-
    El hombre que aún intentaba recuperar el aliento se aferraba con fuerzas a mi vestido mientras me amenazaba; intenté quitarme el vestido al deslizarlo abajo pero se atoró en mis caderas; pensé en golpear de nuevo al sujeto o intentar abrir su mano para huir, una idea que abandone de inmediato ya que si fallaba y estaba cerca de él, no habría forma de liberarme; mi último par de ideas fueron las que comencé a usar, arrojándole libros a la cabeza para que él me suelte al mismo tiempo que gritaba pidiendo ayuda con la esperanza de que alguien viniera a por mi.
-¡M-Mi yerno está cerca!, ¡Él vendrá!, Así que ya déjame antes de que mi yerno llegué a darte una paliza-
    Esperaba que con mis amenazas aquel sujeto se rindiera, aunque usar "a mi yerno", mencionar a mi propio cuerpo como aquel que vendría a mi rescate era humillante. Nunca había experimentado esto, nunca había sido la damisela en apuras que necesita que alguien venga a su rescate, ni tampoco había tenido que suplicar a gritos por ayuda. Sin embargo, justo eso estaba haciendo para escaparme de una terrible situación, que como una vieja y frágil mujer de 50 años no puedo resolver por mi propia cuenta, por mucho que me doliera, hice todo lo que pude y no fue suficiente, necesitaba que alguien viniera a mi rescate para librarme de todo esto.
-No mientas, perra. Te estuve observando un rato; vi que caminaste sola hasta llegar aquí, no habrá nadie que te rescate-
    Finalmente ese hombre se levantó, y no sé si es que él es muy alto o yo muy pequeña, pero conforme el hombre se ponía de pie, se veía cada vez más grande e intimidante de lo que pensé, me bastó con mirarlo un momento cuando se puso de pie para saber que estaba perdida.
-No eres tan idiota después de todo, ¿Te gusta lo que miras?, ¿O ya te diste cuenta que jodiste al hombre equivocado?-
    Tragué saliva ante sus palabras, pensando en la segunda opción y que hacerlo enojar fue lo peor que pude haber hecho; ya no le lanzaba libros, y mis intentos de escapar se habían ido, era como si algo dentro de mi se hubiera rendido y creyera que lo mejor que podía hacer, era dejar que ese sujeto hiciera conmigo lo que quisiera.
    Cuando el pervertido se dio cuenta de que me había rendido, la sonrisa más sádica y maliciosa que jamás había visto apareció en su rostro; pude ver su reacción cuando me nalgueó, no tengo dudas de que lo disfruto, y ahora no tengo dudas de que esa reacción no fue nada comparado a lo emocionado que se veía de hacerme algo ahora que me había rendido ante su mera presencia.
-Ponte aquí-
    Sin preguntar y sin tener cuidado, el hombre me sujetó por una de mis muñecas y me arrastró hasta una salida de emergencia, obligándome a poner mis manos contra la pared para darle la espalda, traté de voltear para mirar un poco de lo que él hacía pero en cuanto se dio cuenta, una dura nalgada azotó mi trasero, haciéndome soltar un chillido femenino y retorcer las piernas.
-Nunca te di permiso de mirar, ¿O si? Obedece como la buena perra que eres-
    Por muy degradantes que fueran sus palabras, esa nalgada de verdad me dolió, así que decidí tragarme mi orgullo para obedecer lo que él me ordenaba, limitándome a escuchar unos sonidos de él quitándose la ropa para tirarla al suelo. Esos sonidos apenas duraron unas instantes, y una vez que terminaron, dio comienzo la pero experiencia que había tenido en este cuerpo.
-A pesar de lo vieja que eres, estás muy buena. Lo único que quería es que usarás tu boquita para hacerme un pequeño favor, pero ya que me diste tantas molestias, lo menos que puedes hacer es usar todo tu cuerpo, ¿No lo crees? No tengo nada de protección, pero por suerte eres vieja, así que no debemos preocuparnos porque quedes embarazada-
    Sus burlonas palabras me dolían, me hacían sentir más débil e indefensa de lo que ya soy, siendo forzada a escuchar todos esos comentarios mientras sus manos recorrían mi cuerpo, el cuerpo de la señora Lauren donde estoy atrapado, hasta que finalmente de un fuerte tirón, el sujeto me arrancó el vestido y la lencería haciéndola añicos.
-Por favor... tengo mucho dinero... le daré la cantidad que quiera... solo no me haga daño-
    Pedí de forma sumisa y temerosa, sin tener el valor de mirarlo a la cara, sintiendo como sus manos jugaban de forma brusca con mis enormes pechos mientras se reía.
-No se preocupe, señora. No pienso hacerle daño, solo pasaremos un buen rato, quizás al terminar hasta me pida un poco más, ¿No soy una persona bondadosa?-
    Las descaradas burlas de este sujeto casi que me hacían llorar, tenía ganas de llorar y no estoy muy seguro de porque: humillación, frustración, sumisión, perversión, había tantas cosas en mi cabeza en estos momentos que no podía pensar con claridad, solo podía quedarme quieta tal como se me ordenó, haciendo mi mayor esfuerzo por no llorar delante del pervertido, que me pidió algo aún peor.
-Sonríe para mi, abuela-
    Dijo con severidad, indispuesto a cualquiera respuesta que no fuera cumplir su orden, y que al demorar en obedecer, de nueva cuenta me dio una nalgada y apretó mis pechos con fuerza para motivarme.
-E-Esta bien... Esta bien.... solo se gentil conmigo... te lo ruego-
    Las temblorosas palabras salieron de mi boca, al mismo tiempo que intentaba dar una sonrisa genuina para el sujeto que con satisfacción puso sus manos sobre mis caderas, golpeando suavemente con su pie mis piernas para separarlas un poco más.
-Perfecto, cuando sonríes luces mejor, hasta podría olvidar que eres una anciana decrepita con lo sexy que eres-
    Sus intentos de halago, o más bien de acoso, solo me hundían más y más en como me sentía al estar viviendo todo esto en el cuerpo de mi suegra, pensando en hacerlo por primera vez como una mujer, y en las consecuencias que este evento tendría, cada vez más ansiosa cuando sus manos acariciaban su cuerpo, y una caliente y palpitante cosa rozaba mi trasero. Yo sabía bien que era eso, hasta hace unos días yo también tenía una de esas "cosas" que solo los hombres tienen, y que ahora, todo parecía indicar que tal como la mujer que soy, tendría dentro de mi cuerpo la hombría de este desconocido.
-Suficiente de de jueguecitos, vamos a comenzar-
    Unos últimos besos invadieron mi cuello, las manos del hombre estrujaban mis pechos, podía sentir sus caderas moverse sobre mi trasero para restregarme su hombría, él estaba listo para hacer con mi cuerpo lo que quisiera, dejándome sin voz ni voto en está situación, ante la cual solo pude tensar mi cuerpo tanto como me fuera posible y cerrar los ojos con la esperanza de que todo acabará lo más rápido posible.
Créditos a quien correspondan.
-¡Señorita Lauren!, ¡Corra!-
    Un golpe duro y seco se escuchó, junto a un alarido de dolor y algo pesado cayendo al suelo.
    Abrí los ojos ante toda la conmoción, descubriendo que mi captor había sido derribado por el pequeño chico que atendía en la recepción; el chico era más grande que yo pero más pequeño que ese hombre, además que no se veía especialmente atlético, cosas que no lo detuvieron de lanzar un puñetazo que derribó al acosador para luego montarse sobre él y tratar de seguir golpeándolo.
-¡Usted corra, señorita!, ¡Todo estará bien!-
    Me decía el joven pequeño que hacía lo posible para detener en el suelo al acosador que cada vez forcejeaba y pateaba más para escapar. A diferencia de los golpes del empleado, todo lo que hacía el pervertido obligaban al joven a usar toda su fuerza para retenerlo, el chico estaba luchando una batalla perdida, y todo para ganarme tiempo.
-¡Lo siento mucho!, ¡Volveré con ayuda!- 
    Exclame antes de tomar mi vestido roto para cubrirme y salir corriendo del pasillo de emergencia, dejando atrás al joven que me ayudaba en una situación de lo más compleja.
-Mi bolso, debo pedir ayuda-
    A los pocos pasos de la salida de emergencia, tirado en el pasillo estaba mi bolso, lo había olvidado por completo cuando el pervertido me arrastró, pero ahora que lo tenía frente a mis ojos, no dudé en enviar un mensaje a Lauren y a Giselle con mi ubicación pidiéndoles que vinieran lo antes posible con la seguridad del centro comercial.
-¿Qué hago ahora?, ya llame a la policía... y Giselle ya vio mi mensaje... debería....-
    A lo lejos podía escuchar insultos, gritos, golpes y quejidos, en la salida de emergencia aún debían estar peleando aquel empleado que me salvó y el hombre que intentó hacerme daño. Una parte de mi quería salir corriendo sin mirar atrás, pero no podía abandonar a su suerte al empleado. Sin embargo, volver a ir a ese pasillo solo daría más problemas, ya que no puedo resistir ni un golpe y solo podría dejar en una peor situación al chico.
    Los minutos eran agónicos, sin tener lo necesario para volver a ese lugar, rezando y suplicando porque alguien pudiera ayudar en está situación. Tenía tanto miedo que apenas me podía controlar, pero algo que me lleno aún más de temor, fue cuando la pelea en la otra habitación se dejó de escuchar, no había nada de ruido y entrar a comprobar como estaba el empleado fue todo lo que tenía en la cabeza, acercándome hasta la puerta, y justo antes de que la pudiera abrir, una voz me detuvo.
-¡Señorita, retroceda!, ¡Nosotros nos encargaremos!-
    Una felicidad que no había sentido en mucho tiempo me invadió cuando un par de guardias del centro comercial llegaron corriendo hasta el lugar.
-¡Están adentro!, el chico me rescató pero el otro hombre lo estaba atacando... por favor, ayúdenlo-
-Ese imprudente, muchacho. Le dijimos que no interviniera...-
    Se quejó uno de los guardias, apoyándose contra la puerta y tras una señal con su compañero, ambos abrieron la puerta para revelar algo impactante.
    Sin aliento, con un poco de sangre y algunos moretones, el joven empleado se mantenía de pie al apoyarse contra una de las paredes, mientras que mi agresor permanecía inmóvil en el suelo, uno de los oficiales se acercó a comprobar lo que todos pensábamos, mi agresor estaba inconsciente.
-La...lamento mucho...causar... causar problemas... no podía.... dejar que... dejar que algo malo le pasará-
    Fueron las suaves y cansadas palabras que el chico dijo antes de deslizarse con la espalda a la pared hasta sentarse en el suelo, terminando así con un problema enorme, y dejando otros más pequeños para resolver en lo que él descansa un poco.
Créditos a quien correspondan.
-Mami, ¿Segura que estás bien?, fue un día muy duro para ti, podrías quedarte en el hotel con nosotros para despejar tu cabeza, ¿O prefieres que yo me quede a pasar la noche?-
    Me preguntaba llena de preocupación "mi hija" Giselle acompañándome hasta la puerta de la casa, ayudándome a dejar mis bolsas en los sillones y tratando de hablar un poco sobre todo lo que me sucedió. Sabía que salir al centro comercial sería difícil, pero nunca imaginé que sería tan difícil, ni mucho menos pensé que viviría todo lo que me pasó.
    Después de que la seguridad del centro comercial llegó, a los pocos minutos llegaron Giselle y la señora Lauren, poco después los servicios médicos y una patrulla policiaca; mi hija me ayudó a ponerme un vestido nuevo; la policía se llevo al acosador, tuve que testificar todo lo que sucedió y al pobre chico que salió herido por defenderme, se lo llevaron los paramédicos para atender sus heridas; no soy tan graves, no tiene fracturas ni mucho menos está en riesgo su vida; lo único que me preocupa es que no pude darle las gracias personalmente ya que él se fue con los paramédicos mientras yo hablaba con la policía.
    Resolver todo ese problema nos llevó horas, incluso si yo no estaba más en peligro, con todas las personas involucradas, pasamos un buen rato hablando con los encargados del centro comercial, servicios médicos y servicios de protección antes de poder ir a casa a descansar.
    El viaje a casa fue realmente silencioso, Giselle se veía preocupada pero no decía ni una palabra, y la molesta señora Lauren por primera vez no me molestaba o hacía comentarios maliciosos, supongo que por muy retorcida que sea esa mujer, ni siquiera ella esperaba que sucediera algo así durante nuestra visita al centro comercial.
    La señora Lauren se estacionó frente a su antiguo hogar, y quedándose en el auto por petición de Giselle, quien al ayudarme a bajar todas mis compras, finalmente se armó de valor para hablar de lo sucedido.
-Gracias, pero estoy bien. Por fortuna no me sucedió nada, todo gracias a ese empleado que me protegió, espero poder darle las gracias en otro momento. Por ahora, solo quiero descansar-
    Mi explicación era tranquila y genuina, al menos en la mayor parte. En estos momentos lo más que quería era descansar, quería liberarme de esa sensación de vulnerabilidad que viví, también me quería olvidar de la culpa por causar problemas a un chico más joven que yo, y de todas las emociones contradictorias dentro de mí. En especial, me quería olvidar de esa "curiosidad" que invadió mi cabeza desde que la situación se calmo.
-Te quiero mucho, mamá. Lamento el día tan malo que has tenido-
    Esas palabras junto con lo que Giselle me hizo me dejaron en blanco; ella de repente me abrazó desde atrás; sus pequeñas manos rodeaban mi cintura, su cabeza se apoyaba contra mi espalda y decía cosas amables para intentar animarme, lo cual realmente consiguió.
    Mis manos se pusieron encima de las de ella, acariciándolas con cuidado y disfrutando de su cercanía. Siempre que yo tenía un mal día y ella lo notaba, de repente me abrazaba de está manera para intentar animarme, ese pequeño y torpe gesto de su parte me encantaba, y aunque yo no este en mi propio cuerpo para responder como me gustaría, al menos me ayudó a estar un poco más tranquila después de este día.
-Yo también te quiero mucho, hija. Y no te preocupes, no fue tan mal día porque pude estar contigo como en los viejos tiempos, fue una tarde encantadora a pesar de los inconvenientes-
    El silencio y el abrazo duraron un poco más, estoy casi segura de que Giselle soltó al menos un par de lágrimas mientras me abrazaba, tranquilizándose después de un rato juntas y volviendo a preguntar.
-¿De verdad quieres estar a solas?-
    En cuanto ella soltó el abrazo me di la vuelta para mirarla, acariciando su cabeza y dedicándole una sonrisa.
-De verdad, Giselle. Aprecio tu preocupación, pero solo necesito descansar, ustedes también debería descansar. Mañana será otro día-
    Aunque Giselle no se veía muy convencida por las palabras, terminó por suspirar y asentir de manera silenciosa.
-Esta bien, mamá. Me envías un mensaje si necesitas algo, cualquier cosa, le diré a Mathius que me traiga enseguida-
-Si necesito algo, sin duda te llamaré. Lo prometo-
    En cuanto Giselle escuchó que hice una promesa ella se vio mas relajada, mi novia creía mucho en las promesas, así que la mejor forma de tenerla tranquila, era prometiendo que hablaría con ella si necesitaba algo más. Por lo que tras esas palabras u un abrazo más, mi hija se despidió y subió al auto que observe marcharse desde la puerta de mi actual mansión.
Créditos a quien correspondan.
-Eso que viví hoy... ¿Será normal para las mujeres o solo tuve mala suerte?-
    Me preguntaba al recostarme en uno de los sillones, estando sola por primera vez desde que todo eso sucedió, sin poder dejar de cuestionarme cada detalle de lo que viví, y cada sensación en mi cuerpo y mente que permanecía aún después de un par de horas desde que eso sucedió.
    De forma irónica mi cuerpo se moría de sueño, ya era tarde y estaba ansiosa por dormir, apenas pudiendo mantener los ojos abiertos pero abriéndolos de golpe vez tras vez al pensar o recordar el intento de abuso que había sufrido.
    Me sentía humillado, fui avergonzado e insultado, completamente utilizado y sintiendo que no tenía mucho valor como hombre en este cuerpo, pues a pesar de ser un hombre joven, en este cuerpo de mujer apenas pude hacer algo más que obedecer en cuanto la situación se complicó un poco. Me dolía ver lo débil que era ahora, darme cuenta que en este cuerpo no puedo cuidarme por mi cuenta, no soy fuerte, ni veloz, ni siquiera pude gritar tan fuerte como para que alguien me ayudará, y de la peor manera posible, tuve que reconocer que ahora solo soy una vieja mujer que se ve muy bien para la edad que tiene.
    Por si mi orgullo y masculinidad no hubieran sido pisoteados lo suficiente, las palabras de mi agresor no dejaban mi cabeza, recordando en cada momento como hacía referencia a que lo único bueno de mi sería mi cuerpo... en lo duro que él estaba... en lo violento que era conmigo... en lo dominante que se comportaba... y en como todo lo que yo podía hacer era ser una buena perra sumisa para satisfacerlo... algo que yo hubiera aceptado, algo que acepté más bien... y que solo no se hizo realidad por la intervención de ese guapo joven.
-¿Guapo?-
    Me sorprendió mucho que unos de mis pensamientos sobre aquel empleado de la librería era recordándolo como alguien apuesto; era un joven tan común como cualquier otro, no era alto o musculoso como yo, incluso se veía torpe al hablar conmigo; sin embargo, todas esas cosas no fueron impedimento para que el chico se luciera frente a mi al salvarme de mi acosador.
-Supongo que sí... fue algo lindo de su parte-
    Murmuré cada vez más perdida en mis pensamientos, recordando como yo estaba desnuda contra la pared, con el trasero adolorido por las nalgadas, con mis pechos apretados de manera brusca y con sucias amenazas sobre lo que me pasaría y como terminaría rogando por más a aquel pervertido.
    Por mucho que lo intentará, no podía olvidarme de la sensación de su pene contra mi trasero; estaba caliente, incluso palpitaba y podía sentir como se restregaba entre mis nalgas como un juego previo a meterlo en mí.
    El aliento comenzaba a hacerme falta, no dejaba de pensar en ello, y para mi sorpresa, mi cabeza se lleno del pensamiento sobre ello: ¿Cómo se hubiera sentido hacerlo?, ¿Hubiera dolido?, ¿Lo hubiera disfrutado?, ¿Hubiera gemido?, ¿Qué tal si de verdad me gustaba y pedía más?, ¿Qué tal si me descubrían?, Si mi hija me veía, ¿Cómo lo hubiera explicado?, ¿Cómo decirle a mi hija que su madre es una pervertida?, ¿Cómo regresaría a mi vida? O más bien.... ¿Intentaría regresar a mi vida? 
-Yo soy Mathius, soy un hombre 27 años... quiero pedir la mano de mi novia Giselle... quiero... no quiero quedarme con el cuerpo de mi suegra Lauren... ni siquiera por la "curiosidad" de como se sentiría eso que viví-
    Aún con esas débiles palabras que me susurraba, mi mente no dejaba de pensar en el acosador y como me tocaba, como me hacía suya, como estaba a punto de volverme toda una mujer, cuando alguien llegó a mi rescate, tal como un príncipe de blanca armadura llegando por su doncella.
-Matt...¿cierto?-
    Mi pulso se aceleraba, todo el cuerpo me sudaba, mi corazón latían con fuerzas y aliento cada vez me hacía más falta al pensar en los dos hombres que conocí esta noche; por un lado mío que desconocía se despertaba el morbo, la lujuria y el curioso deseo que ese hombre agresivo despertó en mí; y por una parte mucho más grande de mi cabeza, estaba la duda de ¿Cómo Matt se comportaría conmigo?
    ¿Me diría que estoy vieja?, ¿Le gustaría dominarme?, ¿Podría intentarlo siquiera?, ¿Qué tan grande la tendría?, ¿Sería cuidadoso conmigo?, ¿Me besaría de forma apasionada y cariñosa?, ¿También me provocaría con nalgadas?, ¿Jugaría con mis pezones? Más y más preguntas de ese estilo llenaban mi cabeza, y tal como sucedió en la realidad, aquellos malos pensamientos donde veía al abusador desaparecía por completo cuando pensaba en el valiente joven que vino a mi rescate, y que si yo fuera su recompensa, ¿La aceptaría o me rechazaría?
-Ojala fuera bueno conmigo... me gustaría agradecerle por salvarme... ¿Pero agradecerle como una mujer?-
    No, definitivamente no, yo soy un hombre, solo esto atrapado de forma temporal en el viejo cuerpo de mi suegra, y aunque sé muy bien que Matt se merece una recompensa por haberme ayudado, no podía entregarle mi cuerpo... especialmente por un lujurioso temor que no se iba de mi cabeza: en el caso de que yo dejará que él me hiciera suya y él aceptará, ¿La recompensa sería para él?, ¿O soy yo quien quiere una recompensa suya dentro de mí?, y si soy yo quien quiere algo de él,  ¿Quién quiere estar con ese chico?, ¿Yo como Mathius?, ¿O yo comenzando a aceptarme como Lauren?.
    Cuando esa idea llegó a mi cabeza abrí los ojos de golpe, al mismo tiempo que un gemido salía con fuerza de mis labios para darme cuenta de lo que estaba haciendo.
-¿¡Qué!?,¿¡E-En que momento llegué a esto!?-
Créditos a quien correspondan.
    No tenía idea de como había acabado en está situación, solo estaba pensando, estaba divagando en mis pensamientos, negando todos los deseos de mi cuerpo, no había hecho nada ni recordaba haberme movido. Sin embargo, la realidad frente a mi era evidente, y aunque me costará admitirlo, mientras yo me debatía en mis adentro todo lo que sentía, mi cuerpo tomó la iniciativa; mi vestido estaba tras el sofá y mi lencería la lance al suelo, con las piernas bien abiertas y una de mis manos aún con joyería en la muñeca, ya tocaba de manera cuidadosa y continua mi entrepierna. No había forma de confundirlo, nunca olvidaría esa sensación que conocí la noche anterior, yo me estaba masturbando, y a diferencia de ayer que con agua fría logré calmar todos esos deseos, mi cuerpo no se detenía, estaba decidido, y con todo lo que había pasado este día, genuinamente no pude oponerme.
-Si Giselle me viera... o si Lauren me viera.... estaría perdido... estoy perdido.... pero no puedo contenerme... que rico se siente-
    De mis labios escapaban más y más gemidos, mi cuerpo sudaba más, mi corazón se aceleraba más y todo en este viejo cuerpo, parecía lleno de energía solo para satisfacerme unos momentos. Todo por la tentación que vivía en este cuerpo.
-Rápido... que sea rápido... de esa forma será menos vergonzoso-
    A sabiendas que no podría dejar de masturbarme, y que este cuerpo no dejaría de pedir a gritos algo de placer, solo tuve dos ideas en mi cabeza para terminar con esto lo antes posible, siendo la primer idea, acelerar el ritmo y fuerza de mis dedos que entraban por mi vagina con la esperanza de llegar al clímax más rápido.
    Intentaba ser cuidadoso al acelerar el ritmo de mis dedos dentro de mí, en algunos momentos dolía un poco al ir muy profundo o tocar donde no debería, mejorando un poco mi técnica a cada segundo hasta tocar un lugar que me hizo gemir, retorcer y suplicar por más.
-¿L-lo toqué?...¿Toqué ahí?... ah... a Giselle... nunca pareció importarle tanto....-
    Mi rostro estaba cada vez más sonrojado al darme cuenta que toque el punto más especial en una mujer, el cual sin duda reaccionó dándome un nivel nuevo de sensaciones que me motivaban a seguir tocando ahí para terminar cuanto antes, al igual que me motivaba a comenzar con mi segunda idea.
-Matt... Matt... mi pequeño caballero...-
    Olvidando todo mi orgullo solo por un momento, comencé a pensar en el empleado que me salvó; lo imaginé abrazándome, besándome, tocándome, amándome, haciéndome de todo para darme placer al mismo tiempo que yo lo hacía sentir bien; era una fantasía hermosa y estimulante que también me hacía cumplir el cometido de masturbarme con más ímpetu, ansiosa de que esas fantasías se volvieran realidad y que los sucios deseos de placer que satisfacía con mis manos, en algún momento fueran satisfechos por la hombría de mi amable caballero.
    Una pequeña y racional parte de mi se daba cuenta de mi desastre, de todo lo malo e inapropiado que estaba haciendo, y que estaba tentando a la suerte al caer en los más bajos deseos que este cuerpo puede tener. No obstante, también me sentía bien, me sentía más relajado que nunca en este cuerpo, estaba seguro de que no hacía nada tan grave y que una vez terminará de masturbarme, podría volver a estar en mis 5 sentidos para concentrarme en volver a la normalidad el día de mañana. Sí, en estos momentos yo era un desastre, pero estaba bien con ese placentero desastre el cual estaba seguro de poder controlar para volver a intentar recuperar mi cuerpo una vez que estuviera satisfecha, lo cual estaba cada vez más cerca a juzgar por la reacción de mi cuerpo.
-Ah... aquí viene...-
    Con la mente llena de fantasías sobre Matt haciéndome su mujer, mis gemidos eran cada vez más escandalosos, mi ritmo no podía aumentar más, mis dedos se movían con fuerza al igual que mis caderas, todo era tan perfecto para darme placer hasta que finalmente mi cuerpo no pudo con más de eso, y soltando un fuerte gemido, todo mi cuerpo se tensó mientras algo salía de mi entrepierna.
-Y-yo.... y-yo... yo lo hice... terminé....-
    Me decía al intentar recuperar el aliento con grandes bocanadas de aire, pasando de tener todo el cuerpo tensó a una relajación absoluta mientras me recostaba sin energías en el sofá y de mi cuerpo sentía el sudor y fluidos brotando de mí; era humillante, degradante, incluso era un poco asqueroso... pero sobre todo, era placentero, y aunque estaba más cansada que nunca, la sonrisa de satisfacción que había en mi rostro era enorme al sentirme completa por primera y última vez en el cuerpo de está mujer.
Créditos a quien correspondan.
    Después de algunos minutos donde recobre la compostura y me hice consciente de todo lo que hice, preferí quedarme en silencio soportando la vergüenza por mis actos al mismo tiempo que disfrutaba de la relajación que sentía de pies a cabeza tras haberlo hecho.
    Al cabo de unos minutos reposando, tomé mi ropa para vestirme nuevamente, luego unas toallitas desechables para limpiar un poco del desastre que hice en el sofá, después meter todas mis compras en mi habitación y finalmente llevando conmigo ropa interior y una pijama entre al baño para darme una ducha, una muy necesaria ducha después de lo que hice.
   Cuando me estaba bañando me di cuenta que las piernas las sentía muy débiles, y a diferencia de masturbarme como hombre, el placer seguía estando presente por mucho más tiempo, incluso con el agua caliente cayendo sobre mí, un hormigueante placer me hacía sentir bien y sonreír cada tanto.
    La ducha fue breve pero muy agradable, relajándome todavía más de ser posible, y que una vez me puse la peculiar pijama de está mujer, estaba listo para entrar en la cama con la fantasía de despertar hasta bien tarde el próximo día.
-¿Un mensaje? Giselle debe seguir preocupada-
    Antes de acostarme pude escuchar mi teléfono sonar dentro del bolso, al revisar pensaba que sería un mensaje de mi hija o quizás de Lauren, pero la realidad era muy distinta.
-¿Número desconocido?, ¿Quién es?-
    Al desbloquear el teléfono y revisar los mensajes, pude sentir como una enorme y estúpida sonrisa aparecía en mi rostro, pues bastaba con la forma de llamarme para saber de quien se trataba.
"Señorita Lauren, ¿Se encuentra bien? Los médicos me dijeron que usted estaba a salvo, pero quería esta seguro"
    Era lo escrito en el mensaje de ese tonto y lindo empleado, que aún después de la paliza que se llevo, seguía preocupado por mi, demostrando que era su prioridad.
-Así que Matt consiguió mi número, eso me hace las cosas más sencillas-
    Tras darle algunas vueltas al tema, pensé en la mejor manera para responder a su mensaje, enviando un texto para el chico de quien esperaba con ansias su respuesta el día de mañana.
Créditos a quien correspondan.

6 comentarios:

  1. Ufff al fin paso lo hiba a pasar el cap anterior!!!

    Me encanta esta historia, muy buena, sigue así!

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    1. Gracias, 222. El próximo capítulo viene el siguiente sábado.
      -Nero.

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  2. Me encanta esta historia, el desarrollo ha sido lento e increíble:)

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    1. Estoy de acuerdo, intenté dar un desarrollo más lento al mismo tiempo que más sólido y detallado, las cosas que mencionó son importantes de alguna manera que se hará más clara conforme se acerque el final.
      -Nero.

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  3. Respuestas
    1. Gracias por decirlo, V. No me cansaré de decir que está historia fue un desafío fuera de lo habitual y eso me alegra.
      -Nero.

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