sábado, 17 de agosto de 2024

La futura suegra 3 Atardecer

    Tal como podía imaginar, el paseo en auto rumbo al centro comercial fue horrible.
    Decir que la situación era incomoda parecía un halago; por alguna razón había un silencio abismal, con torpes y lentas conversaciones que no llevaban a ningún lado; no solo de mi parte hacía "mi hija y su novio", también Giselle parecía esforzarse en hablar conmigo o con "Mathius"; y ya que Mathius no podía burlarse de mi, también se había quedado callado gran parte del camino que a pesar de ser de unos 40 minutos, se sintió como si pasaran varias horas en el automóvil donde soló se escuchaba la radio y el tráfico de está ciudad desconocida para mí.
    Después de ese largo e incomodo viaje, Mathius se estacionó, invitándonos a bajar del auto para comenzar el recorrido en el centro comercial, Mathius bajó del auto para abrirle la puerta a su novia, a mi novia, mientras yo me veía obligado a salir del auto por mi cuenta y percatarme de algo que había pasado por alto.
-Es raro que no utilices tacones, mamá. Además, ¿Dónde está tu bolso?-
    La pregunta de Giselle me hizo abrir los ojos como platos y pensar en una respuesta, que no fue otra más que maldecirme.
-Que idiota...-
    Susurré y de inmediato me disculpe, pensando en que Lauren no diría groserías ante el mínimo problema.
-Lo siento, no quise decir eso....es solo que-
-Aquí está-
    Antes de poder inventar una excusa, Mathius sacó consigo una bolsa roja de cuero que me entregó.
-Cuando salíamos de casa, tu mamá se veía muy emocionada y la dejó junto a la entrada. Una disculpa, señora Lauren, olvide decirle que la tomé, espero no haya problema-
    Una gran sonrisa apareció en mi rostro, al ver que Lauren me había salvado de un gran problema, no solo de levantar sospechas con Giselle, también me salvó de no tener teléfono, dinero o algo tan simple como las llaves para entrar a casa una vez que tuviera que regresar. De cierta forma me sentí contento, listo para agradecer de forma honesta a mi futura suegra, aunque Lauren parecía tener otros planes.
 -Muchas gra....-
    Estaba a punto de darle las gracias de manera sincera a la señora Lauren, pensé que me había ayudado como un simple acto de buena fe, pero en cuanto levante la mirada del bolso en mis manos pude ver como Giselle le sonreía y besaba a mi cuerpo de chico.
-Muchas gracias por ayudar a mi madre, Mathius. Suele emocionarse cuando puede salir de compras, aunque si tiene sus tarjetas, puede que no salgamos de aquí hasta anochecer-
    Giselle habló con su tono bromista que tanto amaba y bromeaba conmigo como siempre hacía, solo que la persona con quien se reía, se abrazaba y se besaba, era su propia madre que había robado mi cuerpo, haciéndome presenciar esa humillante escena justo frente a mi.
    Al ver que la señora Lauren ponía las manos en la cintura de mi novia, le susurraba y le daba otro beso, quería gritar y tumbarle los dientes, ella me estaba humillando e insultado de forma descarada, casi como si me invitará a dar una reacción inapropiada para que nunca más pudiera volver a mi cuerpo, algo que era especialmente tentador en estos momentos siempre y cuando la hiciera sufrir.
    Apreté los puños llena de rabia contra mi bolso, desquitando con el objeto lo que esa bruja me hacía sentir y que no tuve mejor idea que interrumpir al toser un par de ocasiones mientras daba la sonrisa más forzada que nunca hice, haciendo avergonzar un poco a mi inocente novia.
-Oh, lo sentimos, mamá-
    Fueron las tímidas palabras de mi reservada novia que se alejaba de Mathius, quien tal como era su costumbre, sonreía de forma burlona y maliciosa en cuanto Giselle no nos veía.
-No te preocupes...hija, solo tenía un poco seca la garganta-
    Mi risa era falsa, apenas podía disimular mi incomodidad en esa situación, algo que por fortuna entendió Giselle y decidió seguir como si nada hubiera pasado. Eso no me hacía feliz exactamente, pero que quizás era lo mejor en estos momentos. Por mucho que me hundiera, tendría que acostumbrarme a "ver a los novios" actuar como novios por el resto del día, si no es que el resto de la semana, siendo obligando a quedarme al margen como cualquier madre normal tendría que hacer.
Créditos a quien correspondan
    Por si ver a mi novia besándose con otro no era motivo suficiente para odiar esta visita al centro comercial, Mathius tomó la mano de mi pareja y comenzaron a caminar tomados de la mano mientras yo me veía obligado a seguirles el paso desde atrás en silencio.
    Ambos se pusieron cómodos muy fácilmente, poco les importó que estuviera yo, y eso me hacía sentir herido. ¿Cómo soy la maldita tercer rueda de mi relación? Esto es ridículo.
    Lo entiendo por una parte, mi novia no tiene ni idea de que intercambie de lugares con su madre, es imposible que Giselle lo sepa pues a sus ojos yo sigo siendo yo y su madre sigue siendo su madre. Sin embargo, no puedo dejar de pensar que la señora Lauren se está aprovechando descaradamente de la inocencia de su propia hija al engañarla, mientras que a mi me humilla al obligarme a observar la romántica situación de la linda pareja sin poder hacer nada al respecto.
    También me siento un poco herido por mi novia, sé que ella no tiene forma humana de saber sobre el intercambio de su madre conmigo, pero me hace pensar que ella no me conoce tan bien, o que algo raro está pasando para no darse cuenta de un cambio en su novio y futuro esposo. Saber que mi novia no me conoce tan bien me aterra un poco, algo que intento no pensar al recordarme lo que estamos viviendo, y que si de alguna forma Giselle se entera de todo esto, solo haría la situación peor para mí.
    Al pensar en ello, me doy cuenta que Giselle y su madre apenas llevan 2 días juntas donde creo que no ha habido sospecha alguna de mi novia por alguna situación extraña, por mucho que odie admitirlo parece que la están pasando bien como una pareja, mi novia está feliz "conmigo", lo cual solo me hace sentir peor sobre que me gustaría que sucediera: que Giselle se de cuenta del cambio y yo me quede atrapado con el cuerpo de su madre, o por el contrario Giselle no se da cuenta del intercambio, lo cual demostraría que mi prometida no me conoce tan a fondo como para no notar que ha pasado una semana con una persona completamente diferente a su futuro esposo.
-Si Giselle no ha notado la diferencia, quizás estoy haciendo algo mal, ¿Verdad?-
    Fueron las palabras que murmure mientras la "feliz pareja" caminaba frente a mi, mirando lo suficiente a mi novia como para que ella lo sintiera y se diera vuelta para mirarme.
-Mamá, ¿Segura que estás bien?-
    Las gentiles palabras de mi novia, a quien me esforcé por no llamar "amor", me hicieron volver a la realidad y alejar esos pensamientos negativos y odiosos sobre mi situación.
-L-lo siento otra vez, hija. Solo estaba perdida en mis pensamientos, ¿Qué sucede?-
    Su respuesta fue señalar una tienda elegante para mujeres, llena de joyería y ropa de diseñador, a lo que di una de las peores respuestas que pude dar.
-Ah.... ¿Qué hay con eso?-
-¿Qué hay con eso? Sí es tu tienda favorita, mamá. Acaba de comenzar la nueva colección, pensé que querías venir de compras a esta tienda antes que a cualquier otra-
    Una vez más, la confusión en el rostro de Giselle era aún mayor que mi expresión de preocupación al darme cuenta de mi error, algo de lo que una vez más me salvó la verdadera Lauren.
-Un error le pasa a cualquiera, ¿No? Lo importante es que ya estamos aquí, ¿Qué tal si las chicas se divierten mientras yo compro una sorpresa?-
-¿Una sorpresa?-
    Preguntamos a la par Giselle y yo, haciendo sonreír a la señora Lauren dentro de mi cuerpo que asintió.
-Claro, vi algo interesante y me gustaría comprarlo, pero será una sorpresa. En lo que yo miro eso, ustedes pueden divertirse como madre e hija, tómense el tiempo que quieran, las estaré esperando para cargar sus bolsas cuando terminen-
    Lauren hizo gala de mis músculos al mostrar los bíceps, una broma tonta que hizo reír a Giselle y que a mi me hizo enojar, aún más cuando llamó a mi tiempo con Giselle, tiempo "madre e hija". 
    Quería quejarme y decirle que no hacía falta su ayuda, solo que con mi rol actual de madre, tuve que obligarme a sonreír y darle las gracias al mismo tiempo que se despedía esa problemática mujer que robó mi cuerpo.
    En cuanto Mathius se alejó lo suficiente, una mirada y silencio incomodo con "mi hija" nos invadió tal como la primera vez, con la diferencia de que está ocasión yo tomaría la iniciativa mucho mejor para entablar una conversación.
    Lo haría de forma inteligente para que ella no sospechará nada, al menos no sin estar seguro de que Giselle me apoyaría.
-¿Te parece si entramos, hija?-
    Giselle asintió y comenzó a caminar dentro de la elegante tienda, la cual no era para nada mi estilo, sin embargo, tuve que esforzarme al máximo en mirar cada artículo posible mientras pedía la opinión de mi hija para decidir que comprar y que no. Por lo que Giselle y Mathius dijeron, Lauren en una mujer que gasta mucho dinero en compras, así que elegía más cosas de las que prefería dejar, invitando a mi hija a comprar más cosas que ella quisiera con la promesa de que yo pagaría por todo. Ese gesto era genuino, después de todo quería ver a mi novia siempre con las mejores cosas y gastar más de lo necesario en la tarjeta de está mujer es lo menos que puedo hacer como venganza.
-Hace mucho tiempo no salíamos de compras, ¿verdad, mamá?-
    La voz baja de Giselle apenas se oía, ya estaba más que acostumbrado a eso, y no dude en sonreír para ella y responderle.
-Sí, supongo que ha pasado un tiempo, ¿Desde que te mudaste con tu novio?-
    Pregunté algo a lo que ya sabía la respuesta, pues antes de que Giselle y yo comenzáramos a vivir juntos, ella vivía con su madre, así que soy consciente que Giselle dejó de ir de compras con su madre en fechas similares a las que empezó a vivir conmigo.
-Así es, ha pasado un tiempo desde eso y las cosas, se han puesto serías, ¿Sabes?-
    Giselle sonrió ante mi respuesta pero casi de inmediato soltó un suspiro y con un tono más serio me pregunto.
-Mamá, ¿Qué piensas de mi novio?-
    La pregunta era muy complicada de responder en estos momentos; hablar demasiado podría ser perjudicial, evitar el tema podría ser mal visto, y por mucho que deseará decir cosas malas "de su novio" eso podría terminar por perjudicarme a mi cuando vuelva a mi cuerpo.
    Ante tantas malas opciones, tuve que meditar en mi cabeza una buena respuesta, cerrando los ojos un momento para concentrarme y finalmente decir algo que podría beneficiarme si Giselle estaba de acuerdo.
-Supongo que es un buen chico, tú siempre me hablas maravillas de él y pareces feliz a su lado. No tengo el gusto de conocerlo demasiado o saber como van las cosas entre ustedes dos. Pensé que con la cena del otro día podríamos conocernos mejor, así que me sorprendió un poco que salieran temprano, ¿Esta todo bien?-
    Confiaba en que mi respuesta fuera buena, yo sabía como hablar con Giselle y lo mejor que podía hacer era darle mi opinión, una que "como mamá" todavía está confundida por lo que ocurrió entre su hija y su novio el día que se conocieron.
    Giselle dejó de mirar un hermoso vestido blanco cuando hice esa pregunta, tal parece que ella también se detuvo a meditar una respuesta bien elaborada antes de hablar.
-No lo sé, lamento mucho habernos ido antes ese día... es solo que ocurrió algo y lo teníamos que resolver-
    Al ver la preocupación en la cara de mi novia, me acerque y le quite el vestido de las manos, para que con cariño y cuidado mis dos manos se entrelazaran con las de ella, era algo que ella amaba que yo hiciera, y aunque no sabía cual podía ser su reacción con su madre, lo intenté.
-¿Hay algo en lo que pueda ayudar? Sé que no soy perfecta pero soy tu madre, Giselle-
    La audacia de mis propias palabras me dejó sorprendido, yo soy el primero en negar ser "la madre" de Giselle, y ahora, eso que tanto niego y evito decir, eran el mejor argumento posible para que Giselle pudiera confiar en mi y revelar algo de que ha sucedido entre ella y su madre ladrona de cuerpos una vez que me dejaron atrás.
-Muchas gracias, mami.... a veces eres un desastre pero me alegra saber que puedo contar contigo-
    Su tímida y avergonzada sonrisa me volvió a enamorar tal como cuando la vi por primera vez, y al verla no se me ocurría nada más que darle un beso y confesarle todo lo que me había sucedido, que en realidad yo era su novio y que su madre robó mi cuerpo, pero por mucho que me doliera, todavía no era el momento de decir eso.
-Lamento no ser la madre perfecta pero no dudes en que me esfuerzo, cariño. Aunque ya seas una adulta, siempre serás mi hija, ¿Entendido?-
    Giselle sonrió una vez más, haciéndome sonreír y estremecer una vez más.
-Esta bien, siendo honesta hay algo que me gustaría hablar, ¿Puedo ir a casa mañana?-
    Esa respuesta me dejó con emociones mixtas, pues me alegraba mucho tener un poco de la confianza de mi novia para que me diga lo que piensa, pero por otra parte, tener que esperar hasta el día de mañana para hablarlo era una completa desilusión. Una parte dentro de mi quería quejarse de inmediato y presionar a Giselle, pero hacer eso echaría a perder todo el progreso que he conseguido el día de hoy.
-¿Mañana? Sería un placer tenerte en casa, hija, ¿Pero no prefieres hablarlo ahora?-
    Con un tono amable y maternal que ni yo mismo sabía de donde provenía, hice mi único intento de convencer a Giselle de hablar, algo que tras pensarlo un poco rechazó.
-Será mejor mañana, mamá. Tiene que ver con Mathius, con mi novio, y preferiría que no esté él cuando hablemos-
    Una vez más esas palabras me dejaron con emociones mixtas, pues la ilusión de que Giselle había notado algo raro y que podría ayudarme a volver a la normalidad casi que me hacen saltar de alegría, sin embargo, tener que esperar a mañana para hablar de lo que sea que tenga en mente mi novia, sigue sin hacerme ninguna ilusión.
-Ya veo, ¿Puedo saber si es algo malo?-
    Probando mi suerte decidí hacer esa última pregunta, la cual Giselle respondió con un suspiro y luego una sonrisa, forzándose a hacer esa sonrisa de "todo está bien" cuando ella no sabe como resolver un problema.
-No es nada serio, mami. Solo me gustaría hablarlo en privado. Por ahora, ¿Podemos concentrarnos en vestirnos? Me gustaría comprar ropa como en los viejos tiempos-
    Giselle volvió a sonreír, está vez con su angelical sonrisa llena de emoción, la cual me hacía aceptar todo lo que ella quisiera, y por muy rara y humillante que fuera está ocasión, tampoco podía rechazar su petición de comprar ropa y vestirse con "su madre".
-Por supuesto, hija. Hay que comprar todo-
Créditos a quien correspondan.
-Giselle, amor. Te ves preciosa-
    Fueron las primeras palabras que escuchamos una vez que salimos de la tienda "mi hija" y yo, ambas llenas de bolsas con ropa, y mi Giselle con un hermoso nuevo vestido que empezó a utilizar de inmediato.
    Se trataba de un vestido blanco con flores rojas de estampado, colección de verano y muchas otras cosas que nos explicó la encargada, a lo que yo fingía entender un poco de todo lo que estaba hablando. De lo único que estaba seguro era de que ese vestido le encanto a mi novia, y que ahora que lo utilizaba, se veía aún más hermosa que de costumbre. Por desgracia para mi, el gusto por ver a mi novia tan bonita solo me duro hasta que salimos de la tienda, pues tal como había prometido, "Mathius" nos estaba esperando y no se esforzó en disimular lo linda que se veía Giselle con su nuevo vestido.
-Gracias, Mathius. Mamá me lo compró junto a muchas otras cosas lindas, ella también se compró un montón como es costumbre-
    Contaba con alegría Giselle a "su pareja", haciendo desaparecer mi molestia en cuestión de segundos. La sonrisa burlona de la señora Lauren en mi rostro me hacía enojar, pero oír lo feliz que estaba Giselle hablando del tiempo que pasó a solas conmigo me hacía relajarme y pensar, que aún en el cuerpo de su madre, soy capaz de hacer feliz a mi pareja.
-Ya veo, ¿Y por que te cambiaste?, ¿Fue para estar más linda para mí?-
    Pregunto con un tono juguetón la señora Lauren, aunque yo no me tragaba nada de ese cuento, a diferencia de mi rubia favorita que de forma sincera respondió.
-Algo así, pensé que sería bonito combinar con mamá como antes, así que me puse este vestido de los mismos colores que el vestido de mamá-
    Explicó con tranquilidad Giselle, algo que pareció despertar una mezquina curiosidad en la señora Lauren que siguió preguntando.
-Ya veo, ¿Y por que no fue tu madre quien se cambió el vestido por uno parecido al tuyo?-
-Ella me pidió cambiarme a mí-
-Ya veo... me alegra que hagas feliz a tu madre amor-
    La simple y honesta respuesta de Giselle fue mejor de lo que esperaba, pues tras el inocente acto de mi novia, la señora Lauren y yo sabíamos que había algo más, y por primera vez, pude ganarle a la odiosa mujer en su asqueroso juego.
    Sí, solo era un vestido, pero que Giselle usará ese vestido por mí, era una clara muestra del buen rato que pase con mi novia, y que sin importar que estaba atrapado en el cuerpo de su propia madre, fui capaz de hacerla feliz y cumplir algo que yo quisiera. En otras palabras, aún en el viejo cuerpo de la señora Lauren, le acababa de demostrar que seguía siendo un excelente novio para su hija.
    La señora Lauren abrazo a Giselle, y con Giselle quedando de espaldas de su madre y de mí, la señora Lauren me mostró el dedo medio con disgusto y moviendo sus labios, estoy casi seguro de que dijo "Púdrete", pero sea lo que sea que ella haya dicho, solo hace más grande mi victoria que disfrutaba con los brazos cruzados e imitando la burlona sonrisa que tanto tiempo he visto en esa mujer durante los últimos días.
    Sin que mi chica lo sospechará, su madre y yo nos insultábamos durante su abrazo, para seguir fingiendo nuestros nuevos roles tal como hemos hecho durante toda esta salida al centro comercial.
Créditos a quien correspondan.
    Por un rato las cosas continuaron bien, supongo. Después de que la señora Lauren fue derrotada tras el tiempo "madre e hija", estuvo bastante más tranquila, cargando todas nuestras bolsas en silencio mientras Giselle y yo charlábamos del día a día. Era un momento maravilloso, apenas habían sido un par de días, pero volver a conversar con mi novia como si nada de este problema fuera real, era algo que apreciaba bastante.
    Charlando y visitando un par más de tiendas, finalmente llegamos a la zona de comida del centro comercial, donde tristemente no podría comer lo que yo quería; moría de ganas por devorar yo solo una pizza llena de queso y pepperoni junto a mi gaseosa favorita; por desgracia como "la dama refinada" que ahora soy, me vi obligado a pedir el mismo tipo de ensalada que Giselle junto a una botella de agua; intentando no ponerme a babear cuando Mathius no solo pidió la pizza que yo quería, también pidió papas fritas, una hamburguesa y helado. Estoy seguro que hizo eso solo para molestarme y vengarse de lo bien que la estoy pasando con Giselle, la señora Lauren ni siquiera pudo terminarse toda la comida que pidió, pero se aseguro de probar cada cosa frente a mi mientras yo me tragaba la insípida ensalada. 
-Estuvo delicioso, señoritas. Aunque no pude terminarlo, creo que lo guardaré para la cena-
    A estas alturas era obvio decir que las palabras de la señora Lauren dentro de mi cuerpo no eran ni la mitad de sinceras de lo que deberían, solo intentaba molestarme, algo de lo que intenté no darle la satisfacción al ignorarla.
-¿Ya estás pensando en cenar, amor? Recién terminamos de comer... creo que yo me saltaré la cena, segura que sigo satisfecha para la hora de cenar-
    A diferencia de mi, Giselle no ignoró a Mathius, teniendo una pequeña conversación sobre que es lo que cenarían y que harían una vez que volvieran al hotel, cada vez el momento de irnos estaba más cerca, lo cual me hizo recordar que yo mismo dejé para el final lo más importante, y uno de los motivos por el cual acepte venir en primer lugar.
-Que lindos se ven planeando su noche, yo vuelvo en un momento. No tardo-
    Supongo que una más de las ventajas de ser mujer y ser la mayor en la mesa, fue que no hicieron preguntas acerca de donde iba, quiero creer que asumieron iba ir al baño de forma discreta, e incluso si la señora Lauren sospechaba de lo que tenía entre manos, no dijo nada, dándome la oportunidad idónea de buscar los libros por los que vine a este lugar.
    Por fortuna mientras comprábamos vestidos, joyas y cosas preciosas, pude dar un buen vistazo a cada piso de la tienda, por lo que en cuestión de minutos pude llegar hasta la librería.
-Buenas tardes, estaba buscando unos libros que olvidé hace unos días-
    Fue la mentira que dije al joven vendedor, que por alguna razón me hizo sonrojar. No, no por alguna razón, pues era evidente que desde que me acerque al mostrador, este chico comenzó a babear, la parte humillante, es que babeaba por mi.
-B-buena tarde...señorita L-Lauren-
    Los torpes tartamudeos del chico me sorprendieron, y aunque hacían más fácil mi camino, también despertaron la curiosidad en mi.
-¿Disculpa?-
    Pregunté tratando de parecer molesta, algo que funcionó en el chico que de inmediato se disculpo y comenzó a hablar, hablar demasiado en mi opinión.
-¡L-lo siento mucho! N-no quería hacerla enojar como la última vez-
-¿La última vez?-
    El joven asintió a mi pregunta, ahorrándome la molestia de preguntar al explicar.
-Sí.... lamento mucho haberla llamado señora la última vez, ¿Viene por los libros que encargo?-
-....Sí, sí así es, así que date prisa... Matt-
    El chico sonrió cuando dije el nombre en la etiqueta de su camisa, alejándose del mostrador para buscar los libros que está mujer ya había dejado encargados; por desgracia no me puedo poner exigente, tendré que conformarme con los libros que me de el empleado y quizás buscar algunos libros útiles por mi cuenta, recordando que no debo tardar más de unos minutos en resolver todo esto para volver con Giselle y la verdadera Lauren.
-M-me alegra volver a verla... usted es hermosa, ¿Sabe?-
    Las palabras del chico me tomaron por sorpresa, él parecía tan tímido y torpe que simplemente me costaba creer que tuvo el valor de hacerme un cumplido. Ni siquiera pude sentirme molesto o avergonzado por sus palabras, estaba realmente sorprendido de que un chico tan tímido y promedio, tuviera lo necesario para lanzarle un cumplido a una mujer bastante mayor que él.
-Me lo dicen seguido-
    Respondí con frialdad, intentando hacer que el chico se rindiera de su causa perdida sin excederme, algo que pensé conseguir pues no hubo más palabras de su parte, limitándose a darme una pila de libros dentro de un par de bolsas.
-¿Necesita ayuda? Podría usar mi descanso para cargar sus bolsas, señorita Lauren-
    Sus amables intentos solo me hicieron poner los ojos en blanco y suspirar, esforzándome por no destrozar física o verbalmente a este pobre e iluso chico que estaba interesado en la mujer equivocada.
-No necesito tu ayuda con las bolsas pero sí para otra cosa, ¿Hay alguna sección de libros con temas como estos?-
    Pregunte al señalar las bolsas con libros, consiguiendo una respuesta inmediata del chico que señaló el final del pasillo.
-Al fondo se encuentra el pasillo de cosas mágicas y paranormales, tal vez encuentre algo interesante-
    Antes de que el chico pudiera decir o intentar cualquier otra cosa, yo comencé a caminar el largo pasillo, o pasillos mejor dicho, no es exagerado decir que más que una pequeña librería, este lugar parecía una enorme biblioteca, por la cual tuve que caminar unos minutos hasta llegar al pasillo indicado y que estaba lleno de cosas fantasiosas tal como esperaba.
-Hay tantas opciones... ahora me pregunto si de verdad fue buena idea venir a revisar-
    Tal como había hecho en la mansión de la señora Lauren, elegí el librero que más llamó mi atención para revisar los libros por los títulos, y luego hojear un poco los que me parecían interesantes para decidir si llevarlos o no. No podía darme el lujo de revisar toda la sección en poco tiempo, pero nada me detenía de intentarlo y revisar lo más que se pudiera.
-Debo darme prisa, de lo contrario estaré en problemas-
    Me susurraba al leer algunas páginas de un libro que termine por devolver a su lugar, concentrándome más y más en hacer bien esto, tratando de añadir a mis nuevos libros, cualquier otro que pudiera darme algo útil para volver a la normalidad. Sin embargo, una insolente sorpresa me hizo volver a mi cruda realidad.
-¿¡Qué carajos!?-
    Grité con vergüenza y el rostro completamente sonrojado, cuando de mi ansiosa lectura, fui obligado a volver al mundo real con una fuerte nalgada en mi trasero. Por mucho que lo había intentado, no pude fingir ser una mujer en estos momentos y solté un insulto en cuanto la enorme mano golpeó mi trasero, reclamándole de inmediato al responsable.
-¿¡Qué demonios te pasa, imbécil!?-
    La molestia en mi voz y forma de actuar era más que evidente, incluso el idiota que se atrevió a nalguearme parecía sorprendido, pero eso no lo detuvo de seguir siendo un imbécil.
-Oye, relájate. Las mujeres hermosas no deberían usar palabras tan feas-
-Y los adefesios horrendos no deberían creerse la gran cosa-
    Contesté de inmediato ante las típicas y vacías palabras cliché del sujeto promedio que se sentía la gran cosa, algo que pareció golpear de lleno en su orgullo, porque su idiota sonrisa desapareció por completo.
-No es para tanto, fue una muestra de cariño por ser tan hermosa-
-¿Y qué te hace creer que necesito el cariño de un idiota como tú?-
    Supongo que había perdido, por culpa de este idiota genérico no podría seguir buscando libros que me fueran útiles, tendría que conformarme con los que la señora Lauren había guardado e irme lo antes posible, ya que la situación tenía todos los ingredientes posibles para empeorar.
-Si un hombre te hace un cumplido, deberías agradecerlo-
    Dijo el sujeto cortándome el paso, haciéndome sentir cada vez más furiosa y frustrada de tener que lidiar con él.
-Cuando un verdadero hombre me haga un cumplido, ya me lo pensaré. Tú solo eres un pobre idiota que no sabe con quien se está metiendo-
    Una vez más intente salir de ese pasillo por un costado del sujeto, quien nuevamente se movió para cortarme el camino.
-Más te vale que te disculpes ahora, o lo lamentarás, zorra-
    El hombre me tocó, intento ser intimidante conmigo, empujándome con uno solo de sus dedos que hundió en uno de mis pechos. Odiaba admitirlo pero logró moverme, la diferencia de fuerza, peso y tamaño, por no mencionar la edad, eran factores obvios que me hicieron dar un paso atrás cuando el idiota tocó mi pecho para molestarme.
    Supongo que muy en el fondo, él seguía esperando que me viera débil, que suplicará, que tuviera miedo o cualquiera de esas mierdas para sacar ventaja de mi. Por desgracia, yo no era una mujer común y corriente, tomando por sorpresa al tipo para darle una fuerte bofetada y darle un rodillazo donde más le duele a cualquier hombre, incluso a los hombres patéticos como él.
-Joder, sí que lo necesitaba-
    Dije soltando un gran suspiro lleno de alivio, con la mano ardiendo y viendo como el imbécil caía de rodillas ante mi golpe. Supongo que de algo sirvió este perdedor, y con él pude liberar todos mis sentimientos y frustración que había acumulado, actuando como todo un hombre por primera vez desde que me convertí en mujer.
-Ya he perdido mucho tiempo, debo volver cuanto antes-
    Mi bolso comenzó a vibrar, sacando un momento mi móvil para ver los mensajes de mi hija y de la señora Lauren preguntando por mi paradero, lo cual era un motivo más para volver de inmediato con ellos.
-Yo también perdí mucho tiempo, perra. Y ahora, me pagarás por todo lo que hiciste-
    Un pequeño y sumiso gritó femenino escapó de mis labios al sentir como mis pechos quedaban al aire y mi vestido bajaba hasta llegar a mis caderas. Estar medio desnuda me hizo sonrojar por completo, y por mucho que intentaba acomodar mi vestido, aquel idiota aún de rodillas sujetaba con fuerzas la parte más baja de mi ropa, apenas eran unos centímetros, pero por esos centímetros de mi vestido que se estaban arrastrando por no usar tacones, ese hombre problemático me dejó en una situación complicada y veronzosa.
-Esa bofetada.... y ese golpe ahí abajo, espero que hayan válido la pena, maldita. Porque no te dejaré ir hasta que supliques de rodillas-
    El hombre poco a poco recobraba el aliento y se ponía de pie tras de mi, mientras que yo me sentía cada vez más nerviosa y preocupada, ¿Dónde había quedado mi valentía de hace un momento para golpearlo? No lo sé y no lo entiendo, pero al estar medio desnuda con este sujeto, no podía controlar lo que sentía, enfocándome solamente en jalar mi vestido para huir sin meterme en más problemas, algo que parecía cada vez menos realista, por no decir imposible.
-Ya suéltalo, imbécil. No quiero nada que ver contigo, tú empezaste al darme una nalgada-
-Y créeme, no será la única nalgada que te de está noche, zorra. Vas a terminar suplicando por más, y te arrepentirás de todo lo que dijiste, te prometo que voy a darte tan duro, que nunca más cuestionarás si soy o no un hombre, puta-
    Este sujeto hablaba en serio, él quería lastimarme, él iba a lastimarme y sin importar cuanto forcejará o incluso tratará de quitarme mi vestido, no podía escapar por mi cuenta del cruel destino que este hombre tenía preparado para mi, que tal como una vieja mujer, ahora yo no me podía defender ante la fuerza bruta de un malicioso hombre ansioso de venganza y placer a costa de mi cuerpo.
Créditos a quien correspondan.

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