sábado, 31 de agosto de 2024

La futura suegra 4

     ¿Por qué lo habré aceptado? Quiero decir, sé que todo el día anterior fue caótico, fue horrible y un mar de emociones complicadas que nunca pensé experimentar ni como hombre ni como mujer. Sin embargo, ahora que despierto más tranquilo y con energía, no puedo evitar sentirme arrepentido por todo lo que hice anoche desde que llegué a casa de Lauren. 
    Al mirar mi mano izquierda me siento sucia y avergonzada, pues no importó lo mucho que intentará comportarme bien en el cuerpo de Lauren, al final sucumbí por un momento a sus bajos deseos e hice algo que quizás no debería haber hecho. No, definitivamente no debí haber hecho eso, sin embargo lo disfrute, hacer eso se sintió muy bien, por mucho que odie reconocerlo, hacer eso se sintió muy bien.
    Si algo bueno pudiera rescatar de haber hecho eso antes de dormir, es que ahora me siento mucho mejor, aunque sea humillante de admitirlo, tocarme a mi misma un poco me hizo sentir más relajada, me hizo sentir un poco más tranquila y contenta, fue la recompensa perfecta que necesitaba después de un día tan cargado de emociones como lo fue ayer, y la mejor parte de todo es que no tuve alguna clase de consecuencias. 
    Recuerdo que cuando Lauren se robó mi cuerpo, no solo me chantajeó con fingir ser ella una semana para devolverme mi cuerpo, esa vieja mujer también me advirtió de un efecto secundario: los deseos que una mujer de su edad puede tener. El segundo día cuando me bañaba sentí algo muy parecido a lo que sentí anoche, pero esa vez pude evitarlo al meterme en el agua fría de la regadera. Anoche no pude evitar consentir a este viejo cuerpo, y pensé que pagaría graves consecuencias, lo cual no sucedió y me hace creer que la Lauren solo me estaba asustado.
-Supongo que su broma realmente funcionó, estuve muy preocupado al comienzo pero ahora que ya hice eso; o bien me quería asustar la madre de Giselle, o quizás yo soy más fuerte que esa tontería suya de impulsos femeninos-
    Murmuraba mis pensamientos con tranquilidad mientras me maquillaba, haciendo uso de cosas muy básicas que vi a mi novia hacer cientos de veces y que ahora estaba imitando, teniendo resultados mejores de lo que esperaba.
    Para mi sorpresa este cuerpo recordaba como maquillarse, haciéndome sentir contento y satisfecho con el resultado que podía ver frente al espejo; apenas tenía labial, base y rubor junto con un delineado sencillo en mis ojos, sin embargo ese pequeño rato que me tomé para maquillarme me hizo sentir mejor, en especial cuando terminé y me admiré en el espejo.
    Una vez que estaba listo mi maquillaje, comencé a buscar un atuendo perfecto para la ocasión donde saldría de casa un rato sin que nadie se enteré de esto. Sé que no es malo salir, además que no lo hago por gusto, no del todo, pero para volver a la normalidad debo recuperar esos libros que anoche dejé atrás, pero que hoy un amable joven decidió traerme hasta mi temporal hogar.
-Anoche di un montón de problemas por no vestirme de manera adecuada.... aprendí de mis errores, y aunque no me da ilusión usar esto, será lo mejor... siempre y cuando pueda abrocharlo...-
Créditos a quien correspondan.
-Lamento la espera-
    Dije al salir de mi mansión, donde un nervioso joven no dejaba de verme con asombro por mi aspecto.
-Señorita Lauren... no se preocupe... luce estupenda-
    Susurró el chico, algo que me hizo poner los ojos en blanco y dedicarle una pequeña sonrisa.
-¿En serio? No hice la gran cosa, muchacho, pero gracias-
    Además del ligero maquillaje que hice esta mañana, cepille un poco el cabello de Lauren para que no me diera tantos problemas, y para evitar estar en alguna situación como la de anoche; esta vez elegí un vestido corto y ajustado de mezclilla, me daba un poco de vergüenza usar una falda tan corta pero anoche estuve en una situación delicada por mi largo vestido, así que dejar a la vista mis piernas a cambio de evitarme problemas era un precio que estaba dispuesto a pagar, por no decir que aún con lo ajustado que es el vestido, también es muy ligero y cómodo; también hice otro cambio importante al usar tacones esta ocasión, anoche y está mañana estuve practicando como caminar en estás cosas y les he tomado el truco, así que combinar el vestido con los tacones no solo me hacía lucir mejor, lo más importante era prevenir meterme en más problemas; quizás no sea lo más elegante para una mujer, pero si llego a cansarme de los tacones, en mi bolso metí unas sandalias muy femeninas y cómodas que también lucen bien con el vestido; de muy mala manera tuve que aprender de mis errores, y para no exponerme a nada desagradable nuevamente, hoy me tuve que esforzar un poco más en ser una buena mujer.
-Sé que ya lo había preguntado, señorita Lauren pero ¿Usted en serio está bien?, ¿Ayer no le hicieron daño?-
    Aquella pregunta era incomoda de responder sin importar lo muy bien intencionada que fuera, el chico era torpe y honesto, lo cual era bueno y problemático a partes iguales, por lo que intentaría tener paciencia con él. Por no mencionar que sigo en deuda con él.
-No me llames "usted", eso me hace sentir vieja. Y no, ayer no me hicieron daño gracias a ti, en serio que estoy agradecida contigo-
    Aunque me pareció raro decir que no quiero sentirme vieja, pensé que fue una queja genuina de está vieja mujer, a la cual no le quise prestar mucha atención para seguir hablando con el chico.
-¿Qué hay de ti, muchacho? Te llevaste una buena paliza por mi culpa, y aún después de eso sigo dándote problemas, ¿De verdad estas bien?-
    El chico negó con la cabeza y puso una gran sonrisa al momento de responder.
-Para nada, usted no tuvo la culpa de nada, señorita Lauren. No debería ser un problema que una mujer se vista con lo que le gusta, así que no piense que es su culpa, señorita Lauren-
    Su respuesta me sorprendió, por alguna razón me pareció extrañamente madura y sensata, haciéndome pensar que yo no hice nada malo con mi elección de ropa el día de ayer. Incluso ahora usé algo diferente al sentirme culpable e intentar protegerme, lo cual es completamente diferente al pensamiento del chico que no cree que yo haya tenido la culpa por como iba vestida.
-Además solo fueron unos golpes; tengo moretones y el cuerpo adolorido pero poco más; incluso lo que yo sangre fue poco y la mayoría era sangre de ese sujeto problemático que la molesto-
    Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro al sentirme más tranquila, era un alivio saber que el chico no tenía fracturas o heridas graves, hasta la sangre que se veía ayer era mínima de él, así que conocer que se encuentra mucho mejor de lo que cualquiera podía esperar me llenaba de genuina tranquilidad.
-Es buen escuchar eso, Matt. Deberías estar descansando en casa, y en cambio te tengo aquí perdiendo el tiempo-
    De nueva cuenta el joven negó con entusiasmo ante mis palabras, las cuales rechazó sin dudar.
-Para nada, señorita Lauren. No es una perdida de tiempo poder ayudarla, anoche sus libros quedaron en segundo plano por todo el escandalo, pero aquí los tiene, espero lo disfruté-
    Con una enorme sonrisa en el rostro el joven me entregó una enorme bolsa con todos los libros que había dejado atrás anoche, por toda la conmoción los había olvidado hasta llegar a casa, y para mi fortuna, no tuve que volver al centro comercial para recuperarlos.
    Anoche cuando Matt me escribió, le dije que me encontraba bien, le agradecí por haberme salvado y sugerí que podría ir a visitarlo al centro comercial para ver como se encontraba y recuperar mis libros. Para mi buena suerte, Matt fue egresado del hospital a las pocas horas, diciendo que tenía unos días del trabajo por su "lesión laboral" y sugiriendo que él podía traerme hasta mi hogar todos los libros a cambio de pagar sus horas laborales; eso hizo todos mis planes mucho más fáciles, dándole mi dirección y prometiendo que no le pagaría las horas de trabajo, le pagaría el mes completo; que de algo sirva la fortuna de esta vieja mujer.
    Tal como acordamos, Matt llegó a mi hogar poco después del medio día, e incluso así lo hice esperar al despertarme hasta tarde y tomarme más tiempo del esperado en vestirme para el día de hoy.
    En cuanto me aseguré que él estaba realmente bien, fue que me sentí más tranquila como para pedirle mis libros, dejando la bolsa en la sala de estar y saliendo con mi bolso de donde entregué un fajo de billetes.
-Señorita Lauren, no hace falta que me de tanto dinero, pensé que solo estaba bromeando, no puedo aceptar ese dinero-
    Dijo el chico dando un paso atrás y viéndose sorprendido por la cantidad de dinero que estaba dispuesto a pagarle por su ayuda.
-No te preocupes, Matt. Esto no es nada, tómalo como una compensación por tu tiempo de ayer y por haberme salvado el día de ayer, si fuera honesta, debería darte aún más dinero por salvarme el día de ayer-
-Señorita Lauren, no la salve porque necesitará el dinero, solo hice lo que creí correcto. De verdad que no necesito ese dinero-
    Sus palabras eran amables, parecían ser sinceras, lo cual solo me hacía sentir aún peor a mi.
-Sea el motivo que sea, mereces una recompensa, así que toma esto-
    Intenté darle el fajo de billetes pero él retrocedió, incluso puso sus manos detrás de su espalda para hacer más difícil que tomará el dinero, también pensé en meter el dinero en sus bolsillos pero eso ya sería más que inapropiado de mi parte, por lo que recordando a mi Giselle tuve una idea que modifique ligeramente.
-¿Vas a dejar a una dama con la mano estirada? Eso es muy grosero, Matt-
    Ante esas palabras Matt reaccionó, mordió el anzuelo por completo, lo cual solo me motivo a seguir adelante.
-Incluso si no lo hiciste por dinero, sigues mereciendo una recompensa, ¿Vas a rechazar mi regalo?, pensé que tú eras un buen chico-
    Más de una vez mi novia intentaba sobornarme o chantajearme actuando de está manera, solo que ella lo hacía de forma bromista antes de cambiar el tema o resolver el problema por su cuenta. Sin embargo, en mis cuerpo y condición actual, jugar la carta de ser una "pobre e indefensa mujer" era lo mejor que tenía, y que sin duda estaba dando resultados en el chico.
-Señorita Lauren, aprecio mucho su intención.... solo que yo....-
    Solté el suspiro más pesado que pude para opacar sus palabras, tratando de soportar la humillación al poner una expresión triste para el chico antes de decir.
-Está bien, está bien, sé que debe ser desagradable deberle un favor a una mujer vieja como yo-
-¡En lo absoluto!-
    Escuché cuando ahora fue él quien me interrumpió a mi, con la cara sonrojada pero con la mirada llena de determinación, recordándome un poco al día anterior cuando lo vi haciéndose con la victoria de su repentino combate por protegerme.
-Usted... quiero decir, tú no eres una mujer vieja en absoluto... con todo respeto, me parece una mujer hermosa... y espero que lo que vivió ayer no le impidan seguir siendo la grandiosa mujer que usted es-
    Sus palabras estaban cargadas de sentimiento y determinación, solo perdiendo un poco de su encanto cada que se corregía a si mismo sobre como llamarme, aún así fue un comentario muy acertado que me hizo sonreír.
-Ya veo...¿Significa entonces que lo aceptarás?-
    Pregunté al extender el dinero hacía el chico, quien tras suspirar lo aceptó.
-Muchas gracias, señorita Lauren-
-No es nada, muchacho. Ahora a casa a descansar-
    El chico susurró esas palabras mientras guardaba el dinero en su bolsillo, yo sonreía con satisfacción y me despedía para entrar de nuevo a mi hogar, hasta que Matt habló una vez más, soltando una propuesta descarada justo para mí.
-D-disculpe... d-disculpe, señorita Lauren... acabo de conseguir un dinero extra... me... me preguntaba si usted.... me preguntaba si ¿le gustaría salir a comer?-
    Este tipo es increíble y no en un buen sentido. Matt debe ser más joven que yo en mi verdadero cuerpo, y aún más joven que Lauren, debía tener la mitad de mi edad en mi cuerpo original y ser unas tres veces más joven que Lauren, por no mencionar que es un manojo de nervios conmigo, y aún con todos esos desperfectos, tuvo lo necesario para invitarme a una cita con el dinero que yo acababa de darle.
-Lo siento, Matt. Como puedes ver no tengo un automóvil, entonces necesito ayuda para moverme, una mujer de mi edad no debe estar sola por las calles, ¿sabes?-
    Una vez más usé mi carta de vieja mujer para liberarme del chico, quien no estaba listo para rendirse de inmediato.
-N-no vine caminando. Papá me prestó su auto así que podemos usarlo-
    Hice lo posible para no reírme de Matt, pues su idea me parecía adorable, era todo un joven puberto que aún dependía de sus padres para algunas cosas, y con ello tuvo el cinismo de invitar a comer a una mujer bastante mayor que él.
-Papá te prestó su auto, ¿Cuál es el auto de papá?-
    La idea era sencilla, decir que ese tipo de autos no me gustaba, tal vez darle la mentira blanca de pensarlo para la próxima ocasión o hasta darle más dinero para que me dejará tranquila. No obstante, la burlona sonrisa de mi rostro desapareció al saber que auto conducía Matt.
-Es un Mustang Boss 429-
-¿Perdón?, ¿Un que?-
-Ah... es un auto clásico... Quiere decir que el auto es antiguo pero valioso, no lo puedo usar todos los días pero pensé que está ocasión... donde ayudaba a una clienta, era un caso especial-
    Por un momento me sentí ofendida, olvidando por completo mi actual identidad para responder.
-¿Con quién crees que estás hablando? Por supuesto que sé que es un auto clásico, no necesito que me lo expliques-
    Matt estaba sorprendido por mi respuesta, incluso yo, pero como el fanático de los autos que soy me sentí ofendido de que pensará no conozco un auto tan bueno como ese. El detalle, justo ahora no soy Mathius, y a nadie se le pasaría por la cabeza que una mujer en sus 50 años podía ser una conocedora de autos clásicos, un problema del cual tendría que librarme justo ahora.
-L-lo siento, muchacho. Mi padre manejaba uno de esos autos, eran autos modernos y elegantes en su época, ahora son autos clásicos, el tiempo no se detiene, ¿No es así?-
    Tras esa mentirita piadosa, el joven parecía más tranquilo, incluso se veía un poco emocionado al preguntar.
-¿Le gustan los autos, señorita Lauren?-
    A pesar que toda mi hombría quería gritar que sí y cuanto amaba los autos, tenía que disimular mi emoción, comportarme como una dama, una dama que suspiro y respondió.
-Un poco-
    El chico sonrió con alegría, mostrando las llaves de su auto prestado antes de volver a preguntar.
-¿Entonces acepta salir a comer y dar una vuelta? Prometo que la traerá hasta casa cuando usted lo diga, señorita Lauren-
-Supongo que salir un rato no estará mal-
Créditos a quien correspondan.
    Tomé mi bolso de mano con todo lo necesario para está salida, cerrando bien las puertas y rezando por no estar cometiendo un error con está pequeña distracción que solo hacía por poder subirme en un auto clásico con el que siempre soñé.
-Por aquí, señorita-
    Me decía el joven Matt al abrirme la puerta del copiloto, la única otra puerta en este increíble modelo de auto. Moría de ganas por poder conducir yo misma, sin embargo cuando vi al chico tan atento conmigo, tuve que fingir una sonrisa y conformarme con ser la pasajera, ya que está vieja mujer no maneja.
    Una vez que entre al auto y me puse el cinturón, el chico entró y comenzó a manejar, sé que no era mi momento más femenino como Lauren pero oír el motor de este auto, ver lo perfecto que es en la carretera, la pintura en excelente estado, el interior con las mínimas modificaciones; aceptar la invitación de este chico era una tontería por completo, pero si con ello podía conocer este majestuoso auto, valía la pena hacer cientos de tonterías más.
    El vieja fue tranquilo, el chico iba despacio a lo que yo le pedí más de una ocasión subir la velocidad aunque fuera unos segundos, cada que él me obedecía y sentía mi largo cabello moverse por el viento, una gran sonrisa llena de satisfacción aparecía en mi rostro.
    Durante nuestro recorrido el nerviosismo de Matt fue desapareciendo al hablar de autos, el chico aún tenía mucho que aprender pero no estaba equivocado en lo que sabía, solo que para su desgracia se topó con un experto en ellos, quien le intentó compartir todo lo que sabía sin dejar de sonar como una dama, algo genuinamente raro y complicado dado que el tema no era la cosa más femenina. Por fortuna el chico no hizo ninguna pregunta sobre porque yo sabía tanto de autos, haciendo que nuestro paseo se sintiera un poco como la conversación de dos viejos amigos que se ponían al día.
    Cuando finalmente llegamos al restaurante, Matt se bajó del auto para abrirme la puerta como todo un caballero con su cita, lo cual me hizo cobrar consciencia de algo que no había notado hasta ahora. Salir con Matt no estaba en mis planes, de hecho hasta rechacé sus intentos más de una ocasión, entonces ¿Por que me puse este vestido, tacones y maquillaje? Se supone que me quedaría en casa para leer los libros y volver a la normalidad, y si eso iba a hacer, ¿Por que me vestí tan linda? No... no entiendo porque hice eso, pero hice de lado esos pensamientos cuando el joven me abrió la puerta del auto.
    Tratando de ignorar esa inquietud en mi corazón, y la sensación de que estaba haciendo algo inapropiado, sonreí y tomé la mano del joven para salir del auto y entrar al restaurante donde él me acomodó la silla donde tomé lugar para pasar lo que esperaba fuera un buen rato.
    Sintiéndome un poco cómoda con todo esto, y pensando que nadie podía verme, decidí consentirme en el restaurante al pedir un lujoso corte de carne en termino medio, junto a una costosa botella de vino. Una vez más no era mi momento más femenino, pero si lograba ahuyentar a Matt con todo lo que comía, quizás también me estaba librando de un lindo problema a futuro.
-¿Qué tu no vas a beber?, ¿Tus padres te regañan?-
    Pregunté de manera burlona al escuchar que Matt pedía una soda junto con el mismo corte de carne que yo elegí.
-No suelo beber a menudo, menos ahora. Prometí llevarla a casa con bien, así que no pienso beber ni una gota de alcohol, usted beba por mí-
    Por lo regular yo era el conductor designado, y si mis amigos o Giselle querían beber, quien se mantenía sobrio para manejar era yo, así que era lindo estar del otro lado de la moneda está ocasión.
-Entiendo, entonces te tomaré la palabra, muchacho-
    La cena resultado ser maravillosa; al comida estuvo deliciosa, el vino estuvo espectacular, por no decir que la compañía de Matt no estuvo tan mal; el chico intentaba ser amable todo el tiempo además de intentar conocer un poco más sobre mí, sin embargo me mantuve al margen, evadiendo todas esas preguntas tanto como me fuera posible, su intención era buena pero no podía decirle como me sentía, ni hablarme mucho de mi vida y ni siquiera podía contarle como me sentía por el temor de hablar demasiado y hacer que el joven sospeché que había algo extraño con Lauren. 
    En lugar de concentrarme en mi, hice que el chico me contará de su vida; averigüe que está en su último año de universidad, trabaja en la librería durante sus vacaciones, sueña con tener un montón de autos clásicos, formar una familia y tener una esposa amorosa a la cual cuidar. Sus sueños son lindos, por no decir que son cursis, son los típicos sueños ambiciosos de un chico, después de todo con sus 20 años de edad, no podía esperar menos.
    Pasar el rato con Matt no era tan malo, y mientras conocía más del chico, también le daba consejos, supongo que pude ver en Matt un poco de mi mismo cuando joven... pensarlo de esa forma, en especial con este cuerpo me hacía sentir como un vejestorio, sin embargo las buenas intenciones de Matt podían ser mejor desarrolladas por lo que toda la cena hablamos de él; le di consejos para la universidad, a que se podía dedicar una vez que terminará sus estudios, además de darle ánimos y que con esfuerzo podría lograr grandes cosas; también le aconseje meterse al gimnasio, pues en mi experiencia las mujeres disfrutan más de hombres con un poco de musculo ya sea por lo guapos que se ven o que se sientan protegidas; cuando hablé de que le gustaba a las mujeres Matt se veía especialmente atento, si tuviera una libreta a la mano no dudó que él se hubiera puesto a escribir todo lo que yo decía en base a mi experiencia con el otro sexo.
    Entre la comida y nuestra conversación, las cosas comenzaron a tomar un aire distinto... no podía explicarlo muy bien, pero Matt parecía más lindo que el día anterior, comportándose como todo un caballero conmigo y yo fingiendo el rol de una dama.
    Cerca del final de la cena, no supe muy bien que pasaba por mi cabeza, solo supe que una de mis manos se unió con la de Matt al decir.
-Muchas gracias por la invitación, me la he pasado de maravilla-
-No es nada, me alegra mucho que haya aceptado mi invitación y disfrutará de la cena, señorita Lauren... espero no sea la última ocasión-
    En esta ocasión, sin importar lo directo que fue el chico, sus palabras no lograron sorprenderme. Con todo lo que el joven ya había dicho y hecho desde que lo conocí, yo comenzaba a acostumbrarme a que él fuera un chico descarado que intenta tener mi atención, logrando su cometido casi en toda ocasión.
-No lo sé, yo...-
    Hasta ahora no le había prestado atención a los susurros y miradas, desde que me convertí en esta vieja pero bien conservada mujer, toda clase de comentarios se escuchan detrás de mi. Esta ocasión no fue distinta, solo que no se centraban en mí únicamente.
-¿Escuchaste eso, amiga? El chico la llamó "señorita", y se están tomando la mano-
-Sí escuché, yo pensando que era una madre con su hijo, y resulta que solo es una pervertida-
    Los rumores en una mesa cercana no se hicieron esperar, haciéndome sonrojar por primera vez en el día y darme cuenta de lo lejos que estaba llegando toda está situación el día de hoy.
    En teoría solo saldría por una comida rápida con este chico para no volver a verlo, pero en su lugar llevo horas con él dándole consejos y aconsejándolo para que sea un hombre mejor, también nos reíamos, hablamos de autos, me dio la oportunidad de beber todo lo que quería para luego llevarme a casa, y en mis intentos de hacerlo ver más varonil, yo estaba actuando cada vez más femenina. Esto no podía seguir así, y aunque fue vergonzoso, los rumores que decían esas viejas mujeres me hicieron volver a la realidad sobre todos mi errores del día de hoy.
-No lo sé. no creo que sea buena idea, Matt. Además se está haciendo tarde y debo volver a casa-
    Fue mi respuesta al alejar mi mano de la suya, algo que solo hizo reír a las mujeres detrás de mi, dándome prisa en tomar mi bolso para pagar la cuenta e irnos cuanto antes mientras ellas seguían hablando.
-¿Oíste? Dice que ya es muy tarde, tal vez el niño debe llevarla al asilo-
-¿Quién tendrá el toque de queda primero?, ¿El niño o la vieja?-
    Ambas mujeres se burlaban descaradamente de mi, y por alguna razón me dolía.
    Hasta ahora me han molestado, tocado, humillado, avergonzado, chantajeado y muchas cosas más que no son para nada lindas, y he estado bien con todo eso, dando mi mejor cara para seguir fingiendo ser Lauren. Sin embargo, está vez no podía forzarme a sonreír, no podía ignorar sus palabras, y no podía dejar de sentirme mal ante sus maliciosos comentarios con respecto a mi edad y la edad de Matt.
-¿Podrías llevarme a casa?-
    Pregunté con calma a Matt, dando lo mejor de mi para fingir una gran sonrisa y seguir intentando ignorar a las mujeres que cada vez eran más escandalosas a mis espaldas, murmurando sus chistes crueles para después reírse en voz alta.
    Yo quería terminar de forma elegante y discreta todo este problema, Matt por otra parte, quería hacer todo lo contrario.
-Abuelitas, no deberían reírse tan fuerte, ¿Qué tal si se les salen los dientes?-
    Ese comentario de Matt hizo que el restaurante se llenara de silencio por un momento, las mujeres dejaron de reír, yo estaba sin palabras y algún que otro comensal hizo lo posible para no estallar en risas ante el comentario que hizo Matt poniéndose de pie y señalando a las mujeres.
-Matt.... no hace falta que hagas esto, está bien, solo hay que irnos-
    Dije para intentar tranquilizar a mi acompañante, algo que las avergonzadas mujeres no dejarían pasar por alto.
-¡D-deberías escuchar a tu madre, muchacho!-
-¡Querrás decir a su abuela! Aunque no me extraña que la ignores, se nota que no sabes nada de respetar a los adultos, chico insolente-
    Respondieron las mujeres, a lo que con una fingida expresión de sorpresa Matt hizo una reverencia, todo parecía serio por un momento, hasta que de nuevo el chico abrió la boca.
-Eso es cierto, lo lamento mucho. Mis padres me enseñaron que no debo ser grosero con los muertos... ¡Ah!, ¿Qué ustedes no han muerto?, ¿En serio siguen vivas? Mi culpa, con tanto maquillaje y dientes amarillos o faltantes, pensé que habían muerto hace tiempo, ancianas-
    Un par de carcajadas resonaron en el restaurante, incluso pude ver como un cliente escupía por la nariz y por la boca el agua que estaba bebiendo, ahora todas las miradas en el restaurante estaban sobre las mujeres que revisaban su maquillaje e intentaban ocultar sus dientes.
-¿Se burlan de la señorita Lauren por su edad? Como si usted fueran más jóvenes o bellas que ella; sus canas, arrugas y verrugas no les ayudan. Ahora que lo pienso, ¿Son zombies o brujas? Porque muy normales no se ven-
    Los comentarios en contra de las mujeres no se hicieron esperar, al parecer se estaban burlando de otros clientes antes que yo, y ahora que ellas eran el foco de atención, ninguna de las dos sabía donde esconderse.
-La señorita Lauren es una hermosa mujer, segura y hermosa, y quizás soy algo joven a su lado, pero si ustedes dos están juntas, es porque no hay hombre joven o anciano que las soporte, par de brujas. A mi, ni aunque me pagaran las invitaría a cenar, menos hacer algo más-
    Un par más de hombres y hasta mujeres salieron a respaldar al chico, que paso de humillar a las mujeres, a darme un montón de elogios frente a todo el restaurante, algo que me hizo sonrojar y sonreír a partes iguales.
-La señorita Lauren es hermosa por dentro y por fuera, podría ganarse el corazón de cualquier persona con solo conocerla o verla sonreír, a diferencia de ustedes que son horrendas por fuera y por dentro, y solo causar temor de quien las mire. La señorita Lauren es aplastantemente superior a ustedes dos en todo sentido-
    Ahí estaba otra vez, ese chico joven pero seguro, imprudente pero valiente, un pequeño caballero que salía en mi rescate, algo que ya se le estaba haciendo costumbre al chico, y que a diferencia del día anterior, hoy genuinamente pude disfrutar. Matt no era tan malo después de todo.
    Finalmente tras tanto escandalo las mujeres quisieron volver a responder pero algunos empleados junto al gerente salieron de la cocina para controlar la situación, donde Matt actuó antes de pensar una vez más.
-¡Lamento las molestias!, ¡Muchas gracias por la cena y buenas noches!-
    Matt dejó el dinero en la mesa, tomó mi mano y salimos a toda prisa del restaurante; yo apenas podía caminar por los tacones, mi ajustado vestido y las risas incontrolables de lo que acababa de vivir; aún así sujete mi bolso con fuerza y dando lo mejor de mi, corrí con Matt hasta el auto antes de meternos en más problemas.
-A las mujeres no les gusta que sus chicos sean unos brutos, escandalosos ni ser avergonzadas en público-
    Le reprendí al chico que antes de que se pudiera disculpar, yo volví a hablar.
-Pero también nos gusta que nuestros chicos nos cuiden de vez en cuando. Fue muy vergonzoso, pero muchas gracias por salir a mi rescate, Matt-
Créditos a quien correspondan.
    En el camino a casa Matt no dejaba de hacerme reír con más chistes sobre esas mezquinas mujeres o contándome historias más alocadas que ha hecho en su joven vida, debo admitir que es más alocado de lo que parece, y aunque intentaba reprenderlo cada tanto, no podía dejar de reír y de mostrar respeto y asombro ante todas sus historias.
    Así que cuando llegué a casa, dejando que su auto se estacionará en la entrada del garaje, deje salir un largo suspiro. No estaba tan casada todavía, no era un suspiro de cansancio, era un suspiro al saber que este divertido día como Lauren estaba por terminar.
    Una vez que Matt se estacionó, bajó del auto para abrirme la puerta, extendiéndome su mano para ayudarme a salir y caminar hasta la puerta.
    Era una lástima, después de disfrutar por primera vez este viejo cuerpo, me sentía triste de que la noche tuviera que acabar con el chico llevándome hasta mi hogar, sé que era un poco egoísta pero ojala se quedará un poco más, quería estar un poco más con él, después de todo solo con Matt he podido hablar un poco y sentirme apoyada desde que soy Lauren. No quería que se fuera, no quería quedarme sola tan pronto, y muchos pensamientos más daban vueltas en mi cabeza mientras el joven sujetaba mi brazo para ayudarme a caminar hasta la puerta de mi temporal mansión.
    Maldición, no quiero que esto termine, no quería sentirme sola en está semana tan difícil, y haber bebido tanto vino no me ayudaba, haciéndome sentir peor que de costumbre, con la cabeza dándome vuelta y toda clase de deseos contradictorios pasando por mi cabeza.
-Fue muy divertido salir con usted, señorita Lauren. Pude conocerla mucho mejor, sus consejos en autos y mujeres me ayudaran mucho, ¡Y hasta pude discutir con unas viejas molestas!, ¿Qué mejor cita en el mundo puede haber?-
    La tonta broma de Matt me hizo sonreír, deseando oír más de sus chistes malos toda la noche a pesar de estar en la entrada de mi mansión.
-Me hizo muy feliz salir con usted, señorita Lauren. Que tenga buena noche-
    Cuando Matt dijo eso yo cerré los ojos un momento, esperando algo más de él, lo que sea, cualquier pretexto me servía para no parecer tan desesperada por su atención y su afecto. En mi cabeza no paraba de gritarle al chico: quería que me preguntará si podía pasar la noche, que si le invitaba un café, si era muy tarde.... hasta un beso, un abrazo... o solo que tocará mi mano, cualquier cosa me valía para invitarlo a entrar, pero mi idiota caballero se portó de manera impecable hasta el final, despidiéndose al sacudir su mano y con una gran sonrisa, esperando a que yo entrará a casa antes de irse.
    Espero unos momentos más con los ojos cerrados pero él no hizo nada, lo cual solo me hizo sentir más avergonzada de esperar algo de un chico.
    Me di media vuelta, busque en mi bolso las llaves, silencie el teléfono que no dejaba de molestar desde el camino a casa, abrí la puerta y gaste todo el tiempo que pude para que Matt intentará un último movimiento, algo que simplemente no sucedió.
-Tonto muchacho, ¿en serio tengo que darte una última lección?-
    Pregunte sin esconder mi molestia, rompiendo la calma de Matt por completo, dando un par de pasos hacía mi con preocupación.
-¿Una última lección? Perdone señorita Lauren, ¿A que se refiere?, ¿En que me equivoqué?-
    Dude por un momento, solo por un momento pensé que estaba llevando las cosas demasiado lejos. Sin embargo, bastó con mirar la expresión preocupada del muchacho para saber que hacía lo correcto.
-¿¡Señorita Lauren!?,¿¡Qué está haciendo!?-
    Me preguntó lleno de vergüenza el chico, intentando cubrirse los ojos, aunque fallaba miserablemente ante sus deseos de mirar lo que tenía en frente, algo imposible de ignorar especialmente para él.
-No debes hacer rogar a una dama por más atención. Que te quede de lección, chico, si te hubieras arriesgado un poco más, yo no tendría que estarme humillando frente a ti por un poco de tu atención-
    Explique con calma, dando lo mejor de mi para que la vergüenza no me dominará por completo y preguntar.
-Ya que tú no lo hiciste lo haré yo, pero que te quede claro que está será la primera y última vez, más te vale no titubear al responder... así que, ¿Te gustaría pasar la noche aquí?-
Créditos a quien correspondan.

viernes, 30 de agosto de 2024

La roomie

-No puede ser, no importa cuantas veces se lo diga, a Víctor no parece importarle lo mucho que odio que deje su ropa tirada por todos lados-
    Un largo suspiro salió de los labios de la joven con cabello oscuro al apenas salir de su habitación y encontrar un desastre habitual por el pasillo hasta la habitación de su compañero de cuartos.
-Él debería comportarse más como un caballero, está compartiendo departamento con una chica después de todo, soy una dama, y a él poco parece importarle-
    La joven decepcionada y acostumbrada a está situación tomó el cesto de la ropa sucia para poner ahí toda la ropa de su compañero Víctor, un chico tranquilo y decente en la mayoría de cosas, siendo su enorme excepción los malos hábitos que tiene para su ropa sucia. Puede que fuera un cliché, pero tal como en las caricaturas, Víctor era el tipo de chico que dejaba su ropa sucia en el suelo o tirada en cualquier lugar para distinguirla de la ropa sucia que todavía podía utilizar con algo de desodorante extra, y una vez que no quede nada "limpio" para utilizar, meter todo de golpe a la lavadora.
    Valeria, su joven compañera de cuartos odiaba ese mal hábito de Víctor, pero al darse cuenta que él no lo dejaría de hacer, hay ocasiones donde Valeria simplemente recoge todo el desorden para hacer algo al respecto; a veces lavando toda la ropa como acto de buena voluntad, en otras ocasiones lanzando todo a la habitación del chico, y solo cuando está furiosa con él, Valeria lanza toda su ropa por la ventana o el cesto de basura que tenga más cercano para que el chico tenga que recogerlo y disculparse con ella; para la buena suerte de Víctor, Valeria estaba de buen humor, y solo recogió su ropa para meterla en la lavadora.
-No puedo creer que tenga costumbres tan desagradables, ¿No se siente sucio o no le da asco? Entiendo que lavar puede ser un fastidio, pero me parece mucho peor estar sucio o con mal olor... y usar mucho perfume o desodorante no me parece la mejor opción-
    Murmuraba para si misma la chica al recoger toda clase de ropa de su compañero, caminando con calma hasta el cuarto de lavado sin dejar de cuestionar los comportamientos de su amigo.
-¿Valdrá la pena volver a hablar con él? Con algo de suerte al ver su ropa limpia al menos me de la razón, no es mi intención chantajearlo... solo que sería muy lindo de su parte tener más consideración, algo que podría suceder al ver que limpie toda su ropa. Y si no funciona, volverá a dejarla en la basura-
    Pasando de opciones amables y cariñosas, a algunas ideas un tanto cuestionables, Valeria pensaba como abordar la situación con su compañero de piso, metiendo camisetas y pantalones a la lavadora hasta que tomó algo distinto que la hizo sonrojar.
-Vamos, no me digas que incluso reciclas esto-
    En las delicadas manos de Valeria, había unos calzoncillos de Víctor que antes habrá recogido de uno de los tantos montones de ropa, y que ahora al separar por colores y prendas, pudo sostener en sus manos por primera vez una prenda más íntima de su compañero de piso.
-En serio... no puede hacer algo tan anti higiénico como repetir esta ropa; es tan vulgar y sucio; definitivamente tengo que tener una conversación con él, no me gustaría tener que cambiar acuerdos sobre nuestro departamento pero si debo de hacerlo...-
    La joven de largo cabello estaba realmente en conflicto, disgustaba y preocupada por la situación, al mismo tiempo que se daba cuenta de una extraña inquietud dentro de ella, que no desaparecía, por no decir que iba en aumento con cada segundo.
-Sí... sí, supongo que debo de hacer eso, yo intenté ser amable, él fue quien me dejó sin ninguna otra opción... yo... yo tendré que rebajarme a su nivel para solucionar nuestro problema con su ropa-
    Valeria se esforzaba por mantenerse tranquila, concentrada en buscar una solución al problema para mejorar las cosas con su compañero. Sin embargo, una creciente ansiedad se empezaba a apoderar de ella, comenzaba a sudar y a ponerse más roja, sin dejar de sostener la ropa interior de su compañero que en poco tiempo, no solo estaría sosteniendo.
-¿Por qué?, ¿Por qué estoy pensando en hacer eso? Sería humillante, sería degradante, yo soy una chica y definitivamente moriría de vergüenza si Víctor o cualquiera me viera hacer eso-
    Sus palabras estaba cargadas de intensas emociones, en las cuales la humillación cada vez era más superada por la emoción y deseo de utilizar esa ropa de su compañero de cuartos.
    Valeria se repetía una y otra vez en la cabeza que no debía de hacerlo, lo inapropiado que sería, lo humillada que se sentiría y que sin importar cuanto se bañará, no dejaría de sentirse sucia si hacía eso de vestirse con la ropa de su amigo. Dentro de ella había un enorme conflicto acerca de esos calzoncillos, los cuales sin entender muy bien la razón, quería utilizar con una enorme desesperación que al final la venció.
-Me siento tan sucia... tendré que bañarme por horas después de esto-
    Se decía con la voz temblorosa por tantos nervios y vergüenza la chica, quien quitándose su linda lencería rosa, se colocó en su lugar una camiseta de tirantes blanca de su amigo junto a sus boxers de color azul, provocando en ella un cambio aún mayor del que imaginó.
-¡Joder! Supongo que no puedo culpar del todo a ese idiota, está ropa es mucho mejor que esas estúpidas braguitas de encaje-
    Hablando con una emoción desconocida, una voz más dura y áspera, junto a palabras que ella nunca utilizaría, Valeria se mostraba muy diferente a si misma, dejando sus modales de lado para reemplazarlos con una actitud cuestionable incluso entre hombres.
-Yo... yo me siento mejor que nunca, lavar la estúpida ropa puede esperar, ¡Eso es trabajo de una mujer!, tengo mejores cosas que hacer que jugar a ser una jodida sirvienta-
    El cambio de actitud en Valeria era tan radical que cualquiera podría darse cuenta de ello, pues en solo unos segundos, ella comenzó a hablar, comportarse y actuar de una forma tan distinta, y de la cual parece no darse cuenta, o en su defecto, no encontrar ningún problema en verse como un hombre digno de otra época.
-Hablando de perras-
    La joven que actuaba peor que muchos hombres, notó algo interesante en el suelo; su propia ropa interior que se quitó para ponerse la ropa de Víctor, sonriendo de forma retorcida mientras olfateaba sus bragas y sostén.
-Creo que ya sé que haré hasta que esa perra llegué a lavar la ropa y me ayude a estar más tranquilo, con lo buena que está, es una lástima que todavía no me la haya cogido. Con algo de suerte la llevaré a mi cama esta misma noche, y si no, dentro de algunos días ella encontrará sus braguitas con un recuerdo-
    Con una sonrisa sádica y burlona, la joven hacía un gesto muy distintivo de los hombres al mover su mano entre sus piernas mientras que la otra mano estrujaba, jugaba y acercaba para olfatear la ropa interior de la chica, su antigua ropa interior. 
    Entre risas y comentarios cuestionables, la refinada Valeria había dejado por completo esa actitud de lado para encerrarse en la habitación de Víctor y hacer las mismas cosas que hacía el chico cuando cerraba con llave su habitación.
Créditos a quien correspondan.

jueves, 29 de agosto de 2024

Perdiendo el control

    Patrick era un hombre peculiar... muy peculiar en realidad, era la clase de personas que por fortuna no se ven todos los días por las calles, una persona que es fea por dentro y por fuera, que de ser posible evitar tanto como se pueda. Patrick era un hombre feo y gordo, con un olor especialmente distinto y una forma de hablar a las personas mucho más peculiar que su aspecto, por lo que entre más tiempo se pase con él, más fácil uno puede darse cuenta que ese hombre no tiene ninguna buena calidad, no tiene nada de especial, y que por más que uno se esfuerce, realmente es imposible encontrar algo bueno en está persona.
    Este hombre de cuestionable educación, aspecto y modales pasaba todo el tiempo encerrado en su casa, pero cuando decidía salir, disfrutaba de ir a convenciones donde siempre criticaba e incomodaba a las cosplayers invitadas.
    Primero se acercaba a ellas para pedirles una foto, y cuando estaban lo suficientemente cerca, Patrick tocaba algún lugar indebido de las chicas que solo llevaba a dos escenarios; uno donde las chicas no dicen nada y soportan el acoso para evitarse un escandalo; o el segundo caso donde las chicas sí que se quejaban, a lo que Patrick fingía no saber de que estaban hablando; fuera cual fuera de esos escenarios, Patrick insultaba a las chicas, criticaba sus cuerpos, menospreciaba sus trajes y decía cuanta cosa podía antes de dejarlas tranquilas.
    Por desgracia para Patrick, su suerte se terminó al encontrarse con una hermosa ero cosplayer, que al intentar propasarse con ella, la chica rechazó rotundamente a Patrick; le dijo que era un pervertido asqueroso, que ninguna chica estaría por gusto con ella, que le daba lástima su apariencia y que lo único más feo que su aspecto es su desagradable personalidad; la chica habló y destruyó de forma implacable a Patrick quien fue humillado frente a todos en la convención antes de que el personal de la convención escoltarán fuera de la misma al feo hombre.
    Después de la humillación más grande de su vida, Patrick estaba furioso, deseando vengarse de la chica a como diera lugar, y tal como si alguien estuviera leyendo sus perversos pensamientos, el hombre tuvo una respuesta.
    A pocos pasos de donde él estaba, un pequeño reflejo lo cegó por un momento, haciendo que el hombre buscará que era esa cosa que brillaba tanto sobre su rostro.
    Cuando lo encontró, Patrick se dio cuenta que parecía un control remoto; uno sin números, símbolos o algo distintivo; parecía un control viejo y gastado que por alguna razón no podía ignorar llevándolo consigo para investigar de que se trataba, quedando maravillado con el resultado.
    Pasaron algunas semanas desde aquel incidente humillante en la convención, donde Patrick estuvo buscando una nueva oportunidad de encontrar a la cosplayer para vengarse, hallando su ansiado momento en una ero convención a la que podría asistir.
    El hombre asqueroso mantuvo un perfil bajo durante toda la convención, buscando el momento oportuno de vengarse de la cosplayer, encontrando dicha oportunidad justo cuando la joven aún disfrazada estaba por irse.
    En ese momento Patrick utilizó el control que había encontrado, apuntando sobre la joven y presionando un botón que robó el alma de la chica para dejarla atrapada en el control, aunque eso solo era el comienzo, pues tan pronto como la joven quedó atrapada en el control, Patrick envío el alma de la chica dentro de un juguete muy inapropiado para humillarla y castigarla tal como ella había hecho con él.
    Su malvado y cuestionable plan había funcionado, pero solo era el inicio, ya que una vez que la chica quedó atrapada en aquel juguete sexual, Patrick usó el control para pasar su alma al cuerpo de la joven, recuperar el control y abandonar por completo su cuerpo y anterior vida, yéndose con el sensual cuerpo de la cosplayer y tomando consigo el juguete donde ahora estaba atrapada la verdadera dueña del cuerpo femenino.
    Patrick había ganado, aunque su venganza apenas comenzaba; el primer paso era castigar a la chica al meter su alma en un lugar del que no pudiera escapar, tal como lo fue ese humillante juguete para adultos; el segundo paso era robar el cuerpo de la cosplayer para que Patrick le diera un mejor usó a ese sucio y vulgar cuerpo con el que solo ganaba dinero la joven; por tercer y último pasó, Patrick en el cuerpo de la joven haría cuanta vulgaridad y perversión pasará por su cabeza; arruinaría la reputación de la chica, usaría juguetes sexuales, acabaría por completo con su buena figura y hasta intentaría quedar embarazada, para que una vez su estatus y belleza fueran destruidos, Patrick simplemente robaría el cuerpo de otra hermosa mujer para repetir el proceso una y otra vez por el resto de su vida, la cual será más corta de lo que imagina.
    El diabólico plan de Patrick donde se aprovecha y abusa del cuerpo de hermosas chicas estaba muy bien pensado, controlando todo lo que podía y tomando venganza de quien lo humilló para humillarla aún más todavía antes de irse a otro cuerpo, todo en su plan era perfecto, por excepción de un detalle que nunca podría anticipar.
    Aquel control que le permitía robar almas e intercambiarlas de lugar tiene un enorme precio, no es un control mágico, es un control maldito, que cada vez que es utilizado, quita años de vida de la persona que lo utiliza, y no importa cuantas veces intenté cambiar de cuerpos Patrick, cada vez que utilice el control su alma estará más cerca de llegar al más allá; su muerte es inevitable, tan inevitable como los múltiples abusos que hacía contra las hermosas mujeres a su merced.
    Puede que no lo sepa ahora, y quizás nunca lo sepa, pero más le vale disfrutar de todo lo que hace en el cuerpo de esas chicas, que disfrute de su venganza al jugar con ese dildo donde la chica está atrapada y de toda clase de perversiones que desee hacer con los cuerpos femeninos que robe en el futuro, porque antes de que Patrick se de cuenta, toda su diversión habrá terminado.
Créditos a: Hideri Rose

martes, 27 de agosto de 2024

De regreso al preeescolar

    Bueno, resulta que nunca he sido la alumna más brillante de cualquier generación académica en la que estuve, por no decir que más bien apenas y cumplía con lo mínimo para aprobar año con año... Esta bien, siendo totalmente honesta eso también es una mentira, ya que mi madre es maestra en una gran y exclusiva escuela que abarca desde preescolar hasta universidad, por lo que ella logró meterme ahí desde pequeña y hasta la fecha con mis 21 años ha estado ayudándome a aprobar materias que había reprobado año con año.
    Todo eso no había sido un problema para mí hasta ahora, al menos no hasta que llegué a mi último año de universidad, donde comencé a ponerme un poco presumida sobre lo excelente alumna que era, que nunca habría otra estudiante igual y que sería de las pocas prestigiosas e intelectuales mentes de la escuela que se graduaría de la universidad sin haber reprobado ni una sola materia en todo el tiempo que estudie.
    Cuando mi madre se entero de esto, intentó reprenderme y me dijo que me disculpará por todo lo que había estado presumiendo, a lo que yo respondí que nunca necesite su ayuda para aprobar las materias; si ella me ayudó fue su culpa por ser una tonta que dudaba de mis capacidades, que estaba celosa de lo buena estudiante que era, y que si no tenía nada mejor que hacer, ella debería estudiar algo más para intentar igualarme ya que con o sin su ayuda, yo hubiera logrado tener notas perfectas como hasta ahora. 
    Mamá se veía molesta pero no dijo nada más, solo suspiro con una expresión enfadada antes de irse a su habitación. 
    Pensé que nuestra discusión había terminado ahí, sin embargo esa misma noche mi teléfono comenzó a vibrar como nunca; por un momento pensé que ya estaban organizando la fiesta de graduación los chicos de mi generación o quizás un viaje para celebrar, pero no, todos los mensajes eran correos electrónicos de mi escuela; cada correo tenía un mensaje similar, hablando que tras una revisión en mi historia académico se encontraron muchos errores y anomalías en un montón de materias que habían sido corregidas, y que ahora debía de solucionar.
    Todas esas "incoherencias" que decía la escuela, eran todas y cada una de las materias que yo había reprobado y que mamá de alguna forma cambió a notas aprobatorias. De hecho creo que hasta había más materias reprobadas de las que recordaba en toda mi vida académica, y que de no aprobar, no podría graduarme de la escuela durante el próximo par de años.
    Completamente en pánico fui con mamá para pedirle su ayuda, algo a lo cual se negó, argumentando que está era la oportunidad perfecta para demostrar sobre lo que tanto alardeaba, y que si de verdad yo era tan inteligente, no tendría problema en aprobar los exámenes finales o periodos intersemestrales de cada una de esas materias. Si lo conseguía, yo de verdad sería una prodigio, y si fallaba, afortunadamente mamá había guardado la mayoría de útiles escolares que usaba desde niña, y también se tomó la molestia de comprarme mi nuevo uniforme.
    Resulta que gracias a mamá yo no tuve que cursar realmente el preescolar; básicamente era una guardería más que una escuela para mí, por lo que nunca entregué ni un solo dibujo o manualidad en esos años, ni siquiera contaba con las cosas mas básicas que pudieran comprobar que estuve en el preescolar; y por lo tanto, mamá ya me había comprado mi uniforme de preescolar junto a una gran bolsa de pañales.
    Intenté negarme y decir que yo no iría a la guardería a mis 21 años, tampoco usaría el vestido escolar ni mucho menos usaría un pañal, a lo que sin preocuparse mamá dijo que estaba bien, que no era problema de ella, sin embargo, si yo no cumplía con ese requisito, se anularían todos mis estudios posteriores. En otras palabras si no pasaba por el preescolar por lo menos un año y cumplía con mis actividades educativas, yo no tendría ningún estudio válido, ni podría aspirar a un buen trabajo, por lo que tal como una niña pequeña, dependería por completo de mamá para comer, vivir y tener dinero; podía ir al preescolar por un año y después encarrilar toda mi vida; o podía negarme a ir al preescolar, y ser todavía más dependiente de mamá de forma indefinida.
    Por si toda esa situación fuera poco, el último clavo sobre mi ataud fue saber que mamá pensaba jubilarse el próximo año; por lo que yo podía ingresar a preescolar en clase de mamá o esperar al próximo ciclo escolar para tener un maestro o maestra diferente, quien me tratará tal como a una niña pequeña y me enseñará todo lo esperado para alguien de preescolar; leer, escribir, dibujar, tener modales y hasta me enseñará a dejar los pañales para usar el baño como una niña grande. 
    Lo único peor que usar pañales y ensuciarlos, ir al bañito entrenador, tomar la siesta y jugar con niños delante de mi madre, sería tener que hacer todo eso delante de un desconocido que sería mucho más estricto conmigo, por lo que mi decisión, por humillante que fuera, también era clara.
    Así que desde hoy estoy de regreso en el preescolar, donde pasaré por lo menos un año que según mi progreso puede extenderse hasta tres años aquí como una niña pequeña más en la clase de mamá
    Mamá me despertó está mañana al quitarme la ropa y cambiarme tal como cuando yo era una cría; en cuanto me quitó la pijama, me levantó las piernas para deslizar un pañal debajo de mi, ponerme un montón de talco en el trasero y después asegurar mi pañal; después de eso me puso unas calcetas blancas con moñitos que iban a juego con mi nuevo uniforme escolar, el cual dejaba ver un montón de mis piernas y de mi pañal sin ningún problema, mamá dice que de esa forma es más fácil ver si tengo un "accidente", cosa que espero nunca tenga que experimentar; mamá también me peinó tal como cuando yo era una niña con una larga cola de caballo; por no decir que antes de salir de casa se aseguró de que yo no tenga nada de maquillaje, perfume, mi teléfono o cualquier cosa de "niña grande" que pueda distraerme en clases, amenazando que en caso de romper esas reglas o ser una niña mala, no dudará en azotarme frente a la clase y luego mandarme al rincón.
    Una vez que mamá me vistió y me amenazó, me llevó hasta mi nueva escuelita, donde por ser la niña más alta de todas me toca estar hasta el final de la fila, un sitio donde siento que destaco mucho más del resto de mis "compañeras".
    Supongo que tendré que acostumbrarme a destacar, y a pesar de ello, seguir actuando como una niña pequeña más del preescolar. Estoy muy segura de que mamá no cambiará de decisión, veo más probable que esto llegué más lejos y que incluso estando en casa deba comportarme como una niña pequeña, cosa que quiero evitar al cumplir como es debido durante mis clases especiales.
    Con todos estos cambios, lo mejor que puedo hacer es aceptar que está es mi nueva vida por el próximo año, sin olvidar que todavía debo re cursar un montón de materias de primaria y secundaria antes de volver a la universidad. En estos momentos todos en mi generación ya deben estar graduados y pensando en como celebrar, mientras que yo solo puedo "celebrar" entrar al preescolar donde mamá no deja de "consolarme" al decir que de verdad seré la niña más lista de está clase, o que al menos eso espera, ya que si una niña pequeña de la clase logra ser mejor estudiante que yo, se cuestionaría muy seriamente de lo que soy capaz. Yo misma estoy algo nerviosa de que algo así llegué a pasarme, no podría negar que merezco estar en preescolar si una niña pequeña logra superarme.
    Como sea, no debo pensar tanto en eso, debo concentrarme en ser la mejor estudiante de está clase para irme cuanto antes, y quizás así, recupere mi vida como la conocía dentro de algunos años.
Créditos a quien correspondan.