lunes, 3 de junio de 2024

Una buena muñeca

-¡Oye, tú! ¡Rhea! ¿¡Qué crees que estás haciendo!? Date prisa y ven aquí, no quiero esperar más-
Con los gritos de aquel hombre, un hombre que me frecuentaba en el burdel, no tuve más remedio que entrar al cuarto a verlo a pesar de que mi atuendo no estaba listo por completo.
-Lo siento, señor. Últimamente he tenido problemas con vestuarios de mi talla y-
-¡Cállate! No vine a que me contaras tú vida, pero si tanto ruegas por un vestido o algo de ropa, has un buen trabajo para que te compre algo, zorra-
Aquel hombre no dudo un momento en hacerme callar para comenzar con lo que él tanto quería, dándome ordenes que no me podía negar a obedecer, dejando que aquel cliente empezará a tocar y sacudir mis pechos que ya ni cabían en el lascivo traje de doncella que a él tanto le gustaba.
-Rhea, ¿Cuánto pagaste por estas cosas? Me sorprende su tamaño pero me gustan, ¿Cuánto te costaron hacerlas tan grandes?-
-En realidad, mi señor, mis pechos son naturales-
-¡Venga ya! ¿En serio piensas que creeré eso? Cada vez que vengo son más grandes, no hay forma de que sea natural-
El seguía estrujando mis pechos, incluso les dio un golpe como si de una nalgada en mi culo se tratara, haciéndome estremecer y estar cada vez más ansiosa por coger. Ay no, ya va a ocurrir.
-Lo mismo pienso, mi señor. No entiendo porque no dejan de crecer, ¿Tal vez aún soy un poco joven? Pero...pero...sea como sea, si a usted le gusta yo estoy contenta de servirle con mi cuerpo, eso incluye mis pechos enormes-
Puede que esas fueran mis ultimas palabras tan bien pensadas y elaboradas, pues con el libido subiendo más y más, no podría pensar en otra cosa que no sea tener feliz a mi cliente de esta noche, quien se veía conforme con mi respuesta. Menos mal, ya que el anillo no me dará mucho tiempo más.
Hace algunos meses, yo era un hombre llamado Raúl, quien tenía una bella mujer como juguete y poco más. Estoy seguro de que ella en verdad me quería y estaba enamorada pero a mi solo me gustaba verla de vez en cuando para tener sexo, hacer que me diera cosas y poco más, mientras ella quería un buen esposo, yo solo quería una buena muñeca. Algo que finalmente se daría cuenta ella después de algunos meses sacando provecho de ella.
Mi novia nunca fue muy lista, así que nunca espere que se diera cuenta, y menos espere que fuera a planear vengarse por como la había utilizado durante meses
Una noche después del sexo, ella sacó un precioso anillo de oro que me regalo y colocó por mí aniversario, algo que agradecí y mentí diciendo que su regalo era una sorpresa que estaría lista en cuestión de días. 
Ese fue el comienzo de mi caída, pues su respuesta fue que faltaban como 20 días para nuestro aniversario, luego me pregunto cuantos meses teníamos juntos y no supe responder, dejando en claro para ella con mi silencio y respuestas incorrectas, cuanto es que me importaba realmente. 
Ella solo dijo que había hecho lo correcto al vengarse de mi dándome ese anillo, mismo que por más que intenté no me pude quitar. 
Sentí una leve picazón en mis pezones, debilidad extrema en todo mi cuerpo y como mi fiel amigo me dolía pero ella no me dio ni tiempo de preguntar o protestar, y antes de que me diera cuenta, ya me había puesto en 4 para comenzar a follarme, algo que sumisamente disfrute como nunca. 
Desde ese momento, hasta alrededor de....¿7 días? ¿O 10? Creo que eran 15...Hasta alrededor de varios días, ella dedicó todas sus energías a follarme con un enorme dildo que me hacia temblar cada vez que entraba por mi trasero.
Al principio no lo note, pero conforme pasaban los días, mi cuerpo se volvía más débil y obediente, mi cabeza cada tanto me dolía y mi cuerpo se volvía más femenino, pasando de unos pectorales musculosos a unos pechos en crecimiento como los de una niña entrando a la pubertad, al igual que mi dotada entrepierna cada día se volvía más pequeña hasta que desapareció y solo dejó una hendidura en su lugar en la cual mi novia también usaba su enorme juguete que dejó de doler para darme placer.
Mi cuerpo se había vuelto el de una chica que recién se está convirtiendo en mujer, una que estaba muy lejos de llegar a su punto máximo. 
Según mi antigua novia, aquel anillo que tengo puesto me volvería más y más femenina después de cada vez que tenga sexo, además empezará a modificar mis pensamientos por cosas más simples y que estuvieran relacionadas a la belleza femenina y a la satisfacción de los hombres, mismos que comenzarían a gustarme cada vez más al igual que sus penes, o la creciente idea de que mi vida sería muy buena al ser una chica tonta y fácil para el placer de los hombres. En otras palabras, mi ex novia con ese anillo me volvería la muñeca perfecta que yo quería hacer con ella. 
Disculparme era inútil, ella ya había tomado la decisión y si jugo conmigo esos días, era porque estaba volviéndome una auténtica mujer para su siguiente y horrible paso de venganza.
Al parecer uno de sus amigos es dueño de un burdel, o mejor dicho, un prostíbulo de la zona, en el cual me dejaría a vivir y trabajar. 
-¡Rhea! Esta bien que no seas muy lista pero mira lo duro que me tienes, usa esa maldita boca tuya para complacerme-
-Lo siento, mi señor. Enseguida lo compensare como es debido-
Respondí cuando los gritos del cliente me sacaron de mis últimos pensamientos claros del día, comenzando a salivar como un animal cuando este dejó su dura verga a escasos centímetros de mi, a lo que me puse de cuclillas y levantando esa especie de cubrebocas de baile, empecé a chupar con fuerzas aquel miembro tan dotado, mirando hacia mi cliente con la mirada más lasciva y perdida que podía tener, provocando que me diera una sonrisa llena de satisfacción y así yo pudiera volver a mis pensamientos un poco más.
Desde entonces llevo semanas viviendo aquí en el burdel, y aunque al comienzo no era muy popular, gracias a cada cliente que me daba una oportunidad, me feminizaba más y más, me volvía una mujer más madura, mucho más bella, más experimentada y que pronto se volvió de las favoritas del lugar. 
Con cada vez que cogía, algún cambio le ocurría a mi cuerpo; mi cabello negro que llegaba apenas a los hombros se volvió violeta y muy lacio llegando hasta mi culo; mi voz que cada tanto intentaba desafiar o protestar por lo que me paso, cada vez se volvió más aguda hasta tener un tono perfecto y sumiso; con cada día maquillarme se volvía más rápido y mejor; mis piernas, culo y pechos pasaron de no tener forma alguna, a ser de los más grandes en todo el burdel; mi sexo rápidamente mejoró, mis ganas de huir disminuyeron y mi intelecto cada vez era menor, al punto que tanto clientes como compañeras me tienen que explicar cosas cada tanto, lo único que recuerdo cada vez mejor es lo feliz que soy como mujer y que en este lugar pertenezco yo. 
Acelere el ritmo de mi mamada, las cuales succionaban con fuerza el pene que también exploraba con recelo usando mi lengua, hasta que finalmente pude sentir como el semen espeso y caliente salía de la punta, tragando con satisfacción hasta la última gota mientras mi señor daba palmadas en mi cabeza tal como si de un animal a quien recompensan por un buen trabajo se tratara. 
-¿Qué tal si me muestras que hay debajo de esa falda?-
-Como usted ordene, mi señor-
Una vez que trague todo el semen, di un par de lamidas más para dejarlo limpio y luego obedecer la orden de mi amo, poniéndome de pie delante de él, separando las piernas y levantando la falda, mostrando la tanga blanca que llevaba y de donde sobresalían vellos violetas y humedad que demostraban lo mucho que disfrutaba de este momento.
-Mira lo húmeda que estas, eres una sinvergüenza y eso me encanta de ti-
-Muchas gracias, mi señor. Haré todo lo que pueda para no decepcionarlo-
Confesé ansiosa por empezar con el sexo, mi cuerpo lo quería, mi mente lo quería, yo lo quería. 
No estaba segura de cómo llamar a este sentimiento, sé que hay una palabra para cuando sientes que algo va a pasar pero no la recuerdo, justo así es como me siento.
Ahora que lo digo, justo es eso, siento que después de esta noche no volveré atrás, creo que llegue al límite que mi ex novia mencionó, el punto donde abandono lo que alguna vez fue hombre de mi para aceptar ser una muñeca viviente perfecta para satisfacer a los hombres auténticos. Después de todo, cada día esa idea me gusta más, empecé totalmente en desacuerdo pero sin poder negarme, luego empecé a disfrutarlo, después de eso comencé a buscarlo y finalmente no puedo imaginar una mejor vida para mi que siendo una mujerzuela de este burdel, esto es para lo que nací, para ser una mujer tan lasciva que más bien sea una muñeca a disposición de los hombres que vienen por mí, todos ellos quieren un juguete, y yo puedo ser ese juguete, quiero ser ese juguete, lo seré para siempre. 
-Bien, vamos a comenzar, pague lo que resta de la noche por ti así que haremos cosas que ni siquiera se ten han ocurrido, pequeña zorra-
-Nada me hará más feliz que ser su zorra por el resto de mi vida, mi señor-
Respondí con mi mejor sonrisa, con una mirada tan vacía como lasciva por igual, añorando estar encima de mi señor y de muchos mis señores para siempre, pues ese es mi destino y me siento tan feliz de aceptarlo. Ojala lo hubiera hecho antes, pues así desde antes hubiese sido la mejor prostituta, su pequeña y favorita zorra, la muñeca sexual perfecta para todo aquel hombre que quisiera utilizarme tal como el objeto lascivo y de deseo que soy, esa soy yo. 
Créditos a quien correspondan.

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