-¿Que estás haciendo, Alondra?-
Oí a mi daddy preguntar cuando me atrapó arriba de la mesa en la cocina para llegar a los anaqueles más altos y buscar lo que quería, unas galletas. Normalmente solo tenía que caminar, ponerme de puntitas para abrir el anaquel y tomar las galletas que quisiera para dejar el resto de galletas en su lugar e irme a mi habitación, pero ahora con mi nuevo rol de baby no tengo ese permiso, ni siquiera debí haber intentado llegar a las galletas porque daddy me dijo que no, pero no obedecí y en su lugar gatee hasta la cocina, con mucho esfuerzo subí a la mesa y fui atrapada justo momentos antes de poder tomar mis galletas de los anaqueles.
-Nada, daddy. Yo estaba jugando, ¿Y tú?-
-Yo te había comprado esto pero como veo que no obedeciste a lo que te dije, no tienes derecho a tenerlo-
Daddy tenía en sus manos un hermoso vestido de baby importado que había buscado por años sin éxito y que tan pronto como me emocioné al por fin tenerlo, me moleste mucho más rápido al saber que no lo podía usar, rompiendo un poco con nuestro adorado juego de mi novio y de mi.
Me puse rápido de pie y en frente de él para encararlo por negarme mi mayor deseo en ropa por tantos años y que él no me va a quitar, respondiéndole fuerte desde el principio.
-Dámelo-
-No-
-Dámelo, ya-
-No, y no te puedes levantar tu sola-
-Yo puedo hacer lo que quiera, Ricky, todo esto del ABDL y nuestro juego de daddy y baby es porque yo lo quería, incluso eres 2 años menor que yo así que no se te debería subir tanto a la cabeza nuestro juego, amor-
Di un par de palmadas provocativas en la mejilla de mi novio, llevamos 3 años juntos y 1 año desde confesé mi atracción por el ABDL por la confianza que le tengo con el riesgo de que terminará conmigo pero para mi sorpresa y gusto, aceptó mi pasatiempo e incluso estaba dispuesto a ayudarme si es que yo lo quería.
Así fue como todos los días después del trabajo y los fines de semana, él me dice la hora en que comenzamos al momento de cargarme en brazos hasta un pequeño cuarto de visitas el cual adaptamos con una cuna, mamilas, pañales, juguetes y todo lo necesario para un bebé quien lejos de estar en camino o en mi vientre, yo misma soy la bebé que ocupa todo eso y esta al cuidado de su daddy.
Daddy por lo regular una vez que me desnuda, me pone unas calcetas, mi pañal con su talco y alguna camisa con dibujos animados o de muchos colores, en ocasiones me peina o arregla mi cabello al igual que me puede poner vestidos o simplemente en los días calurosos me deja andar solamente con el pañal por toda la casa.
Una vez bien vestida como su niña preciosa, hay reglas que los dos debemos seguir y que juramos no romper para nada en el mundo mientras jugamos.
Ricky se vuelve mi daddy y tiene que cuidar de mi en todo aspecto; si tengo hambre, si tengo sueño, si quiero que me cargue o que juegue conmigo entre otras cosas; él es responsable de mi persona y mientras estemos en nuestros roles, también decide cosas por mi y me pone reglas que yo debo obedecer como buena niña; muy pocas veces me ha castigado pero cuando lo hace tiene mano firme en meterme disciplina, lo que demuestra su compromiso con nuestro juego, ¿Y por qué no? Que él también lo disfruta.
Yo, Alondra y la baby también tengo reglas que seguir además de las que daddy pone en mi cuidado; obviamente debo de obedecerle, no puedo usar mi teléfono o actuar según mi verdadera edad, tengo que gatear en todo momento o caminar únicamente si voy de la mano con daddy y entre muchas otras cosas que de no obedecer, me debo atener a las consecuencias por mi indisciplina o mala conducta que mi daddy va a castigar.
Esta discusión es un ejemplo confuso de esto, Ricky sigue en su papel de mi daddy porque son las horas de juego mientras que yo estoy genuinamente molesta y fuera del juego pero mi actitud de niña caprichosa puede resultar un tanto confusa y todo por un vestido que de verdad amo y quiero usar en este mismo momento, al punto de ordenar que así se hicieran las cosas a pesar de que él manda en estos momentos.
-No lo repetiré, ponte de rodillas y vete castigada a tu habitación-
-No, idiota, yo no te voy a obedecer y haré lo que yo quiera y como veo que no me quieres poner mi vestido, tendré que ponérmelo yo misma sin tu tonto permiso-
Era increíble lo sería que se había vuelto la situación y la forma tan rápida en que escaló sin dejar muy claras las cosas, yendo solo por las acciones que cada uno creía eran las mejores.
A pesar de estar descalza, tener mis piernas descubiertas hasta llegar a mi pañal, usar una sudadera en distintos tonos de rosa e incluso ser más pequeña que mi novio, no me impidió tener la seriedad de intentar quitarle mi vestido, el cual ni con todos mis esfuerzos pude conseguir, en su lugar vi como mi novio me alejaba y sin dudarlo de un fuerte tirón rompió mi vestido en dos.
-¿¡Qué has hecho!?-
Grité mientras lloraba en el suelo desconsolada y furiosa por lo ocurrido con mi vestido sin darme cuenta de que mi novio estaba igual o más molesto que yo, viéndome con los brazos cruzados esperando una respuesta.
-¿Unas últimas palabras antes de tu castigo? Serán 2 semanas-
Anunció sin decirme que, pero aún más importante yo no sabía que responder entre mis dos opciones:
La primera opción era volver a mi rol, seguir llorando y disculparme por todo, quizás hablando con mi daddy pueda solucionar todo o reducir mi castigo para que este evento solo sea un mal recuerdo.
O por otra parte, mi segunda opción es dejarme llevar por la ira, reclamar, pelear con él o lo que sea y ordenar darme un nuevo vestido y que se disculpe conmigo, esto es solo un juego que yo decido cuando terminar y que no me iba a castigar porque no era una niña pequeña que dependía de su daddy.
Haga lo que haga, tengo el presentimiento de que esta rabieta va afectar de alguna forma nuestras horas de juego pero eso lo averiguare hasta más adelante.
Como me gustan las historias ABDL. Increíble como siempre
ResponderBorrarGracias por comentar, V. Tal como siempre en estas historias.
BorrarÚltimamente he estado algo inspirada en escribir sobre este género, no quiero dar falsas expectativas pero sí puedo decir que habrá historias para rato.
-Nero.