Desde hace algunos años mi vida cambió por completo, tanto que no es exagerado decir que empecé una nueva vida de la manera más literal que te puedas imaginar.
Antes de todo esto, yo era un joven japonés de 21 años, mi nombre era Hikari y recién comenzaba con un empleo después de la universidad, yo no era nada fuera de lo común y eso estaba bien para mí.
Por desgracia, mi vida cambió después de una salida con mis amigos de la oficina; al terminar un ambicioso proyecto, todos decidimos ir a beber sake para celebrar, pasando de botella en botella hasta que llegó la noche; en lugar de que cada uno volviera a su hogar, decidimos continuar la celebración en algún otro lugar.
Cielos, recordar esa noche es muy nostálgico para mí, para bien y para mal. No suelo detenerme a pensar en ese pasado que forma parte de mi, solo disfruto de mi presente de cierta manera y me emocionó con un ambicioso futuro. Debo reconocer que en está nueva vida, un cambio en mi mentalidad, al igual que una necesidad de hablar sobre como me siento, se hicieron mucho más presentes. Eso me gusta y he aprendido a cuidarlo, al igual que he aprendido a controlarlo para no irme por las ramas cuando converso.
Por ahora me gustaría seguir contando mi historia, y de antemano me disculpo si vuelvo a divagar.
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Dejando de lado lo afectiva y lo mucho que suelo hablar desde que empecé está vida, ¿por donde me quede? Es cierto, en el incidente después del sake.
Como estaba diciendo, tras beber y beber un montón de sake con mis colegas de la oficina, la cabeza comenzó a darme vueltas, todo es confuso y oscuro al punto que todavía hoy no recuerdo muy bien que fue lo que me sucedió. Claro que me gustaría saberlo, pero no saberlo, ya no me quita el sueño por la noche.
Entre las últimas cosas que recuerdo de ese día fue salir del bar y caminar con mis amigos, todos estábamos cantado y diciendo tonterías, también recuerdo que intentamos luchar como samuráis usando varas de madera que encontrábamos por el camino, todo eso había sido muy divertido en realidad. Sin embargo, el comienzo del fin dio inicio cuando decidimos jugar a cumplir con retos en los cuales nadie quería salir como el perdedor.
Puedo decir con seguridad que no eran retos fuera de lo común, al menos al inicio, pues se trataban de retos como llamadas de broma, tocar a las puertas y salir corriendo, beber o comer algo de dudosa procedencia y un gran número de tonterías digna de niños pequeños. Fueron tonterías, tonterías muy divertidas y que aún recuerdo.
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Sobre los retos, decía que no eran más que tonterías inocentes al comienzo, subiendo su intensidad cada vez más hasta llegar a un reto para mí que en ese entonces no sabía sería mí último reto.
Uno de mis colegas de la empresa me retó a caminar sobre la barandilla de un puente sobre un lago sin caerme, la gracia era que por todo el sake que bebí, ya me tambaleaba al caminar.
En ese momento pensé que sería divertido, después de todo estaban mis amigos para ayudarme si me caía, incluso si caía al lago, era lo suficientemente profundo para no lastimarme ni ahogarme, en mi cabeza sería muy divertido intentarlo y fallar, o intentarlo y mostrar que soy mejor que el resto de mis amigos, era un ganar ganar que no titubee en aceptar. En esta nueva vida y mi nueva forma de ser, esos retos me parecen una tontería, y hacerlo hubiera sido imposible para mí, sin embargo, en mi anterior vida era todo un temerario que no dudó en subir a la barandilla e intentarlo.
Fue algo difícil subirme a la barandilla, por unos minutos pensé que perdería el reto sin siquiera haberlo intentado, pero tras varios intentos logré subirme y ponerme de pie, balanceando mis manos en los costados para mantener el equilibrio en mi deplorable condición.
Todo lo veía oscuro y borroso, además que las risas de mis amigos me estremecían cada que daba un tembloroso paso tras otro, logrando avanzar de forma lenta y exitosa para asombro de todos, incluso para asombro mío.
En cuestión de minutos logré llegar hasta la mitad del camino, avancé lo suficiente como para sentirme confiado, tan confiado que anuncié mi victoria de forma premeditada, gritando y sacudiendo mis brazos con la suficiente fuerza como para perder el equilibrio y caer desde la barandilla hasta el lago.
Asumo que morí en ese momento, y solo puedo asumirlo porque nunca tuve la forma de confirmarlo, si todo estaba oscuro y borroso antes, después fue peor, ni siquiera puedo recordar haber caído a lago pero después de caer de la barandilla, no hay nada más que recuerde de mi anterior vida; no tengo idea de si caí a lago o no, no recuerdo que sucedió con mis amigos, tampoco recuerdo donde sucedió todo eso, pero estoy seguro de haberlo vivido, por eso nunca he podido olvidarlo a pesar de los años que he pasado con mi nueva identidad.
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Después de haber vivido ese incidente, fue comenzar algo diferente, con esa horrible sensación de caer en un sueño que te hace despertar y volver a la realidad. En mi caso "el sueño" fue caer desde el puente y "la realidad al despertar" fue cuando me levanté con pánico de un futón donde dormía usando nada más que elegante lencería digna de otra época.
Estaba incrédulo de lo que veía; un cuerpo delgado y pequeño, con manos suaves y delgadas, con una figura modesta pero que destacaba de forma preciosa por la lencería negra que vestía, junto a un largo cabello castaño que me cubría el rostro; todo lo que veía era el cuerpo de una preciosa mujer asiática, y yo me había despertado y podía controlar el cuerpo de esa delicada y joven mujer.
Dentro de mi cultura no es extraño creer en múltiples dioses o en la reencarnación, a pesar de que no soy tan bueno en ello, yo mismo creía que había algo más allá de nuestra comprensión, y ver que había reencarnado como una mujer, lo encontré como un regalo de mis dioses, una oportunidad de vivir una vida más tranquila y prudente que la anterior donde termine de forma prematura en este mundo. Más bien, debería decir donde un joven llamado Hikari de 21 años, terminó su vida por un mero accidente.
Mi nuevo nombre es Aiko, empecé a vivir en este cuerpo a los 16 años, teniendo un giro radical a mi vida con el que me siento bastante contenta. Lo menos que podía hacer para honrar a quienes me dieron esta oportunidad.
En esa noche donde desperté asustada y preocupada por todo lo que me pasó como Hikari, la madre de esta chica, mi nueva madre, fue quien entró a calmarme y con quien he forjado una relación que nunca vislumbre.
Madre era una dama trabajadora y muy tradicional, por lo que me impartió una dura pero amorosa crianza a la que me tuve que acostumbrar rápidamente para no levantar sospechas sobre algún cambio en su hija.
Cuando tomé el control de este cuerpo, Aiko ya sabía hacer un montón de cosas; tenía buenos modales, una educación excelente, buen gusto por las artes, además de la enseñanza tradicional de una mujer hogareña a disposición de su futuro marido. Debo reconocer que educarme para servir a mi futuro marido no era algo que me emocionará mucho, pero eso al igual que todas sus otras actividades, fueron cosas que tuve el cuerpo de Aiko ya sabía y que simplemente yo tuve que aprender para seguir mejorando y cumplir con las expectativas que mamá tenía sobre mí.
En retrospectiva, estoy muy agradecida con ella, por demostrarme una nueva forma de amor que antes no había experimentado, y acompañarme en el proceso de ser una chica a una mujer tradicional, aunque claro que ella nunca se enteró de todo lo que sucedió.
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Estoy muy agradecida con madre, sin ella no hubiera sido posible para mi tomar está nueva vida de forma tan precisa, ni me hubiera convertido en una mujer ideal y no hubiera sido posible para mi tener una vida tan plena y tranquila como la que vivo ahora día con día.
Madre fue quien me enseñó casi todo lo que sé ahora; me brindó de rica comida, una linda casa, una excelente educación y un trabajo del que me siento orgullosa continuar con su legado, pues una vez que madre murió, ella me dejó todo como su única heredera, quien no dudó en seguir con sus pasos.
Mamá era la dueña de una tienda de Yukatas y kimonos, para poder criarme, ella trabajaba día con día en la confección de estos atuendos tradicionales para hombres y mujeres de todas las edades. Confeccionar estas prendas era un proceso lento y muy minucioso, era un trabajo detallado y agotador, que siempre hacía a mamá sonreír al terminar alguna de sus brillantes creaciones.
Una vez que mamá me consideró lista, ella comenzó a enseñarme del negocio para ganármela vida con ello una vez que ella no pudiera seguir cuidando de mí. Crear kimonos, yukatas y otra ropa tradicional era bastante entretenido, por lo que rápidamente aprendí a hacerlo y con el pasar de los años, ahora soy yo quien sonríe con alegría al ver mis atuendos en buenas señoritas o apuestas caballeros satisfechos con mi trabajo.
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Dando un último vistazo al cálido día fuera de casa, cerré la puerta que conecta con el patio para después quitarme mis getas, las zapatillas tradicionales de aquí, dejándolas cerca de la entrada antes de caminar descalza dentro de casa. Recuerdo que cuando niña todo el tiempo me dolían los pies por usar este calzado mucho tiempo, pero ahora no me imagino usando otra cosa en mi día a día.
Considero que ya les hablé un poco sobre mi pasado, tanto de hombre como de mujer, además hablé de los muchos cambios en mi vida que he experimentado a lo largo de los años para convertirme en Aiko. Sin embargo, todavía hay un tema del que me gustaría hablar: el futuro.
Han pasado 17 años desde que me convertí en Aiko, comenzando como una joven de 16 años que vive con su madre hasta ahora que soy toda una mujer de 33 años, una edad algo avanzada para seguir soltera. Es vergonzoso decirlo pero ya no estoy en la flor de mi juventud y aunque no me arrepiento de haber cuidado del negocio de mamá para salir adelante, tampoco me puedo quitar de la cabeza que mamá me educó para ser una buena esposa, y con esta edad, cada vez me será más difícil conseguir un buen marido con quien compartir mis días.
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Después de muchos años de esfuerzo y dedicación, tengo un enorme hogar además de un trabajo en el que soy buena y me hace feliz, me siento plena en casi todo lo relacionado a mi vida, y esa última pieza que me hace falta para sentirme realizada, es formar parte de una hermosa familia.
Creo que es buen momento de pensar en mi futuro, recordando las palabras y enseñanzas de mamá para ser una excelente madre de muchos hijos y ser la mujer ideal que haga feliz de su marido.
Cuando apenas me había convertido en Aiko a mis 16 años, la idea de ser mujer y vivir para ser una mujer tradicional me aterraba; no me gustaba la idea de dedicarme a las labores del hogar, ni tampoco quería estar con un hombre al ser yo otro hombre; quizás lo peor de todo era pensar en convertirme en mamá, en todos los cambios que pasaría mi cuerpo y como tendría vida dentro de mí durante 9 meses para después dedicarme durante años a disciplinarlos de la mejor forma que pudiera; todas y cada una de las ideas para las que mamá me crio me aterraban, no quería que ese momento llegara nunca, pero después de tantos años transcurridos, ahora soy yo quien añora vivir todas esas experiencias.
Desde hace ya algunos años sueño con tener hermosos bebés, cuidar de mis hijos para que sean buenos hombres y enseñarles sobre confección y modales a mis hijas para que sean todas unas doncellas hermosas y capaces, incluso sería lindo que alguna de mis hijas siga mis pasos y se dedique a la confección de ropa tal como su madre, pero si no está en sus planes, no la obligaría, me bastaría con que mis hijos e hijas sean buenas y sanas personas. Eso me haría realmente feliz.
Lamentablemente para mí, mi mejor edad para ser mamá puede que este llegando a su fin. A mis 33 años no soy tan joven para quedar embarazada, mis mejores años de fertilidad están terminando y la idea de no poder disfrutar la dicha de ser madre es un miedo que ha crecido en mí y que me cuesta controlar en algunas noches solitarias.
Sentirme solitaria por las noches no ha sido del todo mi culpa, es culpa de ese caballero.
Hace un par de meses, un apuesto caballero entró a mi tienda: un hombre alto y apuesto, con el cabello negro bien peinado, con modales impecables y dedicado al kendo; no puedo decir que conocerlo fue amor a primera vista, lo que sí puedo decir es que desde ese día no he dejado de pensar en él.
Takagi, el apuesto espadachín, visitó mi tienda para confeccionarle un traje y desde entonces no ha dejado de visitarme con regularidad, pidiéndome más ropa diseñada para él o simplemente viniendo a conversar conmigo cada vez más tiempo o hasta que algún cliente necesitará de mis servicios. En ocasiones, el joven Takagi se ha quedado a la espera de que yo terminé de trabajar para seguir hablando o incluso intenta ayudarme a poner en orden mi tienda.
Creo que me di cuenta de cuanto amaba su compañía, una vez que se fue de viaje por un torneo donde iba a representar a su dojo de kendo. El torneo duraría un día si perdía de inmediato, y un mes sí ganaba la final, así que juzgando por las fechas, mi apuesto caballero debe estar en las últimas etapas de su importante competencia.
Su ausencia me hizo darme cuenta de mis sentimientos, no tenerlo a mi lado después de meses me hizo darme cuenta que lo amaba y que desearía estar siempre con él, los miedos por ser madre había desaparecido por los deseos de estar con él y cuidar de nuestros hijos, al igual que las noches se volvían solitarias cada vez que pensaba en no poder pasar las noches durmiendo a su lado.
En su momento no podía decirlo, no podía reconocerlo, pero a estas alturas es muy claro que yo estoy perdidamente enamorada por primera vez como una mujer, y aunque no va mucho con los valores tradicionales que mamá me enseño, no quiero ser una mujer sumisa que espere una invitación, por muy desvergonzada que deba ser, quiero pedirle al joven Takagi si algún día podría aceptar una invitación de mi parte. Tradicionalmente, una mujer nunca debería ser tan directa con un hombre, sin embargo, este hombre es muy importante para mí, y antes de que alguien me lo pueda ganar, quiero decirle como es que él me hace sentir.
Por esa razón este día es tan importante, Takagi me prometió que si ganaba el torneo, yo sería la primer persona a quien se lo contaría. Si Takagi ha ganado, debe ser cuestión de tiempo para que llamé a mi puerta y yo pueda darle una cálida bienvenida por su admirable esfuerzo y dedicación.
Debo estar perfecta para él, quiero que se alegre de verme, tal como yo me alegraré de verlo después de lo que me pareció una eternidad.
El joven Takagi se quedará sin palabras al mirarme; usando un suave maquillaje que asiente mis mejores rasgos, con el perfume por el cual siempre me halaga, además de un kimono hecho con sus colores favoritos y muy parecido a uno que él me solicitó; usar esta ropa me hace sentir como un matrimonio que combina su estilo de vestir, y espero de todo corazón que está emoción que siento sea bien correspondida por mi caballero.
Puede que este siendo muy arrogante, por no decir que mamá me castigaría por verme tan perdidamente enamorada de un apuesto chico. Sin embargo, si mis sentimientos son correspondidos, prometo ser la mujer tradicional que este guapo y perfecto hombre se merece, seré una buena madre para sus hijos, seré la esposa ideal que alegre sus días, y juntos seremos una hermosa familia que continuará con su legado por generaciones.
-Él ya está aquí-
Perdida en mi historia y pensamientos, la realidad llamó a mi puerta cuando escuché un suave golpeteo contra la puerta de mi hogar. Era él, sin duda era él, el joven Takagi estaba de vuelta y yo estaba lista para felicitarlo por su éxito, y con algo de suerte, dar mi primer paso en una relación con él para ser la mujer ideal en una hermosa familia con la que siempre soñé. Nací para este momento, y prometo que daré todo de mi para estar a la altura de la situación.
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