martes, 30 de julio de 2024

Joven otra vez

-¡Ángela! ¡Bebé, baja a almorzar!-
-Y-ya voy... Mami...-
    Respondí con una mezcla de vergüenza, sumisión e incredulidad en el momento que "mamá" me hizo volver a la realidad, la nueva realidad a la que me afronto desde hace algunas horas.
    Esta mañana estaba paseando por el parque como suelo hacer desde que mi médico de cabecera dijo que me quedaba poco tiempo de vida. Eso es normal, a estas alturas no todos tienen la fortuna de vivir 80 años hoy en día, por lo que debía considerarme afortunado de una vida tan plena y de saber que tenía que aprovechar el poco tiempo de vida que me quedaba. Así que incluso si era a paso lento, me hacia feliz poder visitar el parque cerca de mi hogar para disfrutar de todo lo que ahí se vivía.
    Sin embargo, y pese a todo lo que digo, supongo que también soy un poco egoísta; me daba miedo saber que iba a morir próximamente y ver a los niños pequeños y las adorables niñas jugando y corriendo sin descanso, me hacia sentir mucha envidia de que yo apenas me pudiera mover, siendo limitado a observar todas esas maravillas con unos viejos y cansados ojos de anciano.
    Al ver a esos pequeños llenos de vida, en especial a una adorable niña de cabello rosado, no podía dejar de sentir envidia y de tener el egoísta deseo de ser tan joven otra vez para vivir aún más experiencias de las que he tenido oportunidad en mi longeva vida.
    Recuerdo que no podía sacarme esa idea de la cabeza, me decía sin parar "quiero ser joven otra vez" hasta que poco a poco un profundo dolor en mi pecho me invadió, sentía que el aire me faltaba, la visión se me oscureció y finalmente caí en un profundo sueño del cual pensaba no iba a volver a despertar. Tal vez mi muerte había llegado más rápido de lo anticipado, el final estaba más cerca de lo que pensé y sin dejar de desear ser joven otra vez, solté mi último suspiro. Sin embargo, para mi completa sorpresa, en eso me equivoque, y tuve la fortuna de despertar y abrir los ojos una vez más, solo que esta vez, no lo hice en mi viejo y cansado cuerpo.
    Antes de poder entender bien lo que sucedía, la madre de esta adorable niña ya me tenía en brazos, apoyando mi rostro contra sus pechos mientras nos alejábamos en un desesperado intento de que yo no presenciara nada de lo que le había pasado "al abuelo sentado en la banca".
    Mamá no se detuvo hasta que llegamos a casa, pidiéndome jugar en mi habitación mientras ella se encargaba de preparar el almuerzo y hacer cosas de adultos que no me quiso comentar, saliendo de casa de inmediato. Así, en la soledad de una linda y femenina habitación, finalmente podía procesar un poco de todo lo que me sucedió.
-¿Cómo es esto posible? Yo debí haber muerto... estoy seguro de eso, y la madre de está niña se esforzó mucho en que su hija no mirará nada... quizás sí morí en mi cuerpo, pero por algo que no entiendo, ahora estoy en el cuerpo de esta pequeña-
    Oír mi nueva voz, aguda e infantil, era tan extraño al compararla con mi antigua y desgastada voz de hombre, la cual era uno de los cambios más pequeños, a lado de todo lo que podía presenciar frente al espejo de princesas en la habitación.
    Una estatura diminuta, quizás poco más de un metro de altura, con el cabello extremadamente largo y con una suave fragancia, una carita linda y redonda junto a un cuerpo bonito, libre de la mayoría de curvas y sensualidad que una mujer podría tener. Me costaba mucho aceptar lo que mis ojos veían en esos momentos, pero no tenía forma alguna de negar que mi aspecto correspondía con el de una niña no mayor de unos 8 a 10 años. De alguna manera mi deseo se cumplió, y tenía la oportunidad de ser joven otra vez con el cuerpo de esta adorable pequeña, aunque ahora que mi deseo era real, me empezaba a cuestionar el costó que tuvo mi anhelo.
-Esto esta mal... debería haber muerto, debería estar en mi cuerpo y no en el cuerpo de está chica-
    Me decía frente al espejo, estirando mis mejillas en un débil intento de "despertar" y volver a la normalidad de mi anciano cuerpo, algo que simplemente no sucedió.
    Los minutos transcurrían, y con cada minuto que pasaba, empezaba a aceptar que este cuerpo juvenil me pertenecía ahora para bien y para mal.
-No me emociona ser una niña pequeña... podría haber sucedido con un niño... aunque tampoco es que lo deseará realmente... ¿En serio con mi edad deberé fingir ser un niño pequeño otra vez?-
    Las preguntas invadían mi cabeza al comparar mi anterior vida con la nueva e inevitable vida que tendría que vivir; volver a la escuela, depender de mamá, aprender sobre mi nueva feminidad son solo algunas de mis mayores preocupaciones.
-Mi nueva feminidad-
    Por alguna razón cuando pensé en eso, no pude sacarlo de mi cabeza, y lo que comenzó como una lista de mis quejas y preocupaciones al tener este cuerpo, de un momento a otro se convirtió en una rara obsesión por conocer y explorar más acerca de esa "nueva feminidad".
    Incluso ahora que fui interrumpido de mi exploración, no puedo explicar que fue lo que sucedió, mi cuerpo se movió solo, ocasionando que por un momento me deshiciera de mi infantil ropa para mirar con detalle mi nuevo cuerpo frente al espejo.
    Todo de mi cuerpo me encantó, despertó una emoción, una perversión en mi que había olvidado hace muchos años y que ahora que volvía estar en mi, no había forma de controlar.
    Sin mi ropa de por medio, mis manos se movieron solas hasta mis pechos que apenas se distinguían, después se deslizaron por unas caderas prácticamente imperceptibles hasta llegar a mis delgadas piernas y tocar por primera vez lo que se escondía ahí en medio y que desde hace mucho tiempo no veía ni tocaba, mucho menos en la forma que estaba a punto de hacer.
    Con solo algunas caricias me sentía de maravilla, lleno de una energía y emoción que solo las personas jóvenes y apasionadas podían experimentar, quería sentir más de eso, me gustaba sentir todo lo que mi nuevo cuerpo me permitía, dejando de lado todo lo malo que podía salir para disfrutar del momento que tenía en mi habitación.
    Conforme exploraba y reconocía mi nuevo cuerpo, los recuerdos llegaban a mi cabeza; mi nombre que es Ángela, mi corta edad, mis gustos y pasatiempos, el año escolar en que asisto, como me llevó con mamá y cientos de cosas más invadían mi cabeza mientras más tiempo pasaba "emocionando" a mi nuevo cuerpo.
    Estaba ansiosa por terminar, de esa forma me sentiría muy bien y mi mente tendría todo lo necesario para tomar el lugar de Ángela, y tras un suave suspiro y sentir como todo mi cuerpo se llenaba de satisfacción, caí sin aliento a la cama sintiéndome completamente realizada.
    Por desgracia para mí, no pude seguir disfrutando de ese momento, pues con el sonido de la puerta y el grito de mamá, de inmediato tuve que limpiar mi desastre y ponerme la ropa.
-Mami, ¿Dónde estabas?-
    Pregunté en un intento de ganar tiempo y reconocer que tan lejos o cerca estaba mamá, dándome prisa en vestirme de forma apropiada.
-Solo salí un momento, tuve que ir al parque a recoger algo que se me olvidó, y aproveche para comprarte tu postre favorito para la merienda-
    Al oír la palabra "postre" en mi mente saltó algo que dije sin titubear.
-¡Pastel de fresas!-
    Escuché a lo lejos reír a mamá, confirmando mi respuesta pero también dejándome con una duda que quise preguntar.
-¿No dijiste que ibas a preparar el almuerzo?-
-Sí, pero cuando salí hubo un cambio de planes y por eso compré tu postre favorito, solo por está vez, ¿entendido?-
    Las palabras de mamá eran amables, pero sabía que me ocultaba algo, seguro algo relacionado a mi cuerpo anterior, y aunque todo en mi deseaba preguntar más acerca de la situación, las palabras de mamá me hicieron enfocarme en mi actual situación.
-¿Qué tanto estás haciendo, Ángela? , ¿Acaso alguna travesura? Baja rápido antes de que suba por ti-
    Oír que mamá estaba dispuesta a subir a verme hizo que me acelerará, limpiando con algo de ropa el desastre que deje en mi habitación y poniéndome la falda y el resto de mi ropa lo mejor que pude para evitar un enorme problema.
-Lo siento, mami. Estaba recogiendo mis muñecas, ya voy-
    Con esa mentira dicha tuve que dejar mi juego privado para otro momento, sin poder sacarme de la cabeza que cada noche en la soledad de mi habitación podría tener ese pequeño juego privado, mientras que el resto del día me tendría que esforzar en ser una buena niña pequeña y ser joven otra vez, está vez, como una adorable niña pequeña que se llama Ángela.
Créditos a quien correspondan.

8 comentarios:

  1. muy buena, me gusto el concepto del anciano cambiando con una nina, aunque un poco polémica al usar a personajes menores de edad pero lo bueno con ilustraciones de caricatura esta bien, ademas manejaste la historia de una forma inteligente y no tan morbosa, muy buena Nero

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    1. Muchas gracias por sus comentarios. Honestamente no fue complicado, anónimo. Mejor blogger me regañó por la historia de ayer que por está, pero ya todo bien.
      -Nero.

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  2. Te quedó genial la historia, aunque es polémica fue interesante de leer

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    1. Siendo sincera creo que he escrito cosas más polémicas, pero fue interesante cumplir con su petición, Ton911. Espero la haya disfrutado.
      -Nero.

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  3. Me encantó que te atrevieras a tocar un tema tabu en la comunidad, respeto tu iniciativa.

    Ahora estoy interesado en si tendrá parte 2

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    1. ¿Es un tema tabú? No lo sabía, supongo que fue de una forma distinta pero no es la primera vez que hago algo así en lo que a mi respecta. Y no, no hay segunda parte como ya dije en las peticiones.
      -Nero.

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  4. muy buena historia algo perversa el cambio pero se justifica ya que el anciano no sabia que iva a terminar siendo una nina

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    1. Una más de sus peticiones, Dani Jack. Solo le estoy dando algo de mi estilo a sus ideas. Gracias por leer.
      -Nero.

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