Diego, un problemático y molesto chico de 12 años, se estaba comenzando a obsesionar con la idea de ser todo un adulto. El desconsiderado pre adolescente pensaba que con sus 12 años recién cumplidos, ya era un adulto en toda regla, y que podía hacer lo que quisiera por ser igual de adulto que cualquier otro adulto. En definitiva, todo la mentalidad de un adulto.
Esta mezquina y pretenciosa actitud hizo que sus padres muy pronto corrigieron de forma amable a su hijo, y una vez que las palabras bonitas no surtieron efecto, comenzaron a corregir a su hijo de formas no tan amables para que dejará esa tontería de ser un adulto y comenzará a actuar apropiadamente. Sin embargo, Diego se negaba a decir que él no era un adulto, no estaba dispuesto a renunciar a su recién empezada vida de adulto, teniendo así la maravillosa idea de como volverse todo un adulto de forma incuestionable para quien sea que intentará llevarla la contra al chico.
Si sus padres decían que Diego no era un adulto responsable, era porque su cuerpo todavía era pequeño, no había crecido lo suficiente como para verse como un verdadero adulto, y la mejor solución que pudo pensar para ese problema fue intercambiar de cuerpos con su padre para demostrar a todos el genial y asombroso adulto que Diego podía ser.
Por desgracia para el necio chico, no solo no era un buen adulto, tampoco era un lector destacado, y cuando él intentó realizar un ritual de cambio de cuerpos que encontró en internet, terminó por leer mal la mayoría de los pasos del ritual, provocando así que el resultado del hechizo cambiará drásticamente.
Cuando Diego abrió los ojos, pudo darse cuenta de todos los fallos que cometió, ya que en lugar de tener el cuerpo alto, musculoso y varonil de su padre, ahora tenía el suave, pequeño y viejo cuerpo de Abigail, la vieja amiga de su madre.
Abigail era una mujer cerca de sus 45 años, con el cabello teñido de rojo para ocultar sus primeras canas, hábil con el maquillaje para hacerla lucir linda y ocultar sus arrugas, además de cuidar minuciosamente su cuerpo para lucir más joven de lo que en realidad era, conservando muy buen aspecto a pesar de su verdadera edad. El cuerpo de la mujer no aparentaba su verdadera edad, Abigail se veía mucho más joven y hermosa, pero eso no impidió que Diego se sintiera ridículo y avergonzado de terminar convertido en una señora incluso mayor que su propia madre por un tonto error de su parte. El puberto intento revertir el ritual que realizó, pero tal y como lo hizo la primera vez, el chico se las arregló para leer mal las instrucciones y terminar destruyendo sus posibilidades de volver a la normalidad en su cuerpo de "joven adulto".
Con todos esos errores acumulados, todo parecía indicar que la nueva vida de Diego sería terrible, casi igual de terrible que la vida de la pobre Abigail que simplemente despertó viéndose como el pre adolescente precoz de su querida amiga, y sin saber que nunca volvería a su propio cuerpo por culpa de Diego.
Abigail no se enteraba de nada, la mujer despertó en el cuerpo del niño e hizo un berrinche para intentar llamar la atención y volver a la normalidad. Por desgracia para ella, si que llamó la atención de sus nuevos padres, quienes cansados de la actitud de su hijo, finalmente cumplieron su amenaza de castigarlo al enviarlo al colegio militar, donde esperaban que esa actitud malcriada del niño fuera corregida de una u otra manera, y que si él de verdad quería ser un adulto cuanto antes, una temporada larga en el colegio militar, le demostraría como se debe comportar un adulto de verdad.
Sin su cuerpo verdadero y sin la autentica Abigail, el joven Diego no tuvo de otra más que agachar la cabeza y quedarse con el cuerpo de la señora para iniciar una auténtica vida adulta.
Sin embargo, a pesar de lo que parecía un terrible castigo que el mismo se hizo por arrogante, día con día, Diego se volvía más como la señora Abigail, algo que sin darse cuenta, empezó a disfrutar; trabajar en una oficina era divertido y eso le daba dinero para dulces o juguetes, podía dormir a la hora que ella quería y comer todo lo que quisiera; y sin duda lo más importante para la nueva Abigail, era conocer y disfrutar de todo su encantador lado femenino donde no paraba de mejorar.
El tener que maquillarse todos los días parecía tan molesto y complicado pero se convirtió en uno de sus pasatiempos preferidos, dejando de comprar dulces y juguetes para comprarse los mejores maquillajes cada que tenía oportunidad. Las faldas tan cortas, ajustadas y vergonzosas de utilizar se volvieron su prenda de todos los días, además que las tangas y sostenes pervertidos que antes se negaba a utilizar, rápidamente se convirtieron en la cosa favorita dentro de su armario, mostrando más de una vez "por accidente" que tipo de ropa interior llevaba a sus compañeros de la oficina.
Las miradas pervertidas y lujuriosas de los hombres era algo que odiaba Diego, no quería sentirse observado ni quería sentir que dependía de alguien más como cuando era niño. Sin embargo, muy pronto comenzó a disfrutar de la atención, de las miradas indiscretas, de los empujones y arrimones contra ella, de los regalos, ayudas y beneficios que obtenía solo por ser una cara bonita. De esa forma el chico empezó a disfrutar de toda esa atención femenina que recibía, alentando cada vez más a sus compañeros de trabajo que finalmente le dieron la bienvenida al mundo de los adultos a aquel niño que en el cuerpo de una mujer, experimento con varios hombres a la vez como es el proceso por el cual nacen los bebés, algo que le encantó, disfrutando de forma descarada lo bien que se sintió su primera vez al compartir la cama con varios hombres mientras ella era la linda mujer.
Desde entonces han pasado algunos meses, en los cuales Abigail visita de forma regular a su querida amiga, dándole consuelo acerca de sus decisiones, asegurándole a su antigua madre que enviar a Diego al colegio militar fue lo mejor que pudo hacer para que él aprenda a comportarse, recomendando encarecidamente a su valiosa amiga que dejé a su hijo en el colegio militar el mayor tiempo posible, para que de esa forma él siga aprendiendo a comportarse y ellas tengan tiempo de chicas como no era posible desde que ella se volvió madre de Diego. En un principio, el antiguo Diego no pensaba volverse una amiga de su madre, no dejaba de pensar en lo raro que sería pasar los días con su madre y tratarla como una amiga, pero con el tiempo ambas mujeres se hicieron cada vez más cercanas, pasando los días juntas, yendo de compras, a hacerse las uñas o estando en casa de la nueva Abigail hasta que llegaba la noche, momento donde cada una tomaba su camino.
Por su parte, la madre de Diego volvía a su casa para pasar la noche con su marido de forma apasionada, tal como no podían hacer desde que nació el chico, y que ahora sin él en casa, cada noche se muestran afecto justo como cuando ambos padres eran jóvenes libres de las responsabilidades que implicaba su hijo.
Por otra parte, Diego, o mejor dicho Abigail, disfrutaba de noches desenfrenadas siempre en compañía de algún hombre diferente que le hiciera sentir placer hasta más no poder. Ella era una mujer adulta, y como toda mujer adulta solitaria, tenía necesidades que no podía satisfacer tal como su mejor amiga, Abigail no tenía marido o hijos, así que lo que ella hacía para disfrutar las noches era usar su absoluta libertar para para ponerse su lencería más lasciva, vestirse con ropa ajustada e invitar a distintos caballeros con quienes pasar una noche llena de placer que solo las autenticas personas adultas pueden experimentar.
De esa forma, Diego abandonó hace mucho la idea de algún día volver a su cuerpo original, ya no le importan esos años perdidos, ni tampoco le importa dejar de ser un hombre, lo único que ahora le importa es disfrutar de sentirse bonita, gozar de las miradas lujuriosa, pasarla bien al salir de compras con su mejor amiga, y por encima de todas las cosas, Abigail adora el placer que experimenta su cuerpo al pasar la noche con los mejores hombres que pueda encontrar, para quienes se viste de forma preciosa y lasciva para motivarlos en sus noches desenfrenadas, llegando así a un clímax que solo una persona adulta lujuriosa y pervertida como ella puede experimentar.
Esa es la autentica vida de una adulta que ha decidido vivir Abigail, y se siente muy orgullosa y satisfecha de su amada decisión.
Muchas gracias, me gusto mucho!
ResponderBorrarMe alegra que le gustará, Adsd.
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Excelente historia 👌
ResponderBorrarMuchas gracias por comentar, anónimo. Me alegra que le guste está petición.
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