-Esa es...-
Susurré con incredulidad al entrar al baño, encontrándome con algo íntimo y llamativo qué hizo acelerar mi corazón en cuanto lo descubrí.
-¿Por qué quiero hacer eso?-
Me preguntaba cuando mi corazón latía con fuerzas ante el miedo y la emoción de ser descubierto acerca de lo que repentinamente moría de ganas de hacer.
-Por dios, en serio, ¿Qué estoy haciendo? Estoy en la casa de mi futura suegra, es la primera vez que nos conocemos la señora Lauren y yo en persona, su hija Gisella y yo hemos venido para que nos de su bendición para dar el próximo paso y que apruebe nuestro matrimonio, ¿¡y me estoy arriesgando a perder todo lo que he construido por una estúpida fantasía!?-
Yo me murmuraba lleno de furia, frustración, enojo... Y también excitación, al ver el precioso conjunto de ropa interior qué la madre de mi novia había dejado en su baño: un sostén enorme con encaje y su respectiva tanga de encaje, ambos de color oscuro y lo suficientemente delgados como para verse transparentes, parecían hechos a la medida y de solo pensar como se vería la señora Lauren me emocione, a pesar de que ella tiene casi 50 años no deja de verse hermosa y la idea de que ella había usado esta lencería hace unas horas antes de nuestra llegada, me emocionaba más que la idea de tener a su propia hija con quien quiero casarme.
Sin embargo, pensar en la madre de mi novia usando lencería no fue lo que más me sorprendió, fue todavía más sorprendente y emocionante para mi, imaginarme a mi usando su lencería con el anhelo de verme como toda una mujer.
Ese sentimiento era extraño, yo nunca había tenido interés en vestirme de mujer ni nada por el estilo, pero ahora al ver en el suelo del baño ese excitante conjunto, no puedo dejar de pensar y añorar usar la lencería de mi suegra.
Es vergonzoso, humillante y me hace sentir tan culpable tener este repentino deseo, pero lo peor de todo para mi, es que aun sintiéndome mal por este deseo, estoy cada vez más cerca de hacerlo. Sin importar todo eso que sentía, el impulso de vestir esa lencería ya usada y verme en el espejo con esa ropa puesta me superaba a cada momento que transcurría.
Yo solo me levanté un momento de la mesa para ir al baño, quería mojarme la cara, hablarme al espejo para animarme y finalmente pedir la mano de quien yo quería fuera mi mujer frente a su madre.
Sin embargo, ese sostén y esa tanga vinieron a cambiar el plan por completo de una manera que nunca hubiera podido prevenir.
Créditos a quien correspondan. |
-Nunca lo he hecho... Yo soy un hombre... Y en mis 27 años nunca me había interesado en esto... no soy un maldito bicho raro-
Dije con vergüenza mientras me acercaba a la lencería, vigilando alrededor a cada momento como si alguien más estuviera en el baño antes de tomar la tanga en mis manos, sentirla y olerla.
-Aún está cálida... Definitivamente debió usarlas antes de que llegáramos Gisella y yo-
Sentir la calidez de esa delgada pero encantadora tela, junto al sutil olor qué desprendía fue el estímulo final que me hizo comenzar a desnudarme con desesperación para probarme la ropa interior de está mujer.
-Gisella, mi amor. Perdona por lo que voy a hacer... Pero no puedo ignorar la ropa interior de tu madre-
Mi corbata, mi abrigo, mi camiseta, pantalones, bóxer y zapatos, ni siquiera me tomó un par de minutos desnudarme por completo para vestirme ahora con la lencería de mi futura suegra, cuya lencería sujetaba con deseo entre mis dedos, deseando sentirme realizado al ponerme su ropa erótica.
-Solo será un momento... No tienen porque enterarse... Después de esto prometo que seré completamente fiel a mi pareja, ¡Lo juro por mi vida!-
Las suaves bragas de seda se deslizaron por mis pantorrillas, ajustándose en mis muslos y teniendo algunos problemas en mi cintura debido a la diferencia del cuerpo de esa bella mujer y el mío.
-Como era de esperar... No son de mi talla-
Decir esas palabras me llenaron de vergüenza, sintiendo como las bragas se ajustaban a mi trasero de una forma desconocida para mi pero que me hizo sonreír cuando tras cada segundo la sensación mejoraba dándome una extraña confianza y satisfacción por lo que estaba haciendo.
La parte delantera de la tanga estaba mucho más apretada, mi masculinidad no tenía suficiente espacio, en especial cuando mi miembro demostró lo excitado qué estaba al ponerse duro, algo que solo duró unos momentos, mucho menos de lo que imaginaba.
-Nunca pensé que usarías bragas o un sostén... Al menos aprendí como ponerlo y quitarlo gracias a Gisella... pero nunca pensé que usaría eso para está clase de fantasías raras-
Por un momento me sentí avergonzado de mis palabras, no podía creer que la experiencia íntima con mi novia, la estaba usando ahora para vestirme con la ropa de su madre. No obstante, una vez más la vergüenza y la culpa quedaron en segundo plano ante el deseo de ponerme la ropa de la señora Lauren.
-Ahora le doy la vuelta... Y listo...-
Me pude abroche el sostén desde el frente, para luego darle la vuelta y comenzar a subirlo de mi cintura hasta los pechos y ponerle los tirantes. Fue algo complicado, a pesar de no tener pechos de mujer, mi cuerpo es un poco más robusto de lo que pensaba, por lo que sentí que iba a romper el sostén en cualquier momento, algo que afortunadamente no sucedió, dejándome saberlo cuando me moví un poco sin que el broche del sostén fallará o sin soltar un sonido de la tela desgarrarse.
-No puedo creerlo.... en verdad me puse su lencería... en serio que lo hice-
Camine hasta el espejo para ver mi reflejo aún sin ser capaz de creerlo, me veía un poco raro, me sentía raro, pero seguía atribuyendo estas sensaciones al estar usando la lencería de mi suegra, algo que llenaba mi corazón de alegría y de emoción de una manera que nunca antes había experimentado.
-Supongo que ya no hay más remedio... soy un pervertido....-
Al verme frente al espejo usando la lencería de mi suegra, mis pensamientos se volvían confusos, aún más de lo que ya estaban y fue cuestión de minutos admirándome frente al espejo, hasta tener el valor de bajar una de mis manos hasta la entrepierna, haciendo a un lado la tanga para tocar mi miembro e intentar calmar mis deseos lo antes posible.
-Vamos.... Vamos.... ¿Qué rayos te está pasando? Primero me pones tan caliente que hago estas tonterías... pero ahora no quieres despertar-
Llevaba varios minutos apoyado contra la pared con una mano y usando la otra para intentar masturbarme, algo que simplemente no logré; me sentía tan patético y degradado, llevaba minutos intentándolo pero mi leal compañero de toda la vida no mostraba ninguna reacción a pesar de que hace unos minutos estaba tan desesperado por hacerlo.
-No puedo creerlo... nunca en mi vida me había pasado esto.... ¿¡Por qué rayos me pasa esto ahora!?-
-No lo sé, cariño, quizás sea algo de karma, ¿Quieres que te preste mi dildo? Ya estas usando mi lencería después de todo, tal vez también necesites un compañero-
Me quede helado al oír esas palabras detrás de mí, no quería voltear, pero instintivamente lo hice para ver de quien se trataba. Por lo que dijo, debía ser mi futura suegra Lauren, para quien ya estaba listo en comenzar a suplicar su perdón de rodillas con tal de que no revelará nada de esto a mi querida Gisella.
-Señora, Lauren, por favor, déjeme explicar....-
-¿En serio? Escucho muy atenta tu explicación-
Dijo con mi propia voz la señora Lauren.
No, no solo era mi voz, ella se veía como yo, hablaba con mi misma voz y hasta tenía puesto mi traje con el cual llegué a la cena.
-¿¡Mi ropa!?-
Busque con la mirada por toda la habitación pero no había señales de mi ropa, toda había desaparecido, o mejor dicho, estaba siendo utilizada por alguien más que tenia justo frente a mis ojos.
-Vi que te estabas divirtiendo con mi ropa, así que pensé que sería lo más justo que yo utilizará la tuya, ¿Qué opinas, tesoro?-
Por un momento la mujer habló con una voz risueña y coqueta, tal como solo una mujer experimentada sabía hacer. Sin embargo, era un lobo en piel de cordero, y por muy seductora que pudiera hablar como toda una mujer, ella se veía tal como si fuera yo.
-¿Señora Lauren?, ¿Qué está pasando? No puedo entender nada, no sé que me pasó pero no le diga a Gisella-
Fue todo lo que pude decir, temblando de miedo por la situación, viendo como mi cuerpo masculino se acercaba a mí y cada vez parecía más grande, hasta que finalmente me arrinconó contra la pared.
-Después de todo lo que hiciste, ¿Quién te crees que eres para ser tú quien pone condiciones?-
Con esas implacables palabras, lo siguiente que sentí fue como acariciaba mi mejilla, tomaba mi mentón y me obligaba a verla mientras hablaba.
-Esto es lo que haremos: a partir de este momento y hasta la próxima semana, yo soy Mathius, ¿Entendido? Y mientras yo soy Mathius, tú serás Lauren; la madre de Gisella, una mujer viuda de 54 años que recibe de visita a su encantadora hija y su.... peculiar novio... o pretendiente de novio-
Sus palabras eran muy claras y concisas además de dolorosas, por un momento pensé en obedecerlas sin rechistar pero había una inquietud tan grande en mi corazón, que tuve que hablar.
-Pero señora Lauren... mi novia se dará cuenta... es imposible que nos... confundan...-
A cada momento que yo hablaba mi cuerpo se sentía extraño; mi voz comenzó a ser más aguda y algo cansada, mi cuerpo se sentía más pesado en algunos lugares y extrañamente caliente en otros, la incomodidad por la tanga ya no estaba siendo un problema, al mismo tiempo que el peso extra frente a mi comenzaba a sentirse más y más. Al comienzo, no sabía muy bien que era todo eso que sentía, no tenía idea de que me sucedía, pero con el pasar de los minutos, la respuesta se volvía tan clara como humillante.
-¿Esta segura, señora? Yo creo que nadie notará la diferencia, ¿o usted ve alguna? Es claro que yo soy Mathius, y que usted es Lauren-
Lauren, en mi cuerpo, señaló el espejo para que yo mismo viera lo que me sucedió.
-Muy bien, señora Lauren. Surgió un imprevisto y su hija y yo nos retiramos ahora mismo de su hogar, fue un gusto conocerla-
Me dijo y terminó dándome un beso en mi nueva y suave mejilla, quitando del camino mi largo cabello teñido que no hacía más que confirmar, lo que veía frente al espejo.
-Recuerdo que estarían una semana en la ciudad, ¿Verdad? Tómalo como una prueba, o tal vez tu despedida de soltero, cariño. Nos veremos en los próximos días, y si nadie descubre nuestro intercambio, en una semana volverás a la normalidad. Claro, a menos que hayas caído ante la tentación de mi precioso y maduro cuerpo. Está de más mencionar que si intentas pedir ayudar o haces un alboroto, no volverás a la normalidad jamás-
Una vez más, con determinación y seguridad, la señora Lauren en mi cuerpo decretó lo que iba a suceder y de lo cual no me podía oponer, solo rendirme u obedecer.
-Fue una noche maravillosa, y me dio mucho gusto conocerla, espero nos reciba una vez más en los próximos días. Hasta luego, suegra-
Con un tono burlón al hablar y cerrando la puerta del baño, la señora Lauren escapaba con mi cuerpo, dejándome sin palabras y sin voluntad cada que me veía al espejo y veía el reflejo de esa mujer.
-No puedo quedarme así.... no soy una mujer, ¡No soy la señora Lauren! No me quiero quedar en el cuerpo de mi suegra-
Me decía lleno de humillación e impotencia frente al espejo, sintiéndome avergonzado de mi situación, pero en especial de mi mismo porque si hubiera resistido esos estúpidos impulsos, o quizás si hubiera sido lo suficientemente hombre para pedir la mano de mi novia y no huir al baño, nada de esto me hubiera sucedido y no hubiera terminado en el cuerpo de la señora Lauren.
Todavía no entiendo muy bien la situación; no sé porque ella robó mi cuerpo, no sé tampoco como es esto posible, sospecho que la ropa tiene la clave y eso me hace sentir aún más culpable, pensando que todo esto es un castigo por usar la lencería de mi suegra.
Lo único seguro que tengo en este momento, es que debo obedecer lo que mi futura suegra desea y confiar en su palabra; durante una semana tengo que ser la señora Lauren para recuperar mi vida.... o de lo contrario, no quiero ni imaginar que es lo que me va a pasar.
Esta historia me recuerda un poco a otra, me gusto!!
ResponderBorrarEspero la continuación!
Gracias por comentar, 222.
BorrarLa continuación será el próximo sábado, espero la disfrute.
¿Será posible saber a que otra historia le recuerda?
-Nero.
Buena historia esperare su continuación con emoción
ResponderBorrarMe alegra que le guste, Day Lee. Está historia se estará actualizando cada sábado durante un par de meses.
Borrar-Nero.
muy buena historia, me engancho, muy buena la sexy MILF de la imagen que usaste para la historia
ResponderBorrarNo tiene idea de cuanto me ha costado escribir está historia. Esto solo es el comienzo, espero que le guste de principio a fin, Drako Conner.
Borrar-Nero.
Premio o Castigo?
ResponderBorrarHahahaha. Me enctanto
Eso lo dejó a criterio personal, V. Pero me alegro que le guste el prólogo de está historia que estaré actualizando cada sábado.
Borrar-Nero.
holis, que historia mas excitante, me encanto recién veo tu blog y es muy bueno
ResponderBorrarSaludos, anónimo. Me alegra saber que disfruto de la historia y que encontró este nuestro blog. No soy la mejor pero siempre intento dar lo mejor, mientras ustedes disfruten de pasar el rato por aquí, yo haré lo posible para seguir escribiendo.
BorrarEstá historia se actualiza los sábados por si desea seguirla.
-Nero.