-Wow, entonces así es como me veo-
Me dije a mi misma tras verme en el reflejo de un espejo en la heladería que visite; vistiendo un corto e infantil vestido verde lleno de volantes y adornos esponjosos; dejando a la vista de todo mundo el pañal blanco que yo estaba utilizando, puesto que con lo corta que es la falda de mi vestido, no solo mis piernas con sus cortas medias estaban a la vista, también se veía a la perfección como yo usaba un pañal que combinaba con mi atuendo.
Al verme en ese crista no había espacio a la duda, yo era una adolescentes vestida con ropa de bebé o de una niña bastante pequeña, abrazando mi peluche favorito, con un chupete colgado de mi cuello y con mi cabello atado en dos pequeñas coletas. Y con ese vergonzoso atuendo puesto, yo estaba dentro de una carriola diminuta en la que apenas podía entrar, siendo llevada de paseo por sus padres hasta quedarme dormida tal como hacemos todos los días desde hace un buen tiempo.
Supongo que cualquier otra persona estaría avergonzada por vestirse así, incluso yo me siento un poco apenada al ver mi verdadero reflejo por primera vez, sin embargo, esa vergüenza es algo que puedo superar tal como he hecho con cientos de desafíos y problemas humillantes desde que acepté hacer esto por mis padres.
Aún recuerdo muy bien ese día que llegué de la escuela y donde mamá y papá querían hablar de algo muy importante conmigo. Sospeché en ese momento que querían sermonearme sobre mi desempeño en la escuela o quizás hablar de algún error que cometí, pensé en muchas cosas que nunca pudieron haberme preparado para el motivo real de la conversación.
Mamá y papá fueron directos conmigo y me contaron que querían repetir la experiencia de tener y cuidar a un bebé como hicieron conmigo hace más de 15 años. Sin embargo, sabían que ya no eran tan jóvenes como antes y que tener un nuevo bebé sería algo muy complicado como para solo ser un capricho que ellos no querían abandonar.
Por lo que, la solución que ellos propusieron para cumplir su deseo sin meterse en muchos problemas, era que yo estuviera dispuesta a volver a ser su bebé por un tiempo. Me explicaron que eso podía ser posible gracias a un amuleto mágico en forma de pacificador, con el cual papá y mamá aseguraron que si me lo ponía, todo mundo me vería como a una niña pequeña, todavía tendría que comportarme como una niña pequeña y usar ropa acorde a la edad, pero me juraron que al usar ese amuleto, todo mundo me vería como a una niña.
Aún con toda la explicación, yo no estaba segura de si hablaban en serio, incluso si hablaban en serio yo no sabía si estaba dispuesta a fingir ser una mocosa para satisfacer el extraño deseo de mis padres, quienes para convencerme de que cumplir su anhelo y demostrarme que no era algo tan malo, hicieron un trato conmigo: solo me pidieron que lo intentara por un día, y que si lo odiaba, nunca más volverían a pedirme algo así, por lo que sin muchos ánimos decidí darle una oportunidad a todo eso, para que mis padres no se quedaran con las ganas de cumplir su deseo, y para que una vez que terminará el día, ellos no pudieran volver a pedirme algo tan raro como esto.
Después de escuchar sus suplicas y promesas, tomé el chupete y me lo coloque, causando una reacción muy contenta en mis padres quienes me juraban que el ponerme el collar mágico me veía exactamente como cuando yo era una bebé.
Mis padres no perdieron el tiempo, y cuando su emoción inicial fue superada, ambos comenzaron a cuidarme tal como lo harían con una niña pequeña; mamá me dio muchos besos en las mejillas y peino mi cabello, algo que hacía muchos años no hacía ella; papá me cargó en brazos y volví a llamar "princesita", una cosa más que se había perdido con el pasar del tiempo; y si bien, usar un pañal blanco en lugar de pantys y ropa infantil en vez de mi ropa de adolescente era muy vergonzoso, ser vestida y mimada por mis padres era algo muy satisfactorio.
Una vez que mamá y papá me vistieron acorde a mi aparente nueva edad, ellos se pasaron el día conmigo, viendo caricaturas o películas, cocinaron para mi, me hicieron muchos cumplidos y me hicieron regalos. Y sí, hacer algunas de esas cosas eran raras, como ver películas de princesas en vez de algo más interesante para mí, pero el tiempo con ellos hacía que valiera la pena ver esas películas pasadas para mi edad o disfrutar de momentos que pensé nunca se repetiría. Hasta la parte de ir al baño fue... interesante, puesto que si no quería utilizar mi pañal, tenía que pedirle ayuda a mamá o papá para evitar algún accidente.
Antes de que pudiera notarlo la noche había llegado, y aunque mis planes eran no repetir esta peculiar experiencia, las ganas de seguir disfrutando del momento me pudieron, por lo que no solo les pedí a mis padres seguir usando el collar, también les pedí esa noche que me bañaran y me llevaran a la cama, algo que con una enorme sonrisa aceptaron.
En ese momento me di cuenta de que muchas de mis preocupaciones se esfumaron, me sentía tan tranquila, protegida y amada como desde hace muchos años no había experimentado. Me sabe mal decirlo de esa manera, pero conforme crecía mis padres y yo cambiamos, nuestra relación cambio, y a veces para mi la vida era muy dura, muy estresante, muy agobiante y muy preocupante, en ocasiones la vida adulta me parecía demasiado, y eso que todavía yo no era una adulta por completo, si con ser una adolescente ya todo era muy difícil, ¿Qué tan difícil podría ser la vida como una verdadera adulta? Pensar en eso me aterraba, pero gracias a la petición de mis padres, pude olvidarme de todas esas cosas por un momento, un momento que intento repetir cada que tengo la oportunidad de estar con ellos y olvidarme del mundo de los adultos.
Abrirme a esa experiencia me hizo olvidarme de todos los problemas, y desde entonces, cada que llego a casa después de la escuela puedo deshacerme de todo en mi vida adulta para volver a los cálidos y protectores brazos de mamá y papá que me protegen de todos los problemas o desafíos que pueda afrontar en mi vida.
Es fascinante como al llegar a casa mi mayor problema es decidir que película vamos a ver, a que quiero jugar o con que ropa me quiero vestir, y todos los problemas de niña grande que yo pueda tener, son resueltos por mis padres para que "su pequeña" no tenga de que preocuparse y solo se concentre en ser una niña bonita y feliz.
Por todo eso, tener este pasatiempo se volvió una maravilla para mi y podía estar muy contenta mientras mis padres juegan conmigo, me dan de comer, me bañan, me compran juguetes y me arrullan hasta quedarme dormida, para que una vez me sienta más segura y motivada, pueda quitarme el collar y la ropa para volver a mi vida ordinaria.
Por un tiempo pensé que el amuleto no funcionaba, que solo era una mentira de mis padres con la cual tanto ellos como yo podíamos sacar ventaja. Sin embargo, cuando una vecina llegó a casa de imprevisto y me encontró jugando con mi madre, ella parecía muy alegre y sorprendida, preguntando a mis padres si "la bebé" era mi hermanita. Mi madre ni siquiera lo dudo, protegiéndome y cuidándome al responder por mi; mamá dijo que "la bebé" era Alicia, "ella es la hermanita de Reina" para ser exactos, algo que la vecina creyó completamente y después de mimarme un poco se retiró.
Desde ese momento, cada vez que utilizo el amuleto, yo me convierto en Alicia, quien ya ha sido conocida por más vecinos e incluso por algunos amigos de "mi hermana Reina", y hasta ahora nadie ha sospechado ni descubierto la verdad sobre mi identidad. Aún es raro "ser" mi propia hermana, pero eso me demostró que en verdad todo el mundo me ve como una niña pequeña, y a su vez nos abrió la posibilidad a hacer muchas cosas más fuera de casa.
Hoy ha sido la prueba definitiva para mi en mi opinión, pues después de varios intentos yendo de paseos cortos por el vecindario, finalmente mis padres decidieron llevarme más lejos para dar un largo paseo por la ciudad.
Mamá me vistió muy linda, papá me cargó hasta la carriola y mientras yo sujetaba mi peluche favorito y tenía el chupete en la boca, fue que salimos de casa para nuestro paseo.
Aunque el corazón me aceleraba al comienzo, poco a poco me di cuenta que nadie se daba cuenta de mi verdadero aspecto, había pequeñas sonrisas o saludos a "la bebé" o a "la nenita" dentro de su carriola, nadie me veía raro a pesar de ir jugando con mi peluche o estar vestida de esta forma, simplemente y de verdad yo era una nenita que salía de casa con sus papis, y eso me alegraba un montón y me llenaba de una extraña satisfacción que me hacía pensar que sin duda podría acostumbrarme a esto, incluso pensé que podríamos llegar más lejos de lo previsto e ir al parque o algo por el estilo, pero esa decisión dependería de lo que papi y mami quieran hacer con su niñita Alicia.
Por ahora lo que puedo decir es que me siento muy contenta con el paseo, y aunque mamá tuvo que limpiarme la cara con mi babero, pude comer un delicioso helado con papi y mami antes de volver a casa.
Sin embargo, cuando mamá terminó de limpiarme, pude ver por primera vez mi verdadero aspecto bajo los efectos de ese chupete tan especial. Sin duda el chupete sigue haciendo su efecto, todo mundo me ve como una niña tan pequeña que todavía tiene problemas para comer por si sola, pero frente a mis ojos está la innegable imagen de una adolescente vestida como bebé y metida casi a la fuerza en una diminuta carriola.
Al verme de esa manera, me sentí bastante avergonzada, como hacía mucho tiempo no me sentía, pero también se me ocurrió una solución para superar esos sentimientos sobre mi misma.
Al verme tal como estoy ahora, pensé que quizás no estaba lista para ser una adolescente, mucho menos ser una adulta, quizás mi cuerpo creció pero yo sigo siendo una niña pequeña dependiente y necesitada de atención. Por lo que, quizás y solo quizás, yo no estoy hecha para ser la asombrosa hermana mayor Reina, no estoy lista para lidiar con la escuela, para preocuparme por la universidad, para resolver mis problemas y valerme por mi misma. Quizás, yo de verdad merezco ser Alicia, la hermanita pequeña y consentida que no duda en ponerse a llorar para que papá y mamá vayan a su rescate a cambio de una hermosa sonrisa de su niña pequeña.
Al verme tal y como soy realmente, creo que debo tomar una decisión, y aunque ya tengo una idea de que es lo que quiero, no sé como pueda reaccionar papá y mamá al enterarse que quiero ser una niña pequeña para siempre.
Por ahora, intentaré que este fantástico día terminé de la mejor manera, con papá y mamá empujando mi carriola hasta que me quede dormida, para que en un nuevo día, pueda decirle a mis padres como es que me veo realmente y que clase de vida quiero a partir de ahora.
Créditos a quien correspondan. |
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