La luz resplandecía tanto que me dejaría cegada apenas salir de mi camerino desde el cual podía escuchar los ensordecedores gritos del público y los invitados, todo el pueblo me estaba esperando con aplausos, gritos y música para mi ansiado momento, porque incluso si yo solo era una herramienta, era la herramienta elegida por nuestro dios.
Hoy finalmente es la ceremonia para venerar a nuestro más sagrado dios, el pueblo se ha reunido, hay un banquete gigantesco para todos, los músicos no dejan de tocar para que la gente baile y cante con alegría, mientras otros tantos del pueblo preparan los rituales tradicionales, todos métodos distintos pero muy apreciados por nuestra vanagloriada deidad. Sin embargo, si tuviera que destacar una labor para esta festividad, una tradición que es la favorita tanto del pueblo como de nuestro dios, sin dudar y sin presumir, esa sería mi labor.
Cuando se me dio una segunda oportunidad de vivir, no imaginé que sería así, en un mundo de fantasía, llena de lujos, joyas y riquezas con la gloria y el mejor de los destinos si es que me esforzaba en conseguirlo, aunque para ello el primer gran esfuerzo que tenía que hacer era olvidarme de la vida que alguna vez tuve como hombre para enfocarme por completo en conocer la religión de este mundo, y en volverme una bailarina perfecta que respete hasta el más mínimo detalle de la danza, para que el día que nos visite nuestra máxima deidad, pueda sentirse orgullosa por mi dedicación a seguir las reglas que él no has dado.
Supongo que sería exagerado llamarme a mi misma "monja", porque yo tengo reglas mucho más flexibles que ellas, pero sin duda he tenido que dedicar mucho tiempo de mi día a día en aprender al pie de la letra todas las creencias que hay en este lugar, usando mi "tiempo libre" para seguir fortaleciendo todas estas ideas que ahora conozco como la palma de mi mano.
Además, lo que más me diferencia de una monja o una mujer dedicada plenamente a la iglesia, es que mi labor es mantener las danzas tradicionales que nuestras deidades disfrutaban, por lo que además de aprender las sagradas escrituras, también tuve que trabajar mi cuerpo para cumplir a la perfección con todas esas danzas que han pasado de generación en generación, siendo ahora mi turno de preservar esa cultura, y ser bendecida con la buena fortuna de que nuestra deidad venga en persona a observar mi danza, un hito histórico para nosotros, en el que después de nuestro dios, yo seré una pieza fundamental de este suceso.
He dedicado toda mi vida para este momento, con mi piel blanca y pura por donde se me vea, con un traje ceremonial diseñado para está ocasión; de un rojo carmesí que solo se puede conseguir con magia, y portando adornos de oro y rubíes que solo los mejores herreros pueden forjar con los botines conseguidos por los aventureros más experimentados; mi cabello corto y oscuro estaba impecable, sostenido por una variante de tiara que solo la "doncella bailarina de los dioses" es digna de portar; me veía impresionante o al menos eso es lo que todos los de la iglesia me decían al mirarme, y que esperaba mi belleza y habilidades fueran dignas de la aprobación de nuestro poderoso y querido dios.
Para haber sido un chico común de otro mundo, tengo que decir que la nueva vida no ha sido mala conmigo, hasta en los últimos momentos de mi anterior vida ese ser fue amable conmigo. No puedo recodar mucho de lo que pasó, solo sé que me morí de una forma injusta a palabras de ese ser, el mismo que me concedió otra oportunidad de vida en un mundo paralelo lleno de magia y criaturas de fantasía, en una época distinta a la que conocía para empezar de cero una nueva vida.
Bajo la bendición de ese ser, yo "desperté" en un nuevo cuerpo, el de una pequeña niña huérfana al cuidado de la iglesia y que parecía estar destinada a cumplir con una profecía y así convertirme en la doncella bailarina de los dioses. Según las monjas y los sacerdotes con quienes he hablado, ellos me encontraron en las puerta de la iglesia tras ser abandonada, encontrando mi llegada y mi apariencia idénticas a las mencionadas en una profecía:
"La niña elegida será dejada en la iglesia
Es un regalo de nuestro Dios como muestra de amor
La niña crecerá y una doncella se volverá
Bailando con fervor para nuestro protector"
Esa profecía la conozco desde que tengo memoria en este mundo, recordarla me hace sonreír en toda ocasión, esos versos los llevó en el corazón, y este día donde finalmente pueda ver a nuestro dios, quizás sea el día donde me de cuenta que él fue quien me trajo a este nuevo mundo, por lo que no solo sería una historia de nuestra religión, sería una verdadera profecía para la cual él me eligió.
Las monjas y devotas de la iglesia me cuidaron y enseñaron de todo lo que sé, lo cual fue una verdadera bendición que me ayudó a conocer este mundo, el conocimiento de aquí, su basta cultura y su profunda devoción hacía su dios, mismo que podría ser el responsable de que yo tuviera esta segunda oportunidad de vida.
Algunos días las lecciones eran muy duras, además que fue todo un proceso la maduración de mi cuerpo femenino, pero de nuevo, con ayuda de mi familia de la iglesia pude superar todo problema y salir del templo sagrado de vez en cuando para conocer más allá de los libros y las lecciones este mundo tan maravilloso.
En la ciudad era muy respetada, después de todo soy la niña de la profecía y ahora como una jovencita cumplo con mi deber sagrado ante todos en el pueblo que siempre se alegra de verme llegar.
Es curioso como no siento vergüenza o algo lascivo en usar estos atuendos, mis ropas ceremoniales son dignas de un disfraz muy rebuscado o atrevido en mi antiguo mundo, pero aquí es todo lo contrario, es un orgullo poder vestir lo que llevo yo y hasta el hombre más problemático me muestra un gran respeto al usar esto, no hay malicia, solo admiración, y naturalmente yo debo de estar a la altura de la situación.
Han pasado 15 años desde que este se volvió mi cuerpo y este mundo mi nuevo hogar y todo gracias a esa deidad que me dio esta maravillosa oportunidad.
Desde el fondo de mi corazón no creo que me haya traído con esta intención de usarme, lo siento más bien como un gesto amable sin intenciones ocultas de su parte, e incluso si las hubiera es el Dios a quien fielmente creo y sirvo, no me quejaría si tuviera otro propósito planeado para mí, más bien lo aceptaría con orgullo feliz de complacer a mi salvador.
Pero hasta que mi Dios vuelva a verme, ahora como su leal servidora y me pida hacer algo para él, que él tenga un propósito más para mí, hasta que ese día llegué yo bailare las hermosas danzas que he aprendido y perfeccionado por años como un humilde homenaje para él y todo el pueblo que creemos ciegamente en él.
Ahí está. Finalmente mi señal llegó, el padre acabó con su rezo y recitó la profecía que marcaba el momento de mi aparición, salí con los pies desnudos, sacudiendo con gracia los adornos de oro y tela que llevaba en mi cuerpo, asemejando las colas y alas del legendario fénix que vuelve de la muerte, tal como hice yo.
Las personas aplaudían y gritaban con euforia al mirarme danzar, un hermoso acto se extendió por minutos llenos de alegría y pasión hasta que una campana marcó el silencio total. Tal como lo esperaba, una fuerte luz me iluminó hasta el punto de cegarme un momento frente a todo el pueblo, pero con solo dar unos pasos hacía adelante, aquel rayo de luz que pasaba por el ventanal no hacía más que resaltar mi imagen digna de ser la elegida de Dios.
A pesar de la creciente emoción de hace unos momentos, todos seguíamos en silencio, una generosa muestra de respeto para nuestra deidad, quien finalmente me dio su aprobación para seguir con la danza cuando todas las campanas del pueblo sonaron y las aves volaron, indicando de paso que ya se hacía presente frente a todos nosotros. En ese momento estaba ansiosa por conocerlo, ver su rostro una vez más y después de muchos años, descubrir si ese dios fue el mismo que me salvó para tener una nueva vida en este lugar.
Sin embargo, hacer eso solo sería un acto egoísta de mi parte, yo tenía un deber por delante, y a pesar de todos los sentimientos que podía tener, en cuanto comenzaron a sonar las campanas en compañía de la música, yo retome mi humilde acto de devoción con la danza más preciosa para los presente del pueblo y esperando también, la presencia de nuestro todopoderoso señor.
Mi danza continuará por unas horas más, además que al haber alcanzado la mayoría de edad en este reino, yo seré la encargada de dar el banquete y ceremonia de cierre a esta celebración, pero primero entregaré toda mi alma en los movimientos y rutinas que he aprendido durante tantos años, es mi prueba definitiva de cuanto amor le tengo a mi nueva vida como la elegida de dios, a quien espero finalmente darle las gracias cara a cara después de todo lo que él me regaló.
Créditos a quien correspondan. |
Buena historia, siempre redactas igual de lindo. ♡
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