lunes, 30 de septiembre de 2024

La elegida

-Por favor... por favor... no más... no puedo más-
    Decía de forma sumisa y suplicante la preciosa aspirante a modelo, siendo embestida vez tras vez por el hombre interesado en sus servicios.
-Claro que puedes, solo un poco más, jovencita. Ya casi quedo satisfecho de usar tu cuerpo.
    Sujetando desde atrás por las caderas a la chica, el hombre alto, musculoso y algo apuesto para su edad, también besaba el cuello de la joven, que aún si intentaba negarlo, disfrutaba del momento con aquel guapo hombre.
-En serio... ya no me interesa ser su modelo.... y tampoco... tampoco me interesa su otra extraña oferta-
    La sumisa respuesta de la chica iba acompañada de jadeos, algo que solo hizo sonreír al hombre que sin dudar dio una juguetona nalgada a la joven para murmurar cerca de su oído.
-Sin embargo, veo que sí te interesa mucho lo bien que te hago sentir, señorita. No te preocupes, tengo muchas experiencia con el cuerpo de una joven de tu edad, así que no tiene nada de malo que supliques por más-
    Ante esas palabras la modelo no pudo responder, el hombre tenía razón y de una manera sumamente precisa y placentera, la joven modelo estaba contenta, disfrutando por completo del sexo que tenía con aquel hombre maduro. El hombre era duro con ella, pero también muy seductor y tocaba todos sus puntos más delicados, provocando que la chica apenas pudiera mantenerse de pie al sostenerse de la pared.
-¿Cómo lo hace... señor?-
-¿"Hacer" que, señorita?-
    La joven se sonrojó un poco antes de responder.
-Ya sabe.... hacerlo tan bien...  mis novios nunca me habían hecho sentir como usted lo hace... debe ser un experto en hacer felices a las mujeres.... lo bien que me hace sentir vuelve muy tentadora su oferta y aceptar el trato que ofreció-
    Aquel hombre de cabello negro con algunas canas no podía sentirse más contento de escuchar esa respuesta, sintiéndose orgulloso que aún con su edad pudiera hacer babear de placer a las señoritas que encontraba en su camino, como la modelo que tiene ahora mismo, o las varias modelos más que poco a poco se han ido de su mansión en cuanto recuperaron el aliento.
-Muchas gracias, señorita. Tú tampoco lo haces mal, sin embargo, temó decir que alguien ya aceptó mi trato-
    Por un momento la mirada perdida en placer de la modelo se volvió una más alerta, tratando de mirar detrás de si misma para hablar con hombre con quien lo hacía.
-¿Alguien ya aceptó? Pero si todas las otras aspirantes a modelos se fueron, ¿Quién aceptó?-
    Una vez más el hombre solo sonrió, aumentando el ímpetu de sus embestidas para doblegar de inmediato en el placer a la última aspirante que restaba por estar completamente satisfecha.
-¿Acaso importa?, ¿No me digas que te estás arrepintiendo de tu decisión, señorita?-
-N-no.... no es eso... sigo... sigo sin creer que sea real... pero si lo es...-
    La joven de largo cabello oscuro, con un vestido desordenado y pensamientos aún más caóticos que su ropa, no pudo terminar de aclarar sus ideas puesto que su cuerpo le traicionó, llegando al clímax de su placer sin que pudiera controlarlo, soltando un largo gemido mientras su cuerpo se debilitaba y aquel maduro hombre la sostenía hasta dejarla descansar en una cama cercana.
-Así es, señorita. Si su idea era correcta, acabas de hacerlo con la chica elegida para quedarse con la vida del señor Bruce-
    Las palabras del hombre demostraban una mezcla de placer y malicia que por desgracia no tuvieron respuesta.
-¿Me escuchaste, señorita?, ¿No?, Cielos, parece que soy demasiado buena con esto, todas las chicas han acabado tendidas y sin aliento, eso me gusta-
    El hombre abrió su billetera, sacando un par de billetes de grandes cantidades para dejarlos junto a la exhausta aspirante a modelo y decir.
-Gracias por tu participación, pero no has ganado. Puedes ducharte e irte a casa, señorita-
    Dando una última nalgada juguetona a la joven, el maduro hombre Bruce no perdió tiempo y se acomodó la ropa para salir rumbo a la habitación contigua de donde unos gemidos no dejaban de salir, lanzando una pregunta directa a la dueña de los gemidos antes de siquiera entrar a la habitación.
-Nada mal para mi primer día, ¿No es así, Bruce?-
Créditos a quien correspondan.
    En la habitación aledaña donde Bruce llevaba horas divirtiéndose con muchas hermosas señoritas, se encontraba una chica fisgona que veía con deseo y detalle todo lo que el hombre hacía con sus candidatas, dándose placer por si misma sin despegar el ojo de lo que las múltiples parejas hacían en la otra habitación.
-Por lo que veo tú también te estás divirtiendo, ¿Qué te parece mi cuerpo de chica, Bruce?-
    Preguntaba con orgullo la joven dentro del cuerpo del hombre maduro, observando como su cuerpo anterior, se apoyaba contra la pared mientras sus dedos se movían sin parar bajo su ropa interior.
-Por favor... llámame, Marieta... incluso si estamos solos... debes acostumbrarte a tu nueva vida, Bruce-
    La joven de largo cabello oscuro intentaba reprender a su compañero y ser la voz de la razón en esa situación. Por desgracia, al estar tan concentrada dándose placer a si misma, sus palabras apenas podían entenderse, y lejos sonar como un regaño o una llamada de atención, sonaban como una preciosa suplica para seguir disfrutando de lo que estaba haciendo.
-Esta bien, ¿Todo bien con mi... tu cuerpo, Marieta?-
    Una sonrisa apareció en el rostro de la joven, no se sabía si era una sonrisa de alegría por obedecer sus ordenes, o una sonrisa de satisfacción por el placer que sentía, pero sea como sea, esa preciosa y pervertida escena era algo que ninguno de los dos podría olvidar.
-Mucho mejor de lo que espere-
    Respondió sumido en el placer el anterior Bruce, un hombre en sus 50 años, excéntrico,  multimillonario y que ahora poseía el cuerpo de Marieta, una joven hermosa y sensual que había sido la valiente elegida para intercambiar de cuerpos con Bruce.
    El día anterior, Bruce había llevado hasta una parte de su mansión a muchas jovencitas de preciosos cuerpos, lindas caras y atractivos atributos al ofrecerles becas de modelaje a quienes aprobaran su entrevista. Las jóvenes no dudaron de su palabra, pues el bueno de Bruce a lo largo de los años se había hecho de una buena reputación como multimillonario, por lo que si las chicas no conseguían la beca, al menos obtendrían dinero o buen rato con el apuesto hombre.
    Para sorpresa de todas y cada una de las aspirantes a modelo, durante sus entrevistas había una pregunta que no sabían como responder, por no decir que sus respuestas eran erróneas y les hacían ganar un "suerte para la próxima" o "yo te llamo".
    Sin embargo, entre todas esas chicas había una que respondió mejor de lo que esperaba Bruce, esa chica se llamaba Marieta, cuyo mejor rasgo era una cintura de reloj de arena, cabello largo y con el resto de sus atributos aceptables para Bruce.
    La pregunta que Marieta supo responder fue "¿Te gustaría ser yo?", todas las demás chicas pedían una explicación a la pregunta, pensaban que era una broma o nerviosamente respondían que no. Por su parte, al oír esa pregunta Marieta sonrió de forma pervertida, diciendo que sería todo un honor convertirse en un apuesto y maduro multimillonario para gastar su dinero como más quisiera y pasar sus días cogiéndose a cuanta chica preciosa se encontrará en su camino. Bruce solo esperaba que alguna de esas chicas dijera que sí, pero la respuesta explícita y detallada que dio Marieta fue justo lo que necesitó para estar seguro de darle su cuerpo y su vida a la señorita.
    De esa forma Bruce y Marieta acordaron los detalles de su intercambio, cerrando el trato cuando el hombre entregó un extraño y antiguó medallón a la chica, que una vez que se lo colocó, hizo que ambos cambiar de cuerpos entre ellos. Una vez que su intercambio se completó, ambos fieles a su palabra comenzaron a aprovechar sus cuerpos al momento; con Bruce llamando de nuevo a cada chica a su oficina para darles un premio de consolación, mientras que en la habitación contigua Marieta observaba todo y se satisfacía con cada cosa que las parejas hacía.
    Después de horas donde cada uno sacó el máximo provecho de su cuerpo de forma inmediata, Bruce y Marita se van las caras nuevamente, aunque la joven parece tener un poco más de energía que su contraparte mayor.
-¿Ya terminaste o necesitas ayuda?-
    Preguntaba Bruce al ver a su anterior cuerpo que poco a poco dejaba de jugar con su cuerpo al estar contenta.
-Unos minutos más... ya casi estoy lista... ¿Quieres hablar de los detalles de nuestro acuerdo? Pensé que te tomaría más tiempo tomar esa decisión-
    Decía casi sin aliento la joven, haciendo sonreír a su pareja.
-Estaba segura... seguro desde que acepté el medallón, así que en cuanto termines quiero hablar del resto de nuestros acuerdos, Marieta-
Créditos a quien correspondan.
    Los meses pasaron desde el intercambio de cuerpos entre Bruce y Marieta, quienes tal como habían prometido, no solo asumieron la vida uno del otro, también unieron sus vidas en matrimonio para apoyarse y seguir sacando los máximos beneficios.
    Bruce ha seguido su vida como hombre de negocios, haciendo algunas apuestas inteligentes que dieron grandes beneficios a su empresa, además de empezar su proceso de retiro poco a poco en la empresa para dejar sus funciones y responsabilidad a alguien más mientras él sigue siendo el dueño de la empresa y quien mayor ganancia obtiene por la misma. Dirigir la empresa fue un poco difícil al comienzo, pero gracias a la ayuda y consejos que Marieta le dio, el trabajo se volvió mucho más sencillo, dándole más tiempo a la amorosa pareja para estar juntos.
    Una vez que Marieta dejó de ayudar a su marido con las cosas del trabajo, su marido decidió que lo mejor para ella era volverse un ama de casa linda y obediente, que nunca se viera en la necesidad de pensar en las cosas complejas de la vida, todo lo que Marieta tenía que pensar era en como verse bonita y como tener muy satisfecho a su marido, tal como decía su acuerdo.
    Marieta no quería estudiar ni tampoco quería tener que volver a trabajar en su empresa al menos por unos años, quería descansar y tener placer todos los días, además que alguien que no fuera ella tenía que encargarse de todas las cosas complejas que hubiera en su día a día. Bruce aceptó todas estas peticiones a cambio de volverse la mejor esposa trofeo que un hombre pudiera desear, y bajo esa premisa, la pareja tuvo una boda y una aún mejor luna de miel.
    Desde entonces Bruce deposita dinero en las cuentas de Marieta, compra todos sus caprichos, la nombró heredera de su empresa y se asegura de que ella no tenga que pensar ni mover un dedo por si misma más allá de como verse bonita, algo que incluso ha ido cambiando según los deseos de Bruce que elige como se debe de vestir ella, como debe de hablar y como lo debe satisfacer cada día a cada momento, mientras que la obediente y rubia Marieta ha abrazado por completo esa vida, haciendo feliz cada día a su amado esposo, y ella siendo la mujer más feliz del mundo, gracias a tener la vida resuelta por su marido para que ella pueda relajarse, no pensar y disfrutar de ser la más hermosa esposa trofeo que pueda existir.
Créditos a quien correspondan.

2 comentarios:

  1. Me gusta, un trato muy beneficioso para los 2, pero curiosamente, quizá más para el actual Bruce

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