-Vaya, entonces sí que era cierto. Mi hermana no mentía cuando dijo que estas orejas que compró tenían algo de extraño, se ven tan comunes y corrientes que es difícil de imaginar que tengan esta capacidad-
Julián hablaba para sí mismo viendo asombrado su nuevo cuerpo, el cual había cambiado por completo de ser el cuerpo de un joven de 23 años apunto de terminar sus estudios al de una joven preciosa que cualquiera quisiera tener como su novia. Y todo gracias al pequeño inconveniente por el que había pasado gracias a su hermana menor Jimena.
Hace unos días cuando los hermanos salieron de paseo, la menor encontró unas lindas orejas de osito que también servían como diadema a lo que casi rogando le pidió a su hermano que las comprará para ella. El chico no estaba muy seguro de hacerlo, ya que el "local" no era más que una lona en el suelo lleno de cosas y objetos atendido por una señora mayor, pero con la insistencia de su querida hermanita y que las orejas no parecían en mal estado, Julián decidió cumplir su capricho y comprarlas para ella.
La hermana estaba muy contenta por su regalo, el cual no se puso al instante diciendo que en su casa quería probarlas con un atuendo especial pero mostrando con cumplidos y abrazos la alegría por el regalo dado por su hermano mayor.
Sin embargo, ese mismo día al llegar a su hogar, el hermano se fue a su cuarto para terminar con algunas tareas pendientes mientras la pequeña Jimena iba a su respectiva habitación para probar su accesorio. No pasó mucho tiempo cuando un alboroto se oía en la habitación de la niña, pero el hermano simplemente lo ignoró, colocándose sus audífonos para seguir con sus pendientes ya que estaba acostumbrado a que su hermana hiciera un montón de ruido a la hora de estar jugando.
Con sus audífonos puestos, Julián siguió trabajando en sus deberes por un buen rato, hasta que su hermana Jimena entró de golpe a la habitación, tirando del brazo de su hermano y haciendo todo lo posible para llamar su atención.
-¡Hermano!, ¡No vas a creer esto! Las orejas de oso que me compraste cambiaron mi cuerpo, me veía mucho mayor y mi cuerpo creció, fue como si me volviera una chica de tu edad, fue muy extraño pero en cuanto me quité las orejas volví a la normalidad, ¡Lo juro!-
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-¿Te golpeaste la cabeza jugando, Jimena? ¿Por qué dices cosas tan raras?-
Respondió con risas el hermano mayor, incrédulo de la verdad que en cuestión de días él mismo descubriría, pero que hasta ese momento era solo algún juego extraño o una historia de fantasía creada por la pequeña Jimena, quien ya hacía pucheros y se mostraba molesta por la reacción de su hermano mayor.
-¡Te digo que es verdad! Las orejas me volvieron una chica mayor y linda-
-¿Y por qué no te las pruebas ahora para demostrar que es verdad?-
-Porque es muy vergonzoso, mi ropa no me quedaba bien, y con ese cuerpo de niña grande solo tenía ropa interior... No puedes mirarme de esa manera-
Confesó con la cara roja la hermana menor, explicando los motivos por los cuales no usaría las orejas de oso frente a su hermano mayor, al mismo tiempo que demostraba ya no era tan pequeña, pues le daba vergüenza mostrarse de cierta manera frente a su hermano Julián, puede que fueran hermanos y hubiera mucho cariño, pero la hermana menor había puesto un límite y el hermano mayor había decidido respetarlo.
-Ten, prueba usar las orejas y veamos si también te transforman. Si te transformas, no quiero mirarte, solo dime que de verdad e has convertido en una chica linda-
Dejando de lado la vergüenza que ella sentía, la hermana menor dejó la diadema infantil sobre el escritorio donde su hermano trabajaba para después irse a su propia habitación. En ese momento el chico miro las orejas con incredulidad, pensando aún que solo era un juego extraño de Jimena o quizás una broma donde lo engañaba. Fuera lo que fuera, él estaba ocupado en ese momento por lo que dejó las orejas de lado para seguir en sus propios asuntos.
Esa noche Julián no puso a prueba lo que decía su hermana, fue hasta varias noches después cuando recostado en la cama, el hermano mayor recordó todo ese asunto con el regalo que le dio a su hermana y que después ella devolvió por una historia extraña que estaba a punto de poner a prueba.
El chico salió de su cama, buscó las orejas en su escritorio y después de cerrar la puerta se las colocó, quedando sin palabras al ver su reflejo en el espejo y darse cuenta de que su hermanita le estaba diciendo la verdad.
Con solo ponerse la diadema su cuerpo había cambiado por completo y en un abrir y cerrar de ojos tenía una preciosa figura femenina difícil de ignorar; tenía un par de lindas piernas, con caderas suaves y delgadas; además de unos pechos encantadores que Julián no podía dejar de mirar.
Lo único diferente de lo que su hermana había dicho, era que Julián no estaba desnudo, ahora con su nueva forma llevaba puestas unas sencillas bragas blancas de encaje tan ajustadas que se hundían sobre su tersa piel y dejaban demasiado expuesto su trasero. Además de las bragas, Julián intentaba ponerle un nombre a la otra prenda que utilizaba; estaba seguro de que no era un sostén por como se sentían sus nuevos pechos, pero tampoco estaba seguro de estar utilizando un babydoll ya que todos los que había visto antes eran mucho más reveladores, por último tampoco sabía si llamarlo un camisón puesto que no cubría nada de su cintura o de sus piernas; Julián no estaba seguro de que estaba utilizando, pero era cómodo, ligero y lo suficientemente escotado como para poder ver buena parte de sus pechos.
Al estar viendo con tanta atención sus pechos sintió su rostro sonrojarse, lo que le hizo volver a ver su cara en el espejo solo para darse cuenta que llevaba un poco de maquillaje; un lápiz labial rosado y brilloso junto con un poco de rubor en sus mejillas, acompañado de un par de coletas bajas y cortas para su muy corto cabello, y por supuesto, sobre su cabeza podía ver esas orejas de oso afelpadas, las mismas responsables de cambiar su cuerpo de hombre por el aspecto lindo y femenino de mujer que tiene ahora.
A Julián le costaba creer lo que sucedía, viéndose de pies a cabeza frente al espejo una y otra vez encontrando más y más detalles del lindo cuerpo de señorita que ahora tenía como suyo; levantó una mano, después la otra, tocó su cara y su nueva ropa, sintiendo vergüenza al ver en el reflejo a una linda chica que parecía estar jugando o posando para si misma.
-Ahora entiendo porque Jimena no quería que la viera... si ya comenzaban a darle vergüenza muchas cosas, verla con este cuerpo tan descubierto sería mucho peor, incluso yo me siento avergonzado por como me veo, me muevo o me escucho. No me sorprende que no intentará recuperar estas cosas-
No solo su cuerpo, cuando Julián habló pudo darse cuenta que hasta su voz había cambiado por una más suave y aguda digna de su nuevo cuerpo, al igual que sus uñas tenían un lindo esmalte color durazno y que su cuerpo estaba cuidado con recelo, libre de cualquier vello o imperfección, el aspecto de la chica era envidiable, si estuviera en la misma universidad que Julián definitivamente le pediría salir. Por desgracia, esa chica salida de ensueño, era en realidad el mismo Julián, una realidad muy decepcionante, pero que a su vez le dio una idea.
A juzgar por la alta hora de la noche, la pequeña Jimena ya debería estar profundamente dormida en su habitación, por lo que intentando no hacer ruido, Julián cerró la puerta de su habitación con pestillo para asegurarse de que su hermanita no pudiera entrar y tomarlo por sorpresa. Una vez que lo hizo, una gran sonrisa se dibujó en el femenino rostro de Julián.
-Si Jimena ya me dejó las orejas tantos días no creo que le vaya importar que se las devuelva, si las quisiera ella ya las hubiera recuperado, ¿verdad? Si eso sucede solo compraré unas nuevas en otro sitio para evitarme problemas y negarle que sus orejas también me transformaron en una chica. Después yo mismo me desharé de estas cosas, pero por ahora, tener un poco de diversión con este cuerpo no sería mala idea, hasta podría acostumbrarme a esta forma-
Dando un par de vueltas exageradas frente a su espejo, Julián consiguió que su supuesto camisón se levantará como si de una falda o un vestido se tratase, dejando por completo al descubierto su delgado abdomen, su encantadora su cintura, su hermoso trasero, sus bellas piernas y las lindas bragas que estaba utilizando.
Julián paso un buen rato admirando su cuerpo femenino frente al espejo antes de saltar a la cama, disfrutando de cada momento en que sus pechos se sacudían con todos sus movimientos.
El joven tenía muchas ideas de que hacer con ese cuerpo, tenía una gran curiosidad por satisfacer y aunque se sentía agotado, pasar la noche despierto al explorar su temporal cuerpo sería algo que valdría por completo la pena para él. Tal vez pasar toda la noche satisfaciendo su curiosidad era justo lo que necesitaba, o quizás debía dormir de inmediato y levantarse temprano para ser una chica antes de que su hermana despertará. En realidad Julián sabía que era más sencillo decirle a su hermana que ella tenía razón sobre las orejas transformadoras, pero hacer eso podía arruinarle la diversión, por lo que para disfrutar un poco de su tiempo a solas en su habitación, Julián guardaría este secreto hasta sentirse satisfecho.
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