-Oh, ¿Mi ovejita ha engordado últimamente? Quizás debería ser más cuidadoso con su alimentación-
-A-amo...basta...-
-No te avergüences, me encanta que te veas así. Te hace ver aún mejor-
Respondió mi amo besando mi mejilla mientras me abrazaba por detrás, aunque más bien sujetaba mis llantitas cerca de mis caderas que últimamente estaban creciendo y que me da mucha vergüenza tener a pesar de que el amo lo está disfrutando.
Cuando reencarne en este mundo mágico no imaginé que sería de esta manera, pensé que tendría la vida de un valioso guerrero con increíble potencial para vencer a todas las fuerzas del mal que se avecinan a estas tierras y que me lo agradezcan con un banquete tras cada intento de conquista que yo rechazaría.
Pero no, en su lugar desperté en una cama dentro de un pequeño corral, con pechos enormes y vistiendo ropas muy simples y cortas, despertando no sólo como una chica sino como una chica monstruo. No soy humana, al menos no del todo y los cuernos, orejas y cola de oveja en mi nuevo cuerpo femenino eran una excelente prueba de ello, no son de adorno, estas cosas demuestran que soy un buen espécimen de mi raza, ya que según mi amo, no a todas las chicas ovejas le crecen los cuernos tan largos como a mí.
Por eso motivo el amo está algo encaprichado conmigo desde que llegué a este mundo; todo el tiempo me peina, me baña, cuida de mí y me alimenta, cosas que por ser una holgazán terminé por aceptar y viviendo ahora sus consecuencias al sentir como jugaba con las muestras de que tenía unos kilos de sobra.
Aunque sé que tengo cierta responsabilidad, no todo mi cambio es mi culpa, no puedo salir del establo porque hay hombres lobo u otras bestias que en el mejor de los casos me matarían, en el peor me harían su hembra a la fuerza. Mi idea de ser el héroe de otro mundo se vio totalmente retorcida al reencarnar en otro mundo como una chica monstruo de una de las clases más bajas, y que sufren mucho viviendo por su cuenta, tal como me sucede ahora al vivir o depender del dueño de este establo.
-Que linda te ves tan rojita, ovejita. Apuesto que de venderte podría sacar 5 veces más de lo que gano normalmente-
-No...amo, me pondré a hacer ejercicio hasta recuperar mi figura pero no me venda...no quiero ser comida-
-Ahora que lo pienso en serio que te he consentido, se supone que te vendería apenas crecieras pero en su lugar te he cuidado mucho mucho más ¿Verdad?-
Presionó mi pancita haciéndome gritar y estremecerme por completo aunque ni de broma me movería de ahí, es mi amo después de todo y está en su derecho de hacer conmigo lo que quiera.
-Sí, amo...perdone por ser una consentida-
-No te preocupes, me encanta así como eres, tan linda y tierna, incluso con esta figura me pareces más atractiva que antes-
-¿D-de verdad?-
Muchas veces el granjero bromeaba conmigo o sobre mi, en especial desde mi cambio de una figura esbelta por una más llenita y regordeta, pero en está ocasión podía sentir algo de confianza en sus palabras y por muy vergonzoso que eso fuera, también me pude sentir un poco alagada de ser recibida tal como soy ahora.
-No harás ejercicio, o al menos no tanto para bajar mucho de peso y verte como antes, me gustas tal como estas así que nunca te venderé, seguiré dándote lo mismo para comer y te cuidaré como siempre. A cambio de eso, dejarás de ser una chica de ganado para ayudarme con las labores de la granja y a vigilar al resto de chicas monstruo, ¿te parece bien?-
-¿Esta seguro de eso, amo?-
-Por supuesto, con lo atenta que eres, pocas chicas se negarán a obedecerte. Por si no lo habías notado ya has hecho una gran reputación-
Sus palabras me sorprendieron un poco, quiero decir, yo habló mucho con el resto de chicas monstruo, a veces les ayudó a resolver sus disputas, ser una intermediaria o hablar con el granjero sobre que les gustaría a ellas, nada más. Pensé que hacer eso era muy normal o que nadie lo notaría, pero si el granjero lo está diciendo, supongo que no he pasado tan desapercibida como lo imaginaba.
-V-vale, amo... Si esta seguro, podría ayudarle a cuidar del resto de chicas-
-Genial, ovejita. Desde ahora serás la segunda al mando aquí, así que cuida bien de todas y todos como yo cuido de ti-
El granjero, mi amo, siguió jugando con mi cuerpo mientras yo ardía de vergüenza al sentir sus grandes manos sobre mi barriga y pensando que la vida como un guerrero que imaginé nunca sucedería, en especial ahora que he aceptado volverme una asistente del granjero para ayudar con el resto de chicas monstruo a las que ahora pertenezco.
Si me detengo a pensarlo, supongo que puedo ayudar de una forma distinta a la que imaginé; puede que no defienda a grandes aldeas pero ahora como una asistente del granjero, tengo que cuidar a las chicas del establo, y en lugar de tener grandes tesoros por mis hazañas, tendré muchos mimos, ropa y alimento del querido amo que siempre cuida de mi... Aunque sigo creyendo que cuida mucho de mi, destacando la hora de comer, pero si al amo le gusta verme así, ¿Qué se le puede hacer?
Sí, estoy segura que puedo hacerlo, aun con unos kilos de más el amo me adora y yo a él y esta segunda vida que me fue concedida en un mundo de fantasía, así que no puedo fallarle y cuidaré de todos como la segunda al mando que ahora soy.
Tanto la historia como la imagen me encantaron gracias por subir historias así de buenas
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