-¿De verdad tengo permiso de utilizarla?-
Pregunté con asombro al ver las claras y prometedoras aguas de la alberca justo en mi nueva casa, aun si es temporal, mi nueva casa.
-Por supuesto, por eso elegí esa ropa para ti, ¿Cómo se siente? Porque lo estás usando mal, así es como se usaría-
Su supuesta inocente pregunta vino acompañada de una buena y sonora nalgada, seguida de las manos de mi "esposo" paseando por mi trasero y la parte baja de mi bikini para acomodarla correctamente según él, aunque según yo, la nalgada fue por mero placer y el bikini de está forma solo presume más mi trasero en lugar de hacer el traje más cómodo.
-Oh, gracias, corazón. Hacía mucho tiempo que no me pedías ayuda con todo esto, así que supongo perdí un poco de práctica con la ropa, aunque para ser sincera también es la primera vez que utilizó un bikini ahora que lo pienso; me gusta como se siente pero usaría algo más ligero, si sabes a lo que me refiero-
Respondí dedicándole una pequeña sonrisa a "mi esposo" mientras sacudía mis caderas para deleite de él y mío, siguiendo nuestro juego como hacíamos desde hace tiempo.
Desde hace más de un año, uno de mis mejores amigos consiguió rentar uno de los mejores apartamentos en toda la ciudad a un precio increíble. Sin embargo, ese precio lo consiguió al firmar una oferta para un matrimonio, mismo matrimonio del cual carecía.
Ante el enorme problema en el que se había metido mi amigo, yo como uno de sus amigos de más confianza, me pidió tomar unas pastillas feminizadoras que como su nombre indica, cambiaban mi cuerpo de hombre por uno de mujer durante determinado periodo de tiempo.
De esa forma fue como me volví su esposa, una bella mujer de cabello rojo y que supuestamente trabajaba como modelo en el extranjero, pasando largas temporadas fuera de casa pero estando felizmente casada con mi amigo, quien no duda de tratarme como toda una dama cuando estoy en esta forma como su esposa. La primera vez que me volví mujer y que íbamos a fingir ser marido y mujer pensé que sería muy complicado pero no, él no me trataba como a cualquier mujer, en verdad era atento y delicado conmigo haciéndome sentir querida en más de una ocasión. Yo por mi parte correspondía sus tratos con buenos y cariñosos detalles, después de todo una hermosa mujer como yo puede usar su cuerpo para tener feliz a su marido.
Con el pasar del tiempo las dudas de quienes alquilaban el lugar despertaban, pero con una llamada de mi amigo yo tomaba algunas de esas pastillas y vivía cómoda y temporalmente en su casa con él recibiendo varios regalos interesantes además de dinero como recompensa por siempre estarle ayudando con algo tan complicado como fingir ser su esposa.
Hace una semana recibí una llamada suya y desde hoy hasta el próximo mes viviré con mi amado y guapo esposo para quitar toda duda de la casera que viene de visita con regularidad, al verme tanto tiempo aquí no tendrá de otra más que aceptar que mi amigo está casado y que su pareja va y viene por el trabajo, y que no todas las mujeres tenemos tanto tiempo libre como ella para estar gastando en molestar a sus inquilinos.
-Creo que pensamos igual, solo te recuerdo que hoy viene la dueña y esta bien que seamos un matrimonio amoroso pero no quiero que haya un escándalo como la otra vez-
Me reprendió mi esposo con un toque de amabilidad que solo consiguió hacerme sonreír al pensar en el motivo de su nada sutil advertencia.
-¿En serio la casera sigue enfadada por la otra vez? Solo le abrí la puerta usando mi baby doll de pijama que me compraste, que ella no tenga un cuerpazo para verse así de bien, no es mi problema-
Respondí sin esforzarme mucho en contener la risa y recordando lo molesta que estaba esa vez la señora cuando me vio abrir la puerta en mi pijama negra semi transparente, si me viera con un bikini como los que tengo en mente, estoy segura que se iba de espaldas.
-El punto es que ella vendrá en unas horas, cuando llegué comeremos con ella y pasaremos unos días más juntos para que al fin me deje de molestar. Pero una vez que ella salga, creo que puedo mostrarte algunas cosas que compré y podrían gustarte-
-Oh, siempre pensando en mi, que considerado-
-Es lo menos que puedo hacer por mi bella esposa. Por ahora diviértete, la piscina fue instalada hace algunas semanas y con lo mucho que te gusta nadar, no creo que te aburras en tu estancia conmigo-
-Nunca me aburro estando contigo, corazón, así que date prisa en cambiarte para que vengas conmigo a nadar-
-Hecho-
Tras esas palabras salió corriendo a nuestra habitación para buscar un traje que ponerse, mientras yo le daba un vistazo a mi femenino cuerpo por medio del agua cristalina, recordando cuánto me gusta esta forma y lanzándome al agua de la piscina de mi fantástico hogar, o bueno, el fantástico hogar de mi marido y yo.
Créditos a quien correspondan. |
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