En los vacíos pasillos de un misterioso y lejano hospital, el único ruido que se podía escuchar era el de un paciente al correr con todas sus fuerzas como si su vida dependiera de ello, cargando consigo un poco de ropa para huir de su cruel destino. Detrás de él, lo perseguía un hombre con expresión molesta, apariencia desalineada y usando solamente una bata de quirófano, la misma que usaban todos los pacientes en aquel tétrico hospital.
-¡Deténganlo! ¡Rápido! ¡Que alguien haga algo!-
Gritaba con furia y desesperación el médico que cada vez estaba más cansado, tenía cerca de 50 años y su condición de salud no era la mejor desde hace mucho tiempo, mientras que su objetivo en persecución tenía menos de la mitad de esa edad, por lo que la condición física del joven se notaba demasiado, haciendo cada vez más difícil para el viejo médico poder seguir el paso.
La persecución siguió por unos pocos minutos más, hasta que ambos hombres cruzaron la puerta de uno de los tantos quirófano en ese lugar, pasando primero el paciente quien escapó por otra puerta, cerrando la misma para bloquear el camino. Para desgracia del médico, no pudo seguir con la persecución y no solo por el camino cerrado, apenas entró al quirófano alguien le puso el pie, provocando que el médico cayendo de cara contra el suelo.
-Maldita seas, apresúrate a pedir ayuda para que ese idiota no se escape con mis cosas-
El médico soltó un quejido en cuanto tocó el suelo, intentando ponerse de pie mientras recuperaba el aliento y discutía con la hermosa enfermera que se había puesto en su camino. El hombre se esforzaba en controlar sus jadeos y recuperarse lo antes posible, echando un vistazo de pies a cabeza a la enfermera de rasgos extranjeros, cabello negro, figura delgada y frágil aspecto, quien lejos de obedecer a su jefe, solo metió un mesita de metal llena de instrumentos médicos para llevar a cabo una operación.
-¿Eres idiota o solo eres una novata?, ¿Entiendes lo que digo? Te dije atrapa al idiota criminal, no trae las cosas para la operación-
La mujer prestó atención a las palabras crueles que le dedicaba su jefe, sin embargo una vez más hizo caso omiso a esas palabras, y en lugar de obedecer, cerró la puerta tras de ella para quedar dentro con el médico.
-¿Qué haces? Si quieres coger conmigo luego lo haremos, tengo que recuperar mis cosas. Podrás ser inútil, pero tienes una cara bonita, espero que tú cuerpo no sea tan inútil como tú cabeza, y que cuando yo recupere mis pertenencias, a ti te encuentre desnuda en la camilla como una buena niña, ¿Comprendes?-
El hombre finalmente se levantó para caminar a la puerta donde estaba la enfermera quien de nuevo no dio alguna respuesta. El médico estaba a punto de empujar a la mujer para abrir la puerta y seguir en la búsqueda del ladrón, cuando la enfermera de cabello oscuro dio una fuerte patada en la entrepierna del médico, haciéndolo caer de rodillas por el dolor y jalando su cabello para arrastrarlo hasta la mesa de operaciones mientras se encontraba indefenso.
Créditos a quien correspondan. |
-¿Q-qué… que haces...estúpida?-
El hombre viejo se esforzaba para que apenas con dificultades pudiera insultar a la hermosa enfermera que una vez lo arrastró, también ató sus muñecas y tobillos para evitar que el médico pueda escapar.
-Hago lo que usted me ordeno, señor. He atrapado al idiota criminal y lo preparo para su operación, llevo una vida practicando y esperando por este momento, ¿O es que acaso ya no se acuerda de mi, hombrecito trastornado? Soy quien juró venganza y de quien usted se burló cientos de veces diciendo que me convertiría en una callejera-
El médico se estremeció, incluso palideció en la mesa de operación tras oír esas palabras, viendo con impotencia como la mujer caminaba de un lado a otro como un depredador acechando a su presa.
-Tú eres…-
-Ni se moleste en recordar mi viejo nombre, doctor. Desde que yo fui su primer intento exitoso de feminización usted me nombró Nanami y conserve ese nombre cuando me arrojó a la calle para nunca olvidar de lo que me hizo. Admito que yo nunca fui brillante, siempre creí en el respeto a las personas a pesar de vivir en pésimas condiciones toda mi vida, pero usted me hizo cambiar un poco mi forma de pensar después de descubrir quien era usted realmente; no solo me atrapaste a mi, también atrapaste egoístamente a decenas de hombres para experimentar tu horrible proceso de feminización y luego echarnos a la calle a nuestra suerte. Si alguien quiere ser mujer y te va pagar por ello está bien para mi, cada uno tiene sus gustos y su forma de ganarse la vida, pero obligar a hombres a volverse en mujeres no lo permitiré; al menos ahora salen con vida, pero mi amigo y muchos otros que conocí aquí no pueden decir lo mismo, tú los mataste en la misma mesa donde estas ahora, doctor-
El hombre con un miedo creciente en cada fibra de su cuerpo jalaba las correas y se sacudía para intentar escapar de la mesa de operaciones, sin éxito alguno ante los ojos de su enfermera, quien para el doctor, más que una enfermera, parecía una verdugo.
-Me tomó años llegar a esto, cuando me arrojaste a la calle mendigue por años, tuve que trabajar incluso más duro que cuando era hombre, después de años tuve dinero para un departamento e ir a la universidad pude rehacer mi vida a la fuerza sin olvidar mi único objetivo en ningún momento-
La pelinegra caminaba alrededor de la mesa de operaciones, poniéndose los guantes de cirugía, preparando medicamentos, jeringas y cada instrumento para su primera operación con el sonido de sus tacones resonando por todo el cuarto ante el indefenso y culpable doctor.
-Estudié medicina por mucho tiempo, observe por semanas como trabajabas en este recóndito lugar y fue sencillo ver que en todos estos años nunca cambiaste nada, fue sencillo entrar; solo robé el uniforme ridículamente corto que obligas a las mujeres a usar y hablando con uno de tus "voluntarios" pacientes mi deseo al fin se hará realidad; me encantaría seguir conversando sobre todos los detalles de mi vida y de mi plan, pero tengo una operación que realizar y no quiero arruinar la sorpresa para cuando despiertes, nos vemos-
La enfermera silenció los gritos de su paciente colocando la máscara de gas para dejarlo dormido en cuestión de segundos, para que una vez que hiciera efecto la anestesia, comenzar el proceso de feminización en el doctor, con algunos cambios propios en el procedimiento que estaba por hacer la enfermera vengativa.
-Buenos días, mi muñequita. Veo que has despertado finalmente ¿Cómo te sientes?-
Nanami pregunto de una forma cariñosa que casi parecía autentica, actuando como toda una enfermera, sonriendo al entrar en la habitación de su paciente para monitorear que todo vaya a la perfección con su paciente, o más bien, con el nuevo juguete del hospital.
El "paciente" a quien le hablaba tenía un cambio completo; su cabello blanco por las canas fue reemplazado por una sedosa cabellera larga y azul peinada en coletas; su viejo cuerpo cambio por uno con pequeños pero encantadores pechos, con unas buenas caderas imposibles de ignorar; además que su bata hospitalaria había sido reemplazada por una erótica lencería negra, combinada con un collar y unas medias negras hasta sus muslos; las manos de la dulce chica estaban atadas a sus espaldas; y con una expresión sumida por completo en el placer que causaría una reacción en más de un hombre que la viera en esas condiciones.
-Me enorgullece decir que la operación fue todo un éxito, doctor. Quiero decir, señorita, casi me olvido que ahora eres una chica de apenas 18 años, pero no se preocupe, estoy segura de que usted madurará muy pronto gracias a todos los pacientes voluntarios que vendrán a jugar con su nueva y linda muñequita-
La amorosa sonrisa de la enfermera muy pronto se retorció en una sádica y maliciosa expresión, acercándose a la paciente y estrujando sus mejillas de manera burlona y mezquina mientras le sacudía un poco la cabeza, haciendo así que el antiguo médico dijera sus primeras palabras bajo su nuevo aspecto.
-¿Que me has hecho?-
Preguntó con la voz quebrada e intentando ver su nuevo, delgado y pequeño cuerpo a través del reflejo en los ojos ajenos.
-Solo cumplí mi promesa, señorita. No quería matarte, quería que sufrieras en carne propia lo que me querías hacer a mi, y lo que le hiciste a cientos más de tus pacientes. La cuestión es que las cosas han cambiado, ahora yo soy la médico encargada de este lugar y como tal me quedaré con todas las ganancias que pueda obtener de este lugar, mientras que tú ahora te llamas Nana, aunque lo más seguro es que nadie aquí te llame por tu nuevo nombre, todos tus viejos pacientes te dirán muñeca o cosas similares cada vez que te utilice. Los días de ser médico se terminaron, doctor, nada de medicina ni de jugar con las vidas para ti, desde ahora eres una simple muñeca que complacerá los deseos de todos esos hombres que igual que yo buscan venganza por lo que hiciste y peor aún, por lo que planeabas hacer. Seguramente no puedas con tantos penes al principio, pero te acostumbraras y los desearas cada vez más, si ellos no logran romperte, yo puedo hacerlo de una forma u otra; no quiero dar tantos detalles para una tonta cabeza hueca como la tuya, pero ahora yo me especializo en operaciones cerebrales así que arruinarte el cerebro para que cada parte de tu cuerpo desee sexo no será ningún problema-
-No... por favor, haré lo que me pidas pero no me hagas esto-
-Que patético, ¿Dónde quedó esa arrogancia tuya? ¿Te la abre quitado junto a tu pene? No me importa lo que digas, estoy segura que a ningún hombre aquí le importará, todos te demostrarán porque ellos se quedan como hombres y tú te vuelves una cualquiera, muñequita-
-Jefa, disculpe, ¿Ya podemos utilizarla? Algunos comenzábamos a enloquecer encerrados y tenemos muchas ganas de usarla-
La retorcida conversación entre el antiguo médico y el antiguo paciente que ahora intercambiaron lugares, fue interrumpida por uno de los tantos pacientes ansiosos que esperaban del otro lado de la puerta a que la doctora terminará su "consulta" para poder desahogarse con su nueva muñeca.
-Lo siento, muchachos, no era mi intención demorar tanto pero ya me voy, ustedes diviértanse todo lo que quieras-
-¡Nanami! Por favor, no te vayas, ¡Todo menos esto! Haré lo que me digas pero no me dejes aquí-
Ignorando las súplicas del médico anterior, la nueva jefa del hospital se despedía de los pacientes ansiosos con una gran sonrisa, satisfecha de escuchar todo lo que sucedía dentro de la habitación y dejando a su imaginación todos los castigos a los que sería sometido el antiguo doctor.
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