viernes, 4 de octubre de 2024

Yo soy el postre

    Finalmente ha llegado el día de la boda de la pesada de mi prima, con su carácter nunca imagine que de verdad hubiera un hombre que la quisiera por el resto de su vida, pero aparentemente lo hay y por voluntad propia se quiere casar con ella, pobre de él al no tener idea de en qué se está metiendo pero mejor para mí, puede que con ella casada tenga que pasar menos tiempo viéndola y soportando su presencia.
    Aunque ahora que digo eso de verla menos tiempo me preguntó ¿Dónde se habrá metido esa mujer? Se supone que la ceremonia está a punto de empezar y ella ni siquiera aparece, puede ser que se haya acobardado y no quiera unirse en sagrado matrimonio, lo cual es una lástima por todo el escándalo que harán las dos familias al no tener a la novia de la boda el día de la boda.
-El pastel...creo que si toda su celebración se arruina el pastel será lo de menos, no creo que a nadie le importe que falte una rebanada en comparación a que hace falta la novia-
    Me decía para detener la búsqueda de mi prima Berenice y cortar sin preocuparme una rebanada de su delicioso pastel, se veía excelente y al probarlo era todavía mejor dándome una sensación que nunca antes había tenido en la boca o cualquier parte de mi cuerpo. 
-¿Hum?-
    Expresé con la boca llena de otro bocado de pastel, al ver como de mi pecho se alzaban dos pechos cada vez más enormes para formar un busto grande y femenino el cual decidí ignorar para seguir comiendo lo cual solo me empeoró la situación.
    Mi culo engordo en un momento, mi cuerpo adelgazo y se hizo más pequeño, mis facciones cambiaron, mi cabello creció y hasta mi ropa cambió, todo sucedió tan fácil y rápido como si fuera pan comido cambiar de sexo a una persona. 
    Este cambio instantáneo no me convirtió en cualquier persona, me convirtió justo en la desaparecida novia que usaba un hermoso y atrevido conjunto blanco; guantes y medias, con un apretado liguero que conectaba con mi cintura, ajustándose en el traje de encaje escotado que tenía puesto lleno de moños rosas y accesorios que asemejaba fresas y crema pastelera. 
-¿Qué me ha-
-¡Hija!, ¿Dónde estabas?, ¿Y porque andas con tu lencería?, ¡Tienes que ponerte ya el vestido!-
    Intenté decir a mi tía que era un malentendido, que yo en realidad era su primo Leonardo y que me había transformado en Berenice al comer del pastel pero en su lugar de mis labios salió otra respuesta. 
-Perdón mamá, es que estoy muy nerviosa, hoy me volveré una esposa, una mujer casada y por absurdo que te parezca me sentí cómoda andando en mí lencería, es muy linda ¿No te parece?-
-Sí, es muy linda al igual que tú, con ese conjunto no dudo de que seas el postre de la luna de miel y que me des nietos pero eso en un futuro lejano, primero deberías disfrutar la vida a solas con tu esposo antes de tener hijos, aunque antes de eso hay que casarte y como dije, ya tenemos que ponerte el vestido. ¿Qué le paso al postre?-
-No tengo idea, quizás Leonardo habrá comido sin permiso y por eso se oculta, no podemos llevar el pastel de esta forma así que tendremos que conseguir otro de camino a la boda-
-Ese muchacho, no te preocupes, vamos al cuarto para ponerte aún más hermosa mientras tu padre y tía buscan como solucionar el desastre de Leonardo, seguramente podemos conseguir otro y luego castigar al irrespetuoso por sabotear tu gran día-
-No digas eso madre, hoy será el último día en que los vea en un largo tiempo, ya tendrá su merecido por el propio karma. Mejor hay que darnos prisa para la boda-
    Y con esas palabras saliendo de mi boca, usando la misma voz que mi prima, mi cuerpo transformado camino muy femenino hasta su habitación para hacer la lucha en ponerse el vestido de novia, dejándome atrapado sin voz ni voto en lo que aparentemente se volverá la noche de mi vida al casarme y tomar el lugar de mi prima en su boda. 
Créditos en la imagen.

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