-Oigan chicas, no estoy muy segura de esto...-
Decía tímidamente Isabel, la chica pelirosa a punto de tener sexo y que hasta hace poco era un joven llamado Israel.
Su amiga rubia, Cristina y la pelimorada llamada Leticia tenían una gran reputación que las precedía: ambas eran conocidas en la escuela como chicas que podían tener sexo con cualquiera, y si pagaban la cuota adecuada, ellas podían hacer lo que la chica o chico quisiera con ellas; trato rudo o amable, con ciertas ropas o lugares, una o ambas, incluso había quienes preferían solo verlas teniendo sexo entre ellas por lo hermosas y buenas que estaban.
No obstante, con el tiempo su "popularidad" disminuyó un poco, no tenían tantos clientes como antes e incluso ellas se daban cuenta que ya no era lo mismo cada que lo hacían entre ellas o con alguien más.
Le dieron muchas vueltas al problema sin una idea clara hasta dar con la solución, debían hacer algo más o tener a alguien más... la primera opción quedó descartada, ambas habían hecho de todo así que no se les ocurría que más podrían hacer. Sobre tener a alguien más sería complicado, una chica jamás entraría a algo así como ellas hicieron, de lo contrario estarían divirtiéndose las 3 desde hace un buen tiempo.
Finalmente Cristina tuvo una idea, no sabía si era verdad pero leyó de un libro viejo, un ritual para volver a una persona en el sexo opuesto permanentemente. Ambas dudaban de si era verdad o un mito, así que decidieron intentarlo para ver qué pasaba.
La víctima ya estaba decidida, un chico tímido e introvertido llamado Israel que a veces hablaba con ellas pero que nunca pidió sus servicios por alguna extraña razón, ya que todos lo hacían. Al principio pensaron que era tímido para pedirlo pero el tiempo pasó y nunca preguntó ni dijo nada al respecto.
Las chicas hicieron el rito a escondidas cuando las clases terminaban y de inmediato se apresuraron a buscar a la chica, encontrándola en el salón de clases llorando porque según ella: él era Israel y estaba guardando sus cosas para ir a casa pero de repente todo fue confuso y al reaccionar ya era una chica.
Cristina y Leticia fingieron sorpresa en todo y prometieron ayudarle a volver a su normalidad, lo cual no hicieron. En su lugar, convencieron a la pobre Isabel de que debía actuar como chica mientras tanto, enseñándole todo lo que una chica debía saber, añadiendo algunos tips de ellas.
Pasaron unos días sin encontrar como volver a la normalidad pero ganando mucha popularidad en su escuela hasta que finalmente las "amigas" de Isabel le abordaron, en el gimnasio tras anochecer tuvieron un trío donde ambas chicas hicieron morder la almohada y gritar de placer a Isabel quien sin duda alguna iba a querer más.
Desde entonces ella aceptó tener trabajos sexuales, siempre y cuando fueran con Lety o Cristy, levantando la popular de las chicas una vez más por la nueva integrante en ellas.
Pero la cosa no acaba aquí, al parecer y después de tantas veces de ver cómo sus amigas babean de placer por un pene dentro suyo, Isabel está dispuesta a aceptar esos trabajos por su cuenta.
-Ay, Isa. Todo estará bien, solo abre las piernas y disfrútalo~
-Por supuesto, verás que lo amarás desde el principio y si no, nosotras seguimos aquí ~
En esos momentos Cristy empezó a besar los pechos de su tímida amiga y acariciaba suavemente su entrepierna, mientras Lety muerde su conocido punto débil en la oreja y la ayuda a tener todo el pene cuanto antes.
Aún si no sale tan bien su primera vez, el cliente pago por las 3 toda la noche, así que habría cientos de formas en que pudieran hacerla amar los penes dentro de ella y en cualquier presentación para que se volviera por completo una de ellas, mejorando y renovando por completo su trabajo.
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