viernes, 21 de marzo de 2025

Un mal presentimiento

    Pensaba que no era un buen día mientras entraba a los vestidores de chicas, había varias cambiándose su ropa deportiva a algo más casual, o como yo iba a hacer, tomando su ropa para meterse a la ducha del gimnasio antes de cambiarse. No había sudado demasiado, pero nunca estaba de más ver a las auténticas mujeres al desnudo en la ducha, incluso puede ser que ahí tenga mejor oportunidad para ver, tocar o hasta salir con alguna y así cumplir mi meta, además de quitarme este horrible mal presentimiento que tengo desde que llegué al gimnasio este día.
    Mi modus operandi era el mismo desde hace tiempo: merodeaba por algún sitio durante semanas para aprender los horarios de las chicas y una vez localizada mi presa, o sencillamente para pasar el rato, me tomaba una píldora que me transformaba en chica para así hacerme pasar por una de ellas y ver que conseguía; verlas, tocarlas, besarlas y mis favoritas, poder tener un poco de sexo con ellas. Claro, aunque ellas pensaban que sería cosa de una vez entre una chica y una chica, la realidad era que cuando llegábamos al hotel o un lugar solitario, me quitaba los efectos de la píldora para poder divertirme con ellas como todo el hombre que soy. Ellas no siempre estaban de acuerdo en que en secreto un hombre fuera la persona con quien pasaron todo el día y con quien estaban por tener relaciones, pero a esas alturas no tenían escapatoria, y simplemente lo hacía con ellas para marcharme del sitio y repetir el proceso en algún otro lugar con alguna otra pobre y hermosa víctima.
    Esta vez, el lugar que escogí hace tiempo fue un gimnasio femenino al otro lado de la ciudad, perfecto para mí en tantos sentidos y con varias chicas hermosas con las que creía tenía una oportunidad de satisfacerme cada que lo viera necesario.
    Sin embargo, cuando tomé la pastilla y entré al gimnasio con mi versión femenina de mi cuerpo, no había ninguna de las chicas por quienes me sentía atraído. Fue un poco decepcionante y sorprendente darme cuenta que todas las chicas a quienes quería justo hoy había faltado al gimnasio, pero esos imprevistos suelen pasar y ya que había tomado la pastilla, sería un desperdicio no quedarme a observar o ver si conseguía algo interesante de segunda categoría.
    Trabajé todo mi cuerpo femenino un buen rato para no levantar sospechas, charlé con otras chicas en búsqueda de alguna que fuera interesante, y cuando finalmente me pensaba ir, entré a los vestidores por mis cosas para ir a las duchas, nada malo había pasado, pero me era imposible quitarme esa sensación de que algo andaba mal.
    Un buen baño despejaría mi cabeza y desnudándome por completo entre a una sección de regaderas vacías, el resto estaban llenas o fuera de servicio por lo que tuve que irme a las más alejadas y solitarias a limpiar mi cuerpo y con algo de suerte también quitarme esa extraña sensación de que algo sucedía sin que me diera cuenta.
    Recién abría las llaves y empezaba a mojar mi bondadoso cuerpo desnudo, cuando escuche que alguien más se acercaba y decía.
-No hay duda, es ella-
-¿Perdón? ¿Que ocurre?-
    Pregunté dándome la vuelta y viendo a tres mujeres de piel bronceada, mayor altura que la mía y una marcada figura acercándose a mi, todas me tenían a la mira y en mi estado total de sorpresa, solo se me ocurrió actuar de buena manera.
-¿No nos recuerdas? Por qué nosotras a ti sí te recordamos-
    Dijo una de cabello rubio con quien estuve ejercitando.
-Son las chicas con quienes me ejercité un rato, ¿No? Mica, Sabrina y Cecilia-
    Las tres comenzaron a reírse mientras me rodeaban y cerraban la puerta de las duchas, poniéndome cada vez más nervioso en el proceso.
-Sí, pero igual que tú, tenemos otra identidad, te daré una pista de la mía: Diciembre 17, boda en un yate-
    Esa respuesta tan precisa me estremeció y aumentó la ansiedad que sentía desde muy temprano por el día, no tenía idea de cómo pero ella sabía quién era en realidad y yo supe quien era en realidad, puesto que fue una chica con quien me acosté a la fuerza en esa fecha, aunque se ve muy diferente a aquella vez donde la engañé y fue muy tarde para echarse atrás.
-¿Y te acuerdas de mí? Quizás sin el parche me recuerdes mejor, pero por las dudas: Octubre 23 en un centro comercial-
    La chica del más largo cabello oscuro y arreglado en una trenza se quitó el parche, revelando un ojo rojo que era imposible de no recordar, lo "hicimos" en la salida de emergencias del lugar que ella mencionó, y mi forma de seducirla fue con cumplidos por la diferencia en el color de sus ojos.
-Por último, yo fui la más reciente, el 12 de enero en el estacionamiento, y quiero creer que he sido la última desde entonces-
    Comentó la última chica con el cabello arreglado en rastas y siendo, tal como dijo, la chica más reciente de quien me había aprovechado.
-P-pero...¿Cómo es posible?-
    Pregunté antes de chocar mi espalda contra la pared de las duchas, dando oportunidad a las chicas de acercarse aún más, siendo la de octubre quien empezaría a hablar.
-No creo que te merezcas una explicación, pero en resumen, nosotras nos conocimos, descubrimos ser tus víctimas y decidimos vengarnos. No lo supiste entonces, pero yo tengo mucho dinero, este gimnasio es de mi propiedad, un sitio perfecto para atraer al idiota que siempre usa su misma forma de mujer sin importar el sitio. Un mal movimiento para alguien que estaba siendo desagradablemente inteligente-
    Todas empezaron a desnudarse frente a mi, haciéndome enrojecer y temblar al ver que tenían debajo de sus atuendos justo en la entrepierna.
-¿Te gustan? Eso espero porque tendrás los 3 a la vez. Nosotras también podemos jugar ese juego de cambiar de sexo, aunque más bien fue de aspecto; las pastillas que nosotras utilizamos nos cambian un poco físicamente, nos vuelven más fuertes y claro, nos dan un dotado compañero para utilizarlo en una pobre damisela indefensa como tú-
    En ese momento quise huir echándome a correr pero ya era demasiado tarde, sujetando mi cabello volvieron a ponerme contra la pared y a merced de aquellas mujeres sedientas de venganza.
-¿Por qué tanta prisa, querida? No podrás escapar de ninguna de nosotras, y aún si sales de las duchas, nadie en este lugar se molestara en ayudarte, así que solo portate bien y vuélvete nuestro juguete por un rato tal como tú hiciste con nosotras-
    Dijo la mujer de rastas quien me lanzó el frasco de pastillas que me volvían mujer, no sabía para qué me lo daban, pero mi duda fue resuelta por la rubia casi de inmediato.
-Tómate todas las pastillas, no hay riesgo de sobredosis, lo único que pasará al tomarlas es que te volverá mujer mucho más tiempo, creo que quedaban unas 20 pastillas lo que nos dará tiempo de jugar contigo por el resto de la semana, con suerte un poco más-
-¡P-pero no! Aguarde, si tomo tantas pastillas no solo se prolonga el efecto, también hay un mayor riesgo de embarazo y si eso sucede, me quedaré como mujer para siempre-
    Proteste con un miedo genuino esperando algo de clemencia de las mujeres, cosa que nunca llegó y que sólo provocó las risas de las mismas.
-¿No es un poco hipócrita que nos digas eso? Todas te pedimos que pararas, que no lo hicieras o que al menos tuvieras cuidado con ello pero a todas nos ignoraste, ¿Por qué nosotras deberíamos hacerlo? Para nada, te pagaremos con la misma moneda y mismos riesgos, solo que tú tendrás que soportarlo más tiempo y con 3 chicas a la vez. Hablando de eso, será nuestra primera vez con este tipo de relaciones así que tendrás que perdonar si somos un poco duras, ¿Listas, chicas? Enseñemos le a ese idiota como se siente-
-No, por favor, aguarden, debe haber otra manera así que-
    Todas asintiendo y se acercaron, interrumpieron mis palabras para hacerme tragar las pastillas y sin importar todo lo que decía, ellas me sometieron y hablaban de que agujero usarían, como me llamaría, como me tratarían y detallaba con palabras y lujo de detalle todo lo que viviría como venganza por el infierno que les hice vivir a todas esas damas hasta convertirme en una de ellas.
Créditos a quien correspondan.

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