-Oh por dios... ¡No puedo creerlo!... Esto es tan bueno... ¿Puedes hacérmelo más duro? No me importa que me dejes temblando, ¡Solo no pares!-
Pedía a gritos y gemidos la profesora Erika, la maestra de ciencias y la única docente de la escuela masculina, quien estaba teniendo sexo con el profesor de educación física en un lugar riesgoso pero poco concurrido por los estudiantes, los laboratorios de ciencias.
-No puedo creerlo, Erika. Con lo sería que te portabas, nunca imagine que actuarías como una cerda incluso en un salón de clases, ¿Qué dirán los alumnos si te ven así? ¿Qué dirá la junta directiva?-
Preguntaba el profesor moreno sin detener el ritmo de sus duras embestidas, las cuales recorrían hasta el más profundo interior de la maestra que apenas podías mantenerse de pie al estar siendo penetrada, sintiendo las caderas ajenas chocar con su trasero, como su cuerpo palpitaba con deseo y sorprendentemente, sus pezones comenzaban a lactar.
-Maestra, no sabía que usted había estado embarazada, ¿es madre?-
-¡Para nada! Simplemente me lo estás haciendo tan rico que mi cuerpo no puede estar más contento, ¡siento que me derrito! Nunca antes me había sentido tan viva, lo único que lo podría mejorar, es que termines dentro-
-¿Dentro? ¿Estas segura?-
Preguntaba con incredulidad el profesor, quien en respuesta recibió gemidos y que su miembro fuera aun más apretado para volver el sexo todavía más placentero, algo que también lo estaba llevando al límite, tal como a la profesora.
-Ah.. Si quieres que esto se repita, te recomiendo obedecerme... Joder... Sé que también quieres hacerlo así que no te contengas-
Las descaradas provocaciones de la profesora hicieron qué de un momento a otro, las embestidas aumentarán su ritmo y dureza mientras que sus pezones eran estrujados y sacaban más leche en respuesta. Ambos llegaron al límite cuando por primera vez, la parte más privada de la profesora había sido llenada por completo, haciendo así irreversible el cambio de cuerpos y llenando de satisfacción a la nueva mujer en el proceso.
Créditos a quien correspondan. |
-Cielos, la campana. Profesora Erika, yo-
-Esta bien, yo también tengo una clase pero, ¿lo volveremos a hacer?-
-Por supuesto-
Apenas habían llegado a su límite, la campana escolar sonó y el profesor se vistió tan rápido como pudo para ir al aula qué le tocaba a dar clases.
Por su parte, la maestra Erika haría lo mismo, limpiando un poco su cuerpo y el desastre del almacén de ciencias, antes de peinarse, ponerse la ropa y esperar que sus alumnos llegarán al aula, entre ellos, la antigua dueña de su cuerpo.
-Buenos días, profesora Erika-
Decía toda la clase al unísono, a lo que con expresión molesta respondió la profesora.
-Buenos días, queridos alumnos, y el raro-
Dijo con total desprecio y desinterés la profesora a sus alumnos, señalando por completo a José, quien solo agachaba la cabeza con vergüenza mientras sus compañeros se burlaban.
En aquel colegio masculino, José era el único estudiante homosexual y la profesora al descubrirlo, fue quien comenzó una campaña de odio contra él, haciendo que todos se burlen y lo señalen sin consecuencia alguna de esos deplorables actos.
-No, no es divertido, ni siquiera entiendo porque lo hacía-
Dijo la maestra entre murmullos y suspiró, los chicos estaban riéndose todavía y nadie le prestó atención a sus pensamientos, excepto claro, la víctima del acoso.
-P-profesora, ¿dijo algo?-
-Por supuesto que no, y no hables a menos que sea necesario-
Dijo con dureza y autoridad haciendo que incluso el resto de niños guardarán silencio.
-Pero... Es necesario... Usted parece agitada... y huele...-
Mientras el chico con mucho miedo decía esas temblorosas palabras, la maestra sonrió con malicia y satisfacción, antes de volver a su expresión molesta.
-¿Y tu que haces viendo con tanto detalle a tu profesora? Pensé que los gay... Es decir, "los homosexuales" como tú solo veían a los hombres, cada día estas peor, niño raro... solo alguien como tú estaría olfateando como un perro a su profesora-
Una vez más las risas estallaron pero la maestra no había terminado.
-Pero si tanta curiosidad tienes, solo me estuve ejercitando un poco. El profesor Johnson quería ayuda para un nuevo curso así que le ayude, apuesto a que se van a divertir en su próxima clase de educación física. Bueno, al menos los hombres de verdad, lo harán, José. De cualquier modo, pongan atención que la clase va empezar-
Las risas estallaban a cada comentario de la profesora, al igual que ideas de que podía ser esa nueva actividad pero para José, o más bien, la antigua profesora Erika, la situación era mucho más clara.
Erika era una maestra estricta y odiosa tanto con alumnos como con profesores, incluso a padres de familia los había regañado en más de una ocasión, por lo que cada que podían, las personas la solían evitar.
En especial José, quien por un descuido confesó sentir atracción por los chicos a sus cortos 13 años de edad.
Un maestro normal hubiera apoyado al joven, orientarlo en su decisión, hablar del tema y muchas cosas más pero Erika al descubrirlo, comenzó a humillarlo frente a todos, provocando qué el resto de los alumnos también comenzarán a molestarlo, señalando que "es diferente" en el peor sentido posible.
José aguantó eso mucho tiempo, demasiado tiempo en realidad. Al menos hasta tener una oportunidad en contra de la profesora.
José se arriesgo un montón, y entre los compuestos químicos de la clase de Erika, mezcló una pócima qué los haría intercambiar de cuerpo. Erika desconoció el frasco de la pócima pero cuando quiso hacer algo, ya era demasiado tarde, y ahora José estaba en el cuerpo de Erika y Erika en el cuerpo de José.
José en su nuevo cuerpo no perdió el tiempo, y echó del aula a Erika al patio escolar mientras la nueva profesora, se encargaba de seducir al maestro de educación física para tener sexo con él, por varios motivos; el primero era hacer irreversible el cambio de cuerpo, quedándose para siempre como Erika, y el segundo, como un chico de gay 13 años sería inapropiado tener relaciones con un hombre pero ahora como un chico gay de 13 años en el cuerpo de una mujer sexy y en sus 30 años, pudo experimentar el placer de ser cogida como nunca.
Por eso, bastaron esas palabras ambiguas de Erika para que José supiera que no había vuelta de hoja, la verdadera Erika no iba a volver a su cuerpo nunca más, y ahora tendría que vivir la vida de un chico al qué había estado atormentando por meses mientras que la nueva profesora Erika hacía por completo algo nuevo de su vida.
Solo por hoy iba a humillar a José tal como antes él sufría, aunque no lo disfrutará. Pero después de este primer día, se esforzaría en ser una mejor docente para sus alumnos, incluso para José. Y para su vida privada, no quería limitarse a coger con el maestro de educación física, quería hacerlo con toda la plantilla de ese colegio masculino, aunque para llegar a ese objetivo, Erika tendrá que demostrar cuanto ha cambiado y como de feliz puede hacer a todos los hombres mientras que a la antigua Erika, no tiene de otra más que acostumbrarse a su nueva vida.
Créditos a quien correspondan. |
Este es un 10/10 me encanto! Con historias asi de buenas pediria una cada semana si se pudiera jajaj
ResponderBorrarEso si, solo espero ver mas cambios de cuerpo entre maestra y estudiante porque son de mis favoritos
BorrarGracias.
Borrar-Nero.