lunes, 5 de diciembre de 2022

La nenita del gimnasio

-Muy bien es hora de tu...ay, no puede ser...-
Comentaba con desagrado la entrenadora del gimnasio Sarah, al ver como una pequeña y temblorosa chica pelirroja intentaba levantas unas pesas sin éxito; la joven solo podía sostener las pesas pero no levantar los brazos, dejándola en una penosa situación que no cambiaba por mucho que se esforzara, de hecho empeoró tras la llegada de la hostil entrenadora, bajando los ánimos de la pelirroja. 
-O-perdón...entre...nadora...hago..lo...lo mejor...q-que...puedo-
En ese momento la pequeña pelirroja intentó con todas sus fuerzas levantar las manos con las pesas por encima de la cabeza, logrando apenas llegar a la altura de su rostro, un avance para ella pero que ni siquiera podía tomarse en cuenta como una repetición del ejercicio. 
La entrenadora se mantuvo viendo a la joven durante algunos minutos, cada vez más molesta y aburrida de ver cómo aquella chica no podía completar ni una vez aquel ejercicio de varias repeticiones en varias series. 
-Vamos, ¿No es hora de que te rindas? Las pesas son de medio kilo y ni siquiera puedes con eso, es momento de admitir que ya no sirves para esto-
Ante esas duras palabras de la entrenadora, la joven pelirroja sólo comenzó a sollozar y sus ojos rápidamente se empezaron a notar temblorosos y cristalinos, ella estaba a punto de llorar pero la entrenadora ni siquiera le iba a dar ese gusto a la chica. 
-Uy, la nenita del gimnasio ya va llorar. En serio, Carly, tienes que dejar de llorar por todo, que no tienes 5 años para resolver las cosas así-
Tras otro duro regaño que solo se volvía más y más fuerte, la pelirroja no tuvo más remedio que aguantar las ganas de llorar y protestar con una voz muy muy baja, que apenas y la entrenadora alcanzó a oír, pero que para desgracia de la pelirroja, la entrenadora si escuchó.
-Soy Carlos...no me diga así-
Al oír eso, la expresión de Sarah estaba llena de enojo y desagrado, tan directos hacia Carly que al darse cuenta de lo que hizo, solo atinó a agachar la cabeza y cerrar los ojos, esperando con miedo el inminente castigo que Sarah le daría. 
-¿Ah no? Solo mírate: cabello pelirrojo hasta el trasero, estatura baja, sin fuerza como para levantar las pesas de yoga femenina, y por supuesto, ¡esto!-
En ese momento Sarah subió el sostén deportivo que vestía Carly, al igual que bajo su short deportivo, dejándola prácticamente desnuda y sin opción de volverse a poner la ropa. No sólo porque sus manos estaban ocupadas con las pesas, también sabía que no debía ir en contra de lo que hacía su entrenadora. Por lo que no tuvo más remedio que aguantar las lágrimas en esa humillante posición, donde su rostro estaba cada vez más rojo al ser expuesto de esa manera. 
-Estas cosas no son pectorales masculinos, cielo. Se llama pechos y toda mujer los tiene, igual que esa linda y pequeña hendidura que tienes entre las piernas. Por no mencionar que tú misma llegaste usando ese sostén y short deportivos pero son tan cortos y ajustados que más bien son un conjunto de lencería-
-P-pero... Tú...tú me lo diste...no es lencería..-
Una vez más, Carly protesto inútilmente contra su entrenadora, quien en respuesta siguió humillando a la pobre pelirroja, está vez dándole palmaditas en la cabeza como si se tratará de un pobre animalito.
-Te la di porque te tuve lastima, la ropa de hombre que traías ni siquiera te quedaba. Al menos con esa ropa de señorita puedes entrenar sin acabar desnuda en el proceso. Bueno, sigues siendo una niña llorona y debilucha que no puede ni con una pesa pero al menos ya tienes ropa adecuada-
-P-pero-
-Y si tan obediente eres como para ponerte ropa de entretenimiento de mujer, ¿por qué no entiendes que ahora eres una nenita llorona y debilucha llamada Carly? Será que ¿además de molesta y llorona también eres estúpida? Eso explicaría todo-
La entrenadora iba cada vez más lejos con sus palabras y acciones, donde lo peor ni siquiera había comenzando. 
Cualquiera podría pensar que la entrenadora era una abusiva que pasaba por encima de los más débiles, burlándose y humillándolos todo lo posible por mero placer pero no, este no era el caso, y todo lo que Sarah le hacía a Carly era una venganza. 
Carlos era un hombre enorme de casi 2 metros de altura, con músculos por todo su cuerpo, además de ser bastante guapo por lo que no sólo era el deseo de muchas mujeres, también era la envidia de cientos de hombres que lo veían en el gimnasio.
Sin embargo, aquel individuo con un cuerpo y atractivo superior, solo era lindo en imagen puesto que su personalidad era de lo peor; un completo patán y machista, que daba nalgadas a las chicas del gimnasio cuando quería, a las que recién empieza les criticaba su cuerpo y les decía cosas como que serían más útiles en la cocina, ni siquiera los hombres se salvaban ya que también a ellos los humillaba cada que podía criticando sus aspectos.
Nadie nunca le decía nada, después de todo nadie quería enfrentarse a ese musculoso gigante, quien cada vez era más orgulloso y arrogante al siempre salirse con la suya. 
Al menos hasta que Sarah llegó, la última entrenadora había renunciado tras el constante abuso que recibía de Carlos, quien repetía esas desagradables conductas y molestos comentarios con una Sarah que no iba a tolerarlo. 
Le bastó un día a Sarah para cansarse de ese cretino y castigarlo con su propia mano de una forma que nadie podía imaginar. 
En el momento que Carlos la tomó por la cintura, la besó y nalgueo, Sarah aprovecho para ponerle una maldición que desde entonces haría efecto. 
La maldición volvería a Carlos en una mujer pero bajo una condición en particular: cada vez que se ejercite, su cuerpo se volverá más femenino, más pequeño, más débil, más sumiso y más sensible física y emocionalmente. 
De esta forma, desde el primer día empezaron a correr los efectos de la maldición; Carlos se sentía más débil y cansado, pero su orgullo le impedía ejercitar menos, así que obligaba a su cuerpo a seguir intentando, y con cada intento solo conseguía volverse más mujer cada vez. 
Sarah esperaba que en unos 2 o 3 meses se completará la transformación de Carlos en Carly pero no, Carlos siguió siendo un idiota y orgulloso sujeto que aceleró su transformación, volviéndose una sensible, sumisa y llorona nenita en tan sólo 3 semanas. 
Hoy es cuando la transformación se ha completado, pues ver sus pechos pequeños, su vagina y que ni siquiera puede levantar las pesas que algún niño podría cargar sin problemas, muestran lo efectiva que fue la maldición de Sarah en Carlos. 
Carlos ha negado todo lo que le ha pasado en las últimas semanas: no quiere reconocer que se volvió mucho más débil, que perdió más de medio metro de altura, que no le gusta hacer cosas feas a las mujeres, que a él no le gusta ser tratado como chica, ni mostrarse más sensible ni que basta con levantarle la voz para tener ganas de llorar, o más bien, llorar tal como una niña ante cada situación. 
Y a pesar de todo lo que se niega a reconocer, no tiene de otra que aceptarlo sumisamente y obedecer cuando está su entrenadora Sarah, quien no le pregunta que quiere hacer, le dice que es lo que debe hacer. 
De esa forma logró que Carlos empezará a usar ropa de mujer, a que se sintiera mal por todo lo que hizo antes, a que cada vez su entrenamiento en el gimnasio fuera para peor y sobre todo que Carlos no respondiera, pensara o criticara, simplemente a que obedeciera sin llorar de por medio. 
Puede que lo único que quede de Carlos, es negarse a ser llamada Carly y negarse a dejar el gimnasio, pero con la situación que estaba viviendo en esos momentos, Sarah vio la oportunidad de atar esos cabos sueltos.
-Carly, solo admite la verdad delante de tus ojos: eres una mujer, una mujer extremadamente molesta, sensible y débil. No te lo había querido decir pero ya hay quejas sobre ti por tu constante llanto, y como tu entrenadora sé que no vas a mejorar ni vas a dejar de llorar, así que, ríndete con esto-
-Pero...-
-Carly, no me hagas repetirlo. No puedes seguir aquí, este sitio es para hombres y mujeres fuertes como yo, el gimnasio no es lugar para una nenita llorona y debilucha como tú. Así que puedes elegir a dónde quieres ir ahora, tus opciones son: clases de ballet, clases de cocina, o clases de costura, esas si son cosas femeninas que una nenita como tú puede hacer, o al menos eso espero-
En ese momento, Carly no aguantó más, soltó las pesas y comenzó a llorar. 
Sarah por primera vez se mostró amable, al limpiar sus lágrimas, ayudarle a poner su ropa nuevamente y consolar de una forma a la chica, que simplemente no supo cómo responder más allá de aceptar el buen trato que recibía. 
-Sé que es complicado por lo que pasas pero no quiero que le ocurra algo malo a mi pequeña aprendiz, solo intento cuidarte y que conozcas algo nuevo, además que no te dejare sola ya que sea cual sea la clase que elijas, yo seguiré siendo tu entrenadora para apoyarte en todo-
El cambio en la actitud y acciones de Sarah podía ser desconcertante para cualquiera persona pero no para Carly, quien inocentemente creía como verdaderas cada una de esas palabra que salía de su entrenadora, quien solo decía esas cosas y se portaba de esa forma para que Carlos finalmente se convirtiera en Carly física y mentalmente. 
Logrando con éxito su objetivo al oír a Carly responder.
-Si...si usted estará conmigo...creo que intentaré con el ballet...¿Está bien, entrenadora?-
-Por supuesto que sí, desde ahora no estaremos en el gimnasio, estaremos en un salón de baile en la otra calle, te llevare más ropa para que entrenes y recuerda que el ballet es para chicas, así que ahí todas te conocerán como Carly, ¿quedo claro?-
Limpiándose las últimas lágrimas de su cara, Carly asintiendo, aceptando por fin dar este último paso para ser y vivir como una chica. 
-Muy bien entonces los días de levantar pesas se acabaron, a partir de mañana Carly entrenará ballet y ¿Quién sabe? Tal vez ahí si que seas buena, es un deporte femenino y delicado perfecto para ti, no sirves para las pesas como lo hacen los hombres, pero podrías ser la mujer más perfecta y delicada que destaque en el ballet-
Con esas últimas y bellas palabras falsas, Sarah terminaba de convencer a Carly de abrazar esta nueva vida donde ya no será la nenita llorona del gimnasio, desde ahora en adelante la delicada y sumisa Carly será una chica que practique ballet y abrace agradecida su nueva vida como mujer.


4 comentarios:

  1. la ame, muy buena historia

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    1. Muchas gracias por comentar, siendo sincera yo también quedé encantada con esta historia, ha sido de mis favoritas entre sus peticiones.
      -Nero.

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    2. Y sip es muy compleja uwu en verdad es muy buena ojala haya mas asi nwn

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    3. En serio, muchas gracias por decirlo, y entre todo el tipo de contenido de nuestro blog, intentaré traer algo de esto más a menudo.
      -Nero.

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