Los fragmentos de la lámpara

El muy joven y pequeño Dani, había ido de visita a la casa de sus abuelos, con su madre Brenda; mientras Brenda se ponía al corriente, hablando con sus papás el pequeño Dani recorría cada rincón de la enorme casa de sus abuelos, visitando por primera vez el ático que ahí tenían.

Parecía un lugar muy viejo, como si estuviera perdido en el tiempo, ya que en dicha habitación había montones de cajas con todo tipo de cosas de las distintas épocas que habían vivido los abuelos maternos de Dani.

Cuando llegó la hora de irse, Dani se negaba a irse con las manos vacías, pues había encontrado un montón de cosas asombrosas que seguro sus abuelos ni siquiera iban a notar si desaparecían.

Con eso en mente, el niño tomó una lámpara antigua que sus abuelos guardaban, decidiendo que quedaría perfecta en su habitación, metiéndola a escondidas en su mochila para llevarla a casa. 

Su pequeño plan salió a la perfección y sus abuelos no notaron que se llevó la lámpara, tampoco su madre lo notó, al menos hasta el día siguiente. 

Al siguiente día, Dani tuvo que ir a la escuela como siempre, mientras que Brenda, tal y como siempre hacía, se encargaba de limpiar la casa una vez que dejaba a su hijo en el colegio.

No obstante, algo diferente pasó en su rutina habitual de limpieza, puesto que al intentar acomodar los juguetes de Dani, aquella lámpara de sus abuelos salió volando y se cayó al suelo, rompiéndose en un montón de pedazos.

Sin más remedio, Brenda se agachó para recoger los fragmentos de esa lámpara con sus manos, pensando en cómo castigaría a Dani por llevarse algo de sus abuelos que podía ser peligroso, pues tal como le pasó a ella, era un objeto muy fácil de romper y cuyos fragmentos podían cortar la piel sin problemas.

Pero en el momento en que ella comenzó a levantar los fragmentos de la lámpara algo muy raro pasó, estos se volvieron algo viscosos y por mucho que intentaba quitárselo Brenda, no lo conseguía. Tal era su desesperación por quitarse esa cosa que, una vez llegó a su ropa, prefirió quitarse el vestido para que no avanzará más por su cuerpo.

No obstante, ya era demasiado tarde, y aunque se quito muchos fragmentos al lanzar lejos su vestido, muchos otros fragmentos estaba en su piel hasta ser absorbidos.

Finalmente cada uno de los fragmentos de la lámpara rota, llegaron hasta el cuerpo de Brenda y entraron en el. Y una vez que entraron todos los fragmentos en Brenda, Brenda ya no estaba, su cuerpo había sido poseído por un fantasma.

El mismo espíritu que ahora tenía el cuerpo de Brenda también parecía confundido, explorando y viendo con curiosidad el cuerpo maduro de aquella mujer en ropa interior.

Puede que el fantasma ni siquiera recordará muy bien quien era antes o como llegó su alma a esa lámpara pero de lo que sí está seguro es que esa nueva oportunidad de vivir fue gracias al pequeño Dani, quien lejos de ser castigado o regañado "por su madre" será felicitado por la buena acción que hizo, al otorgarle al fantasma un cuerpo tan fabuloso.

Claro, Dani nunca se enterara de lo sucedido y que su mamá Brenda cambió por alguien más, su nueva mamá haría todo lo posible para criar a un buen y contento hijo, que sea feliz con su mamá Brenda, una que también es sumamente feliz por volver a estar vivo, está vez como madre en un cuerpo tan bueno que cualquier hombre desearía.

Una verdadera lástima para ellos, ya que el único que ser que iba a disfrutar del cuerpo de Brenda, era el mismo ser que se apoderó del cuerpo maduro y bien dotado de esta misma, solo aquel que salió de los fragmentos de la lámpara, sería merecedor de tener el cuerpo de Brenda, y todo gracias a su hijo.