-Cielos, corazón. Nunca pensé verte así de excitada, incluso me emociona el solo ver como rebotas en las piernas de nuestro regalo, estoy ansiosa porque sea mi turno, Susana-
-Ah...no lo digas así, Cecilia, es vergonzoso-
-Lo dices pero no puedes parar de gemir o de rebotar en su inmensa verga, estoy segura que serás una gran señorita-
Diría Susana dando una fuerte nalgada a su "amiga" Cecilia, misma que soltó un fuerte gemido y se abrazo con más fuerzas al regalo que la Santa pelirosa les había traído a ambas pero del cual disfrutaba primero la joven Cecilia montada en el hombre.
Marcus y Susana eran una joven pareja que pasaban su tercer y posible último aniversario juntos en Navidad.
Desde hace años la pareja se conocían, Marcus propuso matrimonio a la chica y también Marcus fue quien después de años de una relación, tuvo una aventura con otra mujer, evento que fue descubierto semanas antes de la Navidad, dejando a la pareja muy incomoda para esa celebración tan especial.
Todo apuntaba a que esa era la última Navidad de ellos como un matrimonio, de no ser que la misteriosa y mágica Santa cumpliera el deseo de ambos para Navidad, cosa que estaba a punto de realizar cuando la pareja vio un enorme regalo que ninguno preparó y que al abrirlo, libero un montón de humo morado que envolvió por completo a la pareja.
Cuando el humo se disperso, los deseos de navidad de ambos se habían vuelto realidad, aunque no de la forma que ninguno imagino: Marcus había deseado que su novia entendiera como se debe comportar una mujer de verdad, mientras que Susana deseo tener un auténtico hombre que hiciera feliz a una mujer, de esa forma santa hizo lo mejor que pudo para satisfacer el deseo de los dos.
Así fue como Marcus se convirtió en una hermosa y sensual chica desnuda, con un largo cabello oscuro que cubría casi toda su espalda, un pequeño trasero pero pechos de buen tamaño, también su estatura era mucho menor al punto de que Susana ahora era más alta usando tacones, y ni hablar de su fuerza que ahora era casi nula.
Marcus ni siquiera acababa de comprender lo que le ocurrió, cuando unas manos empezaron a estruja sus pechos para el asombro de ambas chicas. El regalo de Susana era un hermoso y fornido hombre que con cada brazo llevaba a la sala a las mujeres: con su brazo izquierdo cargo sobre su hombro a una feliz Susana, y con el brazo derecho rodeó la cintura de Marcus, quien aunque se negaba a avanzar pero que no podía a oponerse al ejemplo de hombre que tenían con ellas.
Finalmente en la sala, lanzó a Susana en uno de los sillones mientras que él se sentaba en otro para concentra toda su atención en la nueva mujer que no supo negarse a las caricias de un buen hombre.
-Basta, no quiero hacer esto contigo, yo soy un hombre. No soy una mujercita-
-Eres mi mujercita, ambas lo son, ¿Quedo claro?-
-Clarooo-
Respondió con felicidad Susana para la sorpresa de Marcus, quien sin poder evitarlo, terminó sobre las piernas del hombre que se empezó a desnudar, dejándole ver y sentir su miembro, el cual su cuerpo femenino ansiaba por usar, Marcus quería tener sexo como mujer y eso estaba por hacer.
Así fue como en cuestión de minutos sus pezones estaban duros, su nueva vagina humedecida y abriendo las piernas, Marcus empezó a tener sexo con aquel maravilloso regalo para ambas mujeres; con una teniendo sexo por primera vez mientras la otra se excitaba al verlos y guiaba a la chica nueva con su primera vez.
A estas alturas era más evidente sobre lo que ocurrió con sus deseos, los cuales la mágica Santa cumplió como más le gustó: ya que Marcus deseaba con todo el corazón una mujer de verdad y competente con sus labores, ahora él era una auténtica mujer la cual debe aprender como comportarse tal como una. Para ello se hizo realidad el deseo de Susana, pidiendo un hombre de verdad que le enseñaría como portarse a Cecilia, el nombre que ese hombre perfecto le eligió mientras tenían sexo, tras advertir a Susana que ella también tendría esos buenos tratos tal como su amiga.
-Entonces está decidido, a partir de ahora viviré con ustedes; Susana y Cecilia serán mis novias, pero ya que Susana tiene un trabajo, Cecilia hará todas las labores del hogar por la mañana al igual que le enseñaré a tener sexo, tú Susana podrás disfrutar de estar conmigo por la noche, ¿Están de acuerdo?-
-Aceptó encantada, puedo regalar mi ropa y otras cosas a Cecilia, aunque quisiera tener sexo contigo para estar más segura-
-Cecilia estará siempre en casa, puede que tampoco necesite usar ropa, y no estés tan ansiosa, en cuando le enseñemos algo a tu amiga seguirás tú-
-Ah....ah...ah...Yo estoy aquí....no pueden decidir sobre mí...-
-Claro que puedo, soy un hombre perfecto, mi novia Susana es una mujer perfecta y juntos, te enseñaremos como ser una buena mujer, empezando por el sexo-
-¿Novia? Eso no suena mal, después de todo necesitamos un hombre, en especial Cecilia que debe aprender muchas cosas-
-Pero yo no quiero...ah...Joder...no puedo con esto-
Decía una exhausta Cecilia que tras varias rondas de sexo, estaba en las últimas, escuchando como conversaban de su destino sin poder opinar al respecto.
-Entonces está decidido, ahora somos tus novias pero tendremos que ponerle más atención a la pequeña Cecilia, será una extensión de su regalo de navidad pero valdrá la pena educarla como la mujer que ahora es. Hablando de eso, feliz navidad, santa nos ha dado los mejores regalos este año-
Con aquella declaración pervertida y alegre de una Susana ansiosa por empezar su turno con su enorme regalo, Cecilia se resignaba a su nueva vida como chica teniendo que estar con ese enorme regalo todo el tiempo.