miércoles, 11 de enero de 2023

12 Regalos de navidad: Duodécimo regalo

Ese año, en esa especifica navidad, había un chico malo, más malo que todos y que aun siendo consciente de lo terrible que era, tuvo el descaro de pedir cosas a Santa que ni de broma se merecía.
Era mezquino, detestable, mentiroso e hipócrita pero destacando por mucho como su peor rasgo, la forma en que él trataba a las personas transgénero, pues según él no eran personas de verdad, eran bichos raros o adefesios que ni siquiera podían saber que es lo que eran, algo tan obvio desde el momento en que naces y miras tu entrepierna.
Sin duda León no era el mejor tipo pero por tener algo de dinero con el cual pagaba cirugías estéticas, se creía la gran cosa, y ciegamente esperaba de Santa el mejor regalo para la navidad.
Santa nunca le daría un buen regalo a ese muchacho, Santa le daría carbón cuando mucho pero la Santa de cabello azulado tenía un "mejor regalo" para el problemático muchacho, que al despertar el día de Navidad, se quedaría sin aliento y sin palabras al descubrir su regalo.
El chico despertó irreconocible entre una densa bruma morada que se fue disipando, al mismo tiempo que dejaba al chico temblando debido al frío que su cuerpo sentía, ya que lejos de usar una pijama común, estaba vistiendo una lencería rosa y delgada que hacía imposible de ignorar, especialmente la parte baja de su cuerpo.
Su cabello le creció hasta los hombros y se volvió rubio, su rostro completamente maquillado y con joyería en el cuello y orejas, siguiendo con un sostén para sus pequeños pechos y endurecidos pezones, atributos propios de una mujer. Pero la cosa no acabaría allí, ya que su delgada cintura tenía un liguero a juego del sostén y de la tanga, misma diminuta tanga que se metía en el trasero de León y de la cual su erecto pene salía por un costado.
Ahora León podía y no llamarse de esa forma, pues el regalo que Santa dejó para él, fue convertirlo en justo el tipo de persona a quien tanto discriminaba y molestaba sin razón alguna.
Su cuerpo se volvió más alto pero también más delgado, con un montón de facciones femeninas, las más destacadas sus nuevos pero pequeños pechos de mujer que contrastaba con su entrepierna de la cual sobresalía un pene masculino que se escapaba de las bragas.
Lo bueno de esto es que le bastaba a León con ver la entrepierna para saber que sexo tenía la persona, ¡Solo un idiota no podría definirlo de esa forma! Y ahora León se sumaba a "esos idiotas", aunque él merecía su propia categoría.
Sin embargo, puede que ya esté sufriendo su merecido castigo, incluso para él o ella, le costará bastante definirse o redifinirse cada vez que se vea en el espejo o en sus documentos donde todo lo referente a su género, sexo y orientación está vacío.
Pero eso no importa, no debe ser un problema para él, si León está tan seguro de quien es, este pequeño y último regalo de Santa no debería ser algo que le quite el sueño, y que en cuestión de días o de semanas podrá resolver, es de lo más sencillo, ¿No? Solo el tiempo lo dirá, pero pase lo que pase con el confundido León, puede que tenga más respeto y perspectiva de un cambio de género y de no sentirse como uno se ve. 
Créditos a quien corresponda.


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