sábado, 12 de abril de 2025

Conservando el linaje

    Desperté completamente aturdido cuando los rayos del sol me golpearon justo en la cara, con un dolor inimaginable de cabeza, viendo borroso todo a mi alrededor y con un montón de cansancio en todo mi cuerpo, me sentía como si hubiera estado haciendo horas y horas de ejercicio hasta que todo mi cuerpo se rindiera por la fatiga.
    Me gustaría seguir durmiendo para recuperar las energía, pero con la luz dándome de lleno en la cara y en contraste con una sensación fría recorría todo mi cuerpo, en especial la cintura y mis piernas que temblaban por el frío, me era imposible seguir durmiendo.
    En un último y desesperado intento de no tener que levantarme, busque alguna de mis mantas para cubrirme de pies a cabeza sin éxito alguno, dando vueltas por la cama y moviéndome un poco más no solo para no encontrar mis cobijas, más importante aún, pude darme cuenta que algo raro estaba pasando con mi cuerpo.
-¿Y mis cobijas donde están? ¿Esa…es mi voz? ¿Qué está ocurriendo? ¡No solo es mi voz, cambió todo mi cuerpo! ¿¡Pero por qué!? ¿¡Qué significa esto!?-
    Mi visión mejoraba lentamente al frotar mis ojos, al igual que el resto de mis sentidos volvían en si ante mis repentinos gritos y movimientos, tomando un poco más de consciencia a cada minuto, lo cual hacían aún más difícil la tarea de entender que estaba sucediendo conmigo. Yo ya estaba despierto, de eso no tenía duda, y todo mi cuerpo y mi cabeza reaccionaban conmigo, sin embargo, no podía entender porque había despertado en un cuerpo que no era mío, cambiando por completo para ser ahora una mujer que de cierta forma ya conocía.
    Sus piernas largas y bien depiladas, unas bragas algo infantiles de dibujos animados pero que con su singular diseño exponían su bella cintura y abdomen plano hasta que cerca de sus costillas aparecía una diminuta ropa blanca que ocultaba los pequeños pechos cubiertos también por leves cabellos rubios de la dueña de este cuerpo, una dueña que ya sabía quien era.
Créditos a quien correspondan.
-¡Prima! Veo que al fin despertaste, pasaste muchas horas durmiendo, me da gusto ver que al fin abres los ojos y que estas bien, ¡Que digo bien! Mejor que nunca-
    Sin que yo pudiera terminar de aceptar que estaba atrapado en el cuerpo de una mujer, ahora veía entrar a la habitación a mi propio cuerpo de hombre, mismo que me hablaba con confianza y alegría como si fuera lo más normal del mundo.
    Mi cuerpo de chico entró a la habitación usando poco más que su ropa interior, apenas vestía unos boxers azules y una camiseta de tirantes, disfrutando y presumiendo de la buena forma física que tiene mi cuerpo tal como si la persona en mi cuerpo se hubiera esforzando por conseguir ese buen aspecto mío. Verlo actuar de esa manera solo me hacía hervir más la sangre, y si la idea que tenía en mi cabeza era cierta, saber la identidad de quien robó mi cuerpo solo me haría sentir mucho peor.
-¿Daniela? ¿Eres tú?-
    Pregunté aún aturdido por el cambio de cuerpo, pero poniéndome de pie frente a ella en un intento de mostrar que incluso estando en su pequeño y delgado cuerpo, yo estaba al mando de está situación.
-No, Daniela ahora eres tú, ex primo. Tú tomarás mi lugar y yo el tuyo, así que vete acostumbrando a ser una mujer y a que debes complacerme-
    Decía con orgullo y calma mi prima, declarando algo que sinceramente me tomó por sorpresa, puesto que de cientos de excusas o tonterías que ella pudiera inventar, una confrontación tan directa estaba lejos de lo que había imaginado.
-¿De qué demonios estás hablando, Daniela? ¡Yo no haré nada de eso! Devuelve mi cuerpo y mi vida ahora-
-Lo siento, eso no pasará, primita. Ahora yo soy Gerardo y tú eres mi novia y futura esposa, Daniela, quien a partir de ahora está a mí disposición-
    Volvió a decir de manera contundente, como si habláramos de un hecho en el cual no tenía voto ni opinión, algo a lo que me opondría con todas mis fuerzas ya que la situación es retorcida de tantas formas que no sé ni por donde empezar o cual me parece peor.
-¿¡Esposa!? En primera no soy mujer y en segunda somos primos, ¡lejanos pero primos! Es espeluznante lo que planeas hacer, así que no dejaré que te salgas con la tuya-
-¿Espeluznaste? ¡Sí se pone mejor! Porque al final tú vas a ser mamá. Claro, todavía falta un poco para ello, pero serás mamá tal como ha sucedido en la familia por generaciones-
     Cuando mi prima declaró eso no pude evitar poner una expresión en la que se mezclaba sorpresa y confusión, y al ella darse cuenta de ello, sonrió de forma burlona antes de explicar algo que parecía tener una larga historia de fondo.
-¿No tienes idea? ¿Acaso nunca nadie te contó la historia? Eso explica porque pones tanta resistencias. Como sea, te haré un favor al contarte la historia, que la creas o no, o que estés de acuerdo o no, no cambiará lo que va a suceder. En resumen, cada cierto tiempo dentro de la familia ocurre algo como esto para conservar nuestro linaje, se supone que nuestra familia fue una muy importante y de raza pura y más tonterías de ese estilo de hace muchos años, y hasta ahora muy pocos están dispuestos a perder ese linaje. Para conservarlo, cada cierto tiempo algunos integrantes de cada generación son elegidos para mantener pura a nuestra familia, y me alegra decirte que tú y yo fuimos los elegidos de está generación, ¡Siéntete orgullosa, Daniela!-
-Es una locura. No creo nada de eso-
    Susurré sin creer lo que ella me decía, ya llamándome por su antiguo nombre como si fuera un hecho que yo soy Daniela y ella es Gerardo solo por una estúpida e inventada historia.
 -Como te dije, no me importa si me crees o no, es lo que es y punto. Y no hay nada que puedas hacer para romper nuestra sagrada tradición-
    Al oír esas palabras, me acerque a mi antiguo cuerpo sin titubear ni un segundo, dándole una mirada amenazante ignorando por completo la enorme diferencia de altura y de fuerza que hay ahora, no me importaba ser más pequeño o débil, ni siquiera me intimidaba tener que enfrentarme a mi cuerpo verdadero, yo estaba listo para demostrarle a Daniela que las cosas no saldrían como ella quería sin importarme el costo.  
-A mi no me importa tu sagrada tradición, incluso si no puedo recuperar mi cuerpo, no hay nada que puedas hacer para hacerme cambiar de parecer y que acepte todas las tonterías que me estás contando-
-Es curioso que digas eso, el abuelo cuando era joven dijo a la abuela y míralo, él se volvió toda una señora y madre, así como lo harás tú-
    Ante mi declaración vino una respuesta impactante junto a una sonrisa burlona de mi prima, quien con su revelación me hizo dudar un poco no solo de mi mismo, también de algunos familiares a quienes creía conocer y que podrían estar involucrados en este asunto.
-De ninguna manera, no hay nada en este mundo que pueda obligarme-
Créditos a quien correspondan.
-¿Y bien? ¿Te das por vencida, Daniela?-
    Me preguntaba entre jadeos y embestidas Gerardo después un par de largas y placenteras horas de placer. Sin importar lo firme que me puse al decirle que no lo haría y no tomaría su lugar ni me volvería su esposa o una madre, poco importó todo lo que dije pues con el más mínimo roce de su cuerpo contra el mío termine en la cama sintiendo las delicias que solo una mujer sumisa puede sentir gracias a su hombre.
    Al principio puse mucha resistencia pero sin muchos problemas, la antigua Daniela me ató los brazos a la cama y empezó a jugar con mi nuevo cuerpo, mismo con el cual no estaba listo para tantas ondas de placer, de excitación, de sumisión. Al principio y sólo muy al principio, en los primeros roces y momentos el momento de intimidad me dolió pero ante cada embestida, caricia o lamidas mi cuerpo se derretía, me sentía en las nubes y mucho más lejos, y por si hiciera falta las esposas que eran para impedir que huyera, pasaron a ser un pequeño complemento a los bruscos movimientos acompañados de jadeos que mi cuerpo tenía.
    Sin importar que mis manos estaban atadas, mis pechos rebotaban y que una de mis piernas estaba levantada para que las embestidas fueran más profundas y placenteras, no quería responder lo que Gerardo me decía y que era verdad.
-Así que no quieres hablar, está bien, yo no tengo problemas, puedo seguir así durante todo el día hasta que de tu propia boca admitas como lo disfrutas y como te quedarás así para siempre-
    De mi boca solo salió un gemido que no pude ocultar con mis manos, pensando y viendo cuánto tiempo aguantaría dentro de mi ese enorme miembro que alguna vez fue mio pero que ahora está penetrándome y llenando mi nueva y femenina intimidad como nunca imaginé.
    Creo que después de todo si voy a tomar este lugar de Daniela y volverme su prometida o esposa, pero antes de admitirlo y llegar a ese punto de no retorno, daré lo mejor que queda dentro de mí para no volver a correrme y soportar todo el tiempo que pueda como muestra de que no me sometería tan fácil a conservar nuestro extraño linaje familiar como tanto desea toda mi familia y la propia Daniela, o ahora Gerardo que me enseña de primera mano lo que me espera en mi vida como su mujer.
Créditos a quien correspondan.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario