sábado, 26 de abril de 2025

Deber de la realeza

    Hace mucho tiempo, tanto que ya ni lo puedo recordar, yo era un fiero caballero, de los mejores de mi reino si me permiten decir, y nadie tuvo la fortuna de poder derrotarme, siendo eso uno de los varios motivos por el cual se me asignaban las misiones más peligrosas, quedando como el héroe que el reino entero adoraba tras regresar victorioso en cada ocasión, acompañado de botines y trofeos que reflejaban mi éxito abrumador.
    Sin embargo, mi última misión como caballero era muy ambigua, hablaba de salvar un reino perdido al conseguir una reina, siendo lo más seguro que la suya había sido capturada por algún monstruo y necesitaba ser rescatada, motivo suficiente por el cual acepte la misión, dirigiéndome al lejano reino para regresarles a su reina.
    Una vez en el reino perdido entre al castillo, donde solo había mayordomos por alguna razón, dirigiéndome al jefe de todos estos para saber más detalles de la misión sobre su recuperar a la mujer de la realeza.
    Joseph, el líder de los empleados, me dijo que el rey y la reina se habían embarcado en un viaje diplomático para ir a otro reino y que desafortunadamente a mitad del viaje, su barco náufrago y daban por hecho que nunca regresarían a su hogar.
    Un reino no puede existir sin rey, ni mucho menos puede existir sin reina, por lo que era esencial conseguir alguien que tomará su lugar a la brevedad. Por suerte para ellos había llegado yo, un valiente y noble caballero dispuesto a asumir dicha labor.
    Estaba bastante confundido por la situación, y una vez que la entendí, lo único que tenía claro es que no quería hacerlo, no estaba dispuesto a abandonar mi vida como caballero para estar en un trono todo el tiempo, pero a pesar de mis protestas, los sirvientes fueron capaces de persuadirme y hacerme ver que la situación no era tan malo como yo lo imaginaba y que todo lo que tenía que hacer era tomar una pequeña pócima para volverme de la realeza.
    Sin más opciones, acepte tomar la pócima que los mayordomos me dieron, y de inmediato me hizo caer dormido, despertando después de horas sintiéndome en una pesadilla; llevaba puesto un vestido rosa con blanco y lleno de volantes, también tenía grandes pechos que se veían por lo escotado que se encontraba mi vestido, tacones que apenas podía soportar sin caerme y una gran cabellera castaña la cual portaba una pequeña tiara con gemas que había pasado de generación por generación entre las reinas de este lugar.
    Yo estaba aterrorizado y grité al mirarme como una mujer, haciendo que unas sirvientas llegarán para hablarme y tratar de consolarme, me dijeron que desde ahora yo vivía ahí y era su reina por lo que todas estaban a mí servicio y todo el reino ahora era mío.
    Les exigía volverme a la normalidad, que podía ser su rey y no su reina pero todas me dijeron que la labor de la reina era mucho más importante y que harían todo lo posible para ayudarme con mi nueva vida.
    Lo primero que hicieron las sirvientas, fue guiarme hasta el cuarto de la reina donde me ayudaron a quitarme el vestido mientras me explicaban un montón de cosas: necesidades del pueblo, economía, agricultura, relaciones con otros reinos y el que ahora es mío, brevemente me explicaron de todo menos el porque tenía que ser mujer, dejándome a solas en mi cuarto para poder descubrir el motivo por el cual cambiaron mi género.
    Vi mi nuevo cuerpo, llevaba una diminuta camisa y una tanga blanca acompañada de encajes de oro. Un calor me invadió mientras me veía al espejo, mis manos llegaron hasta mis pechos que de inmediato hicieron poner duros a mis pezones. Jugué un poco con ellos frente al espejo hasta tener los ánimos de llevar la mano más abajo y casi caer de rodillas por el placer de tocar mi nueva parte femenina.
    Tuve que llegar a la cama para explorarme más a fondo por horas hasta que, como si se tratará de una profecía, lo entendí.
-El trabajo de una reina es mucho más importante, después de todo ella satisface al rey, lo hace feliz y le da muchos hijos para continuar con su linaje en el reino, ese es el deber de una mujer de la realeza...-
     Me dije a mi misma al tener en claro porque me había convertido en una mujer, mirando aquel destino con un poco más de emoción de la que esperaba.
-Esto no es tan malo después de todo. Todavía no quiero tener un hombre dentro de mi. Sin embargo, seré una buena reina cuanto sea necesario, al menos hasta que algún hombre pueda dominarme. Claro, si alguien espera estar dentro de mi para tener sus hijos, debe ser alguien digno de liderar a mi pueblo y hacerme feliz a mi, ¿Será posible encontrar un caballero así?-
    Apenas era mi primer día como mujer pero ya tenía claro mi objetivo como reina: vivir llena de lujos y cuidados para dar la mejor descendencia al ansiado príncipe azul que se volvería mi rey.
    Debo admitir que aún no quisiera embarazarme, tener un bebé de cualquier hombre sería muy raro y aunque en algún momento llegará alguien con quien comparta mi reino, por ahora la reina está bien por su cuenta para cumplir con su deber real.
Créditos a quien correspondan.

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