-Pobre y estúpida Anita, ¿O debería decir "amor"? Pensé que teníamos un trato, si tú te comportabas como una perra durante la visita al lugar para la fiesta, yo te quitaría el sello y no volveríamos a hablar de esto pero en su lugar decidiste pedir ayuda a gritos apenas te di la espalda y bueno, tienes que agradecer que no decidí humillarte en público, o no como imaginabas, fue mucho más hermoso ver como te arrodillabas a mitad de la fiesta para pedirme matrimonio, esposa mía-
-No puedo creer que me hicieras esto, llevo un mes viviendo como tu esposa y ni siquiera me tratas como tal, me obligaste a regalar casi toda mi ropa, solo usó lo que me das cuando debo de salir y sino tengo que andar en ropa interior, bikinis o ese traje de sirvienta-
-Pero eso te queda genial cuando limpias que es lo único que haces, limpiar y cocinar pero también te doy permiso de comprar en línea, incluso te puse esta piscina para que tengas algo que hacer todo el tiempo, por beneficios tiene casi los mismos que antes siempre y cuando me pidas permiso-
-¡Ni siquiera pudiste pagarla! ¡Usaste mi dinero para pagar la piscina!¡No es justo que te deba pedir permiso para gastar mis dinero!-
-Nada de eso, usé el dinero que tu hermano te regalaba por "trabajar" en la compañía pero ahora que eres ama de casa y me concediste tu puesto como subdirectora, yo ganó lo que tu ganabas sin hacer nada, ahora no harás nada y tendrás dinero desde la comodidad de tu hogar, ¿No es genial? Dame las gracias y modela un poco ese bikini para mí, Anita-
La marca en mi espalda se hizo notoria haciéndome obedecer sonriente como una tonta la orden, levantando el culo para enseñarle a mi forzado esposo lo bien cuidado que estaba mi cuerpo, de un lado, luego del otro, luego agachándome, dándome nalgadas, mostrando el busto y mandando besos hacía él.
Mi cuerpo podría parecer feliz y que disfrutaba de esto pero yo no, solo que me resulta imposible salir de su castigo.
Ese día de verdad que estaba actuando como una tonta perra por todo el jardín pero poco después de una hora, a lo lejos vi un hombre y traté de pedir ayuda a gritos, sin embargo apenas gritar pude oír como Rafael me silbó y gritó mi nombre haciéndome correr directo hacia él, haciéndome saber que se dio cuenta de lo que intenté y cumplió su promesa, en parte, extendiendo su sello o marca o tatuaje o lo que sea que me pusiera en la espalda dándome la orden de arrodillarme en la fiesta para pedirle matrimonio, darle mi puesto de trabajo y yo vivir felizmente como su esposa para la sorpresa de todos los presentes, incluso la mía.
Creo que lo peor de todo, más allá de la humillación constante que él me recuerda al tratarme de esta manera, es que ni siquiera me trata como su esposa, por ratos muy pequeños me ha demostrado que es un gran ser humano a diferencia de mi pero no es tan bueno, al final y como dije, no me trata del todo como a su esposa.
Es cierto, aun si solo tengo poca ropa, lencería y trajes de baño todo es de marcas más caras de las que antes utilice, además que una vez terminó mis quehaceres puedo controlar mi cuerpo en la propiedad que ahora es mi casa, puedo nadar, broncearme, ver la tele o lo que sea mientras esté aquí encerrada, eso si, una vez que mi esposo llega, mi cuerpo actúa por su cuenta para recibirlo en la casa, llenándolo de besos, mimos, cumplidos y abrazos por su arduo trabajo que yo nunca supe realizar.
Sin duda fue malo perder mi plena voluntad por este tatuaje grabado en mi piel que todos los días queda a la vista de Rafael pero tampoco fue lo peor del mundo, supongo que con el tiempo también me acostumbrare, quien sabe quizás hasta mi marido termine teniéndome cariño y cada vez me trate más como la reina que soy, sin trabajar, solo viéndome bonita y haciendo unas pequeñas tareas en el hogar. Si, en definitiva y si juego bien mis cartas, esta vida como esposa no será ni la mitad de mala como imagino Rafael, me portaré bien para ganarme una vida tan digna como la merezco al volverme su esposa de por vida.